lunes, 29 de abril de 2019

Apocalipsis: ¿producido por Dios o por el hombre?

Si bien las profecías bíblicas no pueden ser comprobadas en forma irrefutable, es posible al menos poder discernir si las grandes catástrofes sociales y humanas del siglo XX fueron impulsadas por un Dios vengador, ante la desobediencia de los hombres, o bien fueron realizadas por los hombres sin que haya intervenido la divinidad en forma directa.

Si la profecía del Apocalipsis se ha cumplido parcialmente alguna vez, esto es, si las guerras, el hambre y otras calamidades adquirieron una dimensión nunca antes vista, este ha sido el caso de las guerras mundiales y de los totalitarismos del siglo pasado, siendo sus principales protagonistas Stalin, Hitler y Mao-Tse-Tung (la “trinidad del mal”). El cumplimiento completo de la profecía se hará efectivo, o no, con la etapa superadora de todos los males asociada a la llegada de una nueva etapa de la religión.

La religión tradicional acepta la posibilidad de intervenciones divinas en cuestiones cotidianas. De ahí que un Dios interventor debe, al menos, haber permitido las acciones de los líderes políticos antes mencionados, por lo que ese Dios aceparía los métodos violentos y totalitarios ante la desobediencia de los hombres a los mandamientos bíblicos. Con ello se llega a la conclusión de que quienes más se acercarían a la actitud del Dios vengador habrían de ser justamente los integrantes de la “trinidad del mal”; lo que resulta absurdo.

Es por ello que podemos encontrar cierta coherencia lógica suponiendo que Dios no interviene en los acontecimientos humanos y que existe un orden natural con leyes invariantes, que responde de igual manera en similares circunstancias y que ha sido simbolizado como un Dios único que ha establecido leyes naturales a las cuales nos debemos adaptar.

En cuanto a las guerras mundiales del siglo XX, que produjeron decenas de millones de víctimas, se advierte que, especialmente en el caso de la Segunda Guerra Mundial, los objetivos militares consistieron principalmente en el bombardeo de poblaciones civiles. La persuasión a la rendición estaba signada por ese tipo de ataques, mientras que las venganzas fueron la moneda de cambio establecida. El odio fue la actitud predominante durante ese siglo, acompañado siempre por la mentira. En una palabra, la humanidad actuó motivada por actitudes opuestas a la sugerida por la moral bíblica.

Los totalitarismos, por otra parte, eliminaron a decenas de millones de integrantes de las propias poblaciones, acción justificada por cuestiones ideológicas. La cantidad de víctimas, en estos casos, superó a la cantidad que murió en ambos conflictos mundiales.

Lenin comenzó la era de la barbarie introduciendo el terror como medio legítimo para gobernar, siendo los campos de concentración, o de trabajos forzados, otra de sus perversas “innovaciones”. La idea predominante implicaba la necesidad de sacrificar la vida de miles o de millones de seres humanos para que otros pudiesen vivir confortablemente en el futuro. Si se lograba eliminar las clases sociales incorrectas, o bien las razas incorrectas (nazismo), ello redundaría en un venturoso futuro libre de impedimentos.

Uno de los “testigos del Apocalipsis” fue Albert Camus, quien escribió a poco de terminar la guerra: “No haremos nada por la amistad francesa si no nos libramos de la mentira y del odio. En algún sentido, es muy cierto que no nos hemos librado de ellos. Compartimos su compañía desde hace mucho tiempo. Y, quizás, la última y más perdurable victoria del hitlerismo sean esas huellas vergonzosas que han quedado en el corazón de los mismos que los combatieron con todas sus fuerzas”.

“Desde años el mundo se ha entregado a un despliegue de odio como jamás tuvo igual. Durante cuatro años, entre nosotros mismos, hemos asistido al ejercicio razonado de este odio. Hombres como ustedes o como yo, que a la mañana acariciaban a los chiquillos en el subterráneo, se transformaban a la tarde en verdugos minuciosos. Se convertían en funcionarios del odio y la tortura”.

“Al odio de los verdugos ha respondido el odio de las víctimas. Y una vez que partieron los verdugos, los franceses se han quedado con su odio, en parte sin destino. Todavía se miran entre ellos con un resto de cólera. Y bien, en primer término debemos triunfar de todo esto. Hay que curar esos corazones envenenados. Y mañana, la más difícil victoria que debamos lograr sobre el enemigo la tendremos que librar en nosotros mismos, con el esfuerzo superior que transforme nuestra sed de odio en deseo de justicia” (De “Moral y política”-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1978).

Entrando ya en el siglo XXI se observa que la simpatía hacia el totalitarismo socialista mantiene su vigencia en muchos sectores, a pesar de los reiterados fracasos o, mejor, de sus reiteradas catástrofes sociales. En el mejor de los casos, los sistemas totalitarios privan a cada individuo de la simple elección de su porvenir, ya que los objetivos individuales han de ser reemplazados por objetivos colectivos. Camus escribe al respeto: “Lo que más impresiona en el mundo en que vivimos es, primeramente y en general, que la mayoría de los hombres (salvo los creyentes de todo tipo) están privados de porvenir. No hay vida valedera sin proyección hacia el porvenir, sin promesas de moderamiento y de progreso. Vivir contra una pared es una vida de perro. ¡Y bien! Los hombres de mi generación y de la que ingresa hoy en los talleres y las facultades vivieron y viven cada vez más como perros”.

La legitimación de la violencia se advierte en la idolatría asociada a criminales como el Che Guevara. El citado autor agrega: “Las personas como yo querrían un mundo no donde ya no se mate (¡no estamos tan locos!), sino donde el homicidio no esté legitimado. Y aquí estamos, en efecto, en la utopía y la contradicción. Pues vivimos precisamente en un mundo donde el homicidio es legítimo y debemos cambiar este mundo si no lo queremos así”.

