miércoles, 25 de mayo de 2011

¿ Es prioritaria la ética o la economía ?

Podemos afirmar, a partir de estimaciones realizadas por empresas privadas, que los países con menor grado de corrupción son los que tienen también un mayor nivel económico. De ahí que surgen dos alternativas para explicar la situación: la primera implica que el buen nivel ético favorece a la economía, la segunda que el buen nivel económico favorece el mejoramiento ético. De acuerdo a estas dos opciones, hay países que destinan gran parte de sus recursos y su mejor empeño a la educación, mientras que otros apuestan a la mejora económica sin tener presente la mejora ética.

Dentro de una misma sociedad podemos observar que no todos los que tienen buen nivel económico tienen también un buen nivel ético, mientras que no todos los que tienen pocos recursos económicos son corruptos, incluso a veces pareciera que es todo lo contrario.

En cuanto a las palabras ética y moral, que se usan a veces en forma indistinta, en este escrito se considera como ética al conjunto de normas o actitudes sugeridas por algún pensador, mientras que moral ha de ser el grado de acatamiento otorgado a esa ética propuesta.

Podemos mencionar las principales posturas que adhieren a alguna de las posibilidades mencionadas (expresadas mayoritariamente en forma simbólica):

a) Cristianismo: “Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura”. Comparte las penas y las alegrías de tus semejantes.

b) Liberalismo: Primeramente establece la economía de mercado. Busca un beneficio simultáneo entre las partes intervinientes en todo intercambio comercial. Compite cooperativamente.

c) Marxismo: Primeramente expropia los bienes de producción, que lo demás se os dará por añadidura. Debes ser altruista y debes sacrificarte (con entusiasmo) en beneficio de la sociedad o del Estado.

d) Fundamentalismo de mercado: Primeramente establece las reglas del mercado, que lo demás se os dará por añadidura. Debes ser egoísta ya que el egoísmo favorece la producción. Compite destructivamente.

Para el cristianismo, lo prioritario es adaptarse a la voluntad del Creador. En un lenguaje actual podríamos decir que propone una adaptación a las leyes naturales o al orden natural. Una vez establecida esa adaptación, a través de la actitud cooperativa implícita en el amor al prójimo, podemos esperar mejoras de todo tipo, incluso la mejora económica. Podemos decir que se trata de una ética natural descripta también por la psicología social.

Para el liberalismo, debe establecerse una actitud cooperativa bajo las reglas del mercado, actitud compatible con el cristianismo. En cambio, para el marxismo, las cosas no son así, ya que se supone que la forma de pensar de los hombres proviene de las formas de producción y de distribución económicas. Karl Marx expresó: “…no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social es lo que determina su conciencia”. “…el modo de producción de vida material determina el carácter general de los procesos de vida social, política y económica” (Citado en “Siete teorías de la naturaleza humana” de Leslie Stevenson-Ediciones Cátedra SA-Madrid 1978).

El “fundamentalismo de mercado”, como una distorsión del pensamiento liberal, coincide con éste en que debe establecerse un marco jurídico adecuado que permita asegurar el buen funcionamiento del mercado, pero propone una ética egoísta. Mientras que el liberal piensa que el mercado puede funcionar adecuadamente a pesar del egoísmo, el fundamentalista cree que el egoísmo es algo necesario e imprescindible. Wilhelm Röpke escribió al respecto: “Los individuos que compiten en el mercado en procura de su propio beneficio, necesitan más que nadie de las normas sociales y morales de la comunidad, sin las cuales la competencia degenera hasta los extremos más penosos. Como dijimos antes, la economía de mercado no lo es todo. Debe ocupar su lugar en un ordenamiento más elevado, que no se gobierna por la oferta y la demanda, la libre formación de los precios o la competencia. Debe estar firmemente insertada en un ordenamiento global de la sociedad, en el cual las imperfecciones y rudezas de la libertad económica sean corregidas por el derecho, y donde no le sean negadas al hombre las condiciones de vida adecuadas a su naturaleza. El hombre sólo puede realizar plenamente su naturaleza si se integra libremente en una comunidad con la cual se sienta solidario. De lo contrario, su existencia será desdichada, y él lo sabe”.

Es oportuno mencionar la opinión de algunos destacados pensadores liberales. Juan Bautista Alberdi escribió:

“De ahí que la economía política, que es el estudio de esas causas morales de la riqueza, es una de las ciencias morales y sociales. Adam Smith dio con ella, estudiando y enseñando, como profesor, las ciencias de la filosofía moral”.

