martes, 2 de abril de 2019

Memorias de una cantante soviética

Una forma de conocer parte de la realidad de una sociedad consiste en seguir el relato personal de alguien que la haya integrado, tal el caso de la cantante de ópera Galina Vishnevskaya, integrante del afamado Bolshoi de Moscú, quien describe el comunismo soviético que le tocó vivir.

En todas las ramas del conocimiento es posible distinguir entre una parte teórica y una parte práctica, que se han de reforzar mutuamente. La primera nos ayudará a interpretar y a darle sentido a la segunda, mientras que ésta constituirá la razón de ser de aquélla. De ahí que la historia sea la parte práctica de la sociología y de la psicología social; ciencias que nos ayudarán a darle sentido a los acontecimientos ocurridos en los diversos países.

La Revolución de 1917, que fue en realidad una guerra civil, deterioró las personalidades de muchos rusos. Aun cuando los ideólogos de izquierda canten loas a tal forma de intentar “solucionar” los problemas sociales, las guerras civiles son peores que las guerras entre naciones, debido al enfrentamiento ante familiares o amigos, que no pueden eludir. La citada cantante escribió: “Mi padre era comunista… participó en el aplastamiento de la rebelión de Kronstadt, matando marineros. Hijo de un obrero, terminó matando a su propia gente. Esto lo marcó para el resto de su vida. Mutiló su espíritu”.

“¿Y qué hace un ruso ante una situación como ésa? Bebe. Mi padre era un borracho perverso. Para mí, la revolución y sus ideales se encarnaban en la figura de ese leninista ebrio”.

“Lo trágico era que no se trataba de un mujik común deformado por el régimen soviético. De ser así, se hubiera dedicado simplemente a beber y hubiera muerto en una zanja. Pero era un hombre inteligente e instruido y las escenas sangrientas que presenciara en su juventud, sus propias manos manchadas con sangre de sus hermanos, lo perseguían. Ni siquiera el vodka podía acallar la voz de su conciencia” (De “Galina”-Javier Vergara Editor SA-Buenos Aires 1985).

El Estado soviético instaba a que los niños delataran a sus propios padres en caso de que manifestaran disconformidad con el régimen. Podemos imaginar lo penoso que ha de ser para un padre no poder expresar sus ideas en su casa ante el temor a ser delatado por sus propios hijos, y no poder educarlos de la manera que considerara beneficioso para sus formaciones personales. Galina Vishnevskaya escribió: “Muy pronto aparecieron los informantes voluntarios. Esos seres despreciables eran los primeros en detectar dónde estaba el poder para acercarse a él. En las reuniones de las organizaciones juveniles se nos decía que estábamos rodeados de enemigos y que nuestro deber era denunciar todo evento sospechoso ante las autoridades de la escuela o ante la policía. Se fomentaba la delación y los delatores eran señalados como modelos de conducta. Finalmente, nos ofrecieron el modelo máximo, un héroe: Pavlik Morozow, de doce años de edad, glorificado por millones de niños soviéticos a través de canciones, poemas, cuadros, monumentos; porque había denunciado a su propio padre y abuelo”.

“Tal como sucediera en la Alemania de Hitler, Rusia comenzó deliberadamente a formar una generación de delatores que eran adoctrinados desde la escuela primaria. O antes aun, en el jardín de infantes. Niños que apenas comenzaban a caminar, entonaban canciones en honor de Pavlik Morozow. En ocasiones la escuela llevaba su nombre. El mensaje era muy claro: «Niños, si son buenos y delatan a mamá y papá, puede que entonen canciones sobre ustedes. Por lo tanto mantengan los ojos bien abiertos y los oídos atentos»”.

“Sería interesante saber quiénes fueron los primeros en corromper las almas de los niños, si los nazis o los comunistas. Parece ser que la Unión Soviética fue la primera”.

Hablar en contra de Stalin podía acarrearle al desafortunado crítico algunos años de prisión (tal como le sucediera a Alexander Solyenitsin). “Una mujer desconocida vino a verme, diciendo que era la esposa de mi padre y que había tenido una hija con él. Fue ella quien me informó que mi padre había sido arrestado y condenado de acuerdo al artículo 58, el «artículo político», a diez años de prisión. Cuando pregunté por qué, me dijo que, estando ebrio, había hecho una broma sobre Stalin. Alguien lo había denunciado, fue procesado y ahora debía pagar esa broma con diez años de su vida. De modo que el marxista-leninista había caído en la trampa hacia la cual quiso arrastrar a otros. No sentí pena por él. Quizá fue cruel de mi parte, pero después de haberme abandonado durante el sitio de la ciudad [Leningrado], de haberme negado ayuda cuando tuve a mi bebé, decidí borrarlo de mi vida para siempre”.

Los gobernantes soviéticos imponían a los artistas la obligación de hacer propaganda partidaria, por lo que la gente dejó de concurrir a los teatros, al menos masivamente. “Las funciones se daban en teatros semivacíos. El público había dejado de asistir. Era demasiado penoso escuchar a los grandes actores del teatro Aleksandrinsky actuar con un falso phatos y recitar frases de propaganda. Era evidente que se avergonzaban de sí mismos y uno sólo podía sentir compasión por ellos y por su humillación pública”.

