sábado, 7 de octubre de 2023

Herencia genética e influencia cultural

En los animales resulta evidente que sus conductas individuales vienen determinadas principalmente por herencia genética. Leemos al respecto: "Un patito recién salido del huevo muestra ya una serie de habilidades. Puede correr, nadar, engrasar su plumaje y buscar su alimento en el fango por medio de un movimiento de filtración. Incluso si hacemos que el patito sea incubado por una gallina clueca, mostrará el comportamiento típico de los patos y no picoteará las semillas siguiendo el ejemplo de su madre adoptiva" (Eibl-Eibesfeldt en "Nueva Antropología" de H. Gadamer y O. Vogler-Ediciones Omega SA-Barcelona 1976).

El ser humano comparte muchos procesos biológicos con el resto de los animales. Sin embargo, algunos autores suponen que los atributos del ser humano no derivan de nuestra herencia genética, sino que dependen enteramente de la influencia cultural del medio ambiente. Ashley Montagu escribió al respecto: "De hecho no existe ni la más mínima evidencia ni alguna razón para decir que el comportamiento instintivo filogenéticamente adaptado de otros animales sea en alguna forma relevante para la discusión sobre las fuerzas motivadoras del comportamiento humano. Lo que sucede es que el hombre carece completamente de instintos, a excepción de unas reacciones parecidas a instintos de los lactantes frente a la desaparición brusca de la base material sobre la que se hallan o frente a ruidos intensos súbitos".

Es oportuno mencionar que, para los nazis, los seres humanos vendrían determinados por su herencia genética, y poco o nada por la influencia cultural. De ahí la importancia asignada al aspecto racial. Por el contrario, para los marxistas, los seres humanos actuarían principalmente en base a su influencia cultural, y poco o nada por la herencia genética, abriendo la posibilidad a establecer "diseños humanos realizados por humanos". Eibl-Eibesfeldt escribió: "El optimismo educacional cree que se puede evitar el desarrollo de tendencias no deseadas por medio, simplemente, de una educación adecuada y crear así una sociedad sin orden jerárquico o sin agresión. Muchas de las utopías sociales parten de esta hipótesis. Hasta ahora estos intentos han tenido poco éxito, lo que señala la existencia en el comportamiento humano de elementos «resistentes a la terapéutica»".

Todo indica que nuestros atributos dependen tanto de nuestra herencia como de la influencia social del medio ambiente. Christian de Duve escribió: “En su forma radical, el conflicto se centraba en dos absolutos opuestos: «determinismo genético» -el comportamiento es completamente innato- y el «determinismo ambiental» -el medio tiene un poder ilimitado para moldear el comportamiento-. El primero corresponde a la doctrina (darwinismo social) más vigorosamente defendida por el filósofo inglés del siglo XIX Herbert Spencer, que dice que las desigualdades sociales son producto de la selección natural, y que por lo tanto deben ser aceptadas e inevitables como lo ha ordenado la naturaleza. El último apoya el enfoque marxista que dice que el comportamiento humano es casi infinitamente maleable, y sólo requiere de las medidas políticas, sociales, educativas y económicas apropiadas para que se establezca una sociedad igualitaria y justa. Aun los más radicales entre los oponentes, han llegado a aceptar que la verdad se encuentra en algún lugar intermedio entre estos dos extremos. Ahora es asunto de proporciones. ¿Cuánto por cuenta de la naturaleza? ¿Cuánto por la de la crianza?”.

“La respuesta se puede encontrar en los impactos relativos de la evolución biológica y cultural sobre el comportamiento humano”. “Debemos tener en cuenta la imponente importancia de la evolución cultural y su capacidad para alterar el curso de la evolución biológica. La historia pasada y la presente diversidad de las estructuras sociales, refuerzan la conclusión de que los genes humanos prescriben pocas reglas del comportamiento social. El más específicamente humano de nuestros genes abrió el camino a la innovación, la comunicación, la intencionalidad y la libre elección, contribuyendo así a liberar las poblaciones humanas de la camisa de fuerza social impuesta por la selección natural. Si esta liberación será o no explotada con sabiduría, está aún por verse. La manera cómo utilicemos nuestra libertad evolutivamente adquirida, resulta crucial para el futuro de nuestra especie y la mayor parte del resto de mundo viviente” (De “Polvo vital”-Editorial Norma SA-Bogotá 1999).

