martes, 28 de febrero de 2012

La guerra fría

Se denominó guerra fría al enfrentamiento indirecto entre los EEUU y la URSS durante el siglo pasado, aunque hubo enfrentamientos directos entre bandos y países apoyados militar y económicamente por ambas potencias. Es conveniente tener presentes los acontecimientos históricos recientes para rebatir conceptos que provienen de una tergiversación premeditada de los mismos. Luego de finalizada una guerra, le sigue una etapa de venganza y difamación por parte del bando perdedor, si bien es conveniente decir que en toda guerra sólo existen dos perdedores.

La formación de la URSS, o Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, comienza con la Revolución de Octubre de 1917. Su finalidad es la toma del poder, la confiscación de los medios de producción y la implantación del socialismo a escala mundial. En cierta forma, puede decirse que se toma como referencia a las sociedades capitalistas para realizar una sociedad opuesta totalmente a ellas. Coloca a la igualdad como una prioridad inmediata y la logra parcialmente a través de una “igualdad en la pobreza”. Christian Jelen escribió:

“Sobre el vínculo envilecedor entre el dinero y la democracia dejan entrever por qué tantos revolucionarios en su visita a la Unión Soviética se adhieren al «comunismo del cepillo de dientes» (ponerlo todo en común, compartirlo todo, desde los pisos hasta los objetos más sencillos). Creen ver en ello la prueba de que ya no existen ricos en la URSS y se comparte la austeridad. Este «rigor» para todos oculta la escasez total, la imposibilidad de tener una vivienda, alimentarse o vestirse decentemente”.

“El régimen bolchevique desencadena la desmoralización total del productor-recalca Petit-. Y he aquí un ejemplo que puede generalizarse. Cuando viajé por el norte de Rusia, hablé con algunos habitantes de la región cercana al lago Onega. La población de esta zona vive de la pesca. Al preguntarle a un pescador si puede venderme pescado, responde que no tiene. Agregando: «Ahora ya no se pesca, porque cada vez que volvíamos con pescado, los guardias rojos nos lo quitaban». La consecuencia de ello es que el hambre se extiende por todas partes”. (De “La ceguera voluntaria”-Editorial Planeta SA-Buenos Aires 1985).

Establecido un régimen político en el que el poder queda en manos de un reducido grupo de políticos, o incluso en un solo líder, como Lenin, y posteriormente Stalin, se establece un sistema totalitario. Christian Jelen escribe:

“La revolución de octubre sólo tiene catorce meses, y ya aparece una de las características esenciales del comunismo que engañará a varias generaciones: la perversión del lenguaje y la inversión del sentido de las palabras. Al darle un contenido de clase al vocabulario democrático, Souvarine transforma la democracia burguesa en dictadura y la dictadura comunista en democracia. En otros términos: instaura en Francia el esquema orwelliano según el cual la esclavitud es la libertad. Da consistencia a esta espantosa idea que puede existir un terror bueno, progresista, emancipador”.

En un texto utilizado recientemente en Francia, se lee lo siguiente: “Se dirá que existen en el mundo dos campos: a) Uno, imperialista y antidemocrático (EEUU). b) Otro, antiimperialista y democrático (URSS)” (De “El conocimiento inútil”- Jean-Françoise Revel-Editorial Planeta SA-Barcelona 1989). De la misma forma en que es difícil razonar ante quien confía en dogmas, también es difícil razonar ante quienes están motivados por el odio y la mentira. Jonathan Swift escribió: “No podéis conseguir que alguien abandone por el razonamiento una convicción a la cual no ha sido conducido por el razonamiento”.

Mientras que el ciudadano que acepta gobiernos de tipo democrático observa todos los males de las sociedades actuales, no descarta la posibilidad de mejorar las cosas por métodos pacíficos. Por el contrario, el marxista, que observa los mismos males, pretende de alguna manera ayudar a la destrucción de la sociedad para ser cambiada finalmente por el socialismo. De ahí que siga siendo fiel al Imperio Soviético aunque éste haya desaparecido. Jean-Françoise Revel escribe:

“En toda Europa, el odio a la sociedad liberal se convierte en el punto de convergencia de numerosos escritores, tanto de derechas como de izquierda”.

“El terrorismo se convierte en altamente bienhechor cuando es un intelectual quien toma la iniciativa del mismo, elabora su teoría e incita a los demás. La comunidad científica francesa protestó contra la detención, en 1987, de un biólogo italiano, el doctor Gianfranco Pancino, presunto antiguo dirigente del movimiento terrorista Autonomía Obrera, movimiento responsable, durante los años setenta, de casi tantos asesinatos como las Brigadas Rojas”.

“Los defensores de Pancino declaran que no se pronuncian sobre el fondo del asunto. Esto equivale a plantear el principio de que incluso si es culpable, hipótesis que prudentemente no descartan, Pancino no debe comparecer ante la justicia de su país. Cuando se trata de un intelectual, por consiguiente, la cuestión de la culpabilidad o de la inocencia no debe ser planteada, no debe ser tenida en cuenta. Sea lo que fuera lo que haya hecho, el intelectual no puede ser obligado a comparecer ante un tribunal, ni siquiera para ser absuelto. Incluso cuando es condenado, con todas las pruebas necesarias, ello no demuestra, por otra parte, su culpabilidad, puesto que pertenece a una esfera superior a la de los otros seres humanos (si es de izquierdas, por supuesto), ya que su reino no es de este mundo”.

“Jean P. Sartre habría experimentado una gran sorpresa si se le hubiera pedido cuentas de los millones de cadáveres amontonados por los diversos regímenes totalitarios, de los que él fue propagandista, durante toda su vida, con tanto celo”.

