sábado, 8 de diciembre de 2018

Actualidad del pensamiento de Álvaro C. Alsogaray

Diversas situaciones sociales y económicas se repiten en un mismo país. De ahí que opiniones expresadas décadas atrás sigan teniendo plena vigencia en la actualidad, especialmente cuando los problemas de fondo siguen sin resolverse,

Puede sintetizarse la decadencia argentina como el efecto inevitable del saqueo generalizado que la sociedad sufre, a través del Estado, ya sea por medio del robo directo del sector político, por la asignación clientelista de cientos de miles de puestos de trabajo estatales superfluos y ayudas sociales de todo tipo, que exceden ampliamente las posibilidades de ser cubiertas por el sector productivo. Además, el ocio y el consumo tienden a superar ampliamente al trabajo y la producción.

A continuación se transcribe parte de una entrevista que el periodista Néstor Montenegro (NM) le realizara a Álvaro C. Alsogaray (AA) en 1988:

NM: Diputado Alsogaray, ¿cómo influye la expansión de la base monetaria en la economía argentina?

AA: Lo que verdaderamente influye es el crecimiento de la cantidad de moneda. Pero hay muchas maneras de medirlo, una de ellas es establecer la base monetaria, otra es hablar de circulación monetaria, de agregados monetarios…Simplificando esto le diré que lo que importa es la creación monetaria. Cuando esta creación se realiza sin una contrapartida de bienes producidos, o de expectativas del público a querer conservar dinero en estado líquido, es artificiosa y es la que produce los efectos inflacionarios.
Este crecimiento monetario, en la Argentina y en todos los países del mundo, influye directamente sobre la inflación. En nuestro país, a partir del Plan Austral hasta la fecha, ese crecimiento ha sido del orden del 1000 %, cuando en condiciones normales no debería haber sobrepasado el 20 o el 30 %. De ahí que la inflación en la Argentina no necesita ninguna explicación misteriosa, sino que se debe a un crecimiento monetario desproporcionado.

NM: ¿Y cuáles serían las principales medidas a tomar para evitar ese fenómeno inflacionario?

AA: La inflación se debe siempre a la creación espuria de moneda en los bancos centrales, no existe otra explicación real. Y uno se puede preguntar por qué el Banco Central emite moneda en esas condiciones, porque no se puede suponer que lo hace a propósito, por una perversidad. El Banco Central emite moneda en esas condiciones porque los gobiernos gastan más de lo que pueden financiar a través de impuestos, tasas y contribuciones. Cuando les queda un déficit, directa o indirectamente, recurren al Banco Central, el cual, indebidamente, crea moneda para solventar los distintos déficit del Estado.
Y si se quiere evitar la inflación hay que dejar de emitir moneda, hay que terminar con los déficit del Estado, y para terminar con éstos o se cobran más impuestos –en la Argentina probablemente ya se ha colmado la capacidad impositiva- o hay que reducir el gasto. Acá llegamos a la clave del problema: el gobierno en la Argentina debe gastar mucho menos de lo que gasta actualmente, porque de lo contrario va a terminar emitiendo moneda y, consecuentemente, haciendo inflación y financiándose a través de ella. Lo cierto es que hay que reducir el gasto público porque más impuestos no se pueden cobrar; al reducirlo se reduciría el déficit, y de esta manera no habría necesidad de emitir moneda.

NM: Son muchos déficit, indudablemente.

AA: Son numerosos. Está el déficit del presupuesto nacional, el de las provincias, el de las empresas del Estado…Entre todos configuran un déficit general del Estado, que es el que, de una manera u otra se financia a través de la emisión de moneda.

NM: Al ser el Estado empresario, si el gobierno dejara de financiar a ciertas empresas, ¿no se podría producir el fenómeno de que mucha gente quedara sin trabajo?

