jueves, 26 de marzo de 2015

Héroes y antihéroes de nuestra historia

Teniendo presente que la unión del pueblo es el factor principal del éxito de una nación, la desunión ha de ser el factor principal de su fracaso. Los héroes serán quienes promovieron dicha unión y los antihéroes la desunión, por lo que queda claro que San Martín y Belgrano serán parte del primer grupo y que tanto Rosas, como Perón y los Kirchner formarán parte del segundo. El criterio aludido proviene del siguiente escrito atribuido al Gral. Manuel Belgrano:

“Causa de la destrucción o de la conservación y engrandecimiento de las naciones”, Correo de Comercio de Buenos Aires, 19 de Mayo de 1810.

“Procurando indagar en la historia de los pueblos las causas de la extinción de su existencia política, habiendo conseguido muchos de ellos un renombre que ha llegado hasta nuestros días, en vano las hemos buscado en la falta de religión, en sus malas instituciones y leyes, en el abuso de la autoridad de los gobernantes, en la corrupción de las costumbres, y demás.

Después de un maduro examen y de la reflexión más detenida hemos venido a inferir, que cada uno de aquellos motivos, y todos juntos no han sido más que concausas, o mejor diremos, los antecedentes que han producido la única, la principal, en una palabra, la desunión.

Esta sola voz es capaz de traer a la imaginación los más horribles desastres que con ella puede sufrir la sociedad, sea cual fuera el gobierno que la dirija: basta la desunión para originar las guerras civiles, para dar entrada al enemigo por débil que sea, para arruinar el imperio más floreciente. Tantos ejemplos podemos presentar a nuestros lectores de esto, cuantos han sido los pueblos de quienes nos da noticia la historia antigua y moderna; no hay más que abrir sus hojas, y en ellas se verá la verdad de nuestra proposición. Nos dilataríamos demasiado si nos pusiéramos a referir las naciones que han existido de Asia, África, Europa y este continente, y describiésemos los hechos que acreditan que la desunión ha traído consigo su anonadamiento, después de haberlas hecho el juguete del primero que se aprovecha de este estado, y haberlas reducido al de la estupidez más vergonzosa.

La historia misma de nuestra nación, en la época que estamos corriendo, nos presenta más de una prueba de que la desunión es el origen de los males comunes en que estamos envueltos, y que nos darán muchos motivos para llorarlos, mientras existamos, aún logrando salir victoriosos de la lucha gloriosa en que se halla nuestra España europea. Todos saben la consonancia que hay entre el cuerpo político con el cuerpo físico: uno y otro tienen su principio, medio y fin; y así como éste se acelera en el segundo cuando se pierde la unión de las partes que lo componen, del mismo modo sucede en el primero cuando por división de opiniones, por el choque de intereses, por el mal orden y otras concausas resulta la desunión.

Pero si todavía hay alguno que lo dudase, examine la historia de su propia familia, que no es más que en un punto menor la copia de la gran familia que se llama una Nación; y estamos ciertos que encontraría muchas razones para convenir con nosotros que la desunión de sus individuos le habrá hecho experimentar mil perjuicios y tal vez descender de la prosperidad a la desgracia más espantosa.

Por el contrario, la unión ha sostenido a las naciones contra los ataques más bien meditados del poder, y las ha elevado al grado de mayor engrandecimiento; hallando por su medio cuanto recurso han necesitado, en todas las circunstancias o para sobrellevar los infortunios, o para aprovecharse de las ventajas que el orden de los acontecimientos les ha presentado.

Ella es la única, capaz de sacar a las naciones del estado de opresión en que la ponen sus enemigos; de volverlas a su esplendor y de contenerlas en las orillas del precipicio; infinitos; y así es que los políticos sabios de todas las naciones siempre han aconsejado a las suyas, que sea perpetua la unión y que exista del mismo modo el afecto fraternal entre todos los ciudadanos.

La unión es la muralla política contra la cual se dirigen los tiros de los enemigos exteriores e interiores; porque conocen que arruinándola, está arruinada la nación, venciendo por lo general el partido de la injusticia y de la sinrazón, a quien, comúnmente, le diremos más bien, siempre se agrega el que aspira a subyugarla. Por lo tanto, es la joya más preciosa que tienen las naciones. Infelices aquellas que dejan arrebatársela, o que permiten, siquiera, que se les descomponga; su ruina es inevitable, y lo peor es que se hace imposible recuperarla, o si se consigue, es padeciendo las convulsiones más violentas y los males más penosos.

De lo dicho deducimos que la desunión es el aniquilamiento de las naciones; y que lo opuesto, la unión cuando no las engrandezca, al menos las conservará en medio de las acechanzas, insidias y ataques por poderosos que sean. Cicerón decía al Senado en su oración acerca de las respuestas de los Augures, «que en otro tiempo Roma por su firmeza y valor podía sobrellevar los descuidos del Senado, y aún las injurias de los ciudadanos, pero que ya le era imposible, porque todo se había trastornado; ni se respetaba la autoridad, ni se pagaban los derechos, ni se sostenía la justicia, y en vano se buscaría un ciudadano que se opusiese al torrente que amenaza la salud de la Patria». Pero atañe que en medio de tantos males sólo la unión puede conservarla, «quare hunc statum est, qualiscumque est, null alia re, nisi concordia, retimere possumus».

Véase aquí la lección, producto de los grandes conocimientos y de la propia experiencia de un político tan sabio, dada a su misma Nación, y en ella a todas las demás que habían de sucederle.

La unión es un valor inestimable de una nación para su general y particular felicidad; todos sus individuos deben amarla de corazón y pensar y hablar de ella como de la égida de su seguridad; cualquiera que así lo ejecute, no importa que le falten grandes recursos; con la unión se sostendrá, con la unión será respetable; con ella al fin se engrandecerá”.

(De “La Revolución de Mayo y sus proyectos nacionales” de Alejandro Herrero-Grupo Editor Universitario-Buenos Aires 2010).

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