domingo, 12 de enero de 2020

Orden natural y cristianismo

En las distintas propuestas ideológicas, que provienen principalmente de la filosofía y de la religión, pueden advertirse difusores de las mismas que buscan un acercamiento con las propuestas rivales. También se observan otros que buscan remarcar y acentuar las diferencias por cuanto están motivados por cuestiones competitivas. Uno de los autores que pertenecen al primer grupo es Abelardo Pithod, quien destaca la posibilidad de acceder a la ética cristiana, no sólo a través de la revelación, sino también mediante la observación y el razonamiento.

Lo esencial de la religión moral son los mandamientos, antes que las diversas creencias de tipo filosófico. Tales mandamientos, especialmente los del amor a Dios y al prójimo, no sugieren una acción concreta a desarrollar, sino una actitud o predisposición a adoptar en la vida cotidiana. Si bien la revelación no es algo accesible al ciudadano común ni compartido por muchos, resultando un impedimento para la unidad social, la actitud moral propuesta por el cristianismo resulta accesible a todas las personas, adaptable incluso a posturas no necesariamente compatibles con la religión tradicional.

Desde un punto de vista científico, es posible afirmar que todo lo existente, incluida la vida y la vida inteligente, está regido por leyes naturales invariantes, denominándose tal conjunto de leyes como el "orden natural". Tal afirmación es compartida por el mencionado autor, quien escribió: "Se dice con razón que la doctrina social tiene su fundamento en el orden natural. Este concepto se basa en otro: el de naturaleza. Antiguamente, para griegos y romanos y para todo el pensamiento cristiano el concepto de naturaleza constituía una piedra angular de su visión de la realidad. En él se fundaban tanto sus especulaciones físicas como morales. Es en la época moderna en la que la filosofía comienza a cuestionar esta idea. Prácticamente hasta el siglo XIX se acepta la existencia de un orden objetivo, que fundamenta y regula la ética. Adecuando nuestra conducta a ese orden, actuamos moralmente".

"Veamos qué significa todo esto: empecemos por el concepto de naturaleza. Ante todo significa que cada ser está regido por leyes inmutables, por principios dinámicos que constituyen su esencia, es decir, que lo hacen ser lo que es. Así, cuando se ve operar a un ser, cuando lo vemos desarrollarse, apreciamos una regularidad y constancia. Es verdad que las cosas cambian, pero es verdad también que, por debajo de los cambios, hay algo que permanece. Si no fuera así, el mundo sería incognoscible, irreconocible de un momento a otro y la ciencia carecería de sentido. El hombre sabe esto por sentido común".

"Sabe, porque lo observa en sí mismo, que el mundo puede cambiar, que él mismo está en constante movimiento, sin embargo, sabe también que hay en él y en el mundo ciertas permanencias o esencias universales, que hacen que las cosas sean lo que son, que podemos reconocerlas a través del tiempo, estudiarlas, tener expectativas constantes respecto de ellas, esperar que sean de un cierto modo, que no sean totalmente imprevisibles...".

"Hay que aceptar, pues, que existe un orden natural que alcanza al hombre mismo. Este también tiene una naturaleza. Es en ella en la que se debe fundar el orden social" (De "Curso de doctrina social"-Cruz y Fierro Editores-Buenos Aires 1979).

En una época en que se habla de la "inclusión" que debemos lograr respecto del orden social, se olvida que primeramente debe lograrse una inclusión respecto del orden natural. Pithod agrega: "También el orden de las relaciones humanas está regido por leyes naturales. No es sólo el mundo físico o cosmos. Y esto por una razón sencilla: la sociedad, como conjunto de las relaciones humanas, debe adecuarse a la naturaleza de los individuos que la componen. El hombre tiene también una naturaleza, una esencia. Es verdad que el hombre tiene cuerpo y que él participa del reino animal, pero el hombre es un animal no sólo «superior», sino específicamente distinto de todo otro animal. Es un animal espiritual, dotado de razón y libertad, por eso las leyes que lo rigen no sólo son físicas, sino morales. Puede transgredirlas, y por eso a veces parece que no hubiera normas para él; pero aunque son normas morales, existen y conforman un orden objetivo. Todos sabemos las consecuencias que su transgresión trae, tanto a los individuos como a las sociedades".

El mencionado autor tiende a "abrir las puertas" a la religión natural, es decir, a una religión que llega a las mismas conclusiones que la religión teísta, pero sin recurrir necesariamente a la revelación y a lo sobrenatural. Al respecto escribió: "A raíz del pecado, la razón humana ha quedado oscurecida, y su voluntad debilitada, juguete de las pasiones. Por eso Dios, nos ha mostrado el orden natural por revelación, aunque en realidad podríamos haberlo descubierto por razón. Por eso la Iglesia, depositaria e intérprete de la revelación, es también guardiana del orden natural. Ella nos ilumina con su doctrina. A la inversa, su doctrina moral tanto individual como social halla su fundamento o fuente, tanto en la revelación como en la razón, en el orden sobrenatural como en el orden natural".