“Con el slogan «Abajo los cosmopolitas» se abatió sobre el teatro ruso una maldición y, durante años, muchas de las mejores obras quedaron sepultadas. Los directivos aparecían en los teatros, ordenando que se representaran obras contemporáneas soviéticas que glorificaban al partido. Y los escritores sin talento, dramaturgos, poetas y compositores, pagaron su histérico tributo al régimen y a su gran líder, «el genio de todos los tiempos»”.

En cuanto a los lazos que unen a las personas para constituir una verdadera sociedad, parecieron no existir bajo el comunismo soviético. La citada autora agrega: “El régimen soviético había conseguido disolver los lazos que unen padres e hijos, a hermano y hermana. Forzados a no considerar nada como propio, las personas se unían y separaban con toda facilidad. Y, al estar separados, prescindían unos de otros por completo, pues ya no asignaban importancia a las palabras «mi familia», «mis hijos», «mis padres». Cuando a uno le inculcan la idea de que todo pertenece al partido, desde la propia alma hasta la silla en que uno se sienta, se comienza a comprender la «ciencia de la indiferencia»: uno no pertenece a nadie y nadie le pertenece a uno”.

Cuando Galina tiene posibilidades de ingresar como cantante de ópera del Bolshoi, debe contestar un riguroso cuestionario “ideológico”. Podría ser rechazada, aun con sus sobresalientes virtudes artísticas, de haber tenido antecedentes incompatibles con las exigencias del régimen, por lo cual no menciona el arresto sufrido por su padre; de hacerlo, habría sido rechazada.

Las dificultades de la vida cotidiana impedían que cada ciudadano tuviese tiempo libre para pensar y reclamar mejoras. “Uno tiene la impresión de que el gobierno crea deliberadamente dificultades de alojamiento para que los ciudadanos no piensen en problemas más importantes, para asfixiar su vida intelectual y espiritual y, al finalizar la jornada, sólo tenga fuerzas para arrastrarse hasta su casa e ir a dormir. Los soviéticos pasan su vida tratando de obtener alimentos, de los cuales siempre hay escasez, o un apartamento, que sólo consigue «haciendo méritos». Y, antes de que se den cuenta de ello, han consumido su vida luchando contra la escasez de alimentos y de vivienda. La escasez es como una hidra: si se le corta una cabeza, aparecen otras dos. Si hoy las tiendas tienen teteras, que han estado faltando durante varios años, mañana no tendrán sartenes, o planchas, o algodón, o medias, etc., etc.”.

Perteneciendo ya al Bolshoi, durante algunos años habitó una pequeña habitación con baño compartido, sin posibilidad de bañarse en él, debiendo para ello concurrir a baños públicos. Galina escribe sobre sus gobernantes: “¿Sabrá esta gente, ebria de poder, soberbia y ahíta, cómo vivimos? Lo sabían, pero no era suficiente. Para comprenderlo, deberían vivir, aunque sólo fuera durante un mes, la vida de un esclavo ruso….Cada miembro del Politburó debería vivir durante un tiempo en mi pequeña habitación con suelo de cemento (la habitación de una solista del Bolshoi), hacer cola detrás de treinta y cuatro personas para usar el baño…”.

“Parecía que lo más sencillo fuera pagar mejores salarios, para que el artista pudiese disponer de su dinero. Pero entonces, no habría apartamentos «gratuitos» ni atención médica «gratuita» y uno no se sentiría en deuda con el régimen. En realidad, no haría falta el régimen, ni tampoco harían falta los millones de parásitos que deciden cuáles son las necesidades de cada uno”.

“Desde el día en que uno nace, deciden por uno, piensan por uno; la vida entera del ciudadano está sometida a su voluntad. Y lo peor es que, gradualmente, al disminuir las necesidades, los deseos y la iniciativa, esa dependencia parece necesaria. Puede que uno tan sólo tenga un rincón dentro de un apartamento comunal, pero está allí y es económico. La comida es mala, pero también está allí. Estamos vivos; demos gracias a Dios”.

Luego de la muerte de Stalin y de la revelación de sus crímenes masivos, comienza una nueva etapa. El padre de Galina sale de la cárcel. Fiel a su condición de marxista-leninista, tratará de perjudicar a su hija. “También mi padre salió de prisión y, aunque había estado allí diez años, siguió siendo comunista. Fue a Moscú para tratar de reintegrarse al partido, pero pasó primero por el departamento de personal del Bolshoi para denunciarme. Informó que yo había omitido mencionar el hecho de que él había sido arrestado según el artículo 58. ¿Cómo podía él conciliar tal comportamiento con la «pureza» de sus ideas leninistas? Naturalmente, supuso que me iban a despedir del Bolshoi. Pero los tiempos habían cambiado. Dos años después, murió de cáncer pulmonar”.

2 comentarios:

agente t dijo...

Destruir de raíz y con los peores métodos los lazos familiares es quizás la muestra más clara de la inhumanidad de un régimen socialista, y pone bien a las claras que en él sólo importa la conservación y acrecentamiento a toda costa del poder de quien lo dirige.

Bdsp dijo...

Casi siempre se critican los defectos de la economía socialista, mientras se deja de lado la crítica a los aspectos esenciales de la vida familiar y social.....