domingo, 22 de abril de 2012

Acerca de la dialéctica

La lógica dialéctica constituye un método para describir la realidad que se ha utilizado principalmente en filosofía. Se origina en las épocas en que aparecen los sofistas griegos, por lo que no es de extrañar que no sea admitido en el ámbito de la ciencia experimental ni tampoco tenga relevancia en el desarrollo de la lógica matemática, de ahí que en la actualidad se le asocie un carácter puramente histórico, excepto en el caso del marxismo, que lo sigue admitiendo como uno de sus fundamentos. Georg F. Nicolai escribió:

“La ciencia es una –con otras palabras, hay sólo un método científico: el de las ciencias naturales. Sólo por este camino se llega a proposiciones que son obligatorias para todos los hombres- sólo la ciencia puede terminar con las controversias- sólo la ciencia significa paz”.

“La dialéctica no cuadra en la ciencia-si, con Schopenhauer, no se ve en ella más que un ameno intercambio de opiniones (lo que realmente de vez en cuando ayuda a la comprensión), ella es inofensiva e indiferente. En cada forma especial y, más que nada, en la de Hegel-Marx, ella es diametralmente opuesta a la ciencia: llamar a tal método «científico», es pura mistificación” (De “Miseria de la Dialéctica”-Ediciones Ercilla-Santiago de Chile 1940).

En cuanto al origen y significado de la palabra, la Academia de Ciencias de la URSS menciona: “La palabra «dialéctica» procede del griego antiguo «dialegomal», que significa conversación, polémica. En la Antigüedad se entendía por dialéctica el medio para establecer la verdad, en las discusiones y en la lucha de opiniones, mediante la revelación de contradicciones en los razonamientos del interlocutor”.

Respecto del desarrollo histórico, prosigue: “En la historia de la dialéctica se destacan las siguientes etapas fundamentales: la dialéctica espontánea, ingenua, de los pensadores de la Antigüedad; la dialéctica de los materialistas del Renacimiento (Giordano Bruno y otros); la dialéctica idealista de la filosofía clásica alemana (Kant, Fichte, Schelling y Hegel); la dialéctica de los demócratas revolucionarios del siglo XX (V. Belinski, A. Herzen, N. Chernishevski y otros), y la dialéctica materialista marxista leninista como forma superior de la dialéctica contemporánea” (De “Fundamentos de Filosofía Marxista-Leninista”-Editorial Cartago-Buenos Aires 1975).

Su incompatibilidad con la ciencia comienza a vislumbrarse ya en el siglo XIX. Georg F. Nicolai escribe: “Pero hay también grandes dialécticos que quieren meterse en problemas de los cuales la ciencia ya sabe algo. En estos terrenos, naturalmente, les molestan las verdades eternas y entonces sucede lo inaudito: estos hombres que quieren hacer verdades de sus nociones, comienzan por destruir la única segura que tienen: niegan el principio de la contradicción y de la identidad”.

“Este desprecio de los fundamentos lógicos es lo que destruye más radicalmente las facultades de un hombre. Cualquiera sea el subterfugio con que se defienda la suposición de que A puede ser también no A, ella es simplemente falsa, y quien una vez la ha aceptado puede así naturalmente, sobre el papel, comprobar todo, pero será para toda su vida incapaz de razonar”.

Por su parte, José Ferrater Mora escribe al respecto: “La noción de dialéctica, el método dialéctico y, a veces, la titulada «lógica dialéctica» son centrales en el marxismo”.

“El uso de la dialéctica permite, en efecto, al entender de estos autores (Engels, Lenin, Stalin), comprender el fenómeno de los cambios históricos (materialismo histórico) y de los cambios naturales (materialismo dialéctico). Todos estos cambios se hallan regidos por las «tres grandes leyes dialécticas»: la ley de la negación de la negación, la ley del paso de la cantidad a la cualidad, y la ley de la coincidencia de los opuestos. Tales leyes permiten, al entender de los marxistas, afirmar ‘S es P’ y negar a la vez ‘S es P’, pues señalan que si ‘S es P’, puede ser verdadero en el tiempo t, pero puede no ser verdadero en el tiempo t1”.

“Varios autores han argüido al respecto que esto representa únicamente la afirmación conjunta de contrarios, pero no de contradictorios. Los marxistas «oficiales», sin embargo, han insistido en que las leyes de la dialéctica citadas representan una verdadera modificación de las leyes lógicas formales y que, por lo tanto, los principios de identidad, de contradicción y de tercio excluso no rigen en la lógica dialéctica. Por ese motivo la lógica formal (no dialéctica) ha sido o enteramente rechazada o considerada como una lógica de nivel inferior, apta solamente para describir la realidad en su fase estable” (Del “Diccionario de Filosofía” (I) – Editorial Ariel SA-Barcelona 1994).

Para el marxismo, la dialéctica no es sólo un método para describir la realidad y el cambio asociado a la misma, sino que supone que es una propiedad inherente a la propia realidad. Así, leemos en la “Enciclopedia Concisa” de J. O. Urmson: “Hegel le dio un nuevo giro a la dialéctica, a la que consideraba un proceso que no era meramente de razonamiento sino que se encontraba en la historia, y en el universo como un todo, y consistía en un movimiento necesario de la tesis a la antítesis, y después a una síntesis de las dos. Es la dialéctica hegeliana la que fue adoptada por Marx, que la hizo parte de su filosofía del materialismo dialéctico, sustituyendo el «espíritu de Hegel» por la «materia», como la base del proceso dialéctico” (De la “Enciclopedia Concisa de Filosofías y Filósofos”–Editorial Cátedra SA-Madrid 1979).

