jueves, 8 de julio de 2021

La importancia de lo intelectual

La mayor parte de la sociedad tiende a valorar el conocimiento individual en función de los beneficios económicos que permitirá obtener. En cuanto al conocimiento colectivo, asociado a la ciencia experimental, se tiende a valorarlo casi exclusivamente en función de los beneficios que su aplicación tecnológica ha de proveer. Sin embargo, existe una función más importante por cuanto puede permitir, a todo integrante de la sociedad, participar como actor o como espectador, del importante proceso de adaptación cultural al orden natural.

Richard P. Feynman destacaba el aspecto cultural del conocimiento de la física, escribiendo al final de sus "Lecciones de física": “La intención principal de mis clases no ha sido prepararlos para un examen –tampoco prepararlos para trabajar en la industria o en las fuerzas armadas-. El propósito mayor ha sido hacerles apreciar lo maravilloso que es el mundo y cómo lo encara el físico, porque creo sinceramente que esto constituye una gran parte de la verdadera cultura de los tiempos modernos (hay profesores de otras materias que probablemente lo objetarán, pero en mi opinión ellos están completamente equivocados)”.

“Tal vez ustedes no sólo hayan llegado a la valoración de este aspecto de la cultura; quizá quieran participar también en la aventura más grandiosa que jamás haya emprendido la mente humana” (De “Las lecciones de física de Feynman” de R.P. Feynman, R. B. Leighton y M. Sands-Fondo Educativo Interamericano SA-EEUU 1971).

Si tenemos en cuenta que la evolución cultural es un proceso que implica realizaciones científicas, filosóficas y religiosas, resultan un tanto indebidas las pretensiones de quienes, desde sectores artísticos y literarios, consideran como inculto y hasta incivilizado a quien desconoce las obras que ellos realizan. Stephen Jay Gould escribió: “La tercera cultura es una idea poderosa. Entre los intelectuales de letras hay algo así como una conspiración para acaparar el panorama intelectual y editorial, cuando de hecho hay un grupo de escritores no novelistas, de formación científica en su mayoría, con multitud de ideas fascinantes sobre las que la gente desea leer. Y algunos de nosotros escribimos y nos expresamos bastante bien”.

“El Nobel británico Peter Medawar, un científico de educación humanista y clásica, decía que no era justo que un científico que conocía poco el arte y la música fuese considerado entre la gente de letras como un imbécil y un filisteo, mientras que ellos no se sentían en absoluto obligados a conocer la ciencia para considerarse cultos: toda persona culta tenía que poseer una cultura artística, musical y literaria, pero no necesariamente científica” (De “La tercera cultura” de John Brockman-Tusquets Editores SA-Barcelona 1996).

Toda crisis social, asociada principalmente a una crisis moral a nivel individual, se debe, entre otros aspectos, a la prioritaria utilización de la mente en cuestiones asociadas a lo material, asignando poco tiempo y dedicación a cuestiones puramente intelectuales. Se olvida que uno de los mayores atractivos personales radica en una adecuada asimilación de conocimientos, ya sean de elaboración propia, o bien, establecidos a partir de la información disponible a nivel social.

Si el proceso evolutivo nos ha provisto de cuerpo, mente y emociones, el desarrollo equilibrado de nuestra personalidad implica valorar tales aspectos en forma también equilibrada. No lo es, por ejemplo, la persona que destina casi todo su tiempo y su mente en cuidar su cuerpo olvidando los aspectos intelectuales y los emocionales o éticos. Lo mismo sucede en los otros casos. En principio, parecería que la distribución ideal de nuestra atención debería ser de un tercio para lo físico o material, un tercio para lo intelectual y un tercio para lo emocional o ético.

Albert Einstein advertía que, aún en el aspecto intelectual, no era adecuada una excesiva especialización, expresando al respecto (en conversación con José Ortega y Gasset): "El talento es unilateral. Se vale tal vez mucho para un cierto género de problemas y se es nulo para todo lo demás. Acaso los nombres más famosos de la humanidad corresponden a hombres que valían muy poco porque valían para una sola cosa, para un pequeño rincón de cuestiones. Sobre todo en Alemania esta limitación a que propende la naturaleza ha sido favorecida por la educación especialista y se ha convertido en una verdadera maldición para aquel país. Humanamente es monstruoso servir mucho para una ciencia pero no servir más que para ella" (De "El tema de nuestro tiempo" de José Ortega y Gasset-Alianza Editorial SA-Madrid 1981).

