domingo, 11 de noviembre de 2018

El “Silicon Valley” (Valle del Silicio)

A los parques industriales se los establece para facilitar la comunicación, cooperación e integración entre empresas. El más conocido es el Silicon Valley, lugar de nacimiento de la electrónica, ya que allí, en 1908, varios años antes de la instalación de tal parque industrial, surge la válvula termoiónica inventada por Lee de Forest. El Valle del Silicio fue promocionado por la Universidad de Stanford, debido esencialmente a que en Palo Alto, California, ya se habían instalado empresas asociadas a desarrollos tecnológicos. David Packard escribió: “A principios de los 50, Stanford creó el Parque Industrial de Stanford, un desarrollo que estrechó los lazos con la industria local. La Universidad, en buena parte gracias a los esfuerzos de Fred Terman, prescindió de 579 acres de terrenos adyacentes a su campus de Palo Alto para que se convirtiese en un lugar atractivo para los laboratorios de investigación, oficinas e industrias ligeras. Las empresas arrendaban el terreno a Stanford y, bajo estrictas ordenanzas y control arquitectónico, diseñaban y construían sus propios edificios”.

“En 1956 empezamos a construir nuestros primeros dos edificios en el parque. Varian Associates nos precedió como arrendatario, pero con el paso de los años HP [Hewlett-Packard] se ha convertido en el mayor arrendatario del parque con un complejo de más de un millón de metros cuadrados en total”.

“El parque de Stanford, el primero de este tipo en el país, en la actualidad tiene más de 80 arrendatarios. Como Hewlett-Packard, muchas de las empresas tienen estrechos lazos con la Universidad, especialmente con las facultades de Ingeniería y Negocios” (De “El estilo HP”-Ediciones Deusto-Barcelona 2007).

Frederick Terman fue conocido por técnicos e ingenieros de muchos países a través de su libro “Ingeniería de Radio”, pudiendo compartir con Hewlett y con Packard el carácter de ex-alumnos, aunque indirectamente. Packard escribió al respecto: “Como primer estudiante universitario invitado al curso de postgrado de Terman me sentía muy honrado. Fue ese curso, impartido por un profesor legendario hoy en día, el que realmente despertó mi entusiasmo por la electrónica. El programa del curso sirvió como base para el famoso libro de texto de Terman, «Radio Engineering», el texto con más influencia de todos los que trataban el tema en la época. El profesor Terman tenía la excepcional habilidad de hacer que un problema muy complejo pareciese la simplicidad personificada. Ése era el secreto de su libro de texto, y la razón por la cual éste se convirtió en el más usado en todo el mundo de todos los que trataban este tema”.

La actitud empresarial de HP, que prioriza calidad de sus productos antes que ganancias, se fue imponiendo entre las empresas que perduran en el tiempo. Packard escribió al respecto: “Creo que mucha gente piensa, equivocadamente, que las empresas existen simplemente para hacer dinero. Hacer dinero es un importante resultado de la labor de una empresa, pero para encontrar nuestra auténtica razón de ser tenemos que profundizar más. Cuando lo investigamos, inevitablemente llegamos a la conclusión de que un grupo de personas se junta y existe como una entidad que podemos llamar empresa para poder lograr algo colectivamente que no podrían conseguir por separado. Pueden hacer algo que valga la pena –hacen una contribución a la sociedad (suena a utópico pero es fundamental). En los últimos años cada vez más empresarios han empezado a reconocerlo así y por fin se han dado cuenta que ése es su verdadero objetivo. A nuestro alrededor tenemos todavía personas que sólo están interesadas en el dinero, pero el impulso surge en gran parte de un deseo de hacer algo –hacer un producto, dar un servicio- en general, hacer algo de valor”.

Uno de los niños que creció en el Valle del Silicio, ambiente propicio para la creatividad tecnológica, fue Steve Jobs. Walter Isaacson escribió: “Otros contratistas de defensa fueron brotando por la zona durante la década de 1950. El Departamento de Misiles y Espacio de la Lockheed Company, que construía misíles balísticos para lanzar desde submarinos, se fundó en 1956 junto al centro de la NASA. Cuando Jobs se mudó a aquella zona cuatro años más tarde, ya empleaba a 20.000 personas. A unos pocos cientos de metros de distancia, Westinghouse construyó instalaciones que producían tubos y transformadores eléctricos para los sistemas de misíles. «Teníamos un montón de empresas de armamento militar de vanguardia –recordaba Jobs-. Era muy misterioso, todo de alta tecnología, y hacía que vivir allí fuera muy emocionante»” (De “Steve Jobs”-Debate-Buenos Aires 2011).

