domingo, 20 de febrero de 2022

Argentina: el país que rinde homenajes y encubre a terroristas

ENTREVISTA A CEFERINO REATO

Por Diamela Rodriguez

“Masacre en el comedor” es el décimo libro publicado por el periodista Ceferino Reato sobre el atentado “más sangriento” de los ‘70 en manos de Montoneros. Con una bomba vietnamita -por su estilo y potencia- provocaron la muerte de 23 personas y 110 heridos que se encontraban en la Superintendencia de Seguridad Federal aquel 2 de julio de 1976, donde funcionaba, además, un centro de represión ilegal de la última dictadura. El escritor recurre al testimonio de las víctimas, de familiares y documentos que apuntan a uno de los máximos referentes del periodismo como el responsable de la operación: Rodolfo Walsh.

“¿Qué vamos a hacer con los ‘70?”, es una de las incógnitas que plantea Ceferino durante una entrevista con Infobae. A aquella época la define como una “mochila” en la sociedad argentina porque “no queremos ver la totalidad de lo que pasó”. Como ejemplo, Ceferino relató el rol que cumplió Walsh en el atentado y planteó: “¿Vamos a perdonar a algunos? ¿Nos vamos a olvidar de esto? Porque fueron 23 muertos, no fue una travesura infantil”.

Según relata en su libro, el atentado al comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal “no despertó el interés de periodistas, ni de historiadores; tampoco el de la Justicia que 45 años después sigue sin haberlo investigado”. Reato recrea la explosión y reconstruye el minuto a minuto de aquel día con el relato de protagonistas, familiares de las víctimas y del propio José Pepe Salgado, el auto material del hecho.

— ¿Podemos decir que su libro cuenta otra parte de la historia?

Sí. Yo llego tarde a los ‘70. Llego en 2008. Había vivido en Brasil. Cuando vine acá ya todos habían escrito la parte más cómoda, que es la parte que le interesaba al kirchnerismo y que le sigue interesando al peronismo. Es la parte de la violencia estatal: la dictadura. Y este es un libro sobre un hecho ocurrido en la dictadura pero protagonizado por Montoneros: un atentado con una bomba vietnamita, que es especial por el tipo de carga que tiene. Mutila, corta. No sólo mata sino que corta. Hay 110 heridos, muchos de los cuales quedan mutilados y mueren, o viven miserablemente porque quedan lisiados. Y hay 23 muertos. Es el atentado más sangriento no sólo de los ‘70, sino de la Argentina hasta la AMIA en 1994. No se había escrito nada de eso.

Tiene una dificultad que es un atentado en dictadura, tiene una segunda dificultad porque al relato más oficialista le molesta porque al principio Montoneros se mostró orgulloso de ese atentado, que fue una obra de inteligencia, desde ese punto de vista muy eficiente. Pero después a la gente le cayó mal, lo vio como un atentado terrorista, entonces hoy los que reivindican los ideales de la juventud maravillosa le resulta incómodo porque al final murieron 23 policías de muy baja graduación, cinco mujeres, entre ellas una persona que era empleada de YPF que estaba de visita. 23 personas de los sectores populares y eso es contradictorio para los jóvenes revolucionarios. En el fondo fue un gran error estratégico político de Montoneros pero que, además, inaugura una discusión sobre si esa guerrilla hacía terrorismo o no.

— En su libro usted se detiene a definir el concepto “terrorismo”, según distintos autores. ¿Cuál sería la suya?

Es muy difícil ponerse de acuerdo. De hecho, Naciones Unidas nunca se ha puesto de acuerdo sobre una definición. Pero esto es claramente un acto de terrorismo porque es una bomba, una bomba siempre es como la firma de un acto terrorista pero, además, porque las definiciones más aceptadas así lo indican. Básicamente, los muertos no eran el objetivo final del ataque. El objetivo final del ataque era la Policía, la dictadura pero también parte de la sociedad. La que apoyaba al gobierno militar de entonces y eso indica que es un acto terrorista.

