domingo, 12 de enero de 2025

Liberalismo teológico y mercado de religiones

Recientemente, mediante un comunicado del arzobispo de la Provincia de Santa Fe, se manifiesta que dicha provincia "no es, ni puede ser, de ninguna manera católica", en abierta oposición a la tradicional postura católica por la cual se la considera como la única religión verdadera. Esto implica, en cierta forma, admitir una especie de liberalismo teológico por el cual las diversas religiones han de luchar en el "mercado de religiones" tratando de convencer a la mayor cantidad de adeptos, sin intervención del Estado.

Al respecto leemos: “La Constitución vigente declara que «la religión de la Provincia (Santa Fe) es la Católica, Apostólica y Romana, a la que le prestará su protección más decidida, sin perjuicio de la libertad religiosa que gozan sus habitantes». Es prácticamente una profesión de fe […] hoy semejante párrafo es inadmisible desde todo punto de vista […] la Provincia no es, ni puede ser, de ninguna manera católica”.

Mario Caponnetto y Miguel de Lorenzo comentan lo anterior: "Estas palabras no pertenecen a un político laicista, ni a un jerarca de la masonería, ni siquiera a un dirigente socialista o socialdemócrata. Créase o no, son palabras textuales de un Comunicado o Declaración del Arzobispado de Santa Fe que lleva la firma de su titular, Monseñor Sergio Fenoy, y la del Obispo Auxiliar, Monseñor Matías Vecino. El documento está refrendado además por el Equipo Arquidiocesano de Pastoral Social y la Junta Arquidiocesana de Educación del Arzobispado. Los obispos, sin que nadie les haya pedido explicación alguna, se han creído obligados una vez más a claudicar, a renunciar a la Verdad de la Iglesia de Cristo. Se anticipan por las dudas, no vaya a ser que alguno, que tampoco cree, o que cree aún menos que ellos, pudiera sentirse agraviado".

"Lamentamos tener que afirmar que estas declaraciones son vergonzosas, absolutamente indignas de quienes tienen a su cargo el grave deber de regir, instruir y santificar a su grey y, sobre todo, contrarias a la doctrina y a la tradición de la Iglesia" (Del artículo "Acerca de la declaración pluralissta del arzobispo de Santa Fe" en www.laprensa.com.ar).

El pluralismo religioso ha sido aceptado, al menos a partir de ciertas declaraciones, por el propio Jorge Bergoglio, para quien todas las religiones son más o menos iguales. En realidad, las éticas derivadas o propuestas por las diversas religiones son distintas, y a veces bastante distintas. De ahí que también sus efectos, al ponerlas en práctica, serán distintos. Luego, algunas religiones serán mejores que otras.

Desde el punto de vista de la fe, o desde las religiones tradicionales, no resulta posible llegar a entendimiento alguno por cuanto todas, o casi todas, se definen como la "religión verdadera" o que proviene del "enviado verdadero de Dios", etc. Poco o nada se tienen en cuenta los efectos que producen en la sociedad.

Si se tiene en cuenta que la ética cristiana, basada en la empatía emocional, produce los mejores resultados, en caso de cumplirse con el "Amarás al prójimo como a ti mismo", existe cierta legitimidad en reclamar su mayor veracidad, justamente por ser compatible con la principal ley natural que apunta a nuestra supervivencia individual y colectiva, es decir, la mencionada empatía emocional. Así, si tenemos la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, nunca haremos el mal a nadie porque será nuestro propio mal, mientras que trataremos de hacer el bien a los demás porque será también nuestro propio bien.

Debido a que la Iglesia Católica actual predica en realidad una ética cercana al marxismo-leninismo, estando casi totalmente alejada del cristianismo original y de la ética bíblica, no debería protestarse por el pedido del arzobispo de que el catolicismo sea dejado de lado en la Constitución de un Estado provincial. Si se tiene en cuenta el criterio de la ley natural y de la posible compatibilidad de las diversas éticas posibles, no sería necesario el apoyo estatal para una ética natural que sólo puede y debe afianzarse por sus propios méritos.

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