lunes, 29 de abril de 2024

Transhumanismo vs. Bioética

Cuando aparece un problema por solucionar, o una posible aplicación tecnológica asociada a la electrónica, existen dos métodos principales para realizarlos; uno es mediante el circuiterío (hardware) y el otro es por medio de la programación (software). Cuando los circuitos requeridos presentan muchas dificultades, se tiende a elaborar circuitos simples dejando a la creatividad de los programadores la posibilidad de lograr el fin deseado.

Puede decirse que los seres humanos hemos sido “construidos” en base a ambos principios. Así, la evolución biológica ha actuado en forma similar a quienes establecen un hardware capaz de admitir un software posterior. Este software posterior es la vida inteligente, que complementa al hardware existente (estructura biológica), y consiste en el proceso de evolución y adaptación cultural al orden natural.

Como la evolución biológica conllevó millones de años para establecer saltos evolutivos favorables a la aparición de la vida inteligente, hay quienes pretenden acelerar este proceso mediante las posibilidades que presenta la tecnología, basada en la biología molecular, nanotecnología, inteligencia artificial, ingeniería genética y otras ramas tecnológicas. Este es el fundamento del transhumanismo; un intento por cambiar (o mejorar) la especie humana para llevarla a una nueva especie viviente, el poshumanismo.

Hasta el momento se ha utilizado el aspecto cultural para la mejora ética del ser humano. Así, el “hombre nuevo cristiano” es el que admite una nueva información como es el caso de las prédicas evangélicas. También, para llegar al “hombre nuevo soviético”, se utiliza este procedimiento. Pero, mientras la ética cristiana se basa en una ley natural observable (empatía emocional), la “ética” marxista-leninista parte de leyes de dudosa validez, como es la “lucha de clases” y la “dialéctica” como principio existente en la propia naturaleza.

Los marxistas, creyendo en la herencia de los caracteres adquiridos, algo rechazado por la biología, pretendían transformar la humanidad futura para adaptarla a la sociedad artificial propuesta por Marx, Lenin y sus secuaces. Por lo general, quienes desprecian la humanidad hasta llegar el extremo de querer eliminarla, o bien transformarla de raíz, son quienes, consciente o inconscientemente, parece haber hecho una introspección suponiendo que la mayoría de los seres humanos son semejantes a ellos, sin advertir que la ausencia de empatía no es generalizable a toda la humanidad. La transformación de la humanidad es “una gran idea … porque llena todo un cerebro”.

Desde la bioética se busca limitar las aplicaciones tecnológicas a la restauración del funcionamiento normal del cuerpo humano, observando que no se vaya a perjudicar a los receptores de esas aplicaciomes ni tampoco a las futuras generaciones, debido a la posibilidad de daños genéticos hereditarios que puedan sobrevenir.

Desde hace unos años, mediante grandes inversiones económicas, se ha comenzado a investigar la posibilidad de implantar chips (circuitos integrados) en el cerebro de algunos pacientes, siendo éste el proceso básico para imponer los cambios a la “vieja humanidad” para lograr con el tiempo la aparición de la “nueva humanidad” desprovista de todo lo que impedía lograr la plena felicidad, incluso apuntando a la eliminación de la muerte, revirtiendo el proceso natural del envejecimiento previo.

Al descartarse principalmente a la empatía emocional, por la cual tenemos la predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias, siendo la principal ley natural que promueve la cooperación social, y al enfocarse en la búsqueda del placer y del hedonismo, los transhumanistas equivocan sus objetivos por cuanto parecen contradecir lo que el orden natural exige a los seres humanos para una plena adaptación al mismo.

Al no tener presente la existencia de una actitud característica en cada individuo y mucho menos a sus componentes emocionales básicas (amor, odio, egoísmo e indiferencia), ignoran que resulta mucho más sencillo y efectivo establecer una mejora mediante el “software” cultural que arriesgarse a promover graves errores con efectos inimaginables.

Para ampliar este tema del transhumanismo, se recomienda mirar en youtube los comentarios de Elena Postigo, una especialista en bioética.

1 comentario:

agente t dijo...

No se debería alterar el patrimonio genético humano entendiendo por tal la adicción de nuevos caracteres no presentes naturalmente. Otra cosa es la posibilidad de seleccionar lo mejor de dicho patrimonio o descartar enfermedades u otros handicaps presentes en él. Tampoco debería permitirse cualquier intervención que supusiera la posibilidad de manejo a distancia de una persona por parte de otras, con o sin su consentimiento.