jueves, 7 de junio de 2012

Lo que es y lo que debería ser

En el ámbito de las ciencias sociales existe divergencia de criterios respecto a la finalidad de las mismas en cuanto a sus funciones. Para unos, las ciencias sociales deben describir adecuadamente sólo “lo que es” (actitud descriptiva), dejando a otras ramas del conocimiento, como la filosofía y la religión, establecer “lo que debe ser” (actitud normativa). Sin embargo, si consideramos que lo que debería ser consiste esencialmente en una optimización de lo que es, una vez que se logra una aceptable descripción de ese aspecto, las ciencias sociales podrán desempeñar adecuadamente con el objetivo asignado tradicionalmente a la filosofía y a la religión.

En psicología, una ciencia que en sus comienzos surge desde la medicina, se pone énfasis en las personas con ciertas anomalías con las intenciones de volverlas a la normalidad. En la época actual, se trata de ampliar esa visión incluyendo el caso de las personas destacadas para, posteriormente, orientar a los demás buscando lo que debe ser. Abraham H. Maslow escribió:

“Pienso que la cuestión de una biología normativa no se puede soslayar aunque ponga en entre dicho la totalidad de la historia y de la filosofía de las ciencias occidentales. Estoy convencido de que el modelo de una ciencia libre de valores, y que mantiene ante ellos una actitud neutral y de evitación, modelo que hemos heredado de la física, química y astronomía, donde era necesario y deseable mantener los datos puros y a la Iglesia fuera de los asuntos científicos, es inadecuado para el estudio de la vida. Y esta filosofía no valorativa de la ciencia es todavía más manifiestamente inadecuada para las cuestiones humanas, en las que los valores personales, motivos y finalidades, intenciones y planes son absolutamente cruciales para la comprensión de cualquier persona, e incluso para la predicción, el control, objetivos clásicos de la ciencia”.

“Si queremos responder a la pregunta de cuánto puede crecer la especie humana, es obvio que lo mejor será escoger a los que ya son más altos y estudiarlos. Para saber cuánto puede correr un ser humano, no sirve sacar un promedio de la velocidad de una «buena muestra» de la población: es mucho mejor reunir a los ganadores de medallas olímpicas y ver qué velocidad pueden alcanzar. Si queremos conocer las posibilidades de un crecimiento espiritual, ético y moral en los seres humanos, sostengo que aprenderemos más estudiando a la gente más moral, ética o santa” (De “La personalidad creadora”-Editorial Kairós SA-Barcelona 2005).

En lugar de hablar acerca de lo que el hombre debe ser, en ciencia se adopta una postura algo menos pretenciosa, tal la de buscar lo que el hombre puede llegar a ser. Sin embargo, una vez que se está seguro de lo que el hombre puede llegar a ser, es factible también interpretarse tal resultado como que se ha logrado discernir acerca de lo que el hombre debería ser. Abraham H. Maslow escribió:

“Supongo que si tuviéramos que expresar en una frase sencilla el contraste entre conceptos tradicionales de normalidad y el concepto nuevo que está apareciendo, yo mantendría que la diferencia fundamental es que ahora vemos no sólo lo que los seres humanos son, sino también lo que pueden llegar a ser. Es decir, podemos ver no sólo la superficie, sino también las realidades, las potencialidades”.

“Lo que podemos ser = lo que deberíamos ser, es mucho mejor lenguaje que «deberíamos ser». Nótese que si somos descriptivos y empíricos, entonces el «deberíamos» está totalmente fuera de lugar, como se puede ver claramente si preguntamos a las flores o animales qué es lo que ellos deberían ser”.

“Una manera todavía más categórica de decirlo es que hoy es posible distinguir, en un momento determinado, lo que una persona es y lo que podría ser. A todos nos resulta familiar el hecho de que la personalidad humana está organizada en capas o profundidades. Lo consciente y lo inconsciente conviven, aun cuando puedan ser contradictorios. Uno es (en un sentido); el otro también es (en otro sentido más profundo) y algún día podría salir a la superficie, hacerse consciente y, luego, ser en ese sentido”.

En cuanto a la Psicología Social, Abraham H. Maslow agrega: “La psicología social debería ser algo más que el estudio de la imitación, la sugerencia, los prejuicios, el odio. Estas son fuerzas menores en las personas sanas”. “Buscar nuevas teorías sobre la democracia y el anarquismo, las relaciones democráticas interpersonales. Hablar del líder democrático, el poder de una democracia, la relación entre las personas democráticas y el líder. Estudiar las motivaciones del líder no egoísta. Las personas sanas detestan tener poder sobre otros. La psicología social está excesivamente dominada por una concepción de poder de bajo techo, propia de animales inferiores”.

“Se estudia más la competitividad que la colaboración, el altruismo, la amabilidad, la generosidad”. “El estudio de la libertad y de las personas libres no tiene lugar en la psicología de hoy en día” (De “Motivación y personalidad”-Ediciones Díaz de Santos SA-Madrid 1991).

De todas formas, considerando las componentes afectivas de la actitud característica (amor, odio, egoísmo, indiferencia) y a las componentes cognitivas (referencia en la realidad, en uno mismo, en otra persona, en lo que dice la mayoría), disponemos de una descripción aceptable respecto de lo que el hombre es, en donde potencialmente se encuentra lo que debe ser, simplemente eligiendo la componente afectiva que promueve la cooperación y la igualdad (amor) junto a la componente cognitiva que promueve la libertad de pensamiento (referencia en la realidad). Nótese que esta optimización del comportamiento implica una ética natural coincidente con la ética cristiana.

