sábado, 14 de diciembre de 2019

Fundamentación científica de la filosofía vs. Fundamentación filosófica de la ciencia

Mientras que los buscadores de la verdad, en cuestiones humanas y sociales, valoran tanto la religión como la filosofía y la ciencia, el pseudointelectual tiende a valorar a una de ellas y a ignorar y denigrar a las otras dos. Si bien existe la tendencia a especializarse en una de ellas, especialmente por afinidad psicológica o personal, no es justo ignorar los aportes que en el pasado y en el presente ofrecen las otras ramas del conocimiento.

De la misma manera en que los líderes políticos y militares han pretendido, a lo largo de la historia, dominar y gobernar a toda la humanidad, los pseudointelectuales, infiltrados en la religión, en la filosofía y la ciencia, pretenden imponer sus limitadas ideologías al resto de la sociedad, y a veces de la humanidad, invocando alguna de las ramas del conocimiento mencionadas. Así, el viejo antagonismo entre España e inglaterra, acentuó el rechazo de sus respectivas religiones oficiales. R. L. Bruckberger escribió: "Al final del siglo XVI, el conflicto entre inglaterra y España era necesario, por el hecho mismo de la ambición al imperio universal que animaba a las dos...Para los ingleses, España, Felipe II, el Papa, todo ello era el diablo y el infierno desencadenados. Para los españoles, Inglaterra era una hidra infernal e Isabel la gran prostituta del Apocalipsis. El catolicismo estaba proscrito en Inglaterra, no solamente como una abominable superstición, sino aun como un delito contra el Estado y la seguridad. El protestantismo estaba proscrito en España por las mismas razones" (De "La República moderna"-Editorial Pleamar-Buenos Aires 1964).

Durante el medioevo europeo, cuando todavía no surgía la ciencia experimental, la Iglesia pretendía fundamentar con la Biblia a la filosofía de la época, no sin antes intentar una fundamentación adicional a partir de la filosofía aristotélica. En realidad, existía una complementación entre religión y filosofía sin necesidad de recurrir a una fundamentación estricta, si bien los religiosos priorizaban lo que fue otorgado por revelación divina, según su creencia, antes que por razonamientos humanos. Posteriormente, con el inicio de la ciencia experimental, mantienen su postura en la creencia de que la Biblia no sólo trae mensajes éticos, sino también conocimientos acerca de todo lo existente, incluida la materia. De ahí los conflictos con Galileo y posteriormente con Darwin, si bien en los últimos tiempos parecen haber aceptado aquella expresión de Galileo que sugiere que: "La Biblia indica cómo llegar al cielo y no cómo está hecho el cielo".

Una postura similar se adopta durante el siglo XX con la filosofía marxista, con la cual se intentó reemplazar la propia realidad como referencia, llegándose al extremo de establecerse una "genética no mendeliana" por parte de Trofim Lysenko, en la URSS, con el correspondiente deterioro posterior de la agricultura soviética. Las catástrofes sociales producidas por el comunismo son un indicio adicional del precio que se paga por orientarse por filosofías de dudosa validez.

Incluso en la actualidad persisten los "filósofos" que creen que su misión consiste en establecer "principios generales" que habrán de orientar y fundamentar tanto a la ciencia experimental como a toda la humanidad. Robert Hutchins escribió: "En una universidad ideal, el estudiante no tendría que retroceder desde las observaciones más recientes hasta los primeros principios, sino que habría de avanzar desde los primeros principios hasta aquellas observaciones que nos pareciesen significativas para comprenderlos...Las ciencias naturales sacan sus principios de la filosofía de la naturaleza, la cual, a su vez, depende de la metafísica...La metafísica, o estudio de los primeros principios, lo invade todo...Las ciencias naturales y sociales dependen de ella y le están subordinadas".

