domingo, 19 de abril de 2020

La religión universal, eterna y evidente

Si tenemos en cuenta la definición de religión como “unión de los adeptos”, toda religión debería ser universal (de igual validez para todo ser humano), eterna (mantener su validez en el tiempo) y evidente (accesible a la observación y al razonamiento). De ahí que las religiones vigentes no reúnen tales condiciones, ni tampoco intentan cumplirlas. Por el contrario, tratan de difundirlas o imponerlas tal como están. Dennis Diderot escribió: “Una religión verdadera, que interesara a todos los hombres en todos los tiempos y lugares, ha debido ser eterna, universal y evidente; ninguna ha reunido estos tres caracteres. Todas son pues tres veces falsas” (Citado en “Del iluminismo a nuestros días” de Francisco Leocata-Ediciones Don Bosco-Buenos Aires 1979).

Por otra parte, puede advertirse que los resultados de la ciencia experimental (una vez verificados mediante contrastación con la realidad) tienen validez para todo habitante del planeta, tal validez no varía en el tiempo y resultan evidentes, es decir, si han podido verificarse, son evidentes en forma indirecta. Así, una teoría acertada, lo seguirá siendo por siempre, aunque algún día pueda ser reemplazada por otra mejor. Todo esto se debe a que las leyes naturales, descriptas por la ciencia, son universales, eternas y evidentes.

En cuanto a la evidencia de tales leyes, puede decirse que requieren cierto trabajo imaginativo, ya que no vienen escritas en ninguna parte. Si observamos la caída a tierra de una piedra, debemos hacer un esfuerzo imaginativo para encontrar la ley respectiva. Podemos observar que la piedra cae en forma acelerada debido a la acción permanente de la fuerza gravitacional, que se agrega a la velocidad que mantiene la piedra debido a la inercia. Luego, la ley del movimiento resulta ser:

Fuerza gravitacional = Masa de la piedra x Aceleración gravitacional

Esta es la “evidencia” que puede asociarse a las leyes naturales, que dista un tanto de ser una fotografía o un video. También en el caso de las ciencias sociales es posible, en principio, encontrar leyes similares, que por lo general tienen la forma:

Respuesta característica = Respuesta / Estímulo = Efecto / Causa

Si un sistema descriptivo no es universal, ya que tiene una validez limitada a un sector de la población, se sospecha que no está vinculado a la ley natural. Si desconoce la ley natural, quedará fuera del ámbito de la ciencia experimental. Además, por ser las leyes naturales las mismas leyes que utilizó el ente Creador para hacer el mundo (leyes de Dios), también quedará fuera del ámbito de la religión. Como la filosofía no tiene sentido si ignora las leyes que rigen todo lo existente, tampoco aquel sistema descriptivo tendrá validez filosófica.

Por ser las leyes naturales invariantes en el tiempo (lo que varían son las descripciones que de ellas hacemos), todo sistema descriptivo que las contemple, ha de tener una validez eterna. Las religiones vigentes, establecidas alrededor de dos mil años atrás, tienen la misma validez que en la época de su realización, es decir, tanto en sus aciertos como en sus errores, difieren de la realidad de la misma forma que antes.

Finalmente, toda religión debe ser evidente, al menos en el sentido antes indicado. Como toda religión propone mandamientos, o predisposiciones personales dominantes, admite ciertas evidencias en cuanto a los efectos que tales mandamientos o predisposiciones generan en cada individuo. Esto tiene validez en el caso en que contemplemos todo aquello que resulta accesible a nuestras decisiones, como lo es el acatamiento, o no, a tales mandamientos o predisposiciones. Gabriel Marcel escribió: “En los estoicos, en particular en Epicteto, la distinción entre lo que depende y no depende de nosotros será utilizada para liberarnos de la inquietud. El postulado de la moral de los estoicos consistirá a fin de cuentas en establecer en principio que si quiero comportarme no como un animal o un niño sino como un ser racional y adulto, deberé obligarme a considerar como indiferente lo que no está en mi poder cambiar”.

“Podría decirse que realizo así una verdadera economía de fuerzas, puesto que dejo de agotarme estérilmente en recriminaciones contra el destino o, lo que es más funesto aun, en vanas tentativas para transformar en el sentido de mis deseos lo que en realidad deriva de un orden inmutable sobre el cual no tengo ningún poder” (De “El hombre problemático”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1956).

Como ejemplo de quienes ignoraron esta sugerencia, pueden mencionarse los múltiples conflictos entre las diversas ramas del cristianismo (se dejan de lado, por ahora, los conflictos con otras religiones). En lugar de discutir acerca del significado del amor al prójimo y de su cumplimiento efectivo (lo que resulta accesible a nuestras decisiones), se entablaron discusiones acerca de las posibles decisiones de Dios; mientras unos afirmaban que Dios decidía quién se salvaría del infierno, y quién no, otros sugerían, que salvaría a quienes “creyeran en él”, o bien a quienes cumplieran con sus mandamientos éticos, etc.

