El principal factor que favorece el desarrollo económico, o bien lo perjudica, es el de las “reglas del juego” establecidas por las instituciones estatales para las distintas actividades productivas y de intercambio. Para que el marco institucional favorezca la producción y el desarrollo, debe reunir algunos requisitos básicos, como los siguientes:
1- Las leyes deben ser claras, poco numerosas y estables en el tiempo
2- Se presupone que los agentes económicos son inocentes hasta que demuestren lo contrario
3- El marco legal ha de permitir que todo individuo pueda realizar su potencialidad productiva
Estos requisitos elementales no siempre son respetados por cuanto, muchas veces, se considera que el Estado debe proteger al ciudadano común del sector productivo, culpable supuesto de todos los males. El Estado desconfiado tiende a agrandarse hasta llegar a limitar coactivamente las potencialidades individuales hasta ahogar todo nuevo intento productivo. Pablo Rojas Paz escribió: “La Patria tal como la entendían los griegos y los romanos, era esencial y radicalmente opuesta a lo que por tal entendemos en nuestros tiempos y sociedades modernas. Era una institución de origen y carácter religioso y santo; equivale a lo que es hoy la Iglesia, por no decir más santo que ella, pues era la asociación de las almas, de las personas y de los intereses de sus miembros”. “Su poder era omnipotente y sin límites respecto de los individuos de que se componía”. “La Patria así entendida, era y tenía que ser, la negación de la libertad individual, en la que cifran la libertad todas las sociedades modernas que son realmente libres”.
“La palabra Patria, entre los antiguos, según de Coulanges, significaba la tierra de los padres, «tierra Patria». La Patria de cada hombre era la parte del suelo que su religión doméstica o nacional había santificado, la tierra en que estaban depositadas las osamentas de sus antecesores y que estaban ocupadas por sus almas”. “Estado, patria, ciudad, estas palabras no eran una mera abstracción, como en los modernos; representaban realmente todo un conjunto de divinidades locales, con un culto de todos los días, y creencias poderosas sobre el alma. Sólo así se explica el patriotismo entre los antiguos; sentimiento enérgico que era para ellos la virtud suprema, en que todas las virtudes venían a refundirse”.
Los gobiernos tiránicos en cierta forma se ven favorecidos por este tipo de institución. “Según estas ideas, el patriotismo era no sólo conciliable, sino idéntico y el mismo que el despotismo más absoluto y omnímodo en el orden social”. “La gran revolución que trajo el cristianismo en las nociones del hombre, de Dios, de la familia, de la sociedad entera, cambió radical y diametralmente las bases del sistema social greco-romano” (De “El pensamiento de Alberdi”-Editorial Lautaro-Buenos Aires 1943).
Según Pablo Rojas Paz, de la concepción greco-romana del Estado, heredada por los países latinos, surge la institucionalidad que favorece el surgimiento de gobiernos dictatoriales en América Central y del Sur, mientras que de la nueva concepción cristiana de la sociedad surgiría la institucionalidad dominante en América del Norte. Al respecto escribió: “La omnipotencia de los reyes tomó el lugar de la omnipotencia del Estado o de la Patria”. “Sublevados contra los reyes, los pueblos les reemplazaron en el ejercicio del poder de la Patria, que al fin era más legítimo en cuanto a su origen. La soberanía del pueblo tomó el lugar de la soberanía de los monarcas, aunque teóricamente”. “La Patria es libre, en cuanto no depende del extranjero; pero el individuo carece de libertad en cuanto depende del Estado en un modo omnímodo y absoluto”. “El «Contrato Social» de Rousseau, convertido en catecismo de nuestra revolución, por su ilustre corifeo el doctor Mariano Moreno, ha gobernado a nuestra sociedad en que el ciudadano ha seguido siendo una pertenencia del Estado o de la Patria, encarnada y personificada en sus gobiernos, como representantes naturales de la majestad del Estado omnipotente”.
