lunes, 24 de febrero de 2020

Economía: incentivos para producir (y para no producir)

Uno de los indicadores económicos que nos da una idea concreta acerca de la producción de riquezas, es el PBI per capita (Producto Bruto Interno anual dividido por la cantidad de habitantes de un país). En el ranking mundial de este indicador, la Argentina estuvo entre los 10 primeros lugares del mundo desde 1881 hasta 1951, aproximadamente. Incluso llegando a ser el país más rico del mundo en 1895-1896, iniciando su declive, y decadencia general, en el año 1947, luego del inicio del peronismo en 1946. Es decir, la decadencia nacional (y no sólo económica) aparece junto con el inicio de la publicitada "justicia social".

La propaganda partidaria, aceptada bajo una ignorancia generalizada, repite una versión completamente distinta, indicando que antes del peronismo existía sólo pobreza e injusticia y que el país comienza su etapa de esplendor bajo el mencionado totalitarismo. Incluso se llega a decir que la Revolución Libertadora fue realizada para "evitar que los pobres ascendieran socialmente", o cosas por el estilo. Lo grave del caso es que los gobiernos "opositores" y partidarios posteriores, siguieron varias de sus tácticas (que permitían ganar votos y elecciones) llevando al país al puesto número 61, del ranking mencionado.

A manera de ejemplo puede considerarse el caso del "congelamiento de alquileres" de viviendas en épocas de elevada inflación (durante los primeros gobiernos peronistas). Al no poder ajustar el precio del alquiler, el dueño debía otorgar, legal e involutariamente, el usufructo de su inversión para que el inquilino viviera prácticamente gratis. Esa medida generó dos tipos de incentivos: el primero, para que el propietario nunca más se le pasara por la cabeza construir una vivienda para alquilar. El segundo incentivo era para el inquilino, que nunca más se le pasara por la cabeza construir su propia casa ya que podía vivir gratis en casa ajena. Demás está decir que tal medida paralizó la construcción de viviendas y limitó severamente la oferta de viviendas en alquiler.

Una testigo y damnificada por el congelamiento fue la actriz y cantante Libertad Lamarque, quien escribió: "Se me estaba olvidando que ustedes querrán conocer más detalles sobre cómo fue el revés que sufrí con mis dineros... pero aclaro que no sólo yo lo sufrí; todos por igual en la Argentina, los que disponíamos de inmuebles alquilados, corrimos la misma suerte, y la demagogia política de que les hablé fue congelar los alquileres".

"Automáticamente, con esa ley absurda, al devaluar la moneda argentina, todo el costo de vida aumentó en «forma alarmante», como también en «forma indignante» invadieron el Hipódromo Nacional en cantidades sin precedentes, los «burreros», o sea los «jugadores», que dejaban verdaderas fortunas a las patas de los caballos. Aquellos «pobrecitos» no tenían con qué pagar el alquiler de su casa, y no se les podía desalojar si no pagaban (no por pobres, sino por malas personas), como tampoco se los podía desalojar a los intrusos a quienes el inquilino titular del departamento realquilaba para su total provecho, cuando le convenía cambiar de casa por haber comprado una que estuviera más de acuerdo con sus elevadas ganancias y pretensiones".

"Pero ahí no termina todo; nadie compraba un departamento que estuviera ocupado; y si lograba algún interesado, tenía, por ley, prioridad el inquilino titular. Resumiendo: las casas sólo daban auténticas pérdidas, y pobre de aquel que no tuviera con qué reponerlas a fin de mes. Yo no sé qué habrán hecho aquellos propietarios, pero yo pude salvar «algo» al no deshacerme de inmediato de mis casas...".

"Aquella ley «indiscriminada» de congelamiento, fue mal hecha e injusta; porque los que realmente sufrieron, en forma irreversible, fueron los pequeños propietarios, los que a fuerza de sacrificios de toda su vida habían logrado tener una casita para rentar, y vivir modestamente del producido" (De "Autobiografía"-Javier Vergara Editor SA-Buenos Aires 1986).

Aún en forma "más perfeccionada" que el peronismo, los regímenes socialistas eliminan la propiedad privada de todos los medios de producción, eliminando todo incentivo por crear nuevas fábricas o emprendimientos productivos como también creando incentivos para la vagancia. Respecto de la China comunista de Mao-Tse-Tung, José Luis Espert escribió: "En el mundo hubo consenso a partir de 1970 respecto a que los incentivos importan: no podemos esperar de los individuos ni más ni menos que una respuesta lógica a los estímulos que los somete su entorno. Pueden o no gustarnos sus respuestas, pueden o no parecernos las mejores u óptimas, pero en definitiva un gobierno sólo puede aspirar a generar un sistema de incentivos que sea más favorable para el crecimiento económico".

"Un ejemplo histórico ilustrará más claramente este punto. En China, durante el denominado «Gran Salto Adelante» de finales de 1950 y principios de 1960, las granjas privadas se confiscaban y se consolidaban en propiedades colectivas por el gobierno central chino. Esto implicaba que si, produciendo e invirtiendo, un campesino podía producir una bolsa de papas extra por día, en una propiedad colectiva de 100 personas sólo podía llevarse un centésimo de ese bolsón extra. ¿Qué incentivo había para esforzarse entonces? Ninguno, pues cuando el esfuerzo se divorcia del pago, el incentivo es a no trabajar e incluso intentar aprovecharse del trabajo ajeno (cualquier parecido con nuestro fenómeno piquetero, es mera casualidad)".

"Como resultado de esta política, entre 20 y 40 millones de trabajadores y agricultores (el número es especialmente impreciso para este suceso) murieron de hambre, y China no comenzó a consolidarse como potencia mundial hasta que los agricultores tuvieron de nuevo permiso para quedarse con el producto de su esfuerzo. No importa si la propiedad colectiva nos parece una buena o mala idea, si ideológica o idealmente sea más «justo» o no: el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, decía Milton Friedman. Una política que genera los incentivos equivocados fracasará y producirá pérdidas irrecuperables" (De "La sociedad cómplice"-Sudamericana-Buenos Aires 2019).

Cada ciudadano debe advertir que los populismos y los totalitarismos no solamente son peligrosos cuando caen bajo el mando único de un psicópata, ya que, en muchas ocasiones, el hambre llega tan sólo por haber aplicado una economía socialista a toda una nación.

3 comentarios:

agente t dijo...

Los incentivos tienen una repercusión tan grande en la productividad de los empleados que incluso en economías de mercado y en ramas de producción con sueldos superiores a la media, donde es una posibilidad (cara y dificultada por los tribunales) el despido, si existe una seguridad social muy desarrollada y generosa, el absentismo laboral puede llegar a límites verdaderamente altos. Sin ir más lejos es noticia de hoy mismo que Volkswagen España ha lanzado un toque de atención público dando a conocer que la continuidad su fábrica en Arazuri (Navarra), donde se monta entre otros el modelo Polo, está seriamente amenazada por causa del elevado absentismo que allí se da.

Bdsp dijo...

Si ganan poco, tienen la predisposición a trabajar poco. Si ganan mucho, lo mismo....

agente t dijo...

Y qué decir del concepto tan reivindicado y tan despreocupadamente usado en el mundo laboral de "derechos adquiridos", algo tan aristocrático, tan alejado del mérito que justifique determinada pretensión y, asimismo, de la realidad que vaya más allá del propio sujeto o de la empresa u organización que lo emplea, pero que condiciona totalmente las posibilidades reales y/o morales de hacer efectivos esos derechos...