En religión aparece un conflicto similar al existente entre socialismo y liberalismo; mientras los socialistas aducen que el hombre es malo por naturaleza y que, por ello, es imprescindible el gobierno absoluto del Estado (socialismo real), los liberales aducen que el hombre siempre puede mejorar y que un marco de libertad favorece el desarrollo de sus potencialidades. En el caso de la religión encontramos teólogos “estatistas” aduciendo que la salvación (del infierno) se debe principalmente a la decisión (o gracia) de Dios, mientras algunos “herejes” sostienen que la salvación depende estrictamente de las acciones y decisiones humanas. Al respecto, Morris Bishop escribió: “Hacia el año 400, Pelagio, un monje irlandés (o escocés), se atrevió a contradecir a San Pablo, y afirmó que el hombre ha sido creado bueno por Dios, y que puede permanecer siendo bueno por sus propios esfuerzos. Es libre para cumplir los mandamientos de Dios o para rechazarlos, es responsable de su salvación o de su condenación. Implícitamente, pues, la gracia de Dios se convierte meramente en una ayuda, no en una necesidad”.

“Agustín lanzóse a combatir violentamente contra Pelagio e, interpretando a San Pablo, sostuvo que el hombre es hereditariamente perverso y está perdido. Sólo la gracia de Dios puede salvarle, y la tal gracia, medida por los inescrutables designios de Dios, no se concede a todos los hombres. Por ende, el hombre está predestinado a la condenación, a menos que Dios se digne salvarle por otra especie de predestinación”.

“La Iglesia falló que tenía razón Agustín y que Pelagio estaba en el error, y declaró hereje a Pelagio y se le confiscaron sus bienes; en cambio, Agustín se convirtió en santo” (De “Pascal”-Editorial Hermes-México 1958).

Si Dios hizo las leyes naturales (o bien si existen desde siempre) y no interviene en los acontecimientos humanos, las cosas se simplifican enormemente hasta llegar a una “religión moral”, que resulta compatible con la ciencia experimental, constituyendo esta vez una religión natural (universal, eterna y evidente). En cuanto a la principal ley de adaptación y supervivencia, que rige nuestras conductas individuales, implica la existencia de una actitud o respuesta característica, que nos indica cierta predisposición a responder en forma similar en iguales circunstancias:

Respuesta = Actitud característica x Estímulo

Teniendo presente que las componentes emocionales de tal actitud son: amor, odio, egoísmo e indiferencia, resulta accesible a nuestras decisiones buscar el predominio de una de ellas sobre las demás. En este caso reencontramos la base de la ética cristiana, que puede considerarse como una ética natural, con el “Amarás al prójimo como a ti mismo” interpretado como una predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias. Luego, puede interpretarse al cristianismo como una religión natural.

Mientras que en el ámbito de la política y de la economía existen dos posiciones extremas (socialismo y liberalismo) y una intermedia (socialdemocracia), y una gran variedad de alternativas que se aproximan a algunas de ellas, en el cristianismo pueden identificarse actitudes análogas. La analogía consiste en que, en un caso, la referencia es el Estado; en el otro la referencia es Dios, pudiendo hacerse una síntesis esquemática de las principales interpretaciones del cristianismo bajo el criterio mencionado:

a- Protestantismo: Dios determina quiénes acceden a la vida eterna y quiénes no, en una especie de predestinación algo similar a la propuesta luego por el Islam. Entre sus figuras representativas encontramos a San Agustín, Lutero y Calvino.
b- Catolicismo: la salvación depende tanto de la gracia de Dios como también de las conductas individuales (Santo Tomás)
c- Religión natural: orientada principalmente a las decisiones y conductas individuales, apuntando hacia la felicidad en este mundo y en el otro (en caso de que exista). (Pelagio, deístas y demás “herejes”).

Continuando con la analogía, puede establecerse la siguiente síntesis, que tiene sólo validez ilustrativa ya que pueden encontrarse protestantes liberales tanto como católicos socialistas, y otras posibles posturas alejadas del esquema siguiente:

Protestantismo religioso = Socialismo
Catolicismo = Socialdemocracia
Religión natural = Liberalismo

Como lo describiera Max Weber, los seguidores de Calvino, quienes creían en la predestinación señalada, sostenían que el éxito en la vida cotidiana era un indicio de la gracia favorable de Dios, por lo que sus comportamientos individuales favorecieron el auge de la economía propuesta por el liberalismo.

1 comentario:

agente t dijo...

Pelagio es un hereje visto desde las perspectivas católica o protestante actuales, pero en su tiempo no podía serlo porque no existía todavía un dogma totalmente establecido. Durante su vida la ortodoxia se estaba formando a base de discusiones entre los que pretendían entender la Biblia y el Nuevo Testamento desde una lógica que podríamos denominar ecuménica y quienes priorizaban el establecimiento de una unidad religiosa incuestionable a la totalidad de la población. La oscuridad existente acerca de la última etapa de su vida y sobre su muerte (se ha llegado a decir que la supuesta tumba del apóstol Santiago en la ciudad española de Compostela es en realidad la de Pelagio), es una muestra clara del resultado de las mencionadas discusiones.