Luego de la aparición del transistor, la industria de los semiconductores tiende a afincarse en California. Isaacson agrega: “El avance tecnológico más importante para el crecimiento de la zona fue, por supuesto, el de los semiconductores. William Shokley, que había sido uno de los inventores del transistor en Bell Labs, en el Estado de Nueva Jersey, se mudó a Mountain View y, en 1956, fundó una compañía que construía transistores de silicio, en lugar de utilizar germanio, un material más caro, que se empleaba habitualmente hasta entonces. Sin embargo, la carrera de Shokley se fue volviendo cada vez más errática, y abandonó el proyecto de los transistores de silicio, lo que llevó a ocho de sus ingenieros –principalmente a Robert Noyce y Gordon Moore- a escindirse para formar Fairchild Semiconductor. Aquella empresa creció hasta contar con 12.000 empleados pero se fragmentó en 1968, cuando Noyce perdió una batalla para convertirse en consejero delegado, tras la cual se llevó consigo a Gordon Moore y fundó una compañía que pasó a conocerse como Integrated Electronics Corporation, que ellos abreviaron elegantemente como Intel. Su tercer empleado era Andrew Grove, que hizo crecer la empresa en la década de 1980 al dejar de centrarla en los chips de memoria y pasarse a los microprocesadores. En pocos años, había más de cincuenta empresas dedicadas a la producción de semiconductores”.

Respecto de los nombres de las empresas, es oportuno mencionar que Hewlett-Packard quedó con esa denominación, en ese orden, luego de tirar sus fundadores una moneda al aire. Si Noyce y Moore hubiesen seguido el mismo procedimiento, se arriesgaban a que hubiera salido “Moore-Noyce”, que suena casi igual a “more noise” (más ruido), la peor elección para una empresa de elementos electrónicos.

La zona comenzó a conocerse como el Valle del Silicio luego de que un periodista la designara de esa forma. Isaacson escribió al respecto: “La industria de los chips le dio un nuevo nombre a la región cuando Don Hoeffer, columnista del semanario especializado Electronics News, comenzó una serie de artículos en enero de 1971 titulados «Silicon Valley USA». El Valle de Santa Clara, de unos sesenta kilómetros, que se extiende desde el sur de San Francisco hasta San José a través de Palo Alto, tiene su arteria comercial principal en el Camino Real. Éste conectaba originalmente las veintiuna misiones religiosas californianas, y ahora es una avenida bulliciosa que une empresas nuevas y establecidas. Todas juntas representan un tercio de las inversiones anuales de capital de riesgo de todo EEUU. «Durante mi infancia, me inspiró la historia de aquel lugar –aseguró Jobs-. Eso me hizo querer formar parte de él»”.

Otro de los nombres con historia es el del transistor, considerado el mayor invento del siglo XX. El transistor original, con tres terminales, fue realizado con el objetivo de reemplazar las válvulas termoiónicas. Una válvula de vacío es un dispositivo que controla una corriente eléctrica a partir de cierta tensión de control. De ahí que su efectividad se medía mediante una relación entre corriente controlada dividida por la tensión de control, esto es, su respuesta característica estaba asociada a una conductacia y se denominaba “transconductancia”. En el caso de los primeros transistores, una tensión de salida era controlada por una corriente eléctrica de control, caracterizándose tal dispositivo por una “transrresistencia”. La contracción de tal palabra, en inglés: transresistor conduce a la palabra “transistor”. John R. Pierce, quien así lo “bautizó”, escribió al respecto: “La invención de este maravilloso dispositivo proporcionó a uno de nosotros (John Pierce) la oportunidad de añadir una nueva palabra al lenguaje técnico. Cuando Walter Brattain me preguntó cómo podía denominar al nuevo dispositivo, yo le contesté: «Transistor»”.

“Me pareció un nombre bastante lógico. Ya existían componentes llamados termistores cuya resistencia cambiaba con la temperatura así como varistores cuya resistencia cambiaba con la corriente. Yo utilicé una evocación de ambos nombres. También en aquel momento pensamos que el primer transistor de contactos de punta (entonces sin nombre) era un «duplicado» del tubo de vacío, esto es, el transistor correspondía al tubo de vacío; pero en la forma de operar de estos dispositivos los papeles de la corriente y la tensión estaban intercambiados. Los tubos de vacío tenían transconductancia. Entonces el razonamiento fue sencillo: si la conductancia está relacionada con la resistencia, la transconductancia está relacionada con la transrresistencia; de aquí el nombre de «transistor»” (De “Señales” de J. R. Pierce y A. M. Noll-Editorial Reverté SA-Barcelona 1995).

La aparición de las computadoras personales fue facilitada por la previa realización del microprocesador, dispositivo que surge, no de una forma intencionada, sino casi por azar. La empresa japonesa Busicom le encarga a Intel un circuito integrado para poder fabricar calculadoras con ese solo chip. Marcian Hoff, empleado de Intel, diseña un circuito secuencial que admite cierta programación, ya que la complejidad del circuito integrado pedido era considerable. En el ínterin, los japoneses desechan la idea de Hoff, pero Noyce y Moore le proponen seguir con la investigación. Junto con Frederick Faggin y Stan Mazor logran crear el microprocesador 4004, de 4 bits, con 2.300 transistores. Luego la serie 8080 hasta llegar al Pentium que tiene unos 7.500.000 transistores (Datos de “Los silicon boys” de David A. Kaplan-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1997).

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