jueves, 20 de febrero de 2020

Ética natural vs. Éticas ateas

Desde el punto de vista de las ciencias sociales, o de la ciencia experimental, la validez de una propuesta ética depende de su compatibilidad con la ley natural y de los efectos producidos en cada individuo que la adopta y la pone en práctica. La palabra "experimental" implica, justamente, una contrastación o comparación entre teoría y realidad, con independencia del origen religioso, filosófico o científico de quien propone una teoría o una propuesta ética.

En la actualidad se observa una tendencia a dejar de lado toda ética religiosa por "estar alejadas" de la ciencia experimental. Al respecto puede decirse que la ética religiosa (en el mejor de los casos) busca adaptar al ser humano a las leyes de Dios (o leyes naturales) con varios siglos de anticipación respecto del inicio de la ciencia experimental (siglo XVI). De ahí que su rechazo debería fundamentarse esencialmente por los resultados y sus efectos asociados. Marcelin Berthelot escribió: "La ciencia establece las únicas bases inquebrantables de la moral, al comprobar cómo ésta se funda sobre los sentimientos instintivos de la naturaleza humana, que se van precisando y extendiendo por la evolución incesante de nuestros conocimientos y el desenvolvimiento hereditario de nuestras aptitudes".

"No existe ninguna duda sobre los verdaderos orígenes de la moral, pues los mismos teólogos están acordes en reconocer que la moral llamada por ellos natural preexiste a sus revelaciones" (De "Ciencia y moral"-Editorial Elevación-Buenos Aires 1945).

Es posible tener una visión de conjunto de las diversas propuestas éticas si las contemplamos desde la Psicología social, en base a conceptos básicos como: Tendencia a la cooperación, Tendencia a la competencia y Actitud característica.

Desde ese punto de vista, pueden encontrarse cuatro componentes emocionales básicas que caracterizan nuestra respuesta típica o predisposición (actitud) en una etapa de nuestra vida, y ellas son: amor, egoísmo, odio e indiferencia. Todo individuo posee tales respuestas, aunque en distintas proporciones y, por lo general, predominando una de ellas sobre las demás.

Para ver "cómo funcionan", imaginemos el caso en que alguien sufre un accidente en la vía pública. Las posibles respuestas serán las siguientes:

a) Empatía emocional (amor): quien posea la capacidad empática que le permita compartir las penas y las alegrías ajenas, tenderá a "contagiarse" del sufrimiento de la persona accidentada, actuando en consecuencia.
b) Egoísmo: el egoísta tiene la predisposición a no compartir las emociones ajenas, ya que centra todo su interés en él mismo (y en sus familiares). De ahí que, es posible, muestre cierta indiferencia por el accidentado.
c) Odio: existe también la "empatía negativa" por la cual la alegría ajena es generadora de tristeza propia (envidia), mientras que la tristeza ajena genera alegría propia (tendencia a la burla). Tampoco la persona odiosa tenderá a ayudar al accidentado.
d) Indiferencia: la última posibilidad es la del "negligente emocional", que no es egoísta, ni odia ni ama a nadie, sino que muestra cierta indiferencia ante lo que le sucede a los demás e, incluso, lo que a él mismo le sucede.

En cuanto al aspecto competitivo, quien posee empatía emocional trata de hacer el bien en forma más eficaz que los demás. El egoísta compite en función de quién se proporciona a sí mismo mayores placeres (sin negar que muchas veces también favorecerá indirectamente a los demás). El que odia compite destructivamente tratando de "rebajar" a quienes lo superan. El indiferente no compite con nadie.

Existe una "quinta respuesta", el altruismo, que no forma parte de ninguna de las respuestas naturales mencionadas. El altruismo surge cuando la empatía emocional se debilita y, racionalmente, el individuo "hace lo que debería hacer". También el egoísta puede actuar altruistamente como forma de compensar su habitual desinterés por los demás. Para el que odia, el altruismo es sólo un disfraz que utiliza para ser aceptado socialmente, y a sí mismo, intentando negar de alguna forma sus innobles sentimientos. Nicolás Berdiaev escribió: “Se habla de altruismo cuando el amor se enfría y muere” (De “El sentido de la Creación”-Ediciones Carlos Lohlé SA-Buenos Aires 1978).

En cuanto a las figuras representativas de cada predisposición o actitud predominante, podemos mencionar los siguientes:

a) Empatía emocional: Cristo con el "Amarás al prójimo como a ti mismo", o compartirás las penas y las alegrías ajenas como propias.
b) Egoísmo racional: Ayn Rand con la "virtud del egoísmo"; quien acusa a Cristo de promover el altruismo perjudicando "lo alto" en beneficio de "lo bajo", cuando en realidad las prédicas cristianas apuntan esencialmente a elevar "lo bajo" hasta llevarlo a una capacidad empática adecuada.
c) Odio: El Che Guevara cuando promueve el "odio intransigente" para convertir a sus seguidores en una "fría máquina de matar", supondiendo que de esa forma hemos de llegar a "un mundo mejor".
d) Indiferencia: no hay quien la represente por cuanto la negligencia predominante impide establecer la propuesta ética correspondiente.

En épocas de severa crisis moral, son pocos los que promueven el predominio de la empatía emocional, llegando al extremo de proponer "más egoísmo" o bien "el odio intransigente al enemigo" para mejorar la situación. El anticristianismo activo es la mayor oposición al logro del bien y el rechazo del mal. Quienes rechazan la personalidad y la obra de Cristo, al menos deben saber que la empatía emocional existe desde antes, y que no es un invento cristiano. El proceso de la evolución biológica lo incorporó en los mamíferos para promover su supervivencia. Si tampoco aceptan los resultados verificados por la ciencia experimental y optan por reemplazarlos, en cada mente individual, por la ideología de autores que ignoran los designios implícitos en el orden natural, se sugiere reconsiderar tal situación.