“La riqueza y la pobreza residen en el modo de ser moral de una sociedad, en sus costumbres de labor y ahorro, y en sus hábitos viciosos de ociosidad y dispendio”.

”Comprender la riqueza y la pobreza en su ser y causas morales es colocarse en el camino de aprender a salir de la pobreza y llegar a la riqueza”.

“Un empobrecimiento nacido de ideas viciosas sobre el medio de enriquecer sin las virtudes del trabajo y del ahorro, es una enfermedad moral como su causa, y sólo puede ser curada por medicamentos morales igualmente. Esos remedios consisten desde luego en el abandono de las ilusiones que buscaron riquezas improvisadas en combinaciones y artificios ingeniosos que no pueden suplir al trabajo y al ahorro, considerados como manantiales de riquezas y bienestar. Esta curación moral no puede ser sino lenta, penosa y difícil, como es siempre la reforma de los usos y de las costumbres entradas en mal camino”.

“El ahorro, manantial más productivo de riquezas que el trabajo mismo, es, sin embargo, más penoso y difícil para el americano del sud. Es que el ahorro, como costumbre, es toda una educación: es una virtud que se compone de muchas otras y supone un grande adelanto de civilización. Sus elementos son: la previsión, la moderación, el dominio de sí, la sobriedad, el orden. Es imposible llegar a ser rico sin la posesión de estas cualidades morales. Cuando ellas abundan en una nación, esa nación no es, no puede ser pobre, aunque habite un suelo pobre. Mejor sin duda si posee un suelo fértil, pero no es más el suelo que un instrumento de su poder productor, que se compone de sus fuerzas morales”. (De “Estudios económicos”-Librería La Facultad-Buenos Aires 1927).

Mientras que Henry Hazlitt escribió:

“Se piensa, por lo general, en los enfoques ético y económico, que la ética y la economía tienen poco que ver una con la otra. Sin embargo, ambas se encuentran íntimamente vinculadas. A ambas les interesan los actos de los hombres, la conducta humana, la decisión humana, la elección humana. La economía es una descripción, explicación o análisis de los factores determinantes, consecuencias e implicancias de la conducta y elección humanas. Pero apenas llegamos a lo que es la justificación de esos actos y decisiones o a la cuestión acerca de si este o aquel acto o regla de acción sería más conveniente a largo plazo para el individuo o la comunidad, penetramos en el mundo de la ética. Esto es también verdad si lo que se discute es la conveniencia de una política económica comparada con otra”.

“Prácticamente no existe problema ético alguno, en realidad, que no presente un aspecto económico. Nuestras decisiones éticas cotidianas son, en general, decisiones económicas y, a su vez, casi todas nuestras decisiones económicas cotidianas tienen un aspecto ético” (De “Los fundamentos de la moral”– Fundación Bolsa de Comercio de Buenos.Aires 1979).

En cuanto a los países subdesarrollados, podemos decir que muchas veces sólo tratan de imitar a los desarrollados, sin interpretar las causas poco visibles de su desarrollo. Wilhelm Röpke escribió al respecto: “Para poder apreciar hasta qué punto es importante para nuestro mundo este espíritu «burgués», pensemos en lo difícil que resulta implantar las modernas formas de la economía a los países subdesarrollados, que a menudo carecen de las condiciones espirituales y morales que estamos analizando. Los occidentales las damos por sobreentendidas, y por eso apenas somos conscientes de que existen, pero los dirigentes de los países subdesarrollados, con frecuencia, sólo advierten los éxitos económicos exteriores de las naciones de Occidente, sin percibir los cimientos espirituales y morales que sustentan esos éxitos”. (Citado en “Enfoques económicos del mundo actual” de L.S. Stepelevich–Editorial Troquel SA-Buenos Aires 1978).

El declive del liberalismo, en cuanto a su aceptación por parte del público en general, se debe, en primer lugar, a la difamación establecida por los partidarios de las distintas tendencias totalitarias; en segundo lugar se debe a los adherentes al fundamentalismo de mercado. Si en toda ciencia social, en toda religión y aún a nivel del conocimiento público, se considera al egoísmo como una actitud perjudicial para el establecimiento de vínculos sociales, muy pocos encontrarán atractiva una propuesta que les sugiera adoptar una actitud rechazada por la mayoría de la población.

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