sábado, 22 de enero de 2022

Alarmas morales que no suenan

Es posible establecer una secuencia que tiende a impedir que los males afecten a individuos y sociedad. Tal secuencia estaría materializada por alarmas morales que se activan de tal manera que, en caso de fallar una de ellas, se activa la siguiente. Así, la primera alarma es la que proviene de nuestra conciencia moral individual. En caso de fallar, será la familia la encargada de reencauzar al individuo por la buena senda. Si tampoco ésta lo logra, será la sociedad la que deberá impedir el desvío moral. Si fallan todas estas instancias, sólo queda el límite de las leyes penales para limitar posibles delitos.

La conciencia moral está ligada a la creencia en la existencia de una ley natural que nos impone una ética objetiva. Si, por el contrario, se ignora su existencia, se cae en el relativismo moral que tiende a "apagar" todas las alarmas morales posibles. Lo llamativo es que las leyes naturales son ignoradas tanto por sectores religiosos como por supuestos científicos sociales. Si un científico no trata de describir alguna ley natural, ¿qué clase de científico es? Murray N. Rothbard escribió: "A los intelectuales que se consideran a sí mismos «científicos», la expresión «la naturaleza humana» les produce el mismo efecto que el trapo rojo a un toro. «¡El hombre no tiene naturaleza!» es el moderno lema en torno al cual se aglutinan las opiniones".

"Es típica del sentimiento de los filósofos políticos de nuestros días la afirmación hecha hace algunos años por una distinguida politóloga, es una reunión de la American Political Science Association, de que el concepto de «naturaleza del hombre» es puramente teológico, y debe renunciarse a él en todo debate científico".

"En la disputa sobre la naturaleza humana y sobre el concepto, aún más amplio y más controvertido de «ley natural» ambos bandos han proclamado repetidas veces que la ley natural y la teología están inextricablemente entrelazadas. De ahí que muchos defensores de la ley natural, en los círculos cientificos o filosóficos, hayan infligido un grave daño a su propia causa al dar por supuesto que los métodos racionales y filosóficos no pueden, por sí solos, fijar dicha ley y que es necesaria la fe teológica para defender la validez de ese concepto" (De "La ética de la libertad"-Unión Editorial Argentina-Buenos Aires 2012).

Si bien toda ley natural puede descubrirse mediante la observación o la razón, o por ambas, no debe olvidarse que la confrontación final con la realidad (experimentación) es la que debe convalidarla, es decir, debe darle validez a la ley natural humana que sea compatible y semejante a la ley natural propiamente dicha.

De la misma manera en que el suicidio resultó ser un fenómeno social, antes que individual, según los estudios de Emile Durkheim, es posible que el fenómeno de la corrupción sea también de ese tipo. Al menos hay indicadores que sugieren que los gobiernos muy corruptos emergen de sociedades en las que la mayoría de sus integrantes los aceptan con bastante pasividad, por cuanto el irrespeto a todo tipo de norma o de ley constituye lo normal y lo cotidiano. En una encuesta se le preguntó a alumnos universitarios argentinos: “Si usted tuviese poder y, a partir de ahí, la posibilidad de corromperse: ¿Se corrompería?”. El 42% contestó por la afirmativa, siendo posible que varios más pensaran lo mismo, aunque no tuvieron la audacia de afirmarlo.

El principal freno a la corrupción es la dignidad de quien teme reconocerse a si mismo como un ladrón, estafador o corrupto. Esa dignidad le hace temer que sus amigos lleguen a tener una opinión negativa e incluso que sus enemigos se jacten de despreciarlo por sus malas acciones. La dignidad se pierde cuando no se le teme a la opinión propia ni a la de los demás. Más precisamente cuando la escala de valores se altera de tal manera que el corrupto llega a jactarse de la situación económica que ha logrado gracias a sus delitos, a la admiración de sus amigos y a la envidia de sus enemigos, cuando todos comparten esa misma escala de valores (o de desvalores).

Las sociedades en crisis tratan de reparar sus males desde la política, o desde la economía, ignorando que la base de toda mejorar política o económica debe provenir del ámbito de la cultura y de la moral; algo que es admitido por los verdaderos políticos y economistas, ya que no ignoran el resto de las ramas de las ciencias sociales, además de la propia.

Si bien las leyes naturales no vienen escritas en ninguna parte y es el ser humano quien debe descubrirlas, no por ello se las debe ignorar. Si James Clerk Maxwell no hubiese establecido las ecuaciones básicas del electromagnetismo, la actual era de las comunicaciones no podría existir. De manera similar, sin el conocimiento de las leyes naturales que conducen a una ética natural, no es posible establecer un verdadero camino para la solución de los males que afectan a los individuos y a las sociedades actuales.

2 comentarios:

agente t dijo...

No sólo es que muchas sociedades democráticas actuales traten de arreglar sus problemas únicamente desde el punto de vista político y económico ignorando voluntariamente todo lo que respecta a la ética, sino que específicamente lo intentan a base de mala política (populismo) y mala economía (déficit y deuda).

Bdsp dijo...

Sucede que la mala ética conduce inevitablemente a la mala política y a la mala economía....