jueves, 18 de junio de 2020

Racismo y esclavitud en EEUU

A partir de los lamentables hechos ocurridos en los EEUU, respecto de la violencia reciente (2020), se advierte la intención de promover mayores disturbios y violencia antes que buscar soluciones pacíficas. Incluso se puede decir que ha surgido, o intensificado, un nuevo racismo; y es el establecido contra los blancos. Se aduce que los blancos, en general, son esclavistas y racistas y, por ello mismo, deben ser atacados de alguna forma.

Se olvida que un afroamericano fue elegido presidente de EEUU (Barack Obama) con el voto de muchos blancos, que la Guerra Civil del siglo XIX fue causada por el antagonismo entre promotores y abolicionistas de la esclavitud. Se olvida que en los EEUU viven millones de personas de muy distintos orígenes étnicos, por lo que no debería generalizarse como representativo de la actitud de los blancos el accionar violento e irresponsable de algunos policías, de algunos jueces o de sectores minoritarios como el Ku-Klux-Klan.

Respecto de este tema, disponemos de la autorizada opinión del economista afro-americano Thomas Sowell, de quien se transcriben los siguientes escritos:

ESCLAVITUD

Además de sus propios males en su propio tiempo, la esclavitud ha generado falacias que perduran hasta el día de hoy y provocan confusión en cuanto a muchos temas. El distinguido historiador Daniel J. Boorstin dijo algo que muchos estudiosos conocen muy bien y que, sin embargo, no es conocido por el público en general; señaló que, con la transportación masiva de cautivos africanos al hemisferio occidental, "por primera vez en la historia occidental el estatus de esclavo coincidió con una diferencia racial".

En épocas anteriores, durante siglos, europeos esclavizaron a otros europeos, asiáticos a otros asiáticos, y africanos a otros africanos. Sólo en la época moderna la riqueza y la tecnología permitieron organizar la transportación masiva de gente a través del océano, tanto en caso de esclavos como en el de inmigrantes libres. Los europeos no eran los únicos en transportar masas de seres humanos esclavizados de un continente a otro. Los piratas de la Costa de Berbería, en el norte de África, capturaron y esclavizaron entre 1500 y 1800 a un millón de europeos como mínimo; hubo más europeos convertidos en esclavos en el norte de África que africanos llevados como esclavos a los Estados Unidos y antes, a las colonias que más tarde formaron este país. Además, a los europeos se los continuó vendiendo y comprando en los mercados de esclavos del mundo islámico décadas después de la liberación de los negros en Estados Unidos.

De hecho, la esclavitud fue una institución universal en los países del mundo entero a lo largo de miles de años que registra la historia. Existen evidencias arqueológicas que indican que los seres humanos aprendieron a esclavizar a otros antes de haber aprendido a escribir. Una de las muchas falacias sobre la esclavitud, en concreto, es la que afirma que ésta se basa en principios raciales; se sostiene debido a la simple pero persuasiva práctica de concentrarse sólo en la esclavización de africanos por europeos, como si esto fuera algo esclusivo, y no sólo una parte de una tragedia humana mucho más grande, de carácter universal. El racismo nació de la esclavitud de africanos, sobre todo en Estados Unidos, pero la esclavitud precedió al racismo en miles de años. Europeos habían esclavizado a otros europeos siglos antes de que al primer africano se le hubiera traído como esclavo al hemisferio occidental.

Aunque la esclavitud se aceptara con facilidad como un hecho más en la vida en el mundo entero durante siglos y siglos, en ningún momento llegó a alcanzar una aceptación tan general como en Estados Unidos, país que se basaba sobre principios de igualdad con los que la esclavitud estaba en una contradicción obvia e irreconciliable. La esclavitud estuvo bajo ataques ideológicos a partir de la primera versión de la Declaración de Independencia y varios Estados norteños la prohibieron de inmediato en los primeros años después de independizarse. Incluso en el sur, la ideología de la libertad no dejó de producir su efecto: algunos de los colonos, al ganar su propia libertad de Inglaterra, liberaron por voluntad propia a decenas de miles de esclavos.

La mayoría de los esclavistas sureños, sin embargo, estaban decididos a retener a sus esclavos, para lo cual hubo que crear alguna defensa contra la ideología de la libertad y las omnipresentes críticas de la esclavitud que eran su corolario. Esa defensa fue el racismo. Una defensa así era innecesaria en sociedades no libres, tales como la de Brasil, que importó más esclavos que Estados Unidos pero no desarrolló niveles tan virulento de racismo como en los Estados del sur. Fuera de la civilización occidental no había necesidad alguna de defender la esclavitud, ya que las sociedades no occidentales no veían nada malo en ella. Tampoco en la civilización occidental anterior al siglo XVIII hubo necesidad alguna de defender la esclavitud.

El racismo llegó a ser la justificación de la esclavitud en una sociedad donde no podía justificarla de ninguna otra manera, y los siglos de racismo no se han desvanecido de golpe con la abolición de la esclavitud que lo había originado. Pero la dirección de su causalidad fue diametralmente opuesta a la que indican quienes tratan de presentar que la esclavización de africanos fue resultado del racismo. No obstante, el racismo se convirtió en uno de los duraderos legados de la esclavitud. En qué medida sigue perdurando y cuál es su intensidad el día de hoy es algo que se puede examinar y someter a debate. Pero muchas otras cosas que se consideran legados de la esclavitud sólo se pueden comprobar de manera empírica y no aceptarse como conclusiones previas.

