viernes, 1 de febrero de 2019

Innovaciones culturales

Cuando los economistas consideran a las innovaciones como un aspecto prioritario en una economía de mercado, resulta un poco atemorizante para el emprendedor suponer que tiene que "inventar" algo nunca antes realizado. Sin embargo, la denominada innovación económica no es tan exigente, por cuanto también se considera "innovación" el desarrollo de algo nunca visto en el mercado local, pero que ya fue desarrollado en otra provincia o en otro país.

En el caso de las innovaciones culturales pasa otro tanto. Puede decirse que una innovación cultural no ha de ser necesariamente un "invento" de algo nunca visto antes, lo que ha de resultar poco probable, ya que también una innovación ha de consistir en promover avances o costumbres establecidas en otras partes del país o del mundo; incluso en el mismo país en épocas pasadas.

Como ejemplo de innovación cultural puede mencionarse al humanismo renacentista, que consistió esencialmente en traer al presente de entonces la cultura greco-romana de varios siglos atrás. Francisco Romero escribió al respecto: "El humanismo consiste en la asimilación de la cultura, en su incorporación al espíritu en los términos de una profundización y potenciación de lo esencial humano. La humanidad crea la cultura en un esfuerzo plural nunca interrumpido; la cultura ofrece aspectos puros, libres de cualquier escoria, en los que se manifiestan las capacidades y los anhelos más elevados del hombre, y otros de menor dignidad, de índole práctica, utilitaria. El humanismo es la concentración personal de aquel primer aspecto o sector de la cultura, su reconducción al hombre, el enriquecimiento del individuo con todos los bienes de orden superior producidos por la especie, la animación del tesoro disperso al ser encarnado en una persona humana".

"La edad de oro del humanismo fue, como se sabe, el Renacimiento. Deslumbrado el Renacimiento por la recién descubierta Antigüedad, ser humanista era en esa sazón apropiarse intelectualmente los más sustanciales contenidos de la cultura greco-romana y aun asumir acaso formas exteriores de la vida antigua, todo con señalada preferencia por la dimensión estética. Erudición y humanismo iban entonces de la mano, porque mediante la erudición y sólo por ella se allegaban todos los elementos humanistas. La cultura antigua estaba terminada, completa desde hacía varios siglos; se veía en ella la perfección misma, el ejemplar por excelencia de toda cultura humana".

"Hacerse dueño de ella era poseer las partes y el todo, la exterioridad y el sentido, un conjunto de formas y una concepción de la vida y del mundo. En realidad, sólo entonces se ha dado el humanismo como fenómeno común, porque sólo en esa ocasión se dispuso de un procedimiento relativamente simple para adquirir y dominar las humanidades, procedimiento que no era sino la apasionada proyección del interés -servido por la erudición- sobre la imagen de la Antigüedad, fijada por su acabamiento e idealizada por el miraje retrospectivo, recapitulada en las palabras de los escritores y en las figuraciones de los artistas" (De "Ideas y figuras"-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1949).

Uno de los principales humanistas del Renacimiento fue Erasmo de Rotterdam, quien se propuso reactualizar no sólo las ideas de la cultura antigua, sino lo esencial del cristianismo, encubierto por los diversos emisores secundarios posteriores. Al respecto expresó: "¿Cómo es posible que nos entusiasmemos con las particularidades de una infinidad de viejos sistemas filosóficos y no nos preocupemos por volver a las fuentes originales del cristianismo? Ya que esta sabiduría, tan excelente que ha podido infundir la sabiduría del mundo entero, puede extraerse de pocos libros, como de una fuente cristalina y con mucho menos esfuerzo que la sabiduría de Aristóteles, que debe extraerse de tantos libros enrevesados, y con mucho más fruto...El equipaje para este viaje es más simple y está al alcance de todos. Esta filosofía es accesible para todo el mundo".

"Cristo quiere que sus misterios se difundan de la forma más amplia posible. Yo quisera que todas las buenas mujeres leyeran el Evangelio y las Epístolas de Pablo. ¡Qué fueran traducidos a todas las lenguas! Que el labrador entonara sus cantos empujando su arado, que el tejedor tarareara sus sones mientras trabaja, que el viajero acortara su camino con semejantes conversaciones...Esta clase de filosofía se basa más bien en una disposición del espíritu que en silogismos, es más bien un modo de vida que un punto de vista, una inspiración más que una erudición, una metamorfosis más que una lógica...La filosofía de Cristo, que él mismo llama Renascentia, ¿no es acaso volver a honrar a la Naturaleza, perfecta en el momento de la creación? Por último, aunque nadie nos lo enseñó tan completa y tan eficazmente como Cristo, también en los libros paganos podemos encontrar muchas cosas al respecto" (De "Erasmo (2)" de Johan Huizinga-Salvat Editores SA-Barcelona 1987).

Las innovaciones culturales, en el sentido considerado, serán de poco interés para nacionalistas y para fanáticos de ideologías sectoriales. Ello se debe a que sus objetivos no implican encontrar las formas sociales que mejor convengan a los seres humanos, sino que sus objetivos prioritarios consistirán en imponer sus propias ideas o creencias, con el simultáneo rechazo de todo lo que pueda provenir de otros sectores.

De la misma manera en que la producción económica está orientada hacia un mercado mundial, las propuestas culturales deben orientarse hacia una cultura mundial. Así, cada país deberá tratar de destacarse del resto por sus aportes positivos hacia esa cultura universal. Como ejemplo de lo que se busca, puede mencionarse a la ciencia experimental como parte de esa cultura de toda la humanidad.

El hecho de mirar las culturas del pasado, no significa presuponer que ese pasado ha debido necesariamente ser mejor que la cultura actual, como sostienen los creyentes en una antigua Edad de Oro que, suponen, es necesario volver a vivir. Las innovaciones culturales deben siempre ser sometidas al proceso de "prueba y error", dejando de lado las utopias que surgen de la mente de algunos hombres que juegan a ser dioses.

Las innovaciones deben ser propuestas para épocas de crisis o de decadencia. De lo contrario, no tiene sentido innovar para destruir lo que funciona aceptablemente, como ha sucedido muchas veces con los sistemas educativos o económicos, que empeoran significativamente debido a la absurda manía de intentar cambios como si el cambio en sí mismo implicara progreso. El progreso se da muchas veces trabajando mejor bajo reglas o sistemas vigentes desde mucho tiempo atrás.

Es indudable que, para aplicar el método de "prueba y error" en los aspectos culturales, es imprescindible que los integrantes de la sociedad sepan describir la realidad con cierta eficacia. De ahí que no será posible incorporar alguna innovación cuando en una sociedad predomina el fanatismo y se llega incluso al extremo de apludir y admirar a personajes nefastos que destruyeron individuos y sociedades enteras.

Un error frecuente es el cometido por los países subdesarrollados cuando imitan los efectos producidos por la cultura predominante en los países desarrollados, en lugar de emularlos. La imitación sólo resulta un simulacro de la aprehensión de la cultura extranjera sin que exista ningún cambio esencial en la mentalidad favorecedora del subdesarrollo.

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