viernes, 1 de marzo de 2019

La ignorancia del ateo activo

La nuestra es una época en que la religión tiende a tener menos adeptos. De ahí que la proporción de ateos tiende a aumentar. Sin embargo, debe distinguirse entre el ateo pasivo, que no está contra la religión, del ateo activo que dedica su vida a ridiculizar y burlarse de las personas religiosas. Manuel Olasagasti escribió: “En comparación con el pasado y desde una perspectiva sociológica, nuestro mundo puede definirse como ateo. Sin negar la existencia de amplios círculos de creyentes, es un hecho que la creencia en Dios va perdiendo vigencia social, por lo menos no presenta el vigor suficiente para que se pueda calificar nuestra época como religiosa”.

“Este deslizamiento hacia el ateísmo es cosa de los tiempos más que de las personas; el mundo «se va encontrando con que» no cree en Dios. De ahí la fuerza de ese ateísmo y su invulnerabilidad a reacciones defensivas o a contraataques de recuperación de posiciones; su gravedad puede quizá expresarse con términos de Ortega diciendo que no es una idea o ideal que se conquista o se defiende, sino una creencia en que se está o por lo menos una duda en que se cae y no sólo «se tiene». Una creencia no se desarraiga con ideas contrapuestas, sino suplantada por otra creencia; pero la creencia no se impone polémicamente, tiene que nacer, como todo lo que tiene raíces” (De “Estado de la cuestión de Dios”-Editorial Espasa-Calpe SA-Madrid 1976).

El principal ataque ateo está sustentado en una aparente compatibilidad del ateísmo con la ciencia (y de la incompatibilidad entre ciencia y religión). Sin embargo, la visión que nos brinda la ciencia actual es la de un universo regido íntegramente por leyes naturales invariantes. De ahí que pueda hablarse de cierto “orden natural” e, incluso, que se le pueda asociar cierto sentido aparente. Si renunciamos a la imagen de un Dios que se parece a una persona, tenemos en dicho orden los atributos de un Dios impersonal que lleva a una religión totalmente compatible con la ciencia experimental. Luego, la diferencia entre creyente y ateo implica que el primero le asocia un sentido al universo, mientras que el segundo piensa que no lo tiene.

La actual visión del universo no resulta demasiado distinta de la que tenía Baruch de Spinoza. De ahí que Albert Einstein alguna vez dijo “mi Dios es el Dios de Spinoza”. Incluso denominaba al orden natural como “el Viejo”, afirmando que le interesaba de sobremanera conocer “las ideas del Viejo”. Julián Marías escribió respecto de esta forma de religión: “El naturalismo de la época moderna lleva naturalmente al concepto de religión natural. Esto es lo que se llama también deísmo, a diferencia del teísmo. Teísmo es la creencia en Dios; se entiende, en el Dios religioso, sobrenatural, conocido por la revelación. El deísmo, en cambio, surge como una reacción frente al ateísmo que se insinúa en la filosofía inglesa, pero dentro de lo estrictamente natural”.

“Dios es conocido por la razón, sin ayuda sobrenatural ninguna. La religión natural se reduce a lo que nuestra razón nos dice acerca de Dios y de nuestra relación con Él. Es, por tanto, una religión sin revelación, sin dogmas, sin Iglesias y sin culto. Todo el siglo XVIII de la Ilustración, con su idea del «Ser supremo», está dominado por el deísmo” (De “Historia de la Filosofía”-Editorial Revista de Occidente SA-Madrid 1969).

La ignorancia esencial del ateo militante es que desconoce completamente este tipo de religión. También ignora la existencia de las “religiones sin Dios”, como el budismo y el taoísmo. En su mente sólo existe la idea que él se ha formado de la religión viendo de cerca a personas fanáticas e irracionales que frecuentemente se observan en grupos religiosos. De ahí la absurda generalización a toda forma de religión.