La posible existencia de elementos opuestos en la naturaleza poco tiene que ver con el desarrollo real de las distintas ramas de la ciencia experimental. Mario Bunge escribió:

“La frecuencia con que aparecen los términos «proceso dialéctico» y «método dialéctico» en un campo de estudios es un buen indicador del bajo grado de desarrollo de éste. Los físicos, químicos, biólogos, psicólogos y sociólogos matemáticos no hablan de objetos dialécticos ni dicen emplear el método dialéctico: emplean el método científico, que les permite formular concepciones precisas y comprobables. Si lo que se proponen los pensadores dialécticos es tan sólo subrayar el carácter cambiante de todas las cosas y la naturaleza conflictiva de algunos procesos, no necesitan salirse de la ciencia, ya que ésta estudia las leyes del cambio y, en particular, de la competencia. La dialéctica es dinamicista, pero no científica; la ciencia no es dialéctica pero es dinamicista y, además, clara y a veces duradera”.

“Los historiadores de las ideas han mostrado que es característica del pensamiento arcaico y aun antiguo el reducirlo todo a pares de opuestos: día-noche, mortal-inmortal, comestible-incomible, móvil-inmóvil, etc. Esta característica se conserva en la primera fase del tratamiento científico de un problema: así como el neurofisiólogo de principios del siglo XX intentaba reducirlo todo a un juego de excitaciones e inhibiciones, el sociólogo del subdesarrollo cae en la tentación de explicarlo todo en términos de dependencia e independencia y de pares de opuestos similares”.

“Sin duda algunos sistemas reales, sea físicos, sea culturales, presentan características polares. Pero también presentan otras que no lo son. La ciencia moderna ha demostrado que la realidad no cabe dentro de los esquemas polares, sea de Pitágoras, sea de Hegel: los sistemas polares son la excepción no la regla” (De “Epistemología”–Editorial Ariel SA-Barcelona 1985).

A pesar de los pobres fundamentos adoptados por el marxismo, sus adeptos sostienen que se trata de una postura “científica”, aunque se oponga a la ciencia tanto en sus fundamentos como en su desarrollo. Carl Schurz escribe sobre Marx: “Lo que decía era sólido, lógico y claro, pero nunca he visto a un hombre tan arrogante. Quien opinara de otro modo que él, era un asno o un vil, o ambas cosas a la vez: nunca he oído a alguien pronunciar la palabra «bourgeois» [burgués] con tanto desprecio; diríamos que escupía la palabra” (Citado en “Miseria de la dialéctica”).

Podemos hacer un resumen de los principales desaciertos, por parte del marxismo, asociados a la rama de la ciencia respectiva:

1- Economía (promueve la abolición del mercado, considera al trabajo como único factor de la producción, sostiene que el valor económico de un bien depende de la cantidad de trabajo necesario para producirlo, etc.)
2- Política (promueve la violencia y el odio entre sectores).
3- Lógica (pretende reemplazar la lógica simbólica por la dialéctica, que la contradice).
4- Ciencia (desconoce al método científico optando por el método dialéctico)
5- Ética (supone inexistente una ética objetiva, adhiere al relativismo moral)
6- Sociología (al ignorar a la clase media, resulta inadmisible generalizar la lucha de clases; injustificadamente atribuye sólo virtudes al proletariado y sólo defectos a la burguesía.)
7- Historia (hace predicciones sobre acontecimientos a ocurrir, en lugar de predecir nuevos fenómenos sociales)

Es posible identificar, en la profecía bíblica del Apocalipsis, al marxismo con la Bestia que tiene siete cabezas, y cada cabeza con los distintos y variados errores tales como los mencionados. Recordemos que dicho movimiento político recientemente tuvo bajo su dominio a un importante sector de la humanidad. Puede advertirse, como casi siempre ocurre, que el marxismo no sólo constituye la Religión del odio, sino también la Religión de la mentira y del engaño.

De todas formas, recordando una recomendación de Cristo respecto de los falsos profetas (“Por sus frutos los conoceréis”) podemos tener una idea concreta de los efectos producidos por esta ideología. Como balance de lo actuado por el marxismo tenemos una impresionante cifra de asesinatos cometidos por sus adeptos en sus intentos por imponerlo a nivel mundial. El historiador Stephane Courtois escribió:

“No obstante, podemos establecer un primer balance numérico que aún sigue siendo una aproximación mínima y que necesitaría largas precisiones pero que, según estimaciones personales, proporciona un aspecto de considerable magnitud y permite señalar de manera directa la gravedad del tema:-URSS, 20 millones de muertos.-China, 65 millones de muertos.-Vietnam, 1 millón de muertos.-Corea del Norte, 2 millones de muertos.-Camboya, 2 millones de muertos.-Europa Oriental, 1 millón de muertos.-América Latina, 150.000 muertos.-África, 1,7 millones de muertos.-Afganistán, 1,5 millones de muertos.-Movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder, una decena de millones de muertos. El total se acerca a la cifra de cien millones de muertos” (De “El libro negro del comunismo”-S. Courtois y otros-Ediciones B SA-Barcelona 2010).

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