En los citados "delirios metafísicos" se observa una actitud similar a la adoptada por la Iglesia del pasado o por el marxismo actual, ya que cada sector se atribuye la mayor importancia minimizando las restantes ramas del conocimiento. Al respecto, Philipp Frank escribió: "Este programa, evidentemente, está fundado en la creencia de que hay principios filosóficos independientes de los avances de la ciencia, y de los cuales, en cambio, pueden deducirse las proposiciones más generales de las ciencias naturales y sociales".

"El problema que ofrece tal programa es, por supuesto, encontrar esos principios de validez permanente. De hecho, la permanencia de los principios filosóficos sólo puede ser conservada y garantizada por autoridades espirituales o seculares, o por ambas. Ninguna educación universitaria puede fundarse en una metafísica, a menos que la elija una autoridad que tenga a su cargo, permanentemente, la regulación de la enseñanza" (De "Filosofía de la Ciencia"-Herrero Hermanos Sucesores SA-México 1965).

Mientras que el pseudofilósofo tiende a proponer principios que abarcan la totalidad de lo existente, escapándoseles por lo general la mayor parte de la realidad, el científico auténtico tiende a organizar el conocimiento mediante el método axiomático, adoptando principios, o axiomas, de limitada validez, referidos sólo a un sector de la realidad, es decir, mientras que tal "filósofo" pretende deducir toda la realidad a partir de los principios propuestos (de arriba hacia abajo), el científico ubica sus principios de abajo hacia arriba, para luego hacer deducciones adicionales dentro de su restringido campo de aplicación.

Los teólogos y los pseudofilósofos, que ignoran o menosprecian las leyes naturales, pontifican desde las alturas de lo sobrenatural y de la estricta racionalidad lógica, respectivamente. Lo grave del caso es que alejan a la gente de la religión moral, y de la moral elemental, para enmascararla con misterios inaccesibles al hombre común, o bien estableciendo "principios abstractos" que adicionalmente tienden a debilitar las posturas económicas y políticas a las cuales pretenden "fundamentar".

Toda descripción de la realidad que no tenga en cuenta las leyes naturales (que rigen todo lo existente) no tiene razón de ser. Como la ciencia experimental describe, justamente, tales leyes, es la candidata para fundamentar tanto a la filosofía como a la religión. No por ello se le debe dar un rango de menor importancia a las otras ramas del conocimiento, ya que en realidad conforman un conjunto en el cual sus partes se complementan mutualmente.

Es oportuno mencionar la opinión de Albert Einstein sobre los temas tratados: "Cuento más imbuido está un hombre de la ordenada regularidad de todos los acontecimientos, más firme se hace su convicción de que nada queda, por causas de diversa naturaleza, fuera de esta ordenada regularidad".

"Sin duda, la doctrina de un Dios personal que se interpone en los acontecimientos naturales nunca podría ser refutada, en el real sentido de la palabra, por la ciencia, pues esta doctrina puede refugiarse siempre en dominios en que el conocimiento científico no ha puesto pie aún".

"Pero estoy persuadido de que tal proceder por parte de los representantes de la religión no sólo sería indigno, sino también fatal. Pues una doctrina que no es capaz de sostenerse a la faz del día sino solamente en la oscuridad, necesariamente perderá su efecto sobre la humanidad, con incalculable daño para el progreso del hombre".

"La mera actividad racional no puede darnos el sentido de los fines últimos y fundamentales. El poner en claro estos fines y valoraciones fundamentales, y fijarlos con firmeza en la vida emocional del individuo, paréceme ciertamente la más importante función que la religión ha de realizar en la vida social del hombre".

"Es privilegio del genio moral del hombre, personificado en individuos inspirados, proponer axiomas éticos que sean tan comprensibles y tan legítimamente fundados que los hombres los acepten como arraigados en la vasta masa de sus experiencias emocionales. Los axiomas éticos se establecen y se someten a prueba no de forma muy diferente que los axiomas de la ciencia. La verdad es lo que constituye la prueba de la experiencia" (De "De mis últimos años"-Aguilar SA de Ediciones-México 1969).

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