CRIMINALIDAD Y VIOLENCIA

La historia de la criminalidad y violencia entre los negros contradice a muchas creencias difundidas acerca de sus causas. Pobreza, desempleo y discriminación racial se citan con frecuencia entre las causas principales de los brotes de violencia y criminalidad entre los negros. Muchos están convencidos de esto que no ven ninguna necesidad de examinar los hechos históricos.

La criminalidad entre los estadunidenses negros, al igual que entre los estadunidenses blancos, fue disminuyendo en los años anteriores a la década de los sesenta, con sus históricas leyes de derechos civiles y sus programas de Guerra a la pobreza. Pero fue durante la década de los sesenta cuando la tasa de criminalidad tanto entre los negros como entre los blancos comenzaron a dispararse, y fue después de la aprobación de las históricas leyes cuando los negros empezaron a protagonizar disturbios en las ciudades por todo el país.

Varios días después de la aprobación del Voting Rights Act de 1965, en Watts, un barrio de Los Angeles habitado por negros, estalló la primera de los cientos de disturbios que sacudirían las ciudades estadunidenses durante los cuatro años siguientes. Estos disturbios no se producían allí donde los negros todavía eran muy pobres o los más oprimidos, o sea en el sur. De hecho, las ciudades sureñas pocas veces sufrieron a causa de disturbios como los que sacudían a numerosas ciudades del norte y arrasaban con muchos de los barrios negros de esas ciudades. En los disturbios de Watts perecieron 34 personas, pero dos años más tarde, cuando los negros se amotinaron en Detroit, hubo 43 víctimas mortales.

Aunque Detroit fue el lugar de los disturbios más violentos entre todos los que sacudieron casi la totalidad de las ciudades norteñas durante la década de los sesenta, la tasa de pobreza entre la población negra de Detroit apenas llegaba a la mitad de la de los negros a nivel nacional, el número de negros que eran propietarios de sus viviendas era el más alto en el país, y su tasa de desempleo era de 3,4%, es decir, más baja que la de los blancos a nivel nacional. Detroit fue sacudido por disturbios masivos no porque fuese un área de desastre. Se convirtió en área de desastre económico después de esos disturbios, al igual que los barrios negros en muchas otras ciudades por todo el país. Por si fuera poco, en estas ciudades, los barrios sacudidos por los disturbios siguieron siendo zonas de desastre durante décadas, lo que ocasionaba que fuese muy difícil establecer allí cualquier tipo de negocio; esto, a su vez, reducía el acceso tanto a empleos como a lugares de compra, de modo que la clase media, tanto blanca como negra, optó por trasladarse a los suburbios.

Cualesquiera que fueran las causas de estas olas de disturbios, independientemente de si se tratara de factores históricos o de incidentes recientes, con toda evidencia no eran los factores que se han citado hasta lo infinito pero que no son más que falacias. Los peores disturbios de guetos ocurrieron en momentos y lugares precisos cuando y donde se emprendían más acciones para prevenirlos, tales como la promoción de políticas de bienestar social y restricción de la policía. Y a la inversa, los disturbios eran menos destructivos y a veces inexistentes en lugares y momentos en que los funcionarios daban muestras de un enfoque opuesto.

Como ya se ha señalado, las ciudades sureñas sufrieron mucho menos a causa de los disturbios. Entre las norteñas, Chicago fue una de las menos afectadas. Hasta 1967, allí no hubo disturbios. Al año siguiente, cuando los disturbios despertados por el asesinato de Martin Luther King ardían por todo el país, el alcalde de Chicago, Richard J. Daley, dio a su policía la orden de "disparar a matar", que dio origen a muchas críticas y debates públicos, pero la cantidad de muertes a causa de disturbios en Chicago fue apenas una fracción de las ocurridas en ciudades como Detroit, donde se emplearon expresiones más humanas y compasivas y donde las acciones de la policía fueron restringidas.

A nivel de la nación, la mayoría de los disturbios en los guetos urbanos ocurrieron durante la administración de Johnson; en cambio, en los ocho años de la administración de Reagan no hubo un solo disturbio urbano importante. Sin embargo, realidades tan innegables no hacen mella en las creencias en boga, ni entonces, ni ahora. Tanto los políticos como los activistas tienen un gran interés en insistir en falacias raciales, las cuales atribuyen los avances de los negros a políticos y activistas, y echan a otros la culpa de sus regresiones.

(Extractos de "Economía: verdades y mentiras"-Editorial Océano de México SA-México 2011)

1 comentario:

agente t dijo...

El racismo como ideología elaborada no surgió en la Europa cristiana a pesar de que los países mediterráneos de la ribera norte eran continuamente objeto de razzias en busca de esclavos por parte de los piratas berberiscos porque no dejaba de ser una especificidad de la lucha general entre cristianos y musulmanes. Tampoco es ajeno a ello el que se guardaba memoria de un norte de África tan romano y cristiano como el resto del Imperio.