Mientras que, hasta hace algunos años, predominaba la ética de los deberes, a través de los mandamientos bíblicos, como el “No matarás”, en la actualidad se dejó de lado tal ética para ser reemplazada, aparentemente, por una “ética” de los derechos. Así, poco se habla de cumplir con tales mandamientos a la vez que predomina por todas partes la figura de los “derechos humanos”.
Para que se cumpla con los derechos humanos, que todo habitante del planeta debe gozar, se debe primeramente cumplir con los “deberes humanos” respectivos. Sin embargo, como en los centros educacionales, en todos sus niveles, se habla siempre de “derechos” y casi nunca de “deberes”, la tendencia es que tales derechos cada vez serán menos respetados.
En realidad, no se trata de un reemplazo de una ética de los deberes por una “ética de los derechos”, ya que esta última no existe, sino que se trata de una abolición de la ética elemental, al menos desde el punto de vista de su difusión masiva en la sociedad.
Toda ética implica sugerencias concretas sobre lo que debe hacerse y también sobre lo que no debe hacerse, es decir, hacer el bien y evitar el mal. Pero son sugerencias accesibles a las decisiones de todo individuo. En cambio, una divulgación de los derechos que tenemos como ciudadanos del mundo, no lleva una sugerencia concreta a cumplir por cada uno de nosotros; de ahí la inexistencia de una posible “ética de los derechos”.
A medida que transcurren los años, predomina la idea de que las acciones humanas que facilitan nuestra vida en sociedad, han de ser compatibles con previos acuerdos o consensos entre seres humanos. Antes, por el contrario, predominaba la idea de que los acuerdos individuales se establecían ante Dios. Como la religión moral ha ido decayendo por varias causas, tal idea ha perdido su eficacia. Sin embargo, admitiendo la existencia de leyes naturales que rigen todo lo existente, y de un orden natural emergente, es posible retornar a la anterior ética de los deberes aduciendo que esta vez será un “acuerdo”, no entre seres humanos, sino ante tal orden natural.
Así, si hemos de adoptar una ética de los deberes, que ha de satisfacer, como consecuencia, los derechos de los demás, no la adoptaremos pensando en los demás, sino en uno mismo. Nuestra dignidad humana estará vinculada a la forma en que nos adaptamos al orden natural que es el que nos impone una serie de obligaciones y restricciones para permitir nuestra supervivencia individual y colectiva.
En cuanto a la forma histórica en que se desarrolla nuestra adaptación cultural al orden natural, Carlos Rodríguez Braun escribió: "Gracias a Dios, el importante componente liberal del cristianismo se ha ido abriendo camino en décadas recientes. Lo tiene también el judaísmo, empezando por la idea central de la primacía de Dios sobre todas las cosas, es decir, también sobre el poder político".
"Paul Johnson subraya en Historia de los judíos que en la visión judeocristiana no existe un contrato social sino uno con Dios, «un Dios ético que actúa como una suerte de benigno monarca constitucional limitado por sus propios rectos acuerdos». Las personas tenemos deberes recíprocos, pero «la sociedad, o su representante, el rey o el Estado, en ninguna circunstancia tenía una autoridad ilimitada sobre el individuo. Solo Dios la tenía». El delito y el pecado eran contra otra persona, no contra el Estado".
"De esta forma, «la igualdad ante la ley se convirtió en un axioma judío incuestionable». Como los cristianos, los israelitas son iguales ante Dios y su ley. Eso vale para gobernantes y gobernados: «Como todos estaban igualmente sujetos a la ley, el sistema fue el primero que incorporó el doble mérito del Estado de Derecho y la igualdad ante la ley… la mayor salvaguardia posible para el individuo», aunque estuvo condicionada por las prioridades de una sociedad tan perseguida".
"La libertad entre los judíos deriva de «la santidad de la vida y la dignidad de la persona», y también de la responsabilidad: «los judíos odiaban la dependencia», querían ayudar a los pobres, no enriquecerlos con subsidios, y sobre todo que se tejiera una red de solidaridad voluntaria, no forzada con impuestos" (De "Judaísmo liberal" en www.elcato.org).
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