La soberbia del ignorante llega al extremo cuando afirma que todo religioso presenta alguna forma de debilidad mental. De ahí que, aun los grandes científicos, religiosos muchos de ellos, serían “débiles mentales” en su opinión. Pierre Lecomte du Noüy escribió: “El hecho de no haber recibido yo una educación religiosa, sino de haber sido criado en la indiferencia característica de fines del siglo XIX y al no poseer la fe, he podido llegar a admitir la necesidad de la idea de Dios y de la religión por los mismos hechos científicos que han rechazado los racionalistas. Por tanto, los combato en el mismo terreno de la ciencia, de acuerdo con la mayoría de los sabios más ilustres del pasado y del presente: Newton, Pascal, Lavoisier, Faraday, Maxwell, Ampère, vuestro gran compatriota Raleigh, Pasteur, y entre los Premios Nobel que aún viven: Millikan, Compton y muchos otros de los EEUU” (De “De la ciencia a la fe”-Ediciones Guadarrama SA-Madrid 1969).

Es oportuno recordar que Cristo, para proteger su religión del vulgar paganismo, indica a sus seguidores que “Dios ya sabe qué os hace falta antes de que se lo pidáis”, y que “es tu fe” la que produjo el milagro (y no una intervención directa de Dios). Con ello sugiere que lo que nos acontece en la vida depende de nuestra actitud moral y no de la eficacia de los pedidos a Dios.

La ignorancia atea llega al extremo cuando se indica que “todas las religiones promueven de una u otra forma el altruismo”, mientras que hasta los niños pequeños saben que el cristianismo, por ejemplo, promueve el amor al prójimo (actitud por la cual se comparten las penas y las alegrías ajenas como propias). De ahí que. según aquella opinión, todas las religiones serían distintas variantes del socialismo marxista-leninista. Al no saber distinguir entre “amor al prójimo” y “altruismo” (buscar el beneficio material ajeno aun a costa de un perjuicio propio), el ateo activo se convierte en un irresponsable promotor de la aceptación del marxismo-leninismo ante los millones de cristianos que tienen poco definidas las actitudes antes mencionadas. Aun cuando tal ateo activo luzca un disfraz de “liberal”, está intentando “obsequiar” la propia Iglesia Católica al socialismo como una importante arma ideológica. Es por ello que a tales individuos se los catalogue como “marxistas de mercado”.

El ateo activo, en algunos casos, adopta una sumisión mental ante algún líder político o filosófico. Luego, con su soberbia típica, adopta frente al religioso una actitud de superioridad absoluta denigrándolo con burlas y descalificaciones de todo tipo. En las redes sociales se junta con otros ateos actuando como verdaderas hienas que tratan de destruir toda actitud religiosa. Incluso sugieren que “el cristianismo es inmoral”.

Las actuales religiones, que producen bastante más conflictos que soluciones, no deben ser destruidas, sino reencauzadas hacia la moral natural que surge de la actitud cooperativa del hombre. Si no nos orientamos por las leyes naturales, o leyes de Dios, sólo quedará como alternativa guiarnos por las leyes humanas, con serio riesgo de caer en alguna forma de caos o de totalitarismo.

La idea de Dios da sentido a nuestras vidas, por lo que su ausencia implica una desorientación esencial que se refleja en nuestra época en el predominio del relativismo generalizado (moral, cognitivo y cultural).

Cuando se nos pregunta acerca de nuestra creencia, o no, en Dios, en cierta forma se está dejando de lado la pregunta acerca de cómo funciona el mundo real, cuya respuesta es aun más importante que saber cuáles son nuestras creencias individuales. Una posible respuesta implica un Dios que dirige al mundo exteriormente a las leyes naturales mediante intervenciones temporales. Otra posibilidad es que sea un sistema autoorganizado al cual nos debemos adaptar. Tal adaptación resulta esencial para nuestra supervivencia. De ahí que la postura del ateo activo sea esencialmente una actitud destructiva que atenta contra la integridad de la humanidad.

2 comentarios:

Fernando dijo...

¿Orientarse por algo que no existe, que sólo es una creencia, nunca tendrá la certeza de guiarse por lo concreto, por lo tangible y los conocimientos que de ello resultan.
Lo primero equivale a construir sin cimientos firmes y en el pantano.

Bdsp dijo...

Las leyes naturales son algo concreto, tanto como las actitudes humanas, si bien se necesita un poco de imaginación para interpretarlas....Leyes naturales y actitudes son la base de las ciencias sociales....