sábado, 28 de diciembre de 2019

Minería: todo sigue como entonces....

En Mendoza, con graves problemas por la falta de agua, sigue el derroche como siempre. Ello indica que no valoramos el agua ni tampoco a aquellos comprovincianos que padecen a diario y en forma directa su escasez.

Pero había un sector que necesitaba utilizarla para generar unos 50.000 puestos de trabajo, entre otros aspectos. Aunque es inadmisible que empresas capitalistas tengan otros objetivos, según se cree, que "envenenar el agua".

Como seguramente no ha de disminuir la utilización, o consumo, de metales, seguiremos trayéndolos de otras provincias o de otros países, en donde supuestamente la gente "muere por beber agua envenenada por la minería". Pero eso a nosotros no nos interesa, ya que sólo queremos que nos sigan vendiendo metales.

¿Y si la gente no muere envenenada en los países mineros? Pues entonces habremos perdido la posibilidad de solucionar gran parte de nuestros problemas económicos y seguiremos en la decadencia social y moral, con una pobreza material creciente, pero con las reservas metalíferas intactas....

La prohibición, bastante amplia, de la actividad minera en Mendoza, satisface la generalizada predisposición de los argentinos: no favorecer a nadie, ni siquiera cuando uno mismo reciba parte del beneficio.

Tal prohibición satisface a quienes hacen gala de cierto "espíritu ecológico", que se advierte en aquellas manifestaciones como que "la producción de energía eólica mata a los pájaros", "la siembra de soja inutiliza la tierra cultivada" (aunque el dueño de la tierra no lo sepa), "los autos participantes del rally Dakar destruyen el ambiente natural", etc. La inacción total favorece la decadencia económica, por lo cual se la debe promover hasta el futuro advenimiento del socialismo.....

1 comentario:

agente t dijo...

Esta preocupación por la seguridad personal unida a la ignorancia de la realidad de la economía trae consigo esta actitud tan egoísta que pone de manifiesto la presencia de otros problemas sociales graves y profundos tales como la incapacidad de entender que el Estado no puede hacerse responsable del futuro de la generalidad de las personas, que estas deben buscárselo, con sus riesgos y esperanzas, y que por ello hay que dejar operar a aquellos que tienen iniciativa y emprendimiento para que tiren del carro económico en el que todos vamos subidos, aunque se lleven más tajada que la mayoría no emprendedora.