domingo, 13 de junio de 2021

Científico social vs. Ingeniero social

Mientras que la labor del científico consiste en descubrir y luego describir leyes naturales, la labor del ingeniero consiste en aplicar el conocimiento aportado por el científico para solucionar algún problema concreto o para establecer una innovación tecnológica. En el caso de las humanidades, la labor del "ingeniero social" puede conllevar un extremo peligro, como ha sido el caso de los diversos totalitarismos.

En estos casos, varios "ingenieros sociales", que poco tuvieron en cuenta algunas elementales leyes naturales que nos rigen a nivel individual, adoptaron la perversa costumbre de diseñar sociedades para que el resto de la humanidad se sometiera y se adaptara a esos proyectos. Paul Johnson escribió: "La ingeniería social ha sido la decepción sobresaliente y la mayor calamidad de la edad moderna. En el siglo XX ha causado la muerte de millones y millones de personas inocentes en la Rusia soviética, la Alemania nazi, China comunista y otros lugares... La ingeniería social es la creación de intelectuales milenaristas que creen que pueden rehacer el universo a la luz de su sola razón" (De "Intelectuales"-Javier Vergara Editores-Buenos Aires 1990).

En lugar de científicos e ingenieros sociales, Lanza del Vasto los denomina "predicadores de la moral" y "reformadores", respectivamente, escribiendo al respecto: "Cuatro son las plagas que azotan a las ciudades humanas y los reinos desde el comienzo de los tiempos: miseria, servidumbre, guerra y sedición".

"Los pensadores preocupados por este problema se dividen en dos grupos opuestos: de un lado están los Reformadores para quienes todo el mal procede de una sociedad y de una economía mal ordenadas y que sostienen que cabe asegurar a todos y para siempre la abundancia, la libertad, la paz y la justicia con sólo que se cambie de sistema; del otro lado, los Predicadores de la moral que afirman que todas las confusiones y desórdenes provienen de la maldad y de los vicios de los hombres y que el cambio de sistema no les hará eludir el castigo que merecen".

"Nada más cierto que el cambiar de régimen y mejorar las leyes sin cambiar a los hombres ni hacerlos mejores es como barrer una estancia sin abrir la ventana; el polvo levantado (por lo menos el que no se haya tragado) volverá a caer en el suelo".

"Nada más cierto que si el hombre fuera enteramente bueno, el peor sistema -la esclavitud, por ejemplo- no tendría nada de malo. Si el amo fuera sabio y justo y el servidor abnegado y amante, ¿a quién perjudicaría la esclavitud?" (De "Las cuatro plagas"-Editorial Sur-Buenos Aires 1961).

El inconveniente mencionado es tan viejo como la humanidad. Incluso en la Biblia ha sido simbolizado con la manzana de Adán y el pecado original. Traducido al lenguaje actual puede decirse que el conocimiento de las leyes naturales permite al ser humano una plena adaptación a las mismas. Lanza del Vasto escribe al respecto: "La Biblia enseña que el pecado de Adán consiste en el mal de haber comido del fruto del conocimiento del bien y del mal".

"Comer significa tomar y degradar para que el hombre incorpore algo a sí mismo".
"Fruto significa goce y provecho".
"El pecado consiste entonces en haber incorporado a sí y degradado el conocimiento para goce y provecho".

"Adán poseía el conocimiento en toda su verde y viviente plenitud puesto que el conocimiento era un árbol plantado en el centro de su dominio. Dios no le vedaba mirar el árbol ni sentarse a su sombra. Alzado como una escalera hacia el cielo, el árbol del conocimiento estaba hecho para la contemplación y la adoración, estaba hecho para los ojos y no para los dientes. Adán no debía arrancarle el fruto para morderlo y dar con él satisfacción al vientre".

La soberbia ha sido considerada como el peor pecado capital ya que implica negarle a Dios, y a sus leyes naturales, el prioritario lugar para orientar a la humanidad. Tage Lindbom escribió: "El hombre ha sucumbido a la tentación. Ha querido ser «como dioses» y por ahí ha caído en el pecado fundamental, el mayor que existe: el orgullo espiritual, superbia".
“No es por azar por lo que el orgullo espiritual, «superbia», se menciona en cabeza de todos los pecados mortales. Es primordial en que se dirige como una acción belicosa directamente contra la orden divina. Es un desafío al mismo tiempo que una tentativa de establecer un poder, de instituir un «mundo» donde reinará el hombre y el hombre solo. Los otros seis pecados capitales, la avaricia, la lujuria, la envidia, la gula, la cólera y la pereza, no implican ese ataque directo contra la orden divina. Lo que la Biblia describe como una caída es dramático no solamente porque resulta de ello una separación entre Dios y la más elevada de sus obras creadas, el hombre. También es dramático en que el orgullo espiritual, «superbia», interviene en una situación donde se ha ofrecido una elección: obedecer la orden de Dios o seguir la propia inclinación a autoglorificarse. Es este segundo término el que el hombre ha elegido” (De “La semilla y la cizaña”-Taurus Ediciones SA-Madrid 1980).

El mayor experimento histórico de ingeniería social fue puesto en práctica por Vladimir Lenin, quien, bajo la errónea creencia marxista en la herencia de los caracteres adquiridos, aspiraba a diseñar una humanidad bajo su criterio personal. Brian Crozier escribió: “Nunca debe olvidarse que Lenin estaba convencido de que su revolución generaría un nuevo tipo de hombre –el Homo Sovieticus- cuyo comportamiento estaría inspirado por consideraciones de orden social y no personal. Su teoría de la «decadencia del Estado» se asentaba sobre este frágil y optimista cimiento ya que el Homo Sovieticus, al ser una nueva especie de hombre, no iba a necesitar el aparato coercitivo de la autoridad central y, en consecuencia, el Estado iba a resultar innecesario” (De “Teoría del conflicto”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1977).

2 comentarios:

agente t dijo...

La serpiente tuvo razón: Adán y Eva hicieron bien en comer del fruto prohibido porque el hombre debe salir de la inconsciencia, de la inocencia (el paraíso). Ciertamente el trabajo esclavo, al que les condenó supuestamente Dios, es malo pero el trabajo en sí no tiene por qué serlo, puede ser el vehículo del progreso, del bienestar material y del crecimiento espirutual. No es mi teoría, es la de este señor:
https://www.youtube.com/watch?v=voryyayZC78

Bdsp dijo...

Todas las simbologías tienen distintas interpretaciones. En el caso de las ciencias sociales se advierte el error de intentar reformar o cambiar las reglas del juego, o leyes naturales. Si ese es el sentido verdadero de lo que implica la simbología bíblica, coincide con el espíritu científico posterior.
Si la simbología promueve la ignorancia o bien las tendencias utopistas a rediseñar la sociedad que surge de la naturaleza humana individual, es otra cosa distinta.