“Los intelectuales italianos no se basan en un conocimiento de la sociedad italiana. Se basan en su propio apetito interno de mesianismo revolucionario y se forjan una visión de la sociedad que sirve de justificación imaginaria de ese apetito. Desgraciadamente no se limitan a delirar en su rincón; ellos matan. En su estudio sobre «Los intelectuales y el terrorismo», Sergio Romano emplea la fórmula de la «revolución revelada», para designar la representación psíquica de los intelectuales terroristas. Es una mezcla de cristianismo y comunismo. Por una parte, esperan un acontecimiento futuro que metamorfoseará de un solo golpe, y de arriba abajo, nuestro mundo y nuestra persona; por otra parte, gracias al marxismo, pueden presentar sus deseos como verdades científicas”.

“La filosofía de los intelectuales de la revolución terrorista conjuga la necedad del mago iluminado, la grosería del doctor marxista y la ametralladora del asesino de la mafia”.

“Para colmo, numerosos intelectuales son, al mismo tiempo, favorables al terrorismo y favorables al pacifismo. En otras palabras, al predicar el desarme unilateral de Occidente, se prohíben utilizar, para defender el territorio nacional en tiempo de guerra, una violencia que les parece necesaria para ser aplicada a sus propios conciudadanos en tiempos de paz”.

En cuanto a los sectores de origen católico orientados al marxismo, escribe: “Los teólogos de la liberación prefieren la ortodoxia marxista a ninguna ortodoxia en absoluto. El objeto principal de su odio es la sociedad liberal, incontrolable con sus miles de variantes individuales. Saben que nunca podrán volver a controlar a esta sociedad, a unificarla. Al contrario, la sociedad colectivista, ya unificada por el marxismo, puede, creen, volver a ellos un día, cambiando simplemente de molde. Su lucha no es, pues, una lucha contra la pobreza. No protestan contra la pobreza en Etiopia, en Cuba, en Mozambique, en Nicaragua, pues esas son pobrezas buenas”.

Unos de los frentes de combate en la guerra fría (aunque no tan fría) fue la Argentina de los 70. Entre muchos casos, se recuerdan algunos como el secuestro de Oberdan Sallustro, directivo de la Fábrica Italiana de Automotores Torino (FIAT), quien luego fuera asesinado por los marxistas. Para la mayor parte de la población, la llegada al país de fábricas de automóviles implicaba nuevas fuentes de trabajo y la más cercana posibilidad de adquirir un automóvil. Para el marxista significaba “mayor explotación laboral” y ello debía castigarse con la muerte.

Con los años, el militarismo argentino recibe un castigo social mayoritario por combatir a la guerrilla pro-soviética (sin distinguir entre acciones legales o ilegales), mientras que los terroristas reciben homenajes. La familia de cada soldado argentino fallecido en defensa de su patria no recibe ninguna compensación ni ayuda monetaria, mientras que los familiares de los “soldados pro-soviéticos” recibieron cuantiosas indemnizaciones. Sería un caso similar al de Colombia si en ese país la población apoyara mayoritariamente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), luego de tantas victimas que produjo en la población; algo que a una persona razonable no le seria fácil imaginar. De ahí que a esa persona quizás le cueste admitir la veracidad de lo que sucede en la Argentina.

La guerra fría se caracterizó por un notable avance de la URSS anexando cada vez más países al sistema comunista mientras que recibía ayuda de los propios países occidentales, ya que sus empresas privadas comerciaban libremente proveyéndole de tecnología de avanzada. Alexander Solyenitzin expresó en un discurso en EEUU:

“En el mundo se desarrollan dos procesos: Un proceso de liberación espiritual de la URSS y de los otros países comunistas. Otro proceso por el cual Occidente ayuda a los dirigentes comunistas. Concesiones, aflojamiento de la tensión, entrega de países enteros”.

“Nosotros allí somos esclavos de nacimiento. Nacemos como esclavos. Yo no soy joven y nací en la esclavitud”.

“Toda la existencia de nuestros esclavistas, desde el principio hasta el fin, depende de la ayuda económica de Occidente; empezando con los materiales y repuestos con los que se reconstruyeron nuestras fábricas durante los años veinte; siguiendo con la construcción del Magnitostroi, Dnieprostroi, de las fábricas de automóviles, de tractores, durante el Primer Plan Quinquenal y luego, durante los últimos años de la guerra y ahora, y todo lo que exigen ahora, todo esto es absolutamente imprescindible para el sistema soviético, no desde el punto de vista político sino económico”.

“La economía soviética posee un coeficiente de utilidad extremadamente bajo. Es extremadamente ineficiente. Para lo que aquí se realiza con un pequeño número de hombres y una reducida cantidad de máquinas, nosotros requerimos multitudes de personas y grandes masas de equipos. Por eso la economía soviética no puede hacer frente a todo a la vez: la guerra, y el cosmos ligado con la guerra, la industria pesada y la industria liviana, y alimentar y vestir a su población. Las fuerzas de toda la economía soviética se concentran en la guerra, donde ustedes no van a prestar ayuda. Y todo lo que hace falta, todo lo que se puede agregar, o lo que hace falta para alimentar al pueblo, o para el resto de la industria, todo lo toman de ustedes”.

“Díganme qué clase de país es éste, gran potencia mundial que posee un enorme potencial militar y conquista el cosmos y, sin embargo, ¿qué puede vender? Toda la técnica pesada, la técnica sofisticada, la compra. Entonces, ¿es un país agricultor? Nada de eso. También compra cereales.” “¿Qué economía es ésta? ¿La creó el socialismo? ¡No! Lo que Dios puso desde el principio en el suelo ruso, todo eso lo despilfarramos y lo vendemos” (De “En la lucha por la libertad”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1976).

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