Si tratamos de definir con mayor extensión la religiosidad de un individuo, debemos salir un tanto de la usual asociación a la "creencia en Dios" para considerar la actitud concreta de poseer cierta consciencia del orden natural para sentirnos parte del mismo y actuar en concordancia. Este fue el caso de Juan Bautista Alberdi, quien escribió: "Esta idea es inmensa y fecunda; contiene un mundo de ideas: el hombre la concibe y se transforma en una naturaleza nueva, divina: esta idea es un nuevo órgano, el órgano de la justicia, del bien, del orden".

"Luego que concibo que no soy mío, sino del universo, del orden absoluto, me reconozco obligado a respetarme, y con derecho a exigir que se me respete, porque soy un elemento del orden universal, a cuya realización estamos todos obligados primitivamente". "Mi derecho es el Universo, mi deber es el Universo, soy de él, por él y para él" (Citado en "Constitución y revolución" (I) de Bernardo Canal Feijóo-Hyspamérica Ediciones Argentina SA-Buenos Aires 1986).

La religiosidad, entendida como la consciencia de la existencia del orden natural y de una acción acorde a dicha consciencia, ha de resultar la etapa superadora de otras actitudes de menor eficacia adaptativa. Al respecto, Bernardo Canal Feijóo escribió: "Tres resortes mueven fundamentalmente la conducta humana: la pasión, fuerza instintiva, ciega, sólo capaz de acertar «a la casualidad» en lo útil; el interés bien entendido, que no es sino esa misma pasión, regulada, orientada, calculada, en sentido personal y egoísta; y la obligación, el deber racional que rige la conducta por fuerza de autoridad legislativa propia, indeclinable, sagrada, independiente de toda consideración utilitaria".

"Los tres resortes obran alternativa o simultáneamente en la conducta; todos tres están siempre presentes en la integración del ser humano; no hay estados puros de pasión, de interés, de razón; en distintas proporciones todo hombre es a la vez apasionado, egoísta o moral. La personalidad no es sino el predominio temperamental de un resorte sobre los otros. La aislada consideración de cualquiera de esos resortes mutila y vuelve incomprensible el ser esencial del hombre; puestos en la base de la filosofía, así aisladamente (como lo hicieran Epicuro, Hobbes, Condillac, Helvecio, Bentham) han comportado el principio de muerte de los respectivos sistemas" (De "Constitución y revolución").

En cuestiones de ética, la introspección resulta ser un arma de doble filo, ya que, por una parte, permite describir con lujo de detalles las actitudes que poseemos mientras que nos oculta aquellas que carecemos. Así, Adam Smith parece no haber conocido el odio (burla y envidia) por lo cual casi no lo menciona en su libro "La teoría de los sentimientos morales".

Por otra parte, la empatía emocional, que caracterizaba a Cristo, le permitió establecer una ética natural cuya base constituye el principal medio para la superviviencia de la humanidad, ya que el amor al prójimo sugiere adoptar la predisposición a compartir las penas y las alegrías ajenas como propias. Si se la adoptara masivamente, nadie tendría la predisposición a perjudicar a otro (porque le ocasionará un sufrimiento compartido a través de la conciencia moral). Además, todos tendrían la predisposición a favorecer a los demás (porque ocasionará una alegría compartida).

Sin embargo, no todas las religiones y filosofías adoptan la empatía emocional como base ética. Este es el caso de quienes, por alguna razón, carecen de tal actitud acercándose al psicópata, cuyo rasgo típico es justamente carecer de empatía emocional. Los que predican la virtud del egoísmo, o el odio entre clases sociales, o la supremacía del "superhombre", en lugar de avergonzarse por carecer de empatía emocional, tienen la predisposición a burlarse del cristianismo por cuanto les parece "inmoral" compartir las penas y las alegrías ajenas como propias.

Los anti-cristianos son también anti-científicos, por cuanto proyectan sus propias personalidades (desprovistas de empatía emocional) para constituirse en los "hombres nuevos" que necesita el futuro de la humanidad. Por el contrario, la moral cristiana acepta lo que "ha decidido" el proceso evolutivo concediéndonos tal empatía como atributo esencial para nuestra supervivencia.

3 comentarios:

Fernando dijo...

Las REVELACIONES de "especiales iluminados" y la OBSESIÓN TEÍSTA son resultado de la obstinada herencia filosófica en imaginar "existentes" esquivos a los sentidos, a la razón y a la firme conceptualización. Caos filosófico e intelectual persistente en nuestros tiempos.
De esa dimensión es hoy por hoy el reto objetivista.
Se le agradece a Pompilio ser fiel ejemplo de tal terquedad.

Y SIENDO TAN SENCILLO PERCIBIR QUE LA EXISTENCIA EXISTE.

Saludos.

agente t dijo...

Donde unos ven revelaciones otros hallamos planteamientos racionales, y donde ven obsesión sólo se percibe una tesis defendida con habilidad, coherencia y también con originalidad.

Bdsp dijo...

El Sr. Fernando insiste en calificarme como "teísta" sin haber leído mis planteos "deístas"...me critica todo lo que yo critico. Es un fiel seguidor de la abortera Ayn Rand, careciendo de toda iniciativa individual. El absurdo de la "existencia existe" radica en que todo lo existente está regido por leyes naturales mientras que Ayn Rand y sus seguidores ignoran las principales leyes naturales, como las de empatía emocional (promoviendo abiertamente la actitud de los psicópatas) y del elemental derecho a la vida (promoviendo el aborto), típica actitud de quienes carecen totalmente de empatía emocional.