Las éticas anti-empáticas no tienen en cuenta que las actitudes que promueven son difíciles de cambiar, y que el egoísmo o el odio serán adoptados para todas y cada una de las acciones de la vida. Así, los marxistas creen que alguien que por años sembró el odio, pasará a sembrar el amor apenas logrado el poder absoluto sobre una nación, mientras que quienes ven en el egoísmo una virtud para los negocios, suponen erróneamente que no será una virtud para los demás vínculos sociales, siendo en los negocios una ventaja limitada. Incluso los seguidores más obsecuentes de tal tendencia ven en el egoísmo una virtud en todos los aspectos de la vida social.

Ayn Rand expresó: "Es en el nombre de ese símbolo (la cruz) que se le pide a los hombres que se sacrifiquen por sus inferiores". En realidad, si alguien tiene la predisposición a amar al prójimo como a uno mismo, no se está "sacrificando" por nadie, sino que está logrando un elevado nivel de felicidad. Tampoco la actitud empática presupone "inferioridad" en los demás, sino cierta igualdad.

También expresó: "Si colocamos cosas tales como la amistad y los lazos familiares por encima de su propio trabajo productivo, si, entonces son inmorales. La amistad, la vida familiar y las relaciones humanas no son primordiales en la vida del hombre. Un hombre que coloca a los demás primero, por encima de su propio trabajo creativo, es un parásito emocional" (Entrevista de Alvin Toffler). Puede decirse que los fuertes lazos familiares constituyen la principal motivación para realizar un trabajo productivo; quien tenga débiles vínculos afectivos, posiblemente no tendrá suficientes motivaciones para el trabajo. Además, desde la neurociencia se dice que "el hombre es un ser emocional que razona", y no que las emociones sólo "sirven" para entorpecer la razón y que, por ello, hay que dejarlas de lado.

En el caso de los diez rugbiers que asesinaron por diversión a un joven decente (Enero 2020), se advierte la total ausencia de empatía emocional en los agresores, que seguramente fueron formados en un medio social con un extremo egoísmo y desinterés por los demás, influencia que los convirtió en peligrosos psicópatas. Sin embargo, los que insisten en "la virtud del egoísmo", sostienen que la solución de los problemas sociales debe lograrse a partir de "más egoísmo". Una vez que tal "filosofía" llegue a dominar totalmente al liberalismo, el socialismo tendrá el terreno despejado para imponer el odio que siempre lo caracterizó.

2 comentarios:

agente t dijo...

En absoluto deseo polemizar o declararme en contra de las tesis defendidas por el autor de esta entrada pero creo oportuno poner sobre el tapete algo que he redescubierto respecto del concepto empatía, y es que no es unívoco:

"Hoy sabemos que en ella andan implicadas sobre todo dos cosas que tenemos pululando por nuestros cerebros: las denominadas “neuronas espejo” y una sustancia, la oxitocina. Y sabemos también, como sabían los antiguos, que esas sustancias nos pueden inclinar a realizar acciones loables (impulsarnos a ayudar a quien lo pasa mal, frenar nuestra agresividad, estimularnos a cuidar a nuestra prole). Pero también nos arrastran a hacer cosas mucho menos aconsejables. Por ejemplo, nos hacen ser parciales y apoyar a aquellos que nos hacen “sentir cosas” (amor hacia ellos, camaradería, esa “empatía especial”) y despreciar, o incluso engañar, a los que tienen la mala suerte de no hacernos sentir tanto (es imposible sentir empatía hacia todos por igual). Además, cuando nos vemos embargados por la empatía o la compasión hacia alguien, ese mismo sentimiento de dolor compartido puede frenarnos para hacer lo que debemos hacer, o trastornarnos mientras lo hacemos: si algún día (los dioses de la empatía no lo quieran) un cirujano se ve obligado a amputarme algún miembro, confío en que sus ojos no se nublen con las lágrimas que a mí mismo me causaría un acto así, sino que actúe fría y eficazmente para minimizar mis riesgos.

La diosa Justicia siempre se representó con una venda precisamente por esto: porque es mejor que no se deje llevar por los “sentimientos” de aquello que ve, sino por las razones de aquello que es justo de verdad. En un mundo de empatía, los que nos logran mostrar su dolor llevan siempre la ventaja, aunque su dolor no sea especialmente grave por comparación a otros o incluso sea minúsculo. Solo puedo “empatizar” con aquellos que se hallan cercanos a mí (aunque sea a través de mi tele) para que yo pueda empezar a segregar oxitocina y a activar mis neuronas espejo ante ellos. Los antiguos veían este sesgo como injusto: el hecho de estar más cerca de mí no le da a alguien automáticamente la razón, y quizá incluso veríamos su malestar como algo poco relevante o apropiado si nos esforzásemos por pensar en el conjunto de toda una situación. El tipo que lloriquea a mi puerta no es necesariamente el que más merece mi ayuda, sino tal vez lo es aquel otro que vive tan lejos, o es tan discreto, como para no quererme importunar."

Extracto de un artículo de Miguel Ángel Quintán "Contra la empatía" en el diario digital Vozpopuli

Bdsp dijo...

Interesante el artículo. Por supuesto que la empatía tiene que ser orientada por la razón, ya que casi todos tenemos alguna capacidad empática, y la crisis moral sigue vigente. Incluso existe la "empatía negativa" (el odio)....Además, es imposible empatizar con todo el mundo, de ahí que el amor al prójimo, predicado por Cristo, debería ser considerado como una "predisposición" antes que una "acción", ya que uno puede tener una predisposición pero la acción (o el sentimiento en este caso) depende de otra persona...No podemos empatizar con todos por igual.......