“Esto plantea el problema del socialismo occidental. Porque el terror sólo se legitima cuando se admite el principio: «El fin justifica los medios». Y este principio no se admite más que en el caso en que la eficiencia de una acción se plantee como fin absoluto, como en las ideologías nihilistas (todo está permitido, lo que importa es el éxito), o en las filosofías que hacen de la historia un absoluto (Hegel, después Marx: la sociedad sin clases es el fin, todo lo que conduzca a ella es admisible)”.

“En las perspectivas del marxismo, cien mil muertos no son nada, en efecto, si constituyen el precio de la felicidad de centenas de millones de hombres. Pero la muerte cierta de centenas de millones para lograr la presunta felicidad de los que queden, es un precio demasiado caro. El progreso vertiginoso de los armamentos, hecho histórico ignorado por Marx, obliga a plantear de un modo distinto el problema de los medios y el fin”.

Un sector importante de “creyentes” interpreta al Apocalipsis en forma semejante al planteamiento de nazis y marxistas. Mientras que los nazis pretendían mejorar el mundo liquidando “el material sobrante” (razas incorrectas) y los marxistas liquidando opositores (clases sociales incorrectas), el “creyente” interpreta que Dios ha de liquidar a millones de “pecadores” para que el resto disfrute del mundo así purificado.

Por el contrario, si suponemos que Dios no interviene en los acontecimientos humanos, concluiremos que la barbarie que menciona la profecía es un efecto del alejamiento del hombre de la moral elemental, y que la solución de todos los males existentes surgirá de la propia humanidad al regresar a la moral bíblica que nunca debimos abandonar.

jueves, 25 de abril de 2019

Hacia una economía humanista

Puede denominarse “humanista” a un sistema económico que contemple la posibilidad de que todos los integrantes de la sociedad accedan a un aceptable nivel de bienestar y seguridad. Adviértase que se habla de “posibilidad” y no de certeza, ya que existe una desigual predisposición y aptitud laboral entre dichos integrantes. Quienes se automarginan de la sociedad, derrochando su tiempo en ocio y en diversiones, en lugar de prepararse para la cooperación social, reducen el potencial activo y creativo del grupo social, Henry Hazlitt escribió: “El arte de la Economía consiste en considerar los efectos más remotos de cualquier acto o política y no meramente sus consecuencias inmediatas; en calcular las repercusiones de tal política no sobre un grupo, sino sobre todos los sectores” (De “La Economía en una lección”-Unión Editorial SA-Madrid 1981).

Muchos denominan “economía humanista” a aquella que aseguraría un buen nivel económico tanto al trabajador eficaz como al poco adepto al trabajo, aduciendo que todos tienen “similares necesidades”. En ese caso se advierte un desequilibrio entre la posibilidad de cubrir necesidades y el trabajo requerido para satisfacerlas. Este desequilibrio es promovido por gran parte de los políticos por cuanto contempla la posibilidad de actuar en economía bajo dos supuestos principales: redistribuir las riquezas producidas por el sector productivo (a través del Estado) y proteger a los poco adeptos al trabajo de la “voracidad” de tal sector.

En cierta forma, el político tradicional altera los valores morales, por cuanto considera “culpable hasta que demuestre lo contrario” al sector productivo (el que más coopera con el resto de la sociedad), e “inocente sin necesidad de demostrarlo” al sector que menos predisposición muestra respecto del trabajo. Para colmo, tal político ha convencido a gran parte de la sociedad de que algunos tienen la obligación moral de producir tanto para ellos como para los demás, mientras que otros carecen de tal obligación por cuanto tan sólo poseen derechos. En casos extremos, se llega a decir que “toda necesidad crea un derecho propio” (y un deber en otros) y que “el dueño de la riqueza es quien la necesita y no quien la produce”. A ello se adapta el lema socialista: “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”.

Los políticos irresponsables predisponen a gran parte de la juventud a no estudiar ni trabajar, ya que “el Estado proveerá”. Como el sistema económico basado en el libre intercambio de bienes y servicios genera desigualdad económica, en lugar de criticarse al que menos trabaja (responsable principal de tal desigualdad) se critica al que más produce y más coopera con el bienestar general. De ahí que los países mentalmente subdesarrollados sean anti-empresariales y anti-capitalistas.

La envidia de los que menos producen justifica el discurso de gobernantes que proponen la “igualdad social”, o “justicia social”, entendida como la exigencia del pago de impuestos a quienes trabajan para redistribuirlos en quienes poco o nada producen. Con ello se busca, además, proteger al envidioso ante la “desigualdad social”.

Quienes estimulan la envidia generalizada sostienen que “el dinero es satánico” y abogan por su eliminación. De ahí que deberíamos retroceder hasta las épocas del trueque o algo por el estilo. También critican la acumulación de riquezas, que es esencialmente el ahorro. Sin embargo, el ahorro se asocia a una vida sencilla y de cooperación social, por cuanto los recursos no utilizados permiten la emisión de préstamos bancarios que favorecerán a quienes carecen de capital y desean comenzar una actividad productiva.

El ideal de los anti-capitalistas implica “no acaparar” capital ni tampoco bienes de ninguna clase para compartirlos con el resto de la sociedad. Sin embargo, tal actitud tiende a producir altos niveles de pobreza. Este es el caso de algunos sectores africanos en los que tradicionalmente se busca compartir la riqueza individual entre familiares, parientes y amigos, limitando la posibilidad de formar un capital. Guy Sorman escribió: “La experiencia vivida por todo empresario africano demuestra esa incompatibilidad concreta entre la empresa capitalista y las culturas locales. Si llega a crear una empresa, el fundador está condenado ya sea a la quiebra, o a romper con su familia agrandada. En el mejor de los casos puede negociar. En efecto, la familia considera que tiene el derecho adquirido de compartir de entrada no los beneficios esperados, sino el capital mismo de la sociedad. Recuerdo a un ministro senegalés que, al disponer de un teléfono en su residencia, estaba «obligado» a dejar entrar libremente a todo el barrio. Arruinado, perdió el teléfono y el ministerio”.