“Otro fue el destino y la condición de la sociedad que puebla América del Norte. Esa sociedad, radicalmente diferente de la nuestra, debido al origen trasatlántico de sus habitantes sajones, la dirección y comprensión de su régimen político de gobierno, en que la libertad de la Patria tuvo por límite la libertad sagrada del individuo. Los derechos del hombre equilibraron allí en su valor a los derechos de la Patria, y si el Estado fue libre del extranjero, los individuos no lo fueron menos respecto del Estado”. “Los pueblos del Norte no han debido su opulencia a la opulencia y grandeza de sus gobiernos, sino al poder de los individuos”.
En cuanto a una diferencia advertida en ambos tipos de sociedades, Pablo Rojas Paz agrega: “Cuando el pueblo de esas sociedades necesita alguna obra o mejoramiento de público interés, sus hombres se miran unos a otros, se buscan, se reúnen, discuten, ponen de acuerdo sus voluntades y obran por sí mismos en la ejecución del trabajo que sus comunes intereses necesitan ver satisfecho”. “En los pueblos latinos de origen, los individuos que necesitan un trabajo de mejoramiento general, alzan sus ojos al Gobierno, suplican, lo esperan todo de su intervención y se quedan sin agua, sin luz, sin comercio, sin puentes, sin muelles, si el gobierno no se lo da todo hecho”.
Respecto del último párrafo, es oportuno mencionar una noticia aparecida en uno de los diarios de Mendoza en la cual se destacaba, como algo fuera de lo común, que un grupo de niños, mediante su trabajo personal, acondicionaron un terreno desocupado para realizar allí sus prácticas de fútbol. El hecho de no solicitar que lo hiciera por ellos alguna repartición estatal implicaba toda una novedad.
En cuanto a la diferencia de las instituciones de América del Norte y las de América Central y del Sur, existe una versión distinta a la anterior, aunque compatible con ella, que puede resumirse así:
1- Debido a que los aborígenes de Centro y Sudamérica permiten, o no impiden, ser colonizados por los conquistadores españoles, se establece una dominación y explotación laboral centralizada
2- Debido a que los aborígenes del Norte de América impiden ser dominados, y tampoco aceptan comerciar con los conquistadores europeos, obligan a éstos a trabajar. Los colonos adquieren derechos individuales importantes como alicientes para el trabajo
Quienes de esta manera describen las causas de las diferencias mencionadas, son Daron Acemoglu y James A. Robinson: “Fue John Smith el primero que se dio cuenta de que el modelo de colonización que había funcionado tan bien para Cortés y Pizarro no funcionaría en Norteamérica. Las circunstancias subyacentes eran demasiado distintas. Smith observó que, a diferencia de aztecas e incas, los pueblos de Virginia no tenían oro”. “No había oro ni metales preciosos y no se podía obligar a los indígenas a que trabajaran para ellos ni a que les proporcionaran comida. Smith se dio cuenta de que, para que la colonia fuera viable, serían los propios colonos quienes tendrían que trabajar. Por eso, instó a los directores para que enviaran el tipo adecuado de personas: «Cuando vuelvan a enviar personas, les rogaría que enviaran a unos treinta carpinteros, labradores, jardineros, pescadores, herreros y albañiles, así como excavadores de árboles y raíces, bien provistos, y, después, mil personas como las que ya tenemos»”.
“En todos los casos, fue imposible imponer a los colonos una rígida sociedad jerárquica porque sencillamente tenían demasiadas opciones en el Nuevo Mundo. Lo que se debía hacer era darles incentivos para que quisieran trabajar. Y pronto exigieron mayor libertad económica y más derechos políticos” (De “Por qué fracasan los países”-Editorial Paidós SAICF-(Ariel)-Buenos Aires 2013).
