jueves, 24 de enero de 2019

Voltaire vs. Supersticiosos y ateos

En materia de religión encontramos diversas posturas que responden esencialmente a la visión que se tenga acerca de cómo funciona el universo en conjunto. Tales posturas podemos sintetizarlas de la siguiente manera:

a- Existe un Dios creador que interviene en los acontecimientos humanos (milagros, revelación, etc.)
b- Existe un Dios creador que sólo intervino en el momento de la Creación.
c- Existen leyes naturales que rigen todo lo existente.
d- Las leyes naturales le dan al universo un sentido o una finalidad implícita.
e- Las leyes naturales no le dan al universo ninguna finalidad.

Si bien no existen coincidencias totales respecto de las denominaciones asociadas a tales posturas, las más utilizadas designan como teísmo a la primera, deísmo a la segunda (que es equivalente a la tercera), religión natural a la cuarta y ateísmo a la quinta.

En cuanto a la postura de Voltaire, podemos asociarla juntamente a la segunda y tercera, por lo que criticaba los excesos de la primera tanto como de la última. En forma algo parecida a las circunstancias en las que vivió Galileo Galilei, que debió enfrentarse a dos bandos simultáneamente, religiosos y aristotélicos, Voltaire se enfrentaba posteriormente con los primeros y también con los ateos. Ya se tratara de un creyente, o de un creyente negativo (ateo), Voltaire observa en los fanáticos varios rasgos en común que los sintetiza de la siguiente manera: "Cree lo que yo creo y lo que no puedes creer, o perecerás; cree o te aborrezco; cree o te haré todo el daño que pueda".

Respecto de los superticiosos escribió: "La superstición que hay que extirpar de la Tierra es la que, al convertir a Dios en un tirano, invita a los hombres a ser tiranos. Aquel que primero dijo que hay que considerar con horror a todos los réprobos puso el puñal en la mano de los que se atrevieron a crerse fieles; aquel que primero prohibió toda comunicación con los que no eran de su opinión hizo sonar el toque de carga de las guerras civiles en toda la Tierra".

"El supersticioso es su propio verdugo; lo es también de cualquiera que no piensa como él. A la delación más infame la llama corrección fraterna; acusa a la ingenua inocencia que no está sobre aviso y que, en la sencillez de su corazón, aún no ha sellado sus labios. La denuncia a esos tiranos de las almas, que se burlan a la par del acusado y del acusador. Finalmente el supersticioso se convierte en fanático y entonces, llevado por su celo, es capaz de todos los crímenes en nombre del Señor" (Citas de "Voltaire contra los fanáticos" de Fernando Savater-Ariel-Buenos Aires 2015)

El mayor inconveniente observado en las posturas ateas radica en que, al no asociarle al universo ninguna finalidad, y menos a la humanidad, poco se resisten a la tentación de imponerles un sentido artificial, siendo los totalitarismos del siglo XX un indicio de tal actitud. Voltaire escribió: "Creo que el ateísmo es tan pernicioso como la superstición".

"Siempre he considerado el ateísmo como uno de los mayores desvaríos de la razón, porque es tan ridículo decir que el ordenamiento del mundo no prueba la existencia de un supremo artesano como sería impertinente decir que un reloj no prueba que haya un relojero".

Tanto las posturas deístas como las filosofías coincidentes con la religión natural, centran su atención en el concepto de "ley natural", la cual es identificada con las leyes que describen los científicos. Voltaire escribió al respecto: "Proponed a los niños saltar una zanja; todos tomarán maquinalmente impulso, retirándose un poco hacia atrás y corriendo después. Seguro que no saben que su fuerza, en tal caso, es el producto de su masa multiplicado por su velocidad (aceleración, en realidad). Queda pues probado que la naturaleza por sí sola nos inspira ideas útiles que preceden a todas nuestras reflexiones".

"Lo mismo ocurre en la moral. Todos tenemos dos sentimientos que son el fundamento de la sociedad: la conmiseración y la justicia. Si un niño ve destrozar a su semejante sufrirá súbitas angustias; las demostrará con sus gritos y sus lágrimas; socorrerá, si es que puede, al que sufre. Preguntad a un niño sin instrucción, que comienza a razonar y a hablar, si el grano que un hombre ha sembrado en su campo le pertenece y si el ladrón que mata al propietario tiene un derecho legítimo sobre ese grano: ya veréis si el niño no responde como todos los legisladores de este mundo".

"Dios nos ha dado un principio de razón universal, como ha dado plumas a los pájaros y pieles a los osos; y ese principio es tan constante que subsiste pese a todas las pasiones que lo combaten, pese a los tiranos que quieren ahogarlo en sangre, pese a los impostores que quieren aniquilarlo por medio de la superstición. Y esto es lo que hace que aun el pueblo más rústico juzgue muy bien, a la larga, las leyes que le gobiernan, porque siente que esas leyes están conformes o son opuestas a los principios de conmiseración y de justicia que están en su corazón".

"Llámese a la razón y a los remordimientos como se quiera, el hecho es que existen y son los fundamentos de la ley natural".

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