Ante la creencia marxista de que la influencia cultural resulta determinante en todo ser humano, sus adeptos priorizan el adoctrinamiento en todos los niveles educativos, además de utilizar tales medios para la conquista del poder. Con la misma intensidad con que defienden el "ambientalismo", atacan el "genetismo", descartando la postura intermedia. Steven Pinker expresó: “Considerar a las personas como organismos biológicos puede resultar inquietante por muchas razones. Una de ellas es la posibilidad de la desigualdad. Si la naturaleza humana es una tabla rasa, entonces todos somos iguales por definición. Pero si consideramos que la naturaleza determina nuestras cualidades, entonces algunas personas pueden estar mejor dotadas que otras, o con cualidades distintas a los demás. Quienes están preocupados por la discriminación racial, de clase o sexista preferirían que la mente fuese una tabla rasa, porque entonces sería imposible decir, por ejemplo, que los hombres son significativamente diferentes a las mujeres. Yo sostengo que no debemos confundir nuestro legítimo rechazo moral y político a prejuzgar a un individuo en función de una categoría con la reclamación de que la gente es biológicamente indistinguible o que la mente del recién nacido es una hoja en blanco”.

“El segundo miedo es el de quebrar el sueño de la capacidad de perfeccionamiento del género humano. Si los niños fueran tablas rasas, podríamos modelarlos para que fuesen el tipo de gente que queremos que sean. Pero si nacemos con ciertos instintos y rasgos innobles, como la violencia y el egoísmo, entonces los intentos de reforma social y mejora del ser humano podrían ser una pérdida de tiempo. Yo defiendo que la mente es un sistema muy complejo con muchas partes, y que se puede hacer trabajar a unas partes del cerebro en contra de otras. Por ejemplo, los lóbulos frontales, con su habilidad para empatizar y anticipar las consecuencias de nuestras acciones, pueden anular los impulsos egoístas o antisociales. Hay, pues, campo de acción para la reforma social”.

“Y en tercer lugar, está el temor al determinismo, a la pérdida del libre albedrío y la responsabilidad personal. Pero es un error considerarlo así. Porque incluso si no existe un alma separada del cerebro que influye de algún modo sobre el comportamiento –e incluso si no somos nada más que nuestros cerebros-, es indudablemente cierto que hay partes de la mente responsables de las consecuencias potenciales de nuestros actos, es decir, responsables de las normas sociales, para premiar, castigar, creer o culpar” (Del reportaje de Marion Long en www.muyinteresante.es/salud/articulo/steven-pinker ).

Puede advertirse el error de considerar que todo individuo solamente actúa en función de la influencia cultural recibida teniendo presente que, si así fuera, no traería de nacimiento ninguna herencia biológica, además de la asociada al funcionamiento del cuerpo. Sin embargo, es fácil advertir que cada individuo nace con cierta personalidad, o actitud predominante, que define ciertas predisposiciones particulares que lo distinguen de los demás.

Así como una computadora viene, de fábrica, con cierto hardware (circuiterío), al cual se le agregará cierto software (programación), todo individuo nace con cierta estructura cerebral, que luego admitirá, o no, la influencia cultural del medio familiar y social en donde desarrolla su vida.

No estamos determinados por nuestros genes ni tampoco por la influencia cultural, ya que malas predisposiciones genéticas pueden corregirse con buenas ideas, es decir, con ideas que contemplen las leyes naturales que nos rigen. También la mala influencia cultural puede corregirse con una buena influencia, adquirida mediante la razón y el conocimiento.

Es oportuno mencionar que una de las ideas más catastróficas que se ha generado es, justamente, la de que el ser humano actúa sólo por influencia cultural. Admitida por el marxismo-leninismo, sus adherentes intentaron generar el "hombre nuevo soviético" quien transmitiría a las nuevas generaciones, mediante una herencia cultural asociada a los genes (lamarckismo), una mentalidad adaptada al socialismo. Quienes rechazaban tales ideas socialistas, podían desecharse de la sociedad sin mayor inconveniente por cuanto lo colectivo interesaba mucho más que lo individual.

1 comentario:

agente t dijo...

El señor Montagu no reflexionó mínimamente cuando afirmó que el hombre carece completamente de instintos ¿Entonces el deseo sexual súbito ante determinada situación de alto voltaje no prevista o la propensión inmediata a la supervivencia ante un peligro que se percibe mortal que son?

En este hilo los conceptos de herencia genética e influencia cultural están brillantemente presentados y desarrollados. Queda claro que el marxismo no es una ciencia, es una creencia o religión.