AA: Ese es un falso argumento que se utiliza para no hacer las cosas que se deben hacer. Nadie está pensando en clausurar empresas del Estado ni de despedir a la gente, porque por otra parte se están prestando servicios que se deben prestar. De lo que se trata es de transferir a la actividad privada el mayor número posible de empresas y actividades que hoy realiza el Estado.
El Estado no tiene por qué ser industrial, comerciante o prestador de servicios, porque no es esa su función. Hay capitales en el mundo entero interesados por tomar estas actividades, con lo cual tendríamos una baja en los gastos del Estado y además, buenos servicios, que es lo que le interesa fundamentalmente a la población. El Estado tiene otras funciones que cumplir: debe ocuparse de las relaciones exteriores, de la defensa nacional, de la seguridad personal –que hoy está tan atrasada en el país-, de la salud pública, de los maestros y de todo aquello que le concierne directamente.

NM: Citando como ejemplo a ENTel, ¿usted está de acuerdo con la privatización que se está haciendo a través del Ministerio de Obras Públicas, por ejemplo?

AA: ¿De qué privatización me habla?

NM: Haciendo referencia al intento de privatización, así como el de Aerolíneas Argentinas.

AA: Esto es erróneo. No se está privatizando nada Aerolíneas Argentinas, ni siquiera en parte. Lo único que se está haciendo es transformar un monopolio estatal argentino en un monopolio estatal argentino-escandinavo, y argentino-español en el caso de ENTel. Utilizar la palabra privatización para esto es crear confusión en la opinión pública.

NM: ¿Cuál sería la mejor forma para efectuar las privatizaciones?

AA: Establecer las condiciones en que estamos dispuestos a transferir estas empresas al capital privado, y llamar a concurso internacional para ver quién ofrece más por esos bienes, como se está haciendo en otros países.

NM: Sin embargo hay cuestionamientos. En el caso de la provincia de Mendoza, por ejemplo, se han privatizado los teléfonos, y parece que el servicio anda mal, que ha habido muchas quejas al respecto…

AA: Los teléfonos de Mendoza no han sido privatizados ahora. Esa compañía hace muchos años que existe, pero como permanentemente ha estado con la “Espada de Damocles” de que le iban a cancelar la concesión, no hace inversiones y procede como cualquier compañía que está sobreviviendo. Entréguese en concesión un buen servicio telefónico y van a ver cómo la situación mejora, y si no mejora se cancela la concesión y que venga otra empresa. Pero no estemos pagando las pérdidas y además teniendo malos servicios.

NM: Diputado: entre dos temas que preocupan a la opinión pública, especialmente al hombre de clase media y al empresario común, son los del funcionamiento de los mercados cambiario y financiero en el país, su organización…¿Cuál es su opinión al respecto?

AA: Con el actual sistema cambiario y financiero es evidente que el empresario –no sólo el de la pequeña y el de la mediana empresa, sino el de todas- ve reducida su actividad a la de ser casi un funcionario, porque todas las empresas están sometidas a una verdadera dictadura por parte del Banco Central, y porque las tasas de interés surgen de las disposiciones que éste toma. Con este sistema que hace que no sepamos cuál es el verdadero valor de la divisa y cuál es la verdadera tasa de interés, porque estas tasas de interés nominales son sencillamente extravagantes, los empresarios tienen muy poco margen para actuar y están cautivos de lo que no vacilo en calificar como la dictadura del Banco Central.

NM: También nos aflige mucho a los argentinos el tema de la deuda externa, ¿qué se puede hacer, se paga, se propone moratoria?

AA: Desde 1978 no estamos pagando un solo centavo de la deuda externa. Estamos pagando solamente una parte de los intereses, porque la otra parte –a veces más del 50 %- nos es financiada de nuevo con préstamos del exterior. Esto aumenta la deuda, y este gobierno la ha aumentado en más de 10.000 millones de dólares en sus cuatro años de gestión. La deuda externa es pesada, es cierto, pero quienes dicen que por su culpa estamos en la situación actual están diciendo una falsedad. Todos los años estamos pidiendo de 2.500 a 3.000 millones de dólares para pagar la mayor parte de los intereses, de manera que el desorden que estamos viviendo es producto de malas políticas económicas, y no de la deuda externa.