“La cultura africana explica también el motivo por el que las empresas verdaderas, en los lugares donde existen, se mantienen de un tamaño reducido: el empresario difícilmente puede recurrir al mercado de trabajo, su familia es prioritaria y su autoridad sólo reconocida si se la ejerce personalmente. La autoridad patronal es de difícil aceptación cuando es delegada. Por lo tanto no puede existir una patronal africana objetiva en un mercado totalmente subjetivo. Por ese motivo las grandes empresas privadas están dirigidas por «lobos solitarios» apartados de sus vínculos” (De “El capitalismo y sus enemigos”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1994).

El error de todo socialismo radica en la búsqueda de vínculos materiales entre individuos, que han de ser prioritarios a los afectivos, ya que impiden establecer una verdadera sociedad humana, sino sociedades que guardan alguna similitud con colmenas y hormigueros. De ahí el fracaso reiterado al considerar a los medios de producción como los vínculos que deben unir a los integrantes del grupo social. Incluso tal absurdo se advierte en ciertos ideólogos que proponen al intercambio en el mercado como esencia de lo que debe ser una sociedad. Mientras tanto, se descarta el vinculo afectivo asociado al “amarás al prójimo como a ti mismo” por provenir de la religión. Sin embargo, el cristianismo se adapta mejor a la naturaleza humana que cualquier forma de socialismo y también de algunas propuestas “liberales”.

Si se observa a una persona rica (por méritos productivos) y a una persona pobre (por culpas propias y de la sociedad), desde la izquierda política invariablemente se dirá que la causa de tal desigualdad se debe a “una desigual distribución de la riqueza” (se considera que los bienes son otorgados gratuitamente por Dios). Aunque también podrá decirse que tal desigualdad se debe a una desigual distribución de la producción (los bienes son creados por la inteligencia y el trabajo del hombre). En formato cristiano podemos sintetizar: Distribuye igualitariamente la siembra, que la distribución igualitaria de la cosecha se os dará por añadidura.

Economía humanista = Ahorro + Trabajo productivo
Pseudo-economía humanista = Redistribuir + No ahorrar

El proceso de africanización de la Argentina, en el sentido antes mencionado, no sólo implica que el reducido sector productivo debe compartir sus beneficios (vía impuestos) con los sectores improductivos, sino que debe también mantener al ostentoso y parasitario sector de políticos y gremialistas. Si todavía no hemos llegado a una pobreza absoluta, se debe a que mantenemos la herencia económica de épocas pasadas.

En la Argentina, la “economía humanista” ha logrado que el reducido sector productivo mantenga (vía impuestos) a más de 1,5 millones de empleados públicos en exceso, a un millón de pensionados por “invalidez” (de los que la mayoría puede trabajar normalmente), a millones de jubilados sin aportes, a millones de planes sociales, a millones de ayudas universales por hijo, etc. Esta mentalidad redistributiva, que no se considera como una aberración mental, política y económica, sino como una muestra de la “sensibilidad social” del pueblo argentino (sustentada con dinero ajeno), predomina en la sociedad de tal manera que existe gran intención de voto a favor de CFK, quien, al otorgar “generosamente” tantas gratuidades vitalicias, destruyó por muchos años la economía nacional (además de otros muchos aspectos de la nación).

Lo grave del caso es que la gran mayoría de ciudadanos, periodistas e intelectuales sólo critican los robos de la organización delictiva kirchnerista, mientras que apenas algunos mencionan la consolidación de la africanización del país, prolongada por la ineptitud macrista. Para revertir la decadencia y evitar una futura catástrofe social, es imperiosa la necesidad de combatir el subdesarrollo mental que predomina en la sociedad.

lunes, 22 de abril de 2019

Salvación por la fe, por las obras o por los mandamientos

La moral cristiana apunta a la salvación de las almas ante un posible castigo de ultratumba promoviendo además la entrada a la vida eterna. Aún para quienes descrean de ese premio y de ese castigo, dicha moral podrá seguir teniendo validez (en caso de ponerse en práctica), ya que conducirá a la felicidad y evitará el sufrimiento. Al respecto puede leerse: “Salvación (especialmente en el vocabulario religioso): preservación del infierno y posesión de la felicidad eterna” (Del “Diccionario del Lenguaje Filosófico” de Paul Foulquié-Editorial Labor SA-Barcelona 1967).

Dentro del cristianismo predominan dos posturas distintas respecto de lo que todo individuo debería alcanzar para acceder al premio eterno; una de ellas implica la “salvación por la fe”, por la cual la fe en Cristo aseguraría la salvación mencionada. Otros sectores sostienen que son las obras de caridad las que deben priorizarse para alcanzar ese objetivo. En ambos casos se desconoce un tanto la prioridad propuesta por Cristo al enunciar que son los dos mandamientos (amor a Dios y al prójimo) cuyo cumplimiento garantizará la salvación. Mientras que la fe es un camino previo al cumplimiento de los mandamientos, las obras son una consecuencia de haberlos cumplido.

La poca efectividad que ha tenido la religión cristiana se debe esencialmente a que la fe como las obras de caridad (limosna a los pobres, por ejemplo) son relativamente fáciles de cumplir. Incluso el amor a un ser perfecto e imaginario resulta mucho más alcanzable que el amor a seres humanos reales e imperfectos. Como el mandamiento del amor al prójimo implica que debe llegarse a la actitud por la cual hemos de compartir las penas y las alegrías ajenas como propias, no resulta nada fácil de alcanzar, se lo deja de lado y se lo reemplaza por creencias y acciones mucho más accesibles.

