viernes, 17 de septiembre de 2021

Leibniz y la unidad entre católicos y protestantes

Quien se interesa por la religión, aspira secretamente a aportar ideas que permitan un acercamiento entre religiones, aunque tal objetivo parece imposible cuando uno advierte la obsecación de la mayoría de sus dirigentes. Ni siquiera tienen la mínima honestidad de reconocer las divisiones que provocan al conformar distintos subgrupos de la sociedad. Si se acepta la definición de religión como "la unión de los adeptos", se advierte que gran parte de las religiones sólo tienen el nombre de religión.

Ni siquiera resulta posible unificar las distintas ramas del cristianismo: católicos, protestantes y ortodoxos, por lo que resulta impensable la unión de cristianos con otras religiones. Y ello se debe principalmente a ignorar las leyes naturales, precisamente las leyes de Dios, en cuyo caso habría un vínculo de unión objetivo e, incluso, accesible a la observación. Pero para ello habría que aceptar previamente que la religión ha de tener como principal objetivo adaptar al ser humano al orden natural, en lugar de hacer pedidos a Dios para que intervenga, a través de milagros, para cambiar o destruir dicho orden.

Las religiones actuales funcionan al revés de lo que el sentido común indica, ya que, en lugar de intentar que el ser humano se adapte a las leyes de Dios, se invoca a Dios para que se adapte a los deseos y necesidades humanas. Bossuet escribió: "El Dios de Moisés puede hacer y deshacer como le place; da leyes a la naturaleza y las destruye cuando quiere...Sí, para hacerse conocer en la época en que la mayoría de los hombres lo habían olvidado, ha hecho milagros asombrosos y obligado a la naturaleza a salirse de sus leyes más constantes, ha continuado mostrando con ello que era su único dueño absoluto y que su voluntad es el único bien que conserva el orden del mundo" (Citado en "La crisis de la conciencia europea" de Paul Hazard-Ediciones Pegaso-Madrid 1952).

Tampoco faltan quienes se alejan de la sociedad aduciendo cierta espiritualidad a través de un supuesto "perfeccionamiento". En lugar de atribuir una posible perfección a la acción con gran influencia positiva en la sociedad, suponen que la "perfección" se logra estableciendo un vínculo afectivo con un ser perfecto e imaginario, en lugar de vincularse de esa forma con seres reales y con defectos. Jacques Leclercq escribió: "Los moralistas impulsan poco a la acción. Los tratados de moral no hablan, generalmente, de ella y si lo hacen es para decir que la acción aparta el espíritu de la perfección, que disipa, que materializa y que el sabio vive en espíritu" (De "Las grandes líneas de la filosofía moral"-Editorial Gredos SA-Madrid 1977).

Gottfried Leibniz, uno de los fundadores del cálculo infinitesimal y de la mecánica escalar, además de ser un reconocido filósofo, intentó unir a católicos y a protestantes, si bien, como era de esperar, no tuvo éxito. Ninguno de los jerarcas de ambos bandos habría de renunciar a sus creencias personales y a un puesto de mando y poder para facilitar una posible unión de cristianos. Emile Boutroux escribe sobre Leibniz: "Reanudar la tarea de Aristóteles, volver a encontrar la unidad y la armonía de las cosas, que el espíritu humano parece renunciar a captar, tal vez incluso a admitir, tal es el objeto que se propone Leibniz" (Citado en "La crisis de la conciencia europea").

Debido a los serios conflictos entre católicos y protestantes, varios son los pensadores que buscan la pacificación, siendo el luterano Leibniz uno de los más destacados. Establece intercambios epistolares con Bossuet, la figura más destacada del catolicismo a finales del siglo XVII. Como filósofo, Leibniz apela a la razón como guía para la unificación. Paul Hazard escribe: "Leibniz va más lejos que todos. Hacia la época en que se prepara y se ejecuta, en el Reino de Francia, la Revocación del Edicto de Nantes, insensible a las violencias pasajeras y convencido de que el espíritu de concordia es la verdad y la vida, reflexiona y compone la profesión de fe que se llama el Systema theologicum, de tono tan grave y tan hermoso: «Después de haber invocado el auxilio divino con largas y fervientes plegarias; dejando de lado, en cuanto es posible al hombre, todo espíritu de partido; meditando sobre las controversias religiosas como si llegara de un mundo nuevo; simple neófito, extraño a todas las comuniones, libre de todo compromiso, he llegado al fin, bien considerado todo, a los puntos que voy a exponer: he creído deber abrazarlos, porque la Sagrada Escritura, la autoridad de la piadosa antigüedad, la sana y recta razón misma y el testimonio cierto de los hechos, me parecen reunirse para inspirar su convicción a todo hombre exento de prejuicios...»".

"¿De qué convicción habla? Habiendo examinado no sólo los dogmas, la existencia de Dios, la creación del hombre y del mundo, el pecado original, los misterios, sino los puntos más debatidos en la práctica, los votos religiosos, las obras, las ceremonias, las imágenes, el culto de los santos, está convencido de que nada se opone a que católicos y protestantes se aproximen, se unan y, cediendo unos y otros acerca de algunas dificultades aparentes, restituyan la unidad de la fe".

"Véase cómo habla de las disciplinas romanas, de las mismas que excitan la cólera y el desprecio de sus correligionarios, los luteranos: «Confieso que las órdenes religiosas, las cofradías piadosas, las asociaciones santas y todas las demás instituciones de este género, han obtenido siempre de parte mía una admiración muy particular. Son como una milicia celestial que combate sobre la tierra, con tal de que se evite todo abuso y toda corrupción, que se las dirija según el espíritu y las reglas de los fundadores, y que el Sumo Pontífice las aplique a las necesidades de la Iglesia universal»".

Leibniz se adelanta a su tiempo buscando en las concidencias las bases para un acuerdo, aunque por un camino errado, ya que las coincidencias no pueden ser otras que aquello que es objetivo, observable y común a todos los seres humanos: la ley natural invariante. De ahí que la religión natural sea la única opción para la unión entre católicos y protestantes, y de las diversas religiones entre sí. Además, la ley natural que contempla la existencia de la empatía emocional, conduce a establecer una ética natural básica, a la que debe adherir toda religión (si busca en realidad "unir a los adeptos"). Mientras no se busque la unión por esa vía, se mantendrán los desacuerdos y los conflictos.

1 comentario:

agente t dijo...

La religión no existe al margen de los seres humanos, de sus intereses, comprensión del mundo y de la práctica y transmisión del culto al que están adheridas. Por lo tanto, y a pesar de los libros sagrados existentes, no existe realmente una versión verdadera de ninguna religión, todas son variables y pueden evolucionar en la medida en que lo hagan sus partidarios. Todos los cultos han sido alterados a lo largo de la Historia, y en esta circunstancia reside la esperanza de que una cultura común avanzando en la humanidad, dotada de mayor objetividad que lo habitual hasta el momento gracias al mayor peso de la ciencia que en ella deberá darse por las circunstancias económicas y sociales, pueda llevar a esa aproximación propuesta en la entrada.


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