jueves, 23 de enero de 2025

Ayuda estatal al pobre vs. "Ayuda" estatal al rico

Especialmente en sociedades que detestan a los empresarios y al capitalismo, se considera como un serio error que el Estado apoye o beneficie de alguna manera a las empresas. En lugar de considerar tales ayudas (excepciones impositivas, por ejemplo) como un aliciente para la inversión productiva, se dice tranquilamente que el gobierno “ayuda a los ricos”, sin hacer distinción entre inversores que promueven el trabajo y la generación de riquezas y el rico que ha utilizado maniobras ilegales para lograr su patrimonio.

Supongamos que un empresario presenta un proyecto para realizar una central hidroeléctrica, con un dique y un embalse, y un camino hasta ese lugar, en un país subdesarrollado. Si la inversión requiere de 1.000 millones de dólares, y el empresario dispone sólo de 900 millones, es posible que el gobierno de turno lo “ayude” con los 100 millones que faltan. De esa manera se habrá promovido una solución laboral para muchos, junto a la ampliación de la agricultura de la zona y la posible instalación de nuevos emprendimientos. Con el tiempo, con la venta de energía, el peaje del camino, etc., el empresario recuperará parte de su inversión.

Desde los sectores de izquierda, seguramente protestarán por cuanto el hecho de que el Estado ayude a una empresa es algo casi inmoral, sin contemplar los beneficios que surgirán con el tiempo. Por el contrario, si el Estado tuviese disponible 1.000 millones de dólares, posiblemente considerarían oportuno redistribuirlos igualitariamente entre la población. Si la población fuese de 1 millón de habitantes, cada uno recibiría 1.000 dólares, solucionando problemas particulares por un breve tiempo, mientras el capital ha sido destruido para ser consumido en su totalidad.

Muchos están escandalizados cuando escuchan que un pequeño porcentaje de la población posee un gran porcentaje de la riqueza mundial, sin apenas tener en cuenta cuánto produce esa minoría. Tal riqueza, por lo general, está materializada en acciones de empresas. Si se estableciera la redistribución socialista igualitaria entre toda la población mundial, se solucionarían muchos problemas económicos particulares por un breve tiempo, pero es posible que muchas empresas desaparecerían con un empeoramiento generalizado de la economía.

Lo que poco se tiene en cuenta es que, cuando alguien logra un importante nivel económico en forma legal, seguramente lo hizo beneficiando en forma directa o indirecta a la sociedad. Y para calificar a los ricos se debe tener presente cuánto produce y cómo obtuvo su dinero. El combate hacia la riqueza casi siempre conduce a la pobreza generalizada.

En los años 60, en los EEUU, el gobierno destinó miles de millones de dólares para eliminar la pobreza, no logrando buenos resultados, promoviendo además muchas rupturas familiares al quedar libres de obligaciones quienes vieron que la sociedad, vía Estado, mantenía a sus hijos, permitiéndoles iniciar una vida ociosa. Parece que sólo funciona bien la inversión productiva para que la distribución sea del trabajo, y no del dinero, la que permite erradicar la pobreza. Alberto Benegas Lynch (h) y Martín Krause escribieron: “Un meduloso estudio de Michael Tanner muestra que el gobierno de los EEUU declaró «la guerra a la pobreza» en 1965, se gastaron en ese país 5,4 billones de dólares para «combatir» la pobreza hasta 1996".

"El resultado de esa guerra y de los respectivos combates que insumió la cantidad referida de recursos –monto verdaderamente impresionante por cierto- es que hay más gente bajo la línea de pobreza sobre el total de la población que la que había al comenzar «la contienda». Para apreciar la cantidad astronómica de recursos que significaban los 5,4 billones de dólares consumidos por el gobierno en esta pelea tan mal concebida, señala el autor que con esa cantidad se podrían comprar los activos netos de las 500 empresas «top» según la revista Fortune y toda la tierra destinada a la producción agrícola de los EEUU”.

“El estudio revela que al comenzar este «programa» en 1965, 70 centavos de cada dólar llegaban a los destinatarios y el gobierno retenía 30 y, en la actualidad, las cifras se revirtieron: sólo 30 centavos de cada dólar llegan al destinatario y 70 se quedan en el camino, es decir, en las agencias gubernamentales y en los bolsillos de los burócratas. Y tengamos nuevamente en cuenta que estamos hablando del país más eficiente de la tierra…imaginemos lo que queda para el resto” (De "En defensa de los más necesitados"-Editorial Atlántida SA-Buenos Aires 1998).

Desde el liberalismo no se promueve a un sector, como el de los empresarios, sino a un sistema que funciona mucho mejor que otro que no funciona (el socialismo). Ludwig von Mises expresó: “El capitalismo no son las ideas de los capitalistas, el capitalismo es un sistema económico. Las ideas de los individuos capitalistas pueden ser contrarias en muchos sentidos a los principios de la economía de mercado”.

“Siempre ha habido empresarios que solicitando privilegios, protección, etc., y como la opinión pública siempre ha sido favorable a estas cosas, obtuvieron lo que querían. No fue culpa de los lobbies. Siempre ha habido lobbies a favor y lobbies en contra. Ni siquiera es necesario proteger a las industrias prematuras, las industrias pueden madurar sin esa protección, si algunos obtienen privilegios y otros no, al final los que no los obtienen están siendo discriminados. Si los que no tienen privilegios piden privilegios es fácil entenderlo”.

“La voluntad para hacer que ese sistema de privilegios desaparezca depende, no de los empresarios, sino de la opinión pública, con los ideólogos, los hombres de Estado, los políticos y las campañas políticas. Si existen privilegios para unos, entonces todos querrán privilegios”.

“El capitalismo no es a los ricos y a los capitalistas a quienes más beneficia, sino a la mayoría de la gente. La esencia del capitalismo es la producción en masa para todos. Los consumidores que tienen el rol de tener siempre razón, son quienes salen beneficiados con el capitalismo. La institución del capitalismo no es un premio para los que se portan bien, es una institución en beneficio de las naciones y de la gente”.

“Si una persona capitalista se porta mal no hace falta que trates de castigarlo aboliendo el capitalismo, por lo tanto, todos los escritores y autores de ciencia ficción, la literatura y las caricaturas que representan la imagen de unos malos capitalistas, y que dicen que el capitalismo debe ser abolido, no entienden la cuestión”.

“No estoy a favor de la economía de mercado y en contra del socialismo por el hecho de que los capitalistas sean buenas personas, algunos lo son y otros no; en este sentido no son diferentes del resto de la gente. Estoy a favor del capitalismo porque beneficia a la humanidad. No estoy en contra del socialismo porque los socialistas sean malas personas, sino porque trae miseria, anula el progreso y destruye la libertad” (Respuestas luego de una conferencia) (De “Marxismo desenmascarado”-Unión Editorial SA-Madrid 2020).

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