NM: ¿Qué hay que hacer entonces?

AA: Obtener los plazos más largos posibles, y la verdadera moratoria. Que un país, unilateralmente, diga “no pago más” es un absurdo que aísla a ese país y le trae penosas consecuencias. Los que han intentado hacer eso han fracasado; entre ellos Brasil, y no hablemos de Perú, que está en pleno desastre financiero, entre otras razones, por esto. Cuando hablo de conseguir los mayores plazos y las menores tasas de interés se trata de una operación formal como cualquier operación financiera, que se hace en el orden privado o en el público. Pero la manera de atender el problema es produciendo y exportando más. La Argentina está exportando actualmente de 6 a 7 mil millones de dólares, y con esas cifras es muy difícil pagar 4.900 millones de dólares de intereses. Si en cambio estuviéramos exportando 15 mil millones de dólares, no tendríamos problema de deuda externa.

NM: ¿Cómo se hace para alcanzar esa cantidad?

AA: Dejando trabajar a la gente, atrayendo capitales, haciendo que los empresarios vuelvan a invertir. Para eso se necesita cambiar de raíz el sistema económico que viene destruyendo al país desde hace cuarenta años. Esa es la tesis fundamental que sostenemos nosotros. Es necesario poner en marcha un sistema liberal basado en la economía social de mercado. Si implantamos esa economía habrá abundancia de recursos, bajará la tasa de interés, el empresario volverá a invertir, el país producirá y exportará más y no tendremos ya el problema de la deuda externa ni muchos otros que estamos soportando ahora.

NM: Usted se refiere a la inversión en el país, pero, ¿es la Argentina un país confiable para invertir?

AA: En estos momentos no lo es, y por eso no hay inversión. Por eso yo digo que para que esto ocurra habría que provocar un shock de confianza, y eso solamente lo puede conseguir el auténtico intento de implantar una economía de libre de mercado.

NM: ¿Por qué no es confiable?

AA: Porque durante cuarenta años se han seguido políticas contradictorias pero con una constante: la intervención abusiva del Estado sobre la marcha de los negocios. A nadie le gusta invertir a riesgo para que el Estado le venga a manejar las cosas, de manera que mientras no se cambie totalmente el sistema no habrá recuperación ni progreso del país. Una prueba clara está en que la Argentina, que estuvo entre los diez primeros países del mundo antes de la Segunda Guerra Mundial, hoy está entre el lugar ochenta y noventa.

NM: ¿Considera que las huelgas son un factor influyente sobre la confianza externa?

AA: No demasiado. Huelgas hay en todos los países, y tenemos el caso de Inglaterra, que ha tenido que soportar tremendas huelgas en una época. Sí pueden molestar ciertas leyes sindicales que creen trabas internas y que pueden ser un factor en contra de la inversión…Pero no es lo único que determina esto.

NM: Diputado, la situación financiera de las provincias es en general bastante mala, ¿a qué se debe esta crisis?

AA: Eso es muy simple: las provincias se dedicaron a hacer la alegre vida de nombrar empleados públicos y despilfarrar el dinero. Tenemos casos de provincias muy pobres que se permiten contar con aviones súper jet, y sus funcionarios viajan al exterior. Tanto éstos como otros gastos constituyen actitudes de despilfarro que en algún momento hay que pagar, y el momento llegó. La Rioja, Salta y Tucumán están a la cabeza del desorden, pero hay otras que se encuentran en situaciones muy parecidas, de manera que es un problema general.
Se trata de un Estado sobredimensionado que ya no se puede sostener con los impuestos, y como las provincias no tienen un banco central propio –a pesar que algunas lo inventaron con los bonos y las loterías- hoy tienen que confesar la quiebra. La mayoría de los Estados provinciales está técnicamente en quiebra.

(De “La alternativa liberal en la Argentina” de Néstor Montenegro-Editorial Planeta Argentina SAIC-Buenos Aires 1988).

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