sábado, 21 de marzo de 2020

Cuando las ideologías son más importantes que sus efectos

Las ideologías, como conjuntos de ideas, a veces sólo sirven para desplazar de la mente a la cotidiana e inmediata realidad. El enajenamiento mental va mucho más allá por cuanto, quien así procede, tiende a destinar su vida a la promoción o a la imposición de tal ideología sin contemplar los efectos que ha de producir en los demás. Por el contrario, cuando existe una pequeña dosis de sentido común y de dignidad humana, se procede a observar objetivamente los efectos que la ideología en cuestión produce, modificándola y adaptándola en función de esos efectos, o bien rechazándola si tales efectos son negativos para la sociedad.

Los comportamientos mencionados involucran tanto a la religión como a la filosofía, ya que las ideologías científicas (si en realidad lo son) adoptan el método de prueba y error corrigiendo las descripciones realizadas si no resultan compatibles con la realidad, o si generan malos efectos. Puede decirse que ello no ocurre, generalmente, en las "ciencias sociales", a lo que puede responderse diciendo que tales "ciencias", en ese caso, transitan por etapas precientíficas.

Puede mencionarse, como ejemplo, la postura socialista por la cual alguien defendía el "derecho" del Estado soviético de prohibir la salida de personas; algo que, por lo general, perjudicaba a sus habitantes. Benito Marianetti escribía: "Con respecto al derecho a entrar o salir del territorio, este asunto ha sido planteado en las Naciones Unidas y el representante soviético ha contestado las acusaciones. No creo que yo pueda hacerlo mejor que el señor Vishinsky. Sólo quiero decir que si en la Unión Soviética existe una disposición que establece que las mujeres soviéticas que se casan con extranjeros no podrán salir del país, evidentemente que si sabiéndolo ellas y sus novios, se casan, ya saben que tienen que quedarse allá".

"Y si este país ha resuelto el asunto de esa forma, me parece que tiene derecho de hacerlo: es una cuestión de soberanía nacional. Pero aparte de eso,creo que han hecho muy bien, tratándose de un régimen socialista, porque una persona que sale de la Unión Soviética, sale por dos motivos: o para convertirse en un especulador capitalista o para convertirse en un asalariado del capitalismo. Si sale para convertirse en capitalista se convierte en enemigo de la Unión Soviética y de toda la clase obrera y si sale para convertirse en explotado, es un soldado que deserta de la economía socialista para incorporarse a la economía capitalista" (De "Nosotros y la Constitución"-D'Accurzio Impresor-Mendoza 1950).

El encarcelamiento socialista es rechazado por la gente decente (a pesar del auge socialista en importantes sectores de la sociedad). Mientras que el socialista contempla el "derecho", de quienes dirigen al Estado, de decidir la vida de los ciudadanos, el ciudadano tiende a contemplar sus propios derechos. Andrei Sajarov escribía: "Sobre el derecho de escoger el país de residencia: Este importante derecho es de gran significación para toda la sociedad como garantía de otros derechos fundamentales del individuo y de la mutua confianza entre los países y de la posibilidad de una sociedad abierta". "El derecho a elegir el país de residencia es, en cierta manera, la piedra de toque de toda la política de acercamiento, el terreno en que se define su verdadero carácter" (De "Mi país y el mundo"-Editorial Noguer SA-Barcelona 1976).

En el ámbito de la religión sucede algo similar por cuanto los ultra-ortodoxos se oponen a toda postura ajena a sus creencias sectoriales, a pesar del distanciamiento que tal actitud provoca entre religión moral y sociedad. En el caso del cristianismo, se advierte un casi total reemplazo de la religión moral por un conjunto de dogmas y creencias, de tipo filosófico, que mantiene entretenidos a quienes disfrutan de participar en discusiones ajenas a la realidad sin nunca convencer a sus opositores.

La propuesta básica del ultra-ortodoxo implica que la virtud y la vida eterna se logran a partir de la creencia y adhesión total hacia los dogmas de la Iglesia Católica, y no tanto en el cumplimiento de los mandamientos de Cristo. Esto se advierte en cuanto rechaza a los "herejes", "naturalistas", "paganos" y "ateos" que, aún cumpliendo con tales mandamientos éticos, no "creen" en aquellos dogmas.

Para ilustrar esta situación puede mencionarse a Julio Meinvielle, un ultra-ortodoxo que se opone a Jacques Maritain, un "hereje" que propone una apertura religiosa que contemple como cristianos a quienes adhieren a la ética cristiana aun cuando estén desvinculados de la Iglesia Católica. Julio Meinvielle escribió: "Maritain, que se profesa fervoroso filósofo católico, ha forjado una teoría «práctica», esto es, ordenada a regular las acciones morales de los católicos en el orden social, que se llama la «nueva cristiandad», o el «humanismo integral», o, la «ciudad fraterna»; ahora bien, lo que está en discusión es esta su «nueva cristiandad»".

