martes, 14 de enero de 2025

La "justicia" totalitaria

El lema de la "justicia social" o "justicia totalitaria" podría asociarse a una expresión atribuida a Eva Perón: "Cada necesidad genera un derecho". También resulta compatible con el lema socialista: "De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad".

A la "justicia social" se la ha denominado también como "justicia redistributiva". Para que ella se cumpla, debe el Estado confiscar parte de la producción y de la propiedad buscando cierta igualdad económica en la población. La acción del Estado confiscador es el primer síntoma de la tendencia hacia el totalitarismo, expresión que significa "Todo en el Estado". Con la justicia totalitaria, no sólo se busca remediar la pobreza, sino principalmente la desigualdad (para que nadie sienta envidia). Quienes más y mejor producen han de tener mayor cantidad de riqueza, por lo que son combatidos por generar "desigualdad social", incluso culpándoselos por no distribuir generosamente sus ganancias, por lo que el Estado habría de justificar su existencia realizando tal acción igualadora. Sin embargo, al culpar a un sector de la sociedad por la pobreza y la desigualdad, se promueve la violencia urbana. Carlos Mira escribió: “Desde las iglesias de las grandes ciudades hasta las capillas más humildes de los más ocultos rincones del país, se ha llevado a los oídos de los fieles la creencia en el reparto de la riqueza existente (solidificando la imagen de la riqueza como una montaña de bienes inmutables) y en la superioridad moral de la pobreza”.

“El repiquetear constantemente sobre la mente de personas, ya bastante castigadas por las condiciones a las que el subdesarrollo las obliga a vivir, con la idea de que lo que a ellas les falta lo tienen otros, puede transformarse en algo muy peligroso para la tranquilidad pública. Del mismo modo, intentar una explicación económica del delito por la vía de justificar (o explicar) la delincuencia como una especie de consecuencia lógica de la pobreza puede llevar a la sociedad a experimentar hechos constantes de desasosiego al encontrar los delincuentes casi una licencia sociológica que justificaría y explicaría su accionar”.

“Este peligro se ha verificado y profundizado en la Argentina de los últimos años. Una extendida ola de explicadores profesionales de la delincuencia ha deslizado la idea de que la sociedad injusta ha marginado a los pobres y que éstos han salido a la calle, cargados con armas y municiones, para arrancar lo que creen que otros le privaron de disfrutar. Acto seguido, casi justifican ese accionar como la consecuencia de situaciones sociales de privaciones que parecerían justificar el robo, el asesinato, el secuestro y hasta la violación. Para estos cráneos, estas acciones vendrían a «equiparar los tantos» de una Justicia Divina a la que se ha desconocido”.

“No resulta extraño entonces, que sean, justamente, las tendencias izquierdistas de la sociedad las que más se destacan a la hora de elaborar las «teorías socioeconómicas del delito», porque ellas deben ver a los delincuentes como a los proletarios que están «arrancándole a la burguesía todo el capital» en una especie de avanzada hacia su consolidación como «clase dominante»”.

“Haber llegado a elaborar, con pretensiones de seriedad, teorías que justifican el delito y la delincuencia; haber elevado a posiciones trascendentes a propagadores de esas teorías y haber insinuado que la delincuencia es una especie de compensación por la injusticia social, es suficiente como para demostrar en qué línea está la Argentina. Es obvio que, siguiendo esa línea, no habrá desarrollo económico” (De “Así somos…y así nos va”-Ediciones B Argentina SA-Buenos Aires 2007).

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