lunes, 6 de septiembre de 2021

El infierno en la tierra

Existen algunas ideas, siempre presentes en gran parte de la humanidad, que sirven para establecer las condiciones necesarias para la aparición de alguna forma de totalitarismo, siendo los principales el totalitarismo político y el totalitarismo teocrático, como el recientemente reinstalado en Afganistán. En el primer caso, la creencia básica para su instauración está asociada a la búsqueda de utopías; en el segundo caso la creencia básica es la existencia de un Dios personal, que interviene en los acontecimientos humanos y que requiere de intermediarios para hacer cumplir su voluntad sobre todos los seres humanos del planeta.

Por lo general, se afirma que las utopías son imprescindibles para mirar hacia adelante aunque no se las establezca concretamente. Sin embargo, como es el caso del socialismo, han servido también para instalar gobiernos mentales y materiales para ser impuestos a todo integrante de la sociedad, contra la voluntad de muchos, convirtiendo sus vidas en un permanente estado de terror y sufrimiento. De ahí que, para mirar hacia adelante, debemos intentar adaptarnos a las leyes naturales invariantes y eternas que rigen todo lo existente.

La idea del Dios interviniente en los acontecimientos humanos, que intenta gobernarnos a través de sus enviados, implica una teocracia indirecta que por lo general consiste en un gobierno humano, y no divino, como es el caso del terrorífico gobierno talibán, sustentado en interpretaciones del Corán, el que, al igual que otros Libros Sagrados, presenta una mezcla de mensajes de paz con mensajes de guerra y violencia. El apaciguamiento de este peligro latente habrá de establecerse con la evidencia de que la religión surge de seres humanos que miran a Dios, o al orden natural, en lugar de sostener que la religión surge de Dios; idea generadora de gran cantidad de conflictos a lo largo de la historia. Antonio Elorza escribió: "Los atentados que ha protagonizado al-Qaeda a lo largo de la última década reivindican un fundamento teórico rigurosamente ortodoxo en el Corán y son ejecutados en nombre de la causa de Alá" (De "Los dos mensajes del Islam"-Ediciones B SA-Barcelona 2008).

La palabra "totalitarismo" implica "todo en el Estado", si bien se interpreta como la intromisión del poder político o del poder religioso en la vida íntima y personal de cada integrante de la sociedad. Mientras que un dictador o un tirano ejerce su función sin llegar al control de tipo personal, no se ha llegado todavía al totalitarismo. Pero, en cuanto no se admite la oposición política o religiosa, ni tampoco la indiferencia, sino que surge la obligación de adherir al gobierno mental y material del líder político o del líder religioso, aparece el totalitarismo como el camino hacia la instauración del infierno sobre la tierra.

El infierno en la tierra se establece a través del temor, que pronto se convierte en terror, a ser denunciado como opositor por conocidos, amigos o familiares, ante el poder político o religioso, lo que conlleva a sufrir alguna forma de venganza ante la verdadera o supuesta disidencia. Ese temor o ese terror se traduce en una desconfianza ante los demás integrantes de la sociedad que se hace evidente en una incomunicación voluntaria con el resto, lo que implica destruir la esencia social de todo ser humano. De ahí que la palabra "socialismo" implica un totalitarismo disolvente de la sociedad, es decir, todo lo opuesto a lo que ese término sugiere.

Puede hacerse una síntesis del proceso totalitario considerando la existencia de un "director ideológico" que impone "su verdad" y la inmediata designación como "enemigo" de todo aquel que no acepte la propuesta ideológica. Entre los ejemplos podemos considerar:

a) Islam: Mahoma (Director ideológico) vs. Infieles (enemigos)
b) Inquisición: Interpretación bíblica vs. Herejes
c) Nazismo: Hitler vs. Razas inferiores
d) Socialismo: Marx, Lenin vs. Clases sociales incorrectas
e) Justicialismo: Perón vs. Oligarquía y clase media

Adviértase la prohibición bíblica de todo gobierno mental y material del hombre sobre el hombre, ya que tal gobierno se opone al gobierno de Dios sobre el hombre (o Reino de Dios) a través de la ley natural. También la libertad promovida por el liberalismo implica una limitación o "prohibición" de todo gobierno mental o material entre seres humanos.

1 comentario:

agente t dijo...

Ese terror generalizado que caracteriza a los regímenes totalitarios provoca que las interacciones sociales entre individuos y grupos no sean fluidas ni naturales. Por ello las élites dirigentes no obtienen una información confiable del verdadero estado de las cuestiones, lo que les lleva a tomar decisiones que devienen irracionales, inaplicables y hasta contraproducentes, espiral que acaba en la ruina del sistema y en su caída como ha podido comprobarse con la disolución de la URSS. Como fenómeno paralelo y origen del anterior encontramos en el conjunto de los individuos sometidos una actitud atomizada, de falsa colaboración y bajo rendimiento motivados por la falta de estímulos positivos y por una conformidad absolutamente insincera.