viernes, 4 de junio de 2021

Ética y supervivencia

Se considera a la ética como la información necesaria para conducir al ser humano por la senda del bien, evitando el mal, o por el camino que conduce a la felicidad, evitando toda forma de sufrimiento. De ahí que se considere con similar importancia ambos aspectos, por cuanto debemos conocer y dominar el proceso mental que nos conduce a lograr lo positivo como a evitar lo negativo.

Como el bien y el mal, o la felicidad y la infelicidad, pueden tener distintas valoraciones, tales diferencias pueden conducir a falsas alternativas, por lo cual resulta conveniente definir los objetivos éticos con cierta precisión. De lo contrario, puede caerse en un indeseado subjetivismo. La moral será luego considerada como una medida del acatamiento a una determinada y previa ética adoptada.

Apuntando hacia una mayor objetividad, surge el concepto de supervivencia. Así, la ética es la información necesaria para conducir al ser humano por la senda de la supervivencia, evitando nuestra autodestrucción. El bien es todo aquello que favorece nuestra supervivencia mientras que la felicidad es el estado emocional que resulta luego de haber encontrado el camino del bien. Debido a que todos los seres humanos estamos sometidos a las mismas leyes naturales, puede decirse que tal supervivencia implica no sólo a la humanidad sino también a cada individuo que la integra.

Este último requisito, que puede parecer un tanto obvio, es de gran importancia por cuanto importantes sectores de la humanidad, simpatizantes del socialismo, admiten sin inconvenientes que los asesinatos masivos contra opositores, en la URSS y China, fueron "necesarios". Adoptan una postura similar a la observada en las hormigas o las abejas, colectividades de insectos en las cuales resulta prioritaria la supervivencia del conjunto siendo secundaria la supervivencia de cualquiera de sus integrantes.

Si bien resulta difícil imaginar una completa autodestrucción de la especie humana, ya que en cualquier parte puede sobrevivir un nuevo Noé que la regenere, debe considerarse una supervivencia completa y no sólo parcial. Si consideramos que el ser humano debe desarrollarse en sus tres dimensiones, física, emocional e intelectual, cuando se limitan severamente estas últimas, como ocurre en la actualidad en muchos países, puede decirse que existe una autodestrucción de gran parte de nuestra esencia humana. De ahí que toda falla moral pueda asociarse a alguna forma de mutilación de nuestra personalidad.

A partir de este punto de vista, se le puede dar sentido a la expresión "perseverar en nuestro ser" que aparece en la "Ética" de Baruch de Spinoza, en donde se advierte la vinculación existente entre ética y supervivencia. Al respecto escribió: "El esfuerzo con que cada cosa trata de perseverar en su ser, no es sino la esencia activa de esta cosa. Tal esfuerzo cuando se relaciona sólo con el alma se llama voluntad; pero cuando se relaciona a la vez con el alma y con el cuerpo, se llama instinto. El instinto no es pues otra cosa que la esencia misma del hombre; y de la naturaleza de dicha esencia se sigue necesariamente lo que sirve para su conservación".

"Por virtud y poder entiendo la misma cosa; es decir que el esfuerzo de las cosas en conservarse a sí mismas es su esencia verdadera. La virtud, en cuanto se relaciona con el hombre, es la propia esencia o naturaleza del hombre, en cuanto tiene el poder de hacer algo que sólo se explica por la necesidad de su naturaleza".

"Hay muchas cosas fuera de nosotros que nos son útiles y que, por tanto, debemos anhelar. Pero es claro que entre ésas son las más valiosas las que coinciden absolutamente con nuestra naturaleza. Así, cuando se asocian dos individuos de naturaleza completamente idéntica, forman una individualidad de doble poder que la del individuo aislado. Para el hombre nada es, pues, más útil que el hombre; nada más valioso pueden desear los hombres que la conservación de su ser que la coincidencia de todos en todo, de manera que el cuerpo y el espíritu formen un solo cuerpo y un solo espíritu, y todos se esfuercen en lo posible por conservar su ser y buscar al mismo tiempo el bienestar común y propio" (Citado en "Spinoza" de Carl Gebhardt-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1977).

El planteamiento de una ética natural es el paso más importante para establecer luego nuestra adaptación al orden natural; adaptación que implica nuestra supervivencia individual y colectiva. Tal adaptación cultural, como proceso que prolonga la adaptación biológica, materializa o involucra todo lo que se conoce como cultura y civilización.

La ética natural, que contempla tanto la tendencia a la cooperación como a la competencia, se sintetiza en la empatía emocional por la cual compartimos las penas y las alegrías ajenas como propias. La síntesis entre ética bíblica y psicología social emerge como la ética adecuada para la supervivencia de la humanidad y de cada uno de sus integrantes.

Adviértase que una ética natural ha de estar expresada en forma accesible al ciudadano común, y esta accesibilidad ha de depender de la sencillez del concepto de empatía emocional, como nuestra capacidad para compartir estados emocionales ajenos. Acentuando tal capacidad y predisposición empática, lograremos orientar nuestra vida hacia el objetivo adaptativo. De ahí que toda propuesta ética que no reúna tal característica, siendo entendible sólo por una minoría, pocas posibilidades tendrá de alcanzar el objetivo de la supervivencia.

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