viernes, 22 de marzo de 2024

Copérnico, el canónigo tímido

Mientras que Galileo Galilei discutía con eclesiásticos y aristotélicos, promoviendo y fundamentando experimentalmente la validez del sistema heliocéntrico copernicano, Nicolás Copérnico había guardado su libro sin editar por algunas decenas de años. No temía la posible censura de la Iglesia sino el ridículo ante la incomprensión de la sociedad. Arthur Koestler escribió: “Todas las pruebas indican que no era el martirio lo que temía sino el ridículo, porque se sentía desgarrado por las dudas respecto a su sistema, pues sabía que no podía ni probarlo a los ignorantes ni defenderlo contra las críticas de los expertos. De ahí la huída hacia el secreto pitagórico y la entrega a regañadientes, poco a poco, de su sistema al público” (De “Los sonámbulos” (I)-Salvat Editores SA-Barcelona 1986).

Entre los impedimentos que presentaba el sistema planetario solar con el Sol en el centro y los planetas girando a su alrededor, aparece el posible desplazamiento de la Tierra a un lugar secundario, considerada hasta el momento como el centro del universo porque allí había nacido el Hijo de Dios. Además, en el Antiguo Testamento se leía que Josué ordenó al Sol que se detuviera, de ahí que ello implicaba que el Sol se movía.

Si la Tierra se movía junto a la Luna, suponían que “la iba a perder por el camino”. Sin embargo, Galileo, el primer observador del cielo con telescopio, observó que Júpiter se movía junto a sus cuatro satélites naturales “sin perderlos por el camino”, afianzando la posible veracidad del sistema copernicano.

Pero lo que más costaba aceptar es el movimiento de la Tierra, ante la evidencia cotidiana de que está quieta. El dilema se aclaró posteriormente al advertirse que existe una total equivalencia entre el estado de reposo que es indistinguible del movimiento exento de aceleración. Como la Tierra se mueve en una órbita muy extensa, cada tramo es casi una línea recta, por lo cual se establece la equivalencia mencionada.

Copérnico fue quizás el primero en advertir un principio ligado a la inercia, que fue advertido luego por Galileo y Newton. También está vinculado al principio de relatividad al sostener Einstein que las forma matemática de las leyes de la física debería ser la misma para el movimiento rectilíneo uniforme que para el reposo, extrayendo importantes conclusiones.

Al morir su padre, cuando Copérnico tenía diez años, queda bajo la protección de un tío materno eclesiástico, que lo hace entrar en las filas de la Iglesia. Estudia Derecho canónico y también medicina, pasando sus últimos treinta años en una torre que le permitía observar las estrellas. Sin embargo, su teoría la establece en base a observaciones de astrónomos experimentales, por lo que Copérnico puede considerarse como un astrónomo teórico. Koestler escribió: “La designación de Nicolás como médico de la casa no era simplemente un pretexto oficial. Aunque nunca obtuvo el título de médico, había estudiado medicina –disciplina conveniente en aquellos tiempos para un clérigo distinguido- en la renombrada Universidad de Padua”.

“Desde los veintidós hasta los treinta y dos años, el joven canónigo estudió en la Universidad de Bolonia y en la de Padua; añadido esto a sus cuatro años en Cracovia, hace un total de catorce años pasados en distintas universidades. Según el ideal del Renacimiento de l’uomo universale, estudió un poco de todo: filosofía y leyes, matemáticas y medicina, astronomía y griego. Se graduó de doctor en Derecho Canónico en Ferrara, en 1503, a la edad de treinta años. Aparte de pagar su matricula y graduarse, no dejó el menor rastro, ni de distinción ni de escándalo, en los registros de las distintas universidades”.

“Otra cuestión muy discutida estribaba en por qué, tras completar sus estudios en Derecho Canónico en la mundialmente famosa Universidad de Padua, Copérnico eligió graduarse en la pequeña e insignificante Universidad de Ferrara, donde nunca había estudiado. No se resolvió este enigma hasta finales del siglo pasado, cuando un erudito italiano descubrió que allá por el año 1500, los grados podían conseguirse en Ferrara no sólo más fácilmente, sino a mucho menor precio. Se esperaba que un recién proclamado doctor en Bolonia o Padua ofreciera una fiesta para celebrar el acontecimiento; al escapar de sus profesores y compañeros a la oscura Ferrara, el canónigo Nicolás, siguiendo el precedente de otros miembros de la natio Germanorum, eludió con éxito las cargas de la hospitalidad”.

La visión que la humanidad tenía del universo, desde varios siglos atrás, cambia abruptamente, ya que el sistema geocéntrico (la Tierra al centro) era también un “sistema egocéntrico”. Los distintos conflictos que se sucedieron entre científicos y religiosos se debieron esencialmente a que la religión bíblica es una cuestión de ética, por lo cual no debiera entrometerse en cuestiones ajenas a ese ámbito. Galileo dijo que: “La Biblia nos indica como ir al Cielo y no de qué está hecho el Cielo”.

1 comentario:

agente t dijo...

Esa preocupación por el dinero propio, como vemos en Copérnico quien también fue autor de obras de temática económica, y en general por la eficiencia económica, es algo que en esa época ayudó a decantar a mucha clase media hacia el protestantismo, ya que éste defendía la idea de la gracia gratuita en contra de la costumbre católica de la compra de indulgencias. También actuó en el mismo sentido la simplificación de las ceremonias y fastos religiosos realizada por la Reforma, lo que permitió un notable cambio en las disponibilidades financieras de la gente al pasar a tener un mayor capital sin necesidad de mayor inversión o trabajo.