No debemos pensar tanto en el hombre promedio, o el hombre representativo de tal lugar, época o sociedad, sino en lo que el hombre puede y debe llegar a ser. Wolfgang Goethe dijo: “Trata a los demás como si fueran lo que deberían ser y así los ayudarás a ser lo que pueden llegar a ser”.

Se considera a la política como una actividad que requiere de cierta ética social, que no difiere esencialmente de la ética individual. Así, con la palabra “política” se designa tanto a su parte práctica (la descripción de lo que es) como a su parte teórica (lo que debe ser), que consiste esencialmente en una optimización de la primera. J. R. Llerena Amadeo y E. Ventura escriben: “Quien quiera enfrentarse con el estudio de la política tiene que partir del concepto que la misma debe ser enfocada como ciencia y como actividad. Ni el saber puede quedarse en lo teórico y despreciar al hacer, ni éste puede prescindir del primero, porque precisamente es de él que recibe los principios fundamentales que, mediante la virtud de la prudencia, se aplican a la realidad del mundo” (De “El orden político”-AZ Editora-Buenos Aires 1994).

La optimización de la política ha de provenir, finalmente, de una optimización de la ética individual. Si tanto en gobernantes como en gobernados imperara una actitud cooperativa, se eliminaría la corrupción. Y si adoptáramos a la realidad como referencia, se dejaría de lado la nefasta influencia social que producen algunos líderes políticos. Maurice Duverger escribió: “Existen dos nociones diferentes de la sociología política que se hallan en conflicto: según una, la sociología política es la ciencia del Estado; según la otra, es la ciencia del poder” (De “Sociología política”-Ediciones Ariel SA-Barcelona 1968).

Puede decirse que la política, como ciencia que estudia al poder, esta más cerca de lo que la realidad es, mientras que, como ciencia del Estado, esta más cerca de lo que debería ser. Manuel Pastor escribió: “En términos psicológicos puros, el poder resulta ser la capacidad para conseguir que los demás hagan lo que uno quiere” (De “Ciencia política”-McGraw-Hill SA-Madrid 1989).

Lo esencial de la descripción realizada, tomando como base la actitud característica de las personas, radica en que es posible que todo individuo se haga plenamente consciente de cuál es su actitud predominante y cuál es la que en él debería predominar. Incluso es posible que algún día prevalezca, a nivel social, una mentalidad asociada a la frase antes citada de Abraham H. Maslow: “Las personas sanas detestan tener poder sobre otros”. En ese caso, como persona sana se entenderá la que muestra una actitud cooperativa. Nótese que todas las actitudes posibles son partes de nuestra naturaleza humana, por lo que todas son igualmente “naturales”, pero sólo una de ellas dará como resultado la optimización de nuestra conducta, que será lograda dentro del proceso de la evolución cultural humana; una conquista esencialmente obtenida en el marco de la ciencia experimental (y previamente en el marco de la filosofía y de la religión).

Por lo general, lo que debe ser se extrae como una selección de lo que es. Así, respecto de la conducta humana, elegimos las componentes afectivas y las cognitivas que mejores resultados producen. También en economía, luego de observarse el orden espontáneo que se produce luego de la etapa de producción mediante la división del trabajo y el posterior intercambio (proceso del mercado), se procede a una optimización de lo que ya existe.

En política, por otra parte, debido a los excesos que se producen ante el gran porcentaje de “personas no sanas” que buscan el poder como objetivo principal, surge la democracia, lo que debe ser, en donde la optimización se produce esencialmente limitando el poder permitido a los gobernantes.

En el caso del marxismo, se observa una “propuesta ética” que promueve el odio entre distintos sectores de la sociedad, mientras que en economía no trata de optimizar el proceso espontáneo del mercado, sino que se opone a la propiedad privada, a la división del trabajo y al libre intercambio posterior de bienes y servicios. En el plano político, al favorecer la concentración de poder (político, económico, militar, etc.) en manos de una minoría que dirige al Estado, tiende a producir resultados opuestos a la optimización antes mencionada. De ahí que el marxismo “describe lo que no es” (lucha de clases entre la burguesía carente de virtudes y el proletariado carente de defectos) tratando de lograr “lo que no debe ser”. La revolución marxista consiste esencialmente en una adaptación cultural, no a las leyes naturales, sino a las “leyes de Marx”, que poco tiene que ver con aquéllas.

El marxista compara siempre lo que, para él, debe ser (la sociedad utópica socialista) con lo que es (la sociedad real con un capitalismo distorsionado), por lo que siempre resulta inútil establecer una discusión ya que se habla de cosas absolutamente distintas, de épocas distintas, incluso respecto del socialismo teórico ni siquiera resulta posible su existencia. Karl Popper escribió: “El atractivo del utopismo surge de no comprender que no podemos establecer el paraíso en la Tierra. Lo que podemos hacer, en cambio, creo yo, es hacer la vida un poco menos terrible y un poco menos injusta en cada generación. Por este camino es mucho lo que puede lograrse”. “Podríamos lograr todo eso si abandonáramos los sueños de ideales distantes y dejaríamos de luchar por nuestros esquemas utópicos de un nuevo mundo y un nuevo hombre”(De “Utopía”-Arnhelm Neusüss-Barral Editores-Barcelona 1971).

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