domingo, 19 de enero de 2020

Lenguaje "inclusivo" vs. Lenguaje "excluyente"

El significado de las palabras tiende a cambiar y, a veces, a desnaturalizarse con el tiempo. También al idioma se le agregan nuevas palabras que lo hacen más eficaz. Otras veces se lo distorsiona con finalidades poco acordes con sus funciones culturales. Gerardo Pasqualini escribió: "La devaluación de una palabra se produce, entre otras razones, porque el uso le ha dado un exceso de significación y por eso, como todos «suponen» saber a qué se refieren cuando la usan, termina vaciada de significación".

"Tal como sucede con los sobreentendidos , que aluden a lo «obvio», es fundamental poder dar cuenta de las palabras que se usan, no sólo en cuanto a su significado, pues todos sabemos que éste no es unívoco, sino en marcar los diversos sentidos a los cuales nos remiten".

"La ignorancia, cuando se la reconoce es útil; lo malo es cuando no se sabe que no se sabe" (De "La ética del compromiso"-Varios Autores-Grupo Editor Altamira-Buenos Aires 2002).

Mientras que, generalmente, surgen desacuerdos en cuanto al significado y uso de términos tales como "ética" o "igualdad", en la actualidad, y a partir del "pensamiento light", se cuestiona el significado y uso de términos simples y de uso cotidiano. Este es el caso del cuantificador "todo", que en lógica implica "todos los elementos de determinado conjunto", y que ha degenerado en "todos, todas y todes", cuando se hace referencia a un conjunto de personas, o bien a la sociedad en general.

A esta deformación idiomática se la denomina "lenguaje inclusivo", por lo que, quienes siguen usando el cuantificador "todos" serían, por su hábito lingüístico, "excluyentes", ya que usan un lenguaje con tal atributo. Teniendo en cuenta el significado de "todo", se observa que, en realidad, quienes lo usan incluyen a todos los integrantes del grupo social referido, dejando sin validez la nueva calificación que se le desea dar. Así, cuando el mandamiento bíblico sugiere "amar al prójimo", implica adoptar la predisposición a amar a "todo ser humano", sin exclusión. Sin embargo, para el "pensamiento light" tal mandamiento sería "excluyente" (ya que dejaría de lado a la "prójima"). De ahí que sea sólo una cuestión de tiempo el surgimiento de la idea de promover la abolición legal de la Biblia por ser "excluyente".

Mientras que en castellano se dice "los jóvenes" o "las jóvenes", si se hace referencia a hombres o a mujeres jóvenes, la deformación respectiva expresa, para el segundo caso, "las jóvenas". Debido a que en la Argentina tal deformación idiomática ha llegado hasta el nivel presidencial, es oportuno señalar que se trata de una falta de respeto hacia una tradición, una cultura y una institución rectora de un idioma que hemos heredado y que no tenemos ningún derecho a bastardearlo. Es decir, la anomia que está destruyendo la sociedad y la nación, está llegando incluso hasta el lenguaje cotidiano.

El primer motivo para la utilización del lenguaje "inclusivo" radica en efectuar un ataque encubierto a las personas que utilizan el castellano sin deformación (los "excluyentes"), ya que la principal tarea cotidiana del adherente a la izquierda política implica dirigir su odio orientándolo al sector "enemigo", mientras que, a la vez, se atribuye cierta "supremacía ética" sobre el resto.

Otro aspecto negativo, quizás el principal, radica en la referencia implícita a una sobrevaloración de lo sexual sobre otros aspectos de la vida. Así, el izquierdista considera que el pseudo-cuantificador "todes" implica una postura de género de quienes no se identifican como hombres ni como mujeres, abriendo las puertas al "todo vale" en cuanto a las relaciones personales. Si, para algunos, resulta absurdo que el desadaptado tenga que adaptarse al resto de la sociedad, para muchos resulta mucho más absurdo que toda la sociedad tenga que adaptarse a unos pocos.

Mientras que, en otras épocas, predominaban, para bien o para mal, calificativos como creyente, hereje, ateo, converso, etc., llevando como mensaje implícito la importancia y el predominio social de la moral y la religión, en la actualidad, y a través del "lenguaje inclusivo", se les está dando a niños y jóvenes el mensaje (casi explícito) de que su comportamiento y elección sexual ocupa el primer lugar en cuanto a la importancia que le otorga la sociedad, dejando incluso en un nivel de menor importancia a la moral, destruida desde hace tiempo por el relativismo promovido por la izquierda política y por el "pensamiento light".

2 comentarios:

agente t dijo...

De acuerdo con todo, muy especialmente con la idea defendida en el último párrafo, pero permítaseme una objeción: es más correcto llamar al idioma que usamos español que castellano. Más que nada porque castellano es lo que hablaba El Cid, o los habitantes de Castilla cuando las normas de las Academias de la Lengua no estaban extendidas mediante la educación pública, reforzándose esta idea con la apreciación de que los no pertenecientes a países hispánicos denominan español al idioma común que en estos últimos se habla.

Bdsp dijo...

Gracias por la corrección.....