Si bien la fe religiosa implica una fuerza psicológica de gran empuje, no siempre ha sido conducida hacia fines nobles, perdiendo todo su valor si no está asociada a los mandamientos. El enorme esfuerzo de Pablo de Tarso para propagar el primitivo cristianismo, fue el resultado o consecuencia de la fe personal en Cristo. Roy L. Smith escribió: “En los tiempos anteriores, cuando Pablo había sido un perseguidor de los cristianos, ningún hombre le había aventajado como guardador de la Ley. Él era el más estricto entre los estrictos, pero en el camino de Damasco había tropezado con un nuevo reto espiritual, y, en los días que siguieron, lo había aceptado, dedicando todas sus fuerzas en la prosecución de este camino. Esto había dado por resultado una profunda experiencia espiritual, que produjo un gran alivio espiritual, una conciencia de perdón de los pecados, y una convicción íntima de que el Cristo viviente moraba en él. A esto fue a lo que llamó «fe», y, en comparación con esto, el formalismo sin vida del judaísmo era como nada” (De “Pablo lanza el Nuevo Testamento”-Casa Unida de Publicaciones-México 1956).

Si bien en el lenguaje cotidiano se le da a la palabra “fe” el mismo significado que “creencia”, en cuestiones religiosas adopta significados diferentes, tal el caso de la visión de Pablo que le hizo cambiar su postura opositora al cristianismo a una postura favorable. Esencialmente se trata de la previa aceptación de la existencia de un orden sobrenatural, que existiría junto al orden natural. José Ferrater Mora escribe: “… la fe como una fuente de conocimiento suprasensible o como una aprehensión directa (mediante «intuición intelectual») de lo real en cuanto tal” (Del “Diccionario de Filosofía”-Editorial Ariel SA-Barcelona 1994).

Debe señalarse que la religión cristiana pierde toda la universalidad que pretende poseer cuando su aceptación depende esencialmente de una determinada postura filosófica mantenida por un cada vez más reducido porcentaje de la población. Por el contrario, la prioridad en el cumplimiento de los mandamientos asegura su accesibilidad por parte de todos los hombres que pueblan el planeta. Al buscarse una actitud moral, antes que filosófica, se debe dejar de lado la casi obligatoria búsqueda de la fe tradicional aceptando los restantes medios para el conocimiento (razonamiento e introspección).

Ello implica que si un hombre cumple con los mandamientos cristianos (especialmente con el más difícil de cumplir, el amor al prójimo) aun cuando no profese ninguna religión, se tratará de un cristiano práctico y auténtico. Por el contrario, quien no cumpla con los mandamientos, aun cuando se trate de un “creyente” en Cristo, no se lo deberá considerar como “cristiano”. Este es el caso de los “creyentes” que imaginan que el “juicio final” será algo parecido a los juicios realizados en la Unión Soviética de la época de Stalin, esperando que gran parte de la población mundial desaparezca en las llamas del infierno.

Las obras de caridad surgirán como consecuencia necesaria de haber adoptado previamente una actitud de cooperación hacia el resto de la sociedad y de la humanidad. Sin embargo, si tales obras se realizan en forma mecánica, sin una actitud afectiva asociada, existe la posibilidad de que se agoten en el tiempo, especialmente si se trata de ayudas de tipo material. Por el contrario, la comunicación y la amistad entre seres humanos, desvinculadas de toda materialidad, son de mayor importancia todavía.

Debe concluirse que existen diversas formas de acceder a los mandamientos bíblicos, sin necesidad de adoptar necesariamente una sola de esas formas, como la fe irracional o el puro razonamiento. Jorge O. Howard escribió: “Jamás fue despertada en hombre alguno la fe en Dios por medio de la argumentación; y ningún hombre jamás perdió su fe como resultado exclusivo de los razonamientos. Las fuentes de la fe y de la incredulidad, están mucho más adentro que eso, y la lógica no puede sacar del alma lo que no puede poner en ella. Cuando un hombre pierde su fe en Dios, a pesar de cuanto haga para racionalizar y explicar su negación, se debe a alguna crisis moral interior, a algún descuido espiritual –algún ácido que se ha destilado en el alma, disolviendo la perla de gran precio” (De “Nuestra civilización apóstata frente al cristianismo”-Editorial Círculo de Autores Cristianos-Buenos Aires 1935).

El citado autor, si bien resalta la independencia entre fe y razón, mantiene la creencia en que la fe es el camino exclusivo para el cumplimiento de los mandamientos bíblicos, ignorando que el amor al prójimo no radica en un proceso sobrenatural sino en una simple interacción empática respecto de los demás integrantes de la humanidad.

El verdadero apóstata no es el que ha perdido la fe, sino el que ha perdido la moral. (Apostatar: abandonar ciertas creencias, especialmente el cristianismo) (Del “Diccionario de la Lengua Española”-Grupo Editor Quinto Centenario SA-Madrid 1988).

Es oportuno aclarar que para el cristiano, la fe y la creencia son más amplias que el conocimiento. Walter Kaufmann escribió: “Una distinción entre tipos de verdad es casi tan antigua como la filosofía misma: desde los tiempos de Parménides y de Platón, los filósofos han distinguido conocimiento y creencia; y originalmente se creyó que éstos diferían en sus objetos. Al conocimiento se le consideró la aprehensión de lo eterno e inmutable, mientras que a la creencia se la identificó con la aprehensión de los objetos cambiantes de nuestra experiencia sensoria. Esta distinción fue acompañada por la convicción de que la creencia es inferior al conocimiento porque éste es cierto, mientras la creencia no lo es”.

“El cristianismo invirtió este argumento. El cristianismo afirma que el conocimiento es aprehensión de objetos sensorios cambiantes, mientras que sólo la creencia puede captar lo eterno e inmutable, y a la creencia se la considera superior porque sólo ella es cierta” (De “Crítica de la religión y la filosofía”-Fondo de Cultura Económica-México 1983).

Desde el punto de vista de un universo regido por leyes naturales invariantes, puede surgir la creencia en un universo favorable al hombre, ya que dicho orden natural emergente nos permite adaptarnos a esas leyes. Esta sería la “fe religiosa” desde el punto de vista de la religión natural. También existen quienes ven al universo como una trampa, o un caos sin sentido ni finalidad, adoptando una “fe negativa” que podría denominarse “atea”.