"¿Acepta esta su ciudad fraterna aquellas verdades fundamentales que constituyen la esencia de la Fe Católica? Porque, si no las aceptara o si no se les diera la cabida que les corresponde, podrá Maritain ser personalmente católico, pero no lo será la ciudad que imagina en su «nueva cristiandad». Y en este caso, dejando a resguardo los méritos e intenciones del filósofo católico, habría que impugnar una norma de vida social que, al ser propuesta como término orientador de la acción social de los católicos, contribuiría a producir confusión y ruina".

"Porque en el fin último o supremo y únicamente en él depende que una ciudad sea o no cristiana. No estamos hablando de los individuos que integran la ciudad, hablamos de la ciudad como tal. ¿Esa ciudad que se propone como fin la «amistad fraterna evangélica» adora al Dios verdadero y a su Hijo, Jesucristo, o no lo adora? ¿Esa ciudad pone en su cúspide, como primera Verdad orientadora, el amor y la gloria de Dios, de manera que con respecto a ella y en la medida que a ella conduce acepta la amistad fraterna evangélica, o en cambio, ésta es su primera y suprema verdad, a la que todo ha de acomodarse? Porque si no adora a Jesucristo y reconoce la divinidad de la Santa Iglesia, será teísta, pero no cristiano; y si, en cuanto ciudad, no adora a Dios, será simplemente neutra y atea" (De "De Lamennais a Maritain"-Ediciones Theoria SRL-Buenos Aires 1967).

Se les podría decir a los ultra-ortodoxos católicos (que priorizan lo sobrenatural a lo natural) que la ética cristiana, basada en el amor al prójimo, se fundamenta a su vez en la principal ley natural de supervivencia y adaptación al orden natural: la empatía emocional (regulada o limitada por el razonamiento). Esta ley es accesible al entedimiento y a las decisiones individuales de cualquier habitante del planeta (no así los misterios y los dogmas sectoriales).

El sobrenaturalismo católico ha favorecido el alejamiento de la gente respecto de la religión junto al ingreso a la sociedad de las "religiones de la posmodernidad", como la New Age (Nueva Era), que tienden a adaptarse a la mentalidad prevaleciente en las sociedades actuales, como lo es la actitud narcisista. Por el contrario, toda religión auténtica (que "une a los adeptos") debe apuntar a la adaptación del ser humano al orden natural. Roberto Bosca escribió: "No parece que el despliegue individualista signifique un crecimiento de la libertad humana. «El narcisismo -precisa Lipovetsky apuntando a la naturaleza del subjetivismo New Age- se define no tanto por la explosión libre de las emociones como por el encierro sobre sí mismo»; es el replegarse sobre sí lo que en definitiva lo caracteriza".

"Narciso, demasiado absorto sobre sí mismo, renuncia a las militancias (palabra que caracteriza la actitud de los 60) y abandona las ortodoxias. En este contexto, ni siquiera los cismas y las herejías tienen sentido, porque se ha producido una desustancialización de las doctrinas, y un consiguiente relajamiento ideológico".

"De ahí que pueda decirse también que la New Age constituye un hedonismo espiritual, en cuanto no existe en sentido estricto una alteridad, sino la búsqueda de unas técnicas, o más precisamente: de un estilo de vida en el que se privilegia una maximización del bienestar de cuerpo y alma -material y espiritual- con prescindencia del otro" (De "New Age"-Editorial Atlántida SA-Buenos Aires 1993).

1 comentario:

agente t dijo...

Del sentido que los humanos tengamos de lo sacro puede depender en buena medida un orden social sustentable. Primeramente hay que señalar que ese sentido para nada encuentra respuesta o viene referido a ritos u observancias desconectadas de toda circunstancia concreta y actual vivida personalmente por los practicantes. Tiene que ser un conjunto de ideas y sensaciones que den consuelo a nuestra soledad metafísica, a la pregunta acerca del sentido de nuestra existencia. Además, tampoco es menor el papel que pude tener lo sacro en el reforzamiento de los lazos comunales, de esa parte de nuestra existencia situada indudablemente más allá de nuestra desnuda, problemática y material individualidad, es decir, que sea un paliativo para nuestra soledad y sirva para establecer vínculos decentes con nuestros conciudadanos y demás congéneres, vínculos, que más allá de nuestro círculo íntimo, no se queden en lo puramente instrumental.