Pero es una palabra que yo no uso en mis libros “terrorismo” porque estigmatiza mucho. Se habla de terrorismo de Estado y yo no lo uso, hablo de represión ilegal de la dictadura. Algunos hablan de terrorismo de los grupos guerrilleros, yo no hablo de eso, yo hablo de atentado. Porque quiero ponerme sobre encima del conflicto y tratar de relatar lo que pasó. Y, para eso, necesito lectores que piensen en forma diversa: los que están de acuerdo con uno y los que están de acuerdo con otros. Yo lo que trato de hacer es periodismo y esas palabras, como “terrorismo”, me alejan lectores.

— ¿Por qué cree que no hay documentales o más investigación sobre el caso? Porque usted apunta contra dos involucrados muy respetados como Rodolfo Walsh y Horacio Verbitsky

Más que nada Rodolfo Walsh porque, en realidad, Rodolfo Walsh es el gran santón de la intelectualidad argentina y de muchos políticos también. Una persona fascinante, varias personas a la vez. Un gran escritor, periodista de investigación que inaugura un modo de hacer periodismo antes que Capote, varios años antes, magnífico libro Operación Masacre, y a la vez, un cuadro revolucionario, orgulloso de ser combatiente. Es decir, deja de escribir, se hace revolucionario. Pasa del nacionalismo de derecha a la izquierda marxista. Peronista, más o menos. Marxista más. Hace todo un tránsito, se convierte en combatiente y se convierte en la persona clave del Servicio de Inteligencia de Informaciones de Montoneros. De la SIDE de Montoneros. Una de sus misiones, tenía varias, era ocuparse de todos los infiltrados que Montoneros tenía en las fuerzas armadas y de seguridad, que eran muchos. Porque Montoneros tuvo esa capacidad de captar jóvenes que eran hijos de generales, de comisarios, de personal superior de la Fuerza Aérea, de la Marina. Todas esas personas que eran claves para Montoneros las manejaba Walsh. Entre ellos, al autor material del atentado, el que pone la bomba, José Pepe Salgado. Pero él es el que diseña la operación.

Al tocar a Walsh, estamos tocando a una persona que es, de los revolucionarios, el que más homenajes tiene. Hay hasta barrios con el nombre de Rodolfo Walsh. En las Facultades hay cátedras, hay premios, centros de salud, hay escuelas, calles, plazoletas, monumentos, hay una estación de subtes a doce cuadras del lugar donde se hizo el atentado. Y esa denominación, “Estación de subtes Rodolfo Walsh Entre Ríos”, fue aprobada por la Legislatura en forma unánime. Siendo mayoría el PRO, una fuerza de centro derecha o derecha. Quiere decir que es una persona por encima de un partidismo. Entonces tocar a Walsh es tocar un poco un tema clave: ¿Qué vamos a hacer con los ‘70? ¿Vamos a perdonar a algunos? ¿Nos vamos a olvidar de esto? Porque fueron 23 muertos, no fue una travesura infantil. ¿Vamos a perdonar algunos y vamos a condenar a otros? ¿Vamos a buscar la verdad en una alguna parte y en la otra nos vamos a hacer los tontos? Eso es lo que me gustaría dejar con el libro pero es riesgoso y por eso creo que muchos colegas no ven los libros como un elemento en sí, sino como un elemento de prestigio.

— ¿Qué piensan los familiares? Por ejemplo, sobre los homenajes a Rodolfo Walsh

Las víctimas, los heridos y los hijos de los muertos son personas invisibles. No las vemos, se sienten mal. Hay una que me dijo: “Yo nunca conté la historia de mi mamá -era cabo- porque no podría soportar que alguien me dijera que los militares hicieron cosas malas porque mi mamá no tenía ni arma”. Hay otro testimonio, un sargento, que tenía cinco hijos y tres trabajos. Y vivían en un casa en Villa Ballester, la esposa era ama de casa y cuando se murió el sargento se les vino el mundo abajo. No sólo por la pérdida del padre, el esposo, si no porque la mamá tuvo que salir a trabajar y no estaba capacitada. Los echaron del inmueble que alquilaban. Yo creo que hay una gran injusticia con los ‘70 en este plano. La última frase del libro es que, al final, las víctimas de los ‘70 son todas las víctimas. No son algunas. Son las víctimas de la dictadura, pero también las víctimas de los grupos guerrilleros. Todas son víctimas. No hay mejores que otras. En cambio, los 23 muertos no tienen ni una placa en la Ciudad.