Si bien se han establecido discusiones y controversias respecto de la fe, la creencia, lo trascendente y demás, todas esas divergencias de opiniones se pueden obviar si se tiene presente que el hombre dispone de una actitud característica con cuatro componentes afectivas básicas: amor, odio, egoísmo y negligencia, existiendo una evidencia experimental a favor de la primera de esas componentes, por lo cual, desde el punto de vista de nuestras decisiones, lo aconsejable es adoptarla como objetivo para alcanzar en un futuro inmediato.

jueves, 18 de abril de 2019

Decadencia nacional = Inmoralidad + Ignorancia

Si buscamos las causas principales que generan la decadencia en un país, seguramente las encontraremos en alguna forma de inmoralidad y de ignorancia que predomina sobre las virtudes morales y cognitivas. Si esta afirmación es verdadera, serán también esas causas las que primero deberán corregirse si se busca revertir la situación.

Quien afirme que la causa de la decadencia es el sistema económico predominante, deberá tener presente que la mejora económica provendrá también de un cambio de mentalidad por el cual ciertos sectores deberán pensar en adiestrarse para producir algún valor en lugar de mantener una actitud parasitaria esperando que el Estado redistribuya lo que otros producen. En un país en decadencia es frecuente escuchar que los males se deben a una “desigual distribución de la riqueza” en lugar de atribuirlos a una “desigual distribución de la producción de esa riqueza”.

Si tenemos en cuenta que el mayor porcentaje del presupuesto nacional, dedicado a ayuda social, ha sido otorgado durante los gobiernos kirchnerista y macrista, debe reconocerse que han sido también los gobiernos que peores resultados económicos produjeron. Si se sigue “redistribuyendo la riqueza” al ritmo impuesto por esos gobiernos (a través de una presión tributaria excesiva), no es de extrañar que con el tiempo queden pocas empresas a salvo. Entre el chavismo expropiador de empresas y el kirchnerismo-macrismo redistribuidor de riquezas, existe cierta semejanza en cuanto a los efectos económicos logrados. Ello se debe a que produce similar efecto expropiar empresas que expropiar ganancias de esas empresas.

La mayoría supone que las riquezas nos han sido otorgadas por Dios, o por la naturaleza, tal como ocurre con algunos frutos silvestres que surgen en tierras fiscales, y que, si alguien tiene de ellos más que otros, ello no se debe a que produjo más, sino que el exceso lo logró quitándoselo a los demás. Y de ahí la idea de que la redistribución estatal implique una “justicia social” necesaria para establecer la igualdad tan deseada.

Cualquier idea, por errónea que sea, tiene tanta o más posibilidades de predominar que la verdad. La cuestión radica en imponer una mentira en base a la repetición reiterada de algunos simples slogans que cuentan con la permisiva actitud de quienes sostienen que “nadie tiene la verdad” y de que “hay que escuchar varias campanas” (para sacar luego una especie de promedio). Si unos dicen que 2+2=4 y otros dicen que 2+2=5, el espíritu democrático e igualitario predominante terminará aceptando que 2+2=4,5.

Esto se observa en diversos programas televisivos en donde se invita a especialistas que, por lo general, conocen y difunden la verdad, y también se invita a quienes poco saben de un tema y tratan de imponer alguna forma de mentira sectorial. Como resultado, el televidente ha escuchado más mentiras que verdades y de esa manera va construyendo una imagen distorsionada de la realidad.

Si bien las discusiones y los debates son necesarios, es importante aclarar que producirán buenos resultados siempre y cuando se establezcan entre personas que buscan el bien y la verdad, aunque por diversos caminos. Por el contrario, los debates entre quienes están orientados por una actitud de cooperación y veracidad, por una parte, con quienes están orientados por el odio y la mentira, por otra parte, por lo general no conducen a nada, justamente porque están buscando objetivos muy diferentes.

Quienes proponen “generosamente” repartir las riquezas ajenas, suponen que son personas de elevada moralidad y sensibilidad social, aunque jamás dan algo propio. Conociendo la falsedad y la hipocresía del hombre-masa, los políticos tienden a realizar promesas y acciones redistributivas para asegurarse el triunfo en futuras elecciones.

Debido a que un trabajo estatal, o una jubilación, otorgan al beneficiario cierta base económica segura, desde municipalidades, provincias y Estado nacional, a lo largo de los años, los políticos de turno otorgaron puestos de trabajo innecesarios y hasta jubilaciones sin aportes previos, además de planes sociales, ayuda universal por hijo y pensiones por invalidez. Estas “ayudas sociales”, a costa del sector productivo, han promovido la vagancia generalizada y han desalentado la producción y la inversión. La hipocresía de pueblo y gobiernos ha destruido la economía en una forma casi definitiva, ya que durante el gobierno kirchnerista el exceso de empleos públicos ascendió a unos 1.500.000 (gran parte de ellos otorgados por ese gobierno), además de millones de planes sociales, casi un millón de pensiones por invalidez (mayoritariamente injustificadas), 3.500.000 de jubilaciones sin aportes previos, etc., etc.

Lo grave del caso es que, en lugar de considerar tal despilfarro de recursos como la causa principal de la destrucción final de la economía nacional (casi imposible de revertir debido a la legalidad de las concesiones mencionadas), la mayoría de los argentinos considera que tal despilfarro en realidad implica “mejoras sociales” y mayor “justicia social”, y tan sólo critica al kirchnerismo por los numerosos y cuantiosos robos a la sociedad (a través del Estado).

Para colmo, el gobierno macrista trató de financiar el derroche descomunal de recursos, en lugar de intentar reducirlo, prolongando y acentuando la decadencia nacional. Una de las pocas excepciones a la irresponsabilidad extrema de intendentes, gobernadores y autoridades nacionales, es el caso del gobernador Alfredo Cornejo, quien va a terminar su gestión reduciendo en 10.000 la cantidad de empleos públicos en Mendoza, con el simple procedimiento de no reemplazar a quienes se fueron jubilando en ese periodo. El Estado mendocino siguió funcionando igual o mejor ante tal disminución laboral.

