miércoles, 23 de enero de 2013

La adversidad que fortalece

Tanto en el caso de los individuos como en el de las naciones, es frecuente que las situaciones adversas promuevan su fortalecimiento, mientras que las situaciones favorables los perjudiquen. Ello se debe a que, en los casos de adversidad, el individuo tiene la necesidad de adaptarse rápidamente a las dificultades que la vida le presenta, por lo que se ve obligado a madurar en poco tiempo, y ello podrá favorecer su éxito posterior. Un caso destacado es el del médico Mario Capecchi quien, durante la Segunda Guerra Mundial, fue confiado desde muy pequeño al cuidado de una familia previo pago de los gastos que podría demandar. Una vez que el monto se terminó, es arrojado a la calle debiendo realizar todo tipo de tareas (legales e ilegales) junto a otros niños abandonados, para poder sobrevivir. Con el tiempo (en 1946), su madre lo recupera, inicia sus estudios y termina logrando el Premio Nobel de Medicina de 2007. Mario Capecchi expresó:

“Tengo 71 años: cuanto más estudio, menos sé y más me divierto. Nací en Verona. La mía es una larga historia. Todo comienza durante la Gran Guerra. Mi primer recuerdo es cuando vivíamos en los Alpes tiroleses y la GESTAPO vino a buscar a mi madre. Yo tenía tres años y medio. Mi madre, Lucy Ramberg, se enamoró de un aviador italiano: mi padre, Mario Capecchi. Pero luego tuvo que criarme sola. Mamá era poetisa, una intelectual antinazi y presentía que iban a ir por ella. Por eso vendió todo lo que tenía y les dio el dinero a unos granjeros del Tirol para que cuidaran de mí por si algún día a ella le pasaba alguna cosa. Mamá acabó en un campo de concentración”.

“Los granjeros me cuidaron unos meses, pero un día el dinero de mamá…desapareció. No sé…Algo pasó y….bueno, yo acabé en la calle…..¡Dios mío! ¡Si sólo tenía cuatro años! Sí, cuatro años y medio, y después estuve hasta los nueve años sobreviviendo en las calles con una pandilla de chiquillos. Éramos un grupo de críos y robábamos en pandilla para poder comer por toda la Italia de posguerra. Recuerdo que siempre tenía hambre. Al final me internaron en un hospital en el sur de Verona donde luché contra la fiebre tifoidea que me provocó la malnutrición, desnudo en una cama, durante un año”.

“A mi madre le costó dos años encontrarme en aquella pandilla de delincuentes: habíamos salido del Tirol y acabamos en Calabria. Y mamá decidió que nos fuéramos a América porque ella tenía allí un hermano. Fuimos a Filadelfia. No aprendí a leer hasta los 13 años, pero entonces ya sabía todo sobre la vida: me las había ingeniado para sobrevivir. Y luego seguí estudiando….Progresando. ¡La ciencia de la calle! Siempre he pensado que lo que aprendí entonces con aquellos ladronzuelos, me sirvió después como investigador: una cierta intuición del porvenir….”.

“En la calle aprendí a confiar en mí. Yo estaba solo. Creo que mi trabajo de hoy como científico está vinculado a esa etapa. Mi mente era mi entretenimiento. Todo el tiempo desarrollaba planes que luego tenía que cumplir. Yo les enseño a mis alumnos a ser pacientes. Les digo que en vez de pasar tanto tiempo pensando en algo, es mucho mejor, ir y hacerlo. No hay que darle tanta vuelta. Hay que empezar por algo. Pero para eso hay que tener un plan. Una idea de hacia dónde uno quiere ir. Y desearlo mucho. Ahora hay una sensación de que la gratificación tiene que ser inmediata. La gratificación es algo que lleva mucho tiempo, esfuerzo, dedicación y paciencia. Y por eso es gratificante cuando llega”.

Como contrapartida tenemos el caso de aquellos niños que lo tienen todo y que, por ello mismo, no lo valoran y terminan desperdiciando sus vidas detrás de la frivolidad y el lujo. Muchas veces se da el caso en que los hijos y los nietos de quien funda una empresa exitosa, son quienes terminan por destruirla. Anaxágoras escribió: “Es grande trabajo el que cuesta juntar algunas riquezas, pero es mayor aun el que se necesita para conservarlas”.

La tendencia predominante en política consiste en establecer el Estado de Bienestar por el cual todo individuo debe ser protegido por el Estado aunque los recursos deban salir de la población misma. Y aquí se llega a una situación algo similar al de los “hijos de ricos” por cuanto se tiende a desfavorecer las aptitudes para el trabajo, la responsabilidad y el esfuerzo.

Hace algunos años, a algún político se le ocurrió la idea de promover el ingreso de inmigrantes rumanos, que vivían, entonces, bajo un régimen comunista. En principio, como la Argentina es un país de inmigrantes, la idea pareció buena. Sin embargo, pudo observarse que tales grupos venían en realidad a pedir limosnas y ser alimentados por los demás. En el centro de Mendoza, algunos hombres y mujeres, junto a sus hijos, permanecían quietos, como para no gastar energías, esperando alguna moneda de quienes por ahí pasaban. Esto era un síntoma, seguramente, de haber vivido en una sociedad en que se acostumbraba a todo individuo a cumplir órdenes y a no tener responsabilidad alguna por su futuro y por el de los demás. Andrei Sajarov escribía respecto de la vida en la Unión Soviética:

“Como muchos autores señalan, el pleno monopolio estatal conduce inevitablemente a la represión y al conformismo coercitivo, pues todo individuo depende por entero del Estado. En los periodos críticos de represión aparece el terror, y en las épocas más tranquilas reina la burocracia inepta, la uniformidad y la apatía” (De “Mi país y el mundo”-Editorial Noguer SA-Barcelona 1976).