— También menciona los subsidios que reciben unos y otros

Los guerrilleros que participaron de la operación, Walsh, pero también Pepe Salgado, todos los parientes han cobrado. Y no discuto si cobraron bien o mal. Acá otras víctimas no cobraron nada. Y esas dos cosas: la falta de placa de un recuerdo y la falta de una indemnización, de una reparación patrimonial, me parece que indica que la clase de dirigente nuestra y una parte de la sociedad importante mira la historia con un solo ojo. Me parece un error. El hecho de que nosotros no podamos ver toda la historia como ocurrió, explica que los ‘70 siempre vuelvan. Y que vuelvan de una forma de un atraso. Como la historia no se ha asumido bien, ahora se repiten errores.

— ¿Las entrevistas a los agentes de inteligencia fue la parte más difícil?

Si, porque los agentes de inteligencia de la Policía Federal tienen una larga tradición. La Policía Federal comienza el 1° de enero del 1945 pero sucede a la Policía de la Capital, que había sucedido a la Policía de la Ciudad. Estamos hablando de una fuerza desde 1821. Hace poco cumplió 200 años. Los agentes, los infiltrados, están siempre con sus nombres cambiados entonces es difícil que hablen. La Policía Federal es interesante porque siempre estuvo identificada con Perón. Perón era una persona que le daba mucha importancia a la información y a la inteligencia. Fue la fuerza de seguridad preferida de Perón. Por lo tanto, en la Policía Federal había mucho contacto con Montoneros, tenían muchos infiltrados en la Policía y la Policía tenía varios infiltrados en Montoneros. Yo trato de contar esa porosidad que había y cómo eso se quiebra con este atentado. Por eso es un error estratégico grave de Montoneros haber atacado Policía Federal.

— Retomando el planteo inicial, ¿Qué hacemos con los ‘70?

Yo creo que los ‘70 se han convertido en una mochila porque no queremos ver lo que pasó. Porque queremos ver una parte, queremos perdonar a algunos y en esto creo que hay que ser generoso con la historia. Ver todo lo que pasó. Creo que es la única manera de salir del atraso. Porque esto es historia. Los ‘70 no se van a ir nunca en el plano histórico. Si escuchas a un sector del Gobierno, La Cámpora, a Cristina (Kirchner) es como que los ‘70 fueron el norte como, por ejemplo, cuando tenían que explicar por qué la Sputnik sí y por qué la Pfizer no. Un discurso setentista que no tenía nada que ver con el Covid-19. Era totalmente arcaico y los llevó a cometer grandes errores. Los ‘70 son una mochila porque no queremos verlos totalmente en su integridad.

(De www.infobae.com)

2 comentarios:

Bdsp dijo...

Uno de los requisitos de Montoneros, para ingresar a ese grupo, consistía en asesinar a un policía y quitarle el arma reglamentaria. Así murieron unos 360 efectivos policiales. Además, el atentado diseñado por Walsh fue el empujón para iniciar la venganza de los policías contra los extremistas. No creo que haya sido necesaria alguna orden presidencial para impulsar la "guerra sucia", en la que ambos sectores intentaron la aniquilación del otro bando. Incluso Perón, desde la presidencia, ordenó la "aniquilación de Montoneros" (sus antiguos aliados).

agente t dijo...

Nos volvemos a encontrar en Montoneros con el caso muchas veces repetido de flagrante contradicción con los postulados teóricos ya que la vanguardia revolucionaria del momento está compuesta por miembros de las clases llamadas a desaparecer según la teoría marxista.