Según las encuestas acerca de las intenciones de voto para el 2019, cerca de un 60 o 70% piensa votar por alguno de los dos nefastos gobernantes que deterioraron la economía nacional: CFK (quien la destruyó con su gran “generosidad”) y MM (quien empeoró la “herencia” recibida). De ahí que, de continuar en el gobierno alguno de ellos, la Argentina se encamina hacia niveles de pobreza nunca antes vistos. Ni ellos ni los restantes candidatos mencionan siquiera la forma con que intentarán reducir el fabuloso derroche estatal.

El círculo vicioso puede sintetizarse de la siguiente manera: mientras más empleo público superfluo y mayor “ayuda social” exista, menos trabajo productivo privado habrá; también, mayor carga impositiva, menos inversión productiva, menos capital invertido per capita, menor nivel de sueldos y más pobreza.

Mientras que la grave crisis moral avanza a buen ritmo, se trata de afrontar la decadencia por medio de la educación sexual de los niños. En lugar a inculcar una actitud de cooperación social (comenzando por la sana costumbre de prepararse para mantenerse por sus propios medios), en los establecimientos educativos se sugiere prioritariamente encontrarse a uno mismo descubriendo su “orientación sexual” (que puede o no coincidir con las leyes biológicas que determinan nuestra naturaleza masculina o femenina).

El grado de desadaptación al orden natural avanza con el “todo vale”, ya que el relativismo moral sugiere hacer a cada uno lo que le viene en ganas. A ello se le ha sumado la absurda actitud del “todo se discute”, especialmente las costumbres y hábitos heredados de las generaciones anteriores. La inmoralidad va asociada el relativismo moral mientras que la ignorancia está asociada al rechazo de todo lo que funciona bien desde épocas pasadas.

El estímulo estatal de la maternidad irresponsable, por la cual muchas mujeres tienen como único ingreso lo que el Estado les paga mensualmente por cada hijo, conduce en el largo plazo a una verdadera catástrofe social por cuanto la mayoría de esos niños no tendrá los medios suficientes para una buena educación y manutención. Tampoco el sector productivo en decadencia podrá revertir esa tendencia. Para los políticos argentinos, sin embargo, es mucho más importante una reelección que el sufrimiento de sus conciudadanos y la decadencia total de la nación.

lunes, 15 de abril de 2019

Psicología humanista vs. Psicologías incompletas

En primer lugar, es oportuno distinguir entre psicologías incompletas y psicologías erróneas (no compatibles con la realidad), ya que algunas de las incompletas pueden ser acertadas en un limitado campo, aunque ignoren importantes aspectos del comportamiento humano. Si tenemos presente que todo individuo presenta tres dimensiones que determinan su conducta, tales como las asociadas al cuerpo, a la mente y a las emociones, una psicología acorde a la realidad no debería dejar de contemplar ninguna de ellas. Incluso se llega al extremo de encontrar propuestas éticas asociadas al placer, o a la razón, que ignoran completamente los aspectos espirituales del hombre. B. R. Hergenhahn escribió: “Hablando en términos generales, la naturaleza humana puede dividirse en tres componentes principales: la mente (nuestro intelecto), el cuerpo (nuestra configuración biológica) y el espíritu (nuestra configuración emocional)”.

“Diferentes filosofías y, más recientemente, distintas escuelas de la psicología han tendido a hacer hincapié en uno de estos aspectos a expensas de los otros dos. Aparentemente, la determinación de cuál filosofía o escuela de psicología prevalecía en un momento dado dependía en gran medida del Zeitgeist [espíritu de la época]”.

“En la década de 1950 y principios de la de 1960, únicamente el conductismo y el psicoanálisis seguían teniendo influencia como escuelas de pensamiento que habían permanecido intactas. En los tiempos problemáticos…., el conocimiento de los seres humanos que proporcionaban el conductismo y el psicoanálisis era percibido por muchas personas como algo incompleto, distorsionado, o como ambas cosas. Había necesidad de una nueva perspectiva psicológica, que no hiciera hincapié en la mente ni en el cuerpo, sino en el espíritu humano”.

“A principios de la década de 1960, un grupo de psicólogos –encabezado por Abraham Maslow- comenzó un movimiento al que se conoce como tercera fuerza de la psicología. Los psicólogos en cuestión afirmaban que las otras dos fuerzas de la psicología, el conductismo y el psicoanálisis, dejaban de lado varios atributos importantes del género humano. Según indicaban, al aplicar las técnicas utilizadas en las ciencias naturales al estudio de los seres humanos, el conductismo había equiparado a estos con los robots, con los animales inferiores o con las computadoras. Desde la perspectiva de los conductistas, la humanidad no poseía características realmente distintivas”.

“Por lo que respecta al psicoanálisis, la principal crítica consistía en que se concentraba sobre todo en las personas con trastornos emocionales y en el desarrollo de técnicas para lograr que la gente anormal recuperara la normalidad. Lo que faltaba, de acuerdo con los psicólogos de la tercera fuerza, era información que contribuyera a que los individuos sanos fueran todavía más saludables, es decir, a que alcanzaran la plenitud de su potencial. Lo que se necesitaba era un modelo de ser humano que hiciera énfasis en su singularidad y en sus aspectos positivos, en lugar de resaltar los negativos. Tal fue el tipo de modelo que los psicólogos de la tercera fuerza intentaron proveer” (De “Historia de la Psicología”-Cengage Learning Editores SA de CV-México 2011).

Abraham Maslow logra asociar un conjunto de atributos al hombre autorrealizado, luego de estudiar varios personajes destacados de la humanidad. La síntesis es la siguiente:

1- Perciben la realidad con precisión y en su totalidad.
2- Demuestran una gran aceptación de sí mismos y de los demás.
3- Se muestran espontáneos y naturales.
4- Tienen necesidad de privacidad.
5- Tienden a ser independientes del entorno y de la cultura donde se desempeñan.
6- Demuestran una frescura inagotable en sus puntos de vista.
7- Tienden a vivir experiencias místicas o «pico» cada cierto tiempo.
8- Se interesan en todos los seres humanos, en lugar de hacerlo únicamente en sus amigos, familiares y conocidos.
9- Tienden a tener pocos amigos.
10- Poseen un firme sentido ético, pero no aceptan necesariamente la ética convencional.
11- Cuentan con un sentido del humor bien desarrollado, pero no hostil.
12- Son creativos.