Existen dos tipos de países a considerar respecto de la disponibilidad, o no, de recursos naturales. Los que los tienen, a veces descuidan su capacidad de supervivencia. Es un caso similar al del hijo del millonario que apenas se preocupa por aprender a ganarse la vida. Ya en el siglo XIX, Juan Bautista Alberdi advertía: “La América del Sud está ocupada por pueblos pobres que habitan suelo rico, al revés de la Europa, ocupada en su mayor parte por pueblos ricos que habitan suelo pobre”.

“La primera dificultad de Sud América para escapar de la pobreza es que ignora su condición económica. Con la persuasión de que es rica y por causa de esa persuasión, vive pobre, porque toma por riqueza lo que no es sino instrumento para producirla. Los pueblos de Sud América, en efecto, nos creemos ricos y gastamos como ricos lo ajeno y lo nuestro, sólo porque tenemos vastos territorios, dotados de clima y aptitudes, capaces de servir al trabajo del hombre para producir riqueza” (De “Estudios Económicos”-Librería La Facultad-Buenos Aires 1927).

Si se tienen muchos medios naturales, aparece entonces cierta apatía para potenciar los atributos personales, que constituyen el capital humano. Como los factores para lograr la riqueza son el capital material y el humano, al fallar este último, no se logran los resultados deseados. Guillermo Izquierdo Araya escribía a un amigo en la década de los 40: “En este país, el problema moral, es decir, el de la calidad intrínseca de los hombres, es el mayor problema argentino. Precisamente, como este país nada en la abundancia, y gran parte de su población se ha formado sobre la base de los inmigrantes que vienen a esta tierra generosa en busca de riqueza, se ha formado una población de un nivel moral muy bajo, como que ha crecido en el ambiente del mercantilismo utilitario y del interés inmediato. Esto se ha traducido en la política, siempre, en un desprecio absoluto por la moral” (Citado en “Nuestros vecinos justicialistas” de Alejandro Magnet-Editorial del Pacifico SA-Santiago de Chile 1953).

Incluso en la actualidad ha aparecido una especie de “ética argentina” por la cual, cuando un país pide dinero prestado y no lo devuelve, no es un estafador, sino que el “culpable” y el “malo” es el que pretende cobrar lo que prestó (más los intereses convenidos). Desde un punto de vista material, resulta ventajoso no pagar, pero entonces uno se convierte en un delincuente. Y si ni siquiera se reconoce esa realidad y se denigra al que quiere cobrar, podemos entonces decir que, como sociedad, estamos tocando fondo.

Por el contrario, los países que tienen una pobre “herencia natural”, es decir, poca extensión cultivable, pocos recursos energéticos, etc., se ven en la imperiosa necesidad de no equivocarse y de potenciar al máximo sus atributos personales a nivel individual. En otras palabras, si se tiene poca materia prima se debe potenciar el capital humano, tal el caso del Japón. Akio Morita, fundador de la empresa Sony, escribió: “No hay magia ni secreto que haga que una compañía japonesa tenga éxito, cuando se hagan muchas de las cosas correctas, y las deben hacer los directivos de la empresa; no las pueden hacer ni los banqueros ni los burócratas. La gloria y la némesis de la empresa nipona, el flujo vital de nuestro motor industrial es la buena y anticuada competencia. Es una clase rigurosa de competencia y, en ocasiones, es tan rigurosa que me preocupa que se la exporte a otros países. A los japoneses nos gusta competir, no sólo en los negocios sino también en la vida”.

“Es la intensa competencia dentro del país lo que hace que nuestras compañías tengan tanto espíritu de competencia en el exterior. En la rivalidad de los negocios –feroz como es- el acuerdo no escrito de competencia por parte del mercado no es para que una sola empresa vorazmente se quede con todo. Sin embargo, si una empresa se hunde, su competidor no la mantendrá a flote”. “Es en la competencia por ocupar un lugar en el mercado interno que esas empresas desarrollan la habilidad para competir en el exterior” (De “Made in Japan”-Emecé Editores SA-Bogotá 1987).

Las causas del subdesarrollo argentino podemos encontrarlas, en principio, en el error compartido con aquellos países que heredan un medio geográfico favorable y que luego descuidan su capital humano. Sin embargo, existen otras opiniones, por lo que podemos distinguir dos posturas extremas:

a) Disponemos de un medio geográfico muy favorable para el desarrollo económico
b) Pero nuestra ciudadanía descuida su nivel ético y cultural
c) Consecuencia: seguimos en el subdesarrollo por nuestra culpa

La postura rival, predominante en el país, sostiene:

a) Disponemos de un medio geográfico muy favorable para el desarrollo económico
b) Pero, como somos “un país con buena gente”, desde el exterior nos envidian y temen el pleno desarrollo de nuestro potencial humano, por lo que han acordado en no dejarnos crecer
c) Consecuencia: seguiremos en el subdesarrollo hasta que caiga el imperialismo yankee

Quienes promovemos, de alguna manera, la mejora del nivel cultural y ético de la sociedad, somos considerados como “colaboracionistas” del imperialismo yankee, o algo por el estilo. De todas maneras, aun cuando los ciudadanos de los EEUU fueran bastante peores de lo que se supone, el camino a emprender es el del mejoramiento individual y el de la eficacia productiva a través de la inversión y del trabajo.

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