Además de una distribución adecuada de prioridades entre lo material, lo intelectual y lo emocional, como se dijo, aparece dentro de lo intelectual la necesidad de establecer también prioridades adecuadas, para no caer en los extremos del enciclopedismo ni tampoco en el del especialismo. Debemos tener presente aquello de que "el especialista conoce todo de nada, mientras que el enciclopedista conoce nada de todo".

Por lo general, la gente ignorante trata de rebajar al genio para ubicarlo a su propia altura, en lugar de intentar ascender al nuevo conocimiento por él aportado, y a quien sólo le quedará la satisfacción por la prioridad de su creación. En el ámbito de lo intelectual ocurre algo similar a lo que acontece en cuestiones económicas; el ignorante propone redistribuir el capital del empresario en lugar de intentar establecerse él mismo como empresario. Como el capital es la principal herramienta para la producción, la actitud envidiosa lleva a las sociedades a penurias económicas importantes.

Los aportes de Einstein al conocimiento humano son tan amplios, que no parece justo considerarlo como un intelectual limitado, aunque él mismo reconozca tal limitación parcial. Ortega y Gasset escribió al respecto: "Al ser lanzado súbitamene por la fama sobre la admirable variedad del mundo, Einstein, que ha debido hacer -como es frecuente en los hombres de ciencia germánicos- una vida angosta de estudiante, se ha encontrado con innumerables facetas de la realidad que le sorprenden, ante las cuales no halla en sí preformada una actitud certera y segura".

"Ha conocido hombres más armónicamente dotados, capaces de juzgar con precisión y refinamiento sobre temas muy diversos. Esta experiencia le ha debido asustar un poco y ha visto su formidable genio físico como solitario dentro de sí mismo, desamparado de otras dotes y potencias. En efecto, Einstein parece un espíritu extremadamente circunscripto a su ciencia. No creo que verdaderamente le interese el arte ni la historia y tal vez, su genio se detiene como paralítico".

Posiblemente Ortega exagera las limitaciones del gran físico. Al suponer que el arte no le interesaba, parece ignorar que la música forma parte del arte y que Einstein era un violinista aficionado, dedicándole muchas horas de su vida a la música. Por otra parte, aduce que la ciencia experimental ha progresado gracias al aporte de hombres mediocres, por lo que, posiblemente sólo considere el tercio intelectual del científico. Sin embargo, para hacer aportes significativos a la ciencia se necesitan virtudes adicionales que los hacen bastante superiores a los mediocres. Al respecto escribió: “El caso es que, recluido en la estrechez de su campo visual, consigue, en efecto, descubrir nuevos hechos y hacer avanzar su ciencia, que él apenas conoce, y con ella la enciclopedia del conocimiento, que concienzudamente desconoce. ¿Cómo ha sido y es posible cosa semejante? Porque conviene recalcar la extravagancia de este hecho innegable: la ciencia experimental ha progresado en buena parte merced al trabajo de hombres fabulosamente mediocres, y aun menos que mediocres” (De “La rebelión de las masas”-Editorial Planeta-De Agostini SA-Barcelona 1984).

2 comentarios:

agente t dijo...

El caso es que tanto la enseñanza media como la superior tienden a un monstruoso especialismo, abandonando toda visión general del ser humano y de la civilización, en parte debido a una presión social que sólo busca el rendimiento académico como pasaporte al éxito económico. La sociedad en su generalidad desmerece de las cuestiones intelectuales y obvia completamente las morales y éticas. Sin embargo, sí que se presta atención al cuerpo en todas sus variantes, sea la médica, la deportiva o la hedonística, porque, supongo, que es algo que está en el ánimo de todo el mundo y en muchos casos de forma desproporcionada y hasta exclusiva. Y que conste que estas reflexiones básicas para nada están inspiradas en la alegría de los argentinos tras su reciente victoria futbolística porque a mí me hubiera gustado que España ganara la Eurocopa.


Bdsp dijo...

La base de toda crisis o decadencia, como la que padecemos en la Argentina, es la ausencia de valores morales; el cinismo de los gobernantes es el síntoma elocuente.
En cuanto al fútbol, los resultados a veces no son "justos" ya que, por ejemplo, la serie de penales poco tiene que ver con lo sucedido en el partido. España jugó mejor que Italia, ya que atacaba en equipo, en forma organizada, mientras que Italia lo hacía en forma casi individual, pero, como decimos por estos lados: "los goles son amores"...