Las diferencias se hicieron notables: “Aquellas instituciones, que basaban la sociedad en la explotación de los pueblos indígenas y la creación de monopolios, bloquearon los incentivos y las iniciativas de la gran masa de la población. Mientras Estados Unidos empezaba a experimentar la revolución industrial en la primera mitad del siglo XIX, México se hacía cada vez más pobre”. “En EEUU, una larga serie de leyes legislativas…dieron un amplio acceso a las tierras fronterizas. A pesar de que los pueblos indígenas fueron marginados, aquello creó una frontera igualitaria y económicamente dinámica. En cambio, en la mayoría de los países latinoamericanos, las instituciones políticas condujeron a un resultado muy distinto. Las tierras fronterizas fueron asignadas a los que tenían poder político, riqueza y contactos, y aquello hizo que aquellas personas fueran todavía más poderosas”.
En la actualidad, entre las personas más ricas del planeta, encontramos un norteamericano, Bill Gates, y un mexicano, Carlos Slim. Uno se hizo rico mediante su capacidad empresarial, el otro mediante su habilidad para negociar con los políticos de turno, tal la descripción de los autores citados: “En México, Carlos Slim no ganó dinero mediante la innovación. Al principio, destacó en negocios bursátiles y en comprar y modernizar empresas que no eran rentables. Su golpe maestro fue la adquisición de Telmex, el monopolio de las telecomunicaciones mexicano que fue privatizado por el presidente Carlos Salinas en 1990. El gobierno anunció su intención de vender el 51% de las acciones con derecho a voto (el 20,4% de las acciones totales) …A pesar de que Slim no hizo la oferta más elevada, un consorcio liderado por su Grupo Carso ganó la subasta. Y en lugar de pagar las acciones inmediatamente, Slim consiguió retrasar el pago, y utilizó los dividendos del mismo Telmex para pagar las acciones. Lo que una vez fue un monopolio público se había convertido en el monopolio de Slim, y era enormemente rentable”.
“Slim ha ganado este dinero en la economía mexicana en gran parte gracias a sus conexiones políticas. En los momentos en los que se ha aventurado a ir a EEUU, no ha tenido éxito”. “Cuando Slim estuvo sometido a las instituciones de EEUU, sus tácticas habituales para ganar dinero no funcionaron”.
Heredero del colonialismo y de la explotación laboral efectuada por los conquistadores españoles de hace cinco siglos, aparece el auto-colonialismo socialista cubano. Ello se debe a que Fidel Castro engañó al pueblo, tomó el poder por las armas, robó y repartió entre sus secuaces las riquezas conquistadas, etc. Si le quitamos todo el discurso político empleado para disfrazar la cruda realidad, puede observarse una semejanza bastante cercana. Hilda Molina escribió: “Pude conocer que no solamente confiscaban los bienes de los supuestos ladrones del erario público, además saqueaban las viviendas de los que abandonaban el país e incluso las de personas honradas ajenas a la política. Comprobé también que los jefes de la ciudad incursionaban en esos locales cual lo harían en sus propios feudos y se repartían los recursos más valiosos, incrementando así sus ya abultados patrimonios personales y los de sus familiares y amigos. Finalmente, supe que el motivo fundamental de las asiduas visitas de los directivos de la Asociación de Jóvenes Rebeldes a ese antro, no era otro que participar en la rapiña, apropiándose de todo lo que les interesaba”.
También las expropiaciones se realizaban para eliminar todo tipo de producción individual, para ser reemplazada por una producción colectiva: “Nuestra familiar casa de modas no se libró de ese proceso, a pesar de que en la misma no había asalariados ni explotación del hombre por el hombre ni plusvalía ni ninguno de esos nuevos y extraños conceptos que nos repetían hasta el cansancio. El robo institucionalizado, absurdo e inútil del taller donde desarrollaba sus obras de arte resultó demoledor para mi madre…ya que el gobierno quitaba las pequeñas empresas a sus legítimos dueños con el único objetivo de destruirlas” (De “Mi verdad”-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2010).
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