domingo, 25 de noviembre de 2012

Puntos de vista

Nuestra capacidad para adoptar distintos puntos de vista está relacionada con la creatividad. Así, si se ha de realizar, por ejemplo, una mesa metálica, la mente creativa recorre con su imaginación las distintas variantes que podrán realizarse. Luego, mediante prueba y error, se podrá seleccionar en nuestro pensamiento una de las alternativas. Por el contrario, el individuo poco creativo realizará la versión más simple, y posiblemente única, que habrá de surgir de su mente. De todas maneras, la adopción del método creativo no garantiza la calidad de sus resultados. Estanislao Bachrach escribió:

“El pensamiento creativo es pensar productivamente. Al enfrentarnos con un dilema, debemos preguntarnos primero cuántas formas distintas hay de mirar ese problema, cuántas formas de repensarlo, de resolverlo, en lugar de preguntarnos qué hemos aprendido para solucionarlo. La idea es tratar de llegar a diferentes respuestas, muchas de las cuales quizá sean muy poco convencionales y algunas, posiblemente, únicas”. “Leonardo da Vinci decía que hasta que algo no era percibido por lo menos desde tres o cuatro perspectivas distintas, uno no podía comprenderlo realmente. Un conocimiento completo y real sólo proviene de sintetizar todas esas perspectivas en una”.

Teniendo presente lo anterior, surge un método educativo básico que consiste en realizar una descripción completa del tema a enseñar, por parte del docente, sugiriendo luego que el alumno imagine los efectos que produciría cambiar cada una de las partes en que puede dividirse el tema en cuestión. Por ejemplo, si se trata de un circuito eléctrico, podría preguntarse por los efectos que ocurrirían al cambiar, de uno a la vez, cada elemento que lo constituyen. Si bien esto no es nada nuevo, parece ser un método que favorece el entrenamiento mental que conduce a una actitud creativa.

En cuanto a las propuestas descriptivas de la creatividad, el autor citado escribe respecto de la teoría de Eric Kandel: “Desde el momento en que nacemos, todo, absolutamente todo lo que nos sucede en la vida queda registrado en algún lugar del cerebro, llamémosle «memoria inteligente». No sólo nuestras experiencias, sino todo lo que aprendemos: lo que leemos, lo que vemos, lo que nos cuentan. Una forma visual que me gusta usar para entender esta teoría es imaginarse que el cerebro está lleno de cajones y que cada cosa o evento que nos sucedió, que aprendimos, quedó guardado en algún cajón, en nuestra «memoria inteligente»: el cerebro como cajonera”. “Los cajones comienzan a abrirse y cerrarse, y los recuerdos en ellos se conectan de manera azarosa. Y cuanto más relajados estemos, más se abren y se cierran y se interconectan. Cuando esto ocurre en algún momento particular del día o de la noche, tenemos «más» ideas que en el resto de la jornada” (De “Ágilmente”-Estanislao Bachrach-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2012).

Cuando los distintos puntos de vista surgen no solamente de un individuo, sino de varios, aparece cierta cooperación creativa, como ocurre en el ámbito de las ciencias fisicomatemáticas. Antes que creatividad individual resulta ser una creatividad del conjunto. Si bien es una tarea colectiva, no puede hablarse de un pensamiento grupal sino de un pensamiento individual que coopera con otros. De ahí la expresión de Einstein de que “la labor del científico está tan ligada a la de los científicos contemporáneos y a la de quienes le precedieron, que parece casi un producto de su generación”.

Si bien la existencia de varios puntos de vista es algo deseable en el pensamiento individual, y en el colectivo cuando existe cooperación, puede no serlo cuando el pensamiento parte de fundamentos distintos y predomina la competencia sobre la cooperación. De ahí que debemos distinguir dos casos:

1- Los individuos discordantes aceptan los fundamentos básicos en que se basa el tema en cuestión, sólo que no se ponen de acuerdo. Es posible que en el futuro la discusión haya sido fructífera para todos, tal como sucede en el ámbito de la ciencia experimental.
2- Los individuos discordantes no aceptan los fundamentos básicos en que se basa el tema en cuestión, por lo cual hay pocas esperanzas de que se logre un acuerdo futuro, tal como sucede en el ámbito de la religión y de la política.

Por lo general, se supone que el hombre podrá, mediante la razón, superar las diferencias que le impiden vincularse armoniosamente con los demás seres humanos. Sin embargo, en esta suposición no se ha tenido en cuenta que el hombre no es solamente un ser racional sino también emocional, y que los acuerdos se logran no sólo cuando coincide lo racional, sino cuando previamente coincide lo emocional. Humberto Maturana R. escribió: “Al declararnos seres racionales vivimos una cultura que desvaloriza las emociones, y no vemos el entrelazamiento cotidiano entre razón y emoción que constituye nuestro vivir humano, y no nos damos cuenta de que todo sistema racional tiene un fundamento emocional”.

“Nunca nos enojamos cuando el desacuerdo es sólo lógico, es decir, cuando el desacuerdo surge de un error al aplicar las coherencias operacionales derivadas de premisas fundamentales aceptadas por todas las personas en desacuerdo. Pero hay otras discusiones en las cuales nos enojamos (es el caso de todas las discusiones ideológicas); esto ocurre cuando la diferencia está en las premisas fundamentales que cada uno tiene. Esos desacuerdos siempre traen consigo un remezón emocional, porque los participantes en el desacuerdo viven su desacuerdo como amenazas existenciales recíprocas. Desacuerdos en las premisas fundamentales son situaciones que amenazan la vida ya que el otro le niega a uno los fundamentos de su pensar y la coherencia racional de su existencia” (De “Emociones y lenguaje en educación y política”-Ediciones Pedagógicas Chilenas SA-Santiago 1994).