Resulta deseable y necesario encontrar una respuesta simple y concreta respecto de la orientación que debemos dar a nuestra vida. Sin embargo, las distintas filosofías y escuelas psicológicas se limitan a dar respuestas parciales y poco compatibles con las restantes. En cierta forma transitan por una situación similar al de las religiones, en donde se está lejos de llegar a acuerdos esenciales. Pedro Laín Entralgo escribió respecto de una propuesta de Kant: “El saber filosófico podría ser reducido a cuatro disciplinas, correspondientes a cuatro interrogaciones cardinales:

1- ¿Qué puedo yo saber?
2- ¿Qué debo yo hacer?
3- ¿Qué me es lícito esperar?
4- ¿Qué es el hombre?

Responde a la primera de esas preguntas la Metafísica; a la segunda, la Moral; a la tercera la Religión; a la cuarta la Antropología. Y puesto que las tres primeras –concluye Kant- pueden ser referidas a la cuarta, la Antropología vendría a ser el centro de las tres restantes disciplinas filosóficas” (De “Antropología de la Esperanza”-Ediciones Guadarrama-Barcelona 1978).

Sin embargo, y por el momento, no se han logrado acuerdos entre ciencias sociales, filosofía y religión, ni tampoco se los ha logrado dentro de cada una de tales ramas del conocimiento. La tendencia propuesta por la psicología humanista tiende a orientarnos hacia lo que el hombre debe ser, partiendo de lo que el hombre es.

Por ser la nuestra una época de predominio científico, es de esperar que tales preguntas puedan ser respondidas a partir de una síntesis establecida en el ámbito de las ciencias sociales. De ahí que los intentos deben ir dirigidos hacia una unificación en ese ámbito. G. M. Kinget escribió: “El punto focal de atención de la psicología humanista está en la especificidad del ser humano, en aquello que lo distingue de todas las demás especies. Esta corriente se diferencia de las otras formas de psicología en razón de que interpreta al hombre no sólo como un organismo biológico modificado por la experiencia y la cultura, sino como una persona, como una entidad simbólica capaz de reflexionar en torno a su existencia y de darle sentido y dirección” (Citado en “Historia de la Psicología”).

Para adoptar las ideas que conducen al hombre autorrealizado, debemos lograr una actitud mental compatible con la visión científica de la época actual, ya que tal visión facilita su logro, Si bien habrá en el futuro avances científicos imprevistos, no parece probable que volvamos atrás respecto de la principal característica de todo lo existente, que implica que todo el universo, y cada una de sus partes, están regidos por alguna forma de ley natural. Luego, ante esa evidencia, sólo nos queda adaptarnos a dichas leyes. La finalidad aparente del hombre radica en tal proceso de adaptación.

La existencia de leyes naturales invariantes, y de un orden natural asociado, nos brinda la posibilidad de advertir la existencia de una instancia superior a cada hombre. El espíritu de la ley natural, y la aparente finalidad del universo, nos conducen a una religión natural, sin revelación ni intervenciones divinas. Es el hombre quien debe adaptarse a las “reglas del juego” y no debe un Dios personal adaptarse a los pedidos y necesidades humanas (como supone la religión tradicional).

Como todo ser humano posee una determinada actitud característica (que puede ir mejorando con la educación y con la introspección) sólo resta elegir una actitud cooperativa para lograr el resurgimiento individual y social. Al intentar compartir como propias las penas y las alegrías ajenas, se habrá podido unificar la sugerencia de la psicología social (o psicología de las actitudes) con la ética explícitamente mencionada en la Biblia. De ahí que pueda considerarse a la psicología social como una rama de las ciencias sociales enteramente compatible con el rumbo marcado por la psicología humanista.

miércoles, 10 de abril de 2019

Educación para todos vs. Educación para genios

Es posible distinguir entre una educación orientada hacia alumnos normales, varios de los cuales presentarán cierta negligencia mental y pocas aptitudes disciplinarias como para construirse por ellos mismos una buena base de conocimientos, por una parte, y una educación orientada hacia el genio, que con sólo sugerencias del docente podrá alcanzar altos niveles de erudición y de creatividad.

Bajo un sistema orientado al alumno promedio, ha de ser el docente quien apuntará a formar en la mente del estudiante una base organizada de conocimientos que le permitirá posteriormente acrecentar ese caudal. Bajo un sistema orientado al genio, ha de ser el docente alguien que sólo sugerirá al alumno dónde podrá encontrar los conocimientos que le permitirán formar por sí mismo tal base organizada de conocimientos.

En los distintos ámbitos educativos, no se encontrarán posiblemente ambos casos mencionados “en estado puro”, sino que coexistirán ambos, aunque seguramente predominará uno de ellos sobre el restante. Puede decirse que la educación tradicional ha de estar más cerca de una “educación para todos” mientras que la educación actual tiende a acercarse a la “educación para genios”, ya que niega que al alumno se le ofrezcan “conocimientos prefabricados”. La educación tradicional se adapta mejor a los niveles primario y secundario, mientras que la educación para genios, que apunta hacia el autodidacta, se adapta mejor al nivel terciario y universitario.

Como ejemplo de la exitosa educación para genios, puede considerarse el caso de Leonardo da Vinci, que por ser un hijo extramatrimonial, tuvo inconvenientes para recibir una educación formal. Recordemos que durante la Edad Media, y años posteriores, los niños extramatrimoniales carecían de algunos derechos poseídos por los hijos legítimos. Tal es así que a aquellos se los denominaba “hijos de la fornicación”. Galileo Galilei, quien tuvo dos hijas y un hijo extramatrimoniales, encuentra adecuado para sus hijas el ingreso a la vida religiosa.