De todo esto surge la idea de que, en un futuro, quizás no muy lejano, cuando la religión y la política adopten, y respeten, un fundamento científico, toda discusión habrá de ser fructífera en el largo plazo, en lugar de constituir tales actividades una fuente permanente de conflictos y de antagonismos. Los “poseedores de la verdad” deberán convertirse en buscadores de la verdad, para que la verdad pueda ser conocida por todos.

Un caso que llama la atención es el desconocimiento de los hechos históricos, tales como la caída del muro de Berlín y el fracaso estrepitoso del comunismo. A pesar de tal realidad, se sigue promoviendo la ideología totalitaria del marxismo como si nada malo hubiese ocurrido. A finales del siglo XIX, Agustín Álvarez escribía: “¿Para quienes escribe en vano la historia su triste catálogo? Indudablemente para los que la estudian con convicciones hechas, con opiniones preconcebidas, pues como no caben en el espíritu verdades contradictorias, las ya alojadas cierran la puerta a toda verdad que las contraríe y facilitan el ingreso de las que sean corroborantes. Por eso dice Schopenhauer que el espíritu no puede asimilarse sino a lo homogéneo, y por eso los sectarios y los hombres de partido no pueden sacar de la historia las razones de la historia sino las razones de su secta, su partido”.

“El daltonismo, enfermedad de la vista, que consiste en la imposibilidad de ver un color donde existe y en ver siempre un color donde no existe, es el estado normal del espíritu que tiene lo que se llama «opiniones hechas». De aquí, pues, que un mismo hecho histórico, una misma verdad experimental, una misma razón, sean invocados por los unos a favor de una opinión y por los otros en favor de la opinión contraria”.

“Para un hombre de convicciones, y más todavía para un fanático, la historia, la experiencia y la razón, lo mismo que los espejos, le muestran siempre su propia imagen, sus propias convicciones. Forzosamente, pues, al hombre de opiniones hechas, arraigadas, entusiastas y profundas, que se ponga a estudiar la historia o lo que fuere, le sucederá lo que al caballo tuerto, que no puede comer pasto sino de un lado de la senda” “O en términos más concretos: un «radical» o un «acuerdista» no podrán ver en la historia, ni en ninguna parte, las razones que condenen respectivamente la intransigencia o la moderación” (De “South América”-Talleres Gráficos Argentinos L. J. Rosso-Buenos Aires 1933).

Por lo general, el buscador de la verdad es el que toma como referencia a la propia realidad, si bien puede adoptar la ayuda de otros pensadores que lo hayan hecho anteriormente. En estos casos predomina el espíritu cooperativo y se busca que el conocimiento sea a todos extensivo. Por el contrario, el “poseedor” de la verdad, por lo general se somete intelectualmente y toma como referencia a otro sujeto similar. En estos casos predomina el espíritu competitivo y se trata que el conocimiento no trascienda más allá de un grupo selecto.

Podemos decir que la esencia de la actitud racional consiste en adoptar a la propia realidad como referencia. Pero, para que la racionalidad sea una virtud, debemos tener presente que el ser humano es una conjunción de emociones y de razonamientos. Es tan incompleto el hombre emocional que carece de la razón orientadora como el hombre racional que carece de emociones, en cuyo caso no es otra cosa que un peligro social, como nos ha mostrado varias veces la historia. Humberto Maturana R escribió:

“Lo humano se constituye en el entrelazamiento de lo emocional con lo racional. Lo racional se constituye en las coherencias operacionales de los sistemas argumentativos que construimos en el lenguaje para defender o justificar nuestras acciones. Corrientemente vivimos nuestros argumentos racionales sin hacer referencia a las emociones en que se fundan, porque no sabemos que ellos y todas nuestras acciones tienen un fundamento emocional, y creemos que tal condición sería una limitación a nuestro ser racional. Pero ¿es el fundamento emocional de lo racional una limitación? ¡No! Al contrario, es su condición de posibilidad”.

Si el fundamento de nuestras acciones y de nuestro comportamiento son las emociones, en cierta forma estamos llegando a la conclusión de que el comportamiento racional es también, o debería ser, un comportamiento ético, ya que la ética no es otra cosa que la elección, vía razonamiento, de la componente emocional cooperativa de nuestra actitud característica, para que predomine sobre las demás. Humberto Maturana R. escribió: “La Corte Suprema de los EEUU tiene como función revisar si las resoluciones judiciales que lleguen ante ella violan o no la intención de la Constitución. Ahora bien, la intención de la constitución tiene que ver con lo ético-moral, con el propósito de convivencia, no con las formas particulares que ésta adopta. La intención de la constitución es un proyecto ético-moral que, aunque queda escrito, debe ser interpretado en cada lectura. El resultado es que la Corte Suprema de los EEUU actúa de hecho como un Consejo de Ancianos frente al proyecto de país que funda la constitución. Es la intención de convivencia la que define un país, porque es la referencia que funda sus leyes y es la coincidencia de esa intención la tarea más difícil en la constitución de una democracia”.

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