En la época de Leonardo da Vinci (siglo XVI), los hijos legítimos recibían la instrucción tradicional, o teórica, mientras que Leonardo tiene que conformarse con una formación práctica y especializada. Sin embargo, tratándose de un genio, tal educación incompleta le permitió desarrollar todas sus potencialidades artísticas e inventivas. Quienes no poseían tales dones naturales, quedaban relegados a recibir formaciones intelectuales bastante limitadas. Charles Nicholl escribió: “Es bien sabido que Leonardo se describió a sí mismo como «omo sanza lettere» u «hombre iletrado». No quería decir con ello que lo fuera literalmente, pero sí que no había recibido el tipo de educación que conducía a la universidad y, por lo tanto, al estudio de las siete «artes liberales» (así llamadas precisamente por no estar ligadas a la necesidad de aprender un oficio): la gramática, la lógica, la retórica, la aritmética, la geometría, la música y la astronomía. Había seguido, en cambio, el camino del aprendizaje práctico, que era, evidentemente, una forma de educación, pero que tenía lugar en un taller y no en una antigua universidad, enseñaba un oficio en lugar de ejercicios intelectuales y se impartía en italiano en vez de en latín”.

“Cuando se describe a sí mismo como «omo sanza lettere», Leonardo está ironizando acerca de su falta de educación formal, pero no se está rebajando. Por el contrario, reafirma su independencia. Se siente orgulloso de su condición de iletrado: él ha llegado al conocimiento a través de la información y no lo ha recibido de otros en forma de opinión preconcebida. Leonardo es un «discípulo de la experiencia», un coleccionista de pruebas: «prefiero una pequeña certeza a una gran mentira». No puede citar a los eruditos, los minoristas de la sabiduría del ipse dixit, «pero sí citaré algo mucho más grande y más valioso: la experiencia, maestra de sus maestros». Aquellos que se limitan a «citar» –en el sentido de «seguir» o «imitar» además del literal- son «gente gonfiata», «inflada» con información de segunda mano, «voceros y recitadores de obras ajenas»” (De “Leonardo”-Taurus-Buenos Aires 2006).

En épocas como la actual, en la que predomina un obsesivo igualitarismo, se considera pecaminosa la desigualdad entre docente y alumno, ya que se la asocia a una relación entre dominador y dominado. De ahí la sugerencia de que el docente debe solamente orientar al alumno hacia su propia formación intelectual sin inculcarle “conocimientos prefabricados”, es decir, aunque aparentemente se buscaría una “educación igualitaria” se cae en el absurdo de promover en realidad una educación para genios, ya que el alumno promedio, primario y secundario, carece de las aptitudes requeridas para llegar a la ideal situación del autodidacta. Jorge Bosch escribió: “Una de las consecuencias más desopilantes de la ideología activista-creativista-anticonsumista es la pretensión de suprimir por medio de consignas revolucionarias ciertas diferencias objetivas que la realidad se empeña en mantener”.

“En términos generales, esta pretensión se puede describir diciendo que se aspira a suprimir las diferencias entre el emisor y el receptor de un mensaje, entre el maestro y el alumno, entre el estimulador y el estimulado, advirtiendo que todas estas diferencias están basadas en la relación dominante-dominado. El grado de penetración de esta ideología «igualitarista» y borradora de diferencias es enorme”.

“Los pedagogos ansiosos por ponerse a tono con las últimas novedades, y los funcionarios ansiosos de adaptarse a las ideas de esos pedagogos, tratan de llevar a la práctica aquellas recomendaciones…Se les pide que se limiten a «estimular» a los alumnos para que éstos planteen y resuelvan problemas, como si todo fuera cuestión de resolver problemas, como si no se necesitara partir de una base firme de conocimientos, como si no se necesitara el contacto directo con las grandes obras de la cultura, y como si fuera posible que los alumnos llegaran siquiera a sospechar la existencia de los problemas más interesantes y fecundos sin haber adquirido previamente una información sólida que ningún espontaneísmo puede proveer, aunque empleen los más maravillosos estímulos” (De “Cultura y contracultura”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1992).

Puede leerse en un libro patrocinado por la UNESCO: “Es la relación maestro-alumno, sobre la que descansa el edificio de la instrucción tradicional, la que puede y debe, en esta perspectiva, ser reconsiderada sobre su base, en la medida en que reviste el carácter de una relación de dominante a dominado, reforzada de un lado por las ventajas conjugadas de la edad, el saber y la autoridad indiscutida y del otro, por la situación de inferioridad y de sumisión”.

“Está claro que los enseñantes tienen cada vez menos como tarea única el inculcar conocimientos, y cada vez más el papel de despertar el pensamiento. El enseñante, al lado de sus tareas tradicionales, está llamado a convertirse cada día más en un consejero, un interlocutor; más bien la persona que ayuda a buscar en común argumentos contradictorios, que la que posee las verdades prefabricadas; deberá dedicar más tiempo y energías a las actividades productivas y creadoras: interacción, discusión, animación, comprensión y estímulo. Sin esta evolución de las relaciones entre educandos y educadores no puede haber democratización auténtica de la educación” (Citado en “Cultura y contracultura”).

La educación para genios (o para autodidactas) no sólo impide la transmisión de conocimientos científicamente verificados, sino que también impide el entrenamiento mental requerido para la asimilación de conocimientos ya elaborados. El alumno, al aprender por medio de la educación tradicional, entrena su mente en el mismo proceso educativo. Al denominarlos irónicamente como “prefabricados”, los ideólogos se oponen a la transmisión de información intergeneracional que constituye la esencia del proceso de adaptación cultural al orden natural.

Ante la imposibilidad de transmitir “conocimientos prefabricados” bajo el criterio imperante, el conocimiento de la física o de la matemática, por ejemplo, será accesible a una pequeña minoría (los genios) capaces de adquirirlos por su propia cuenta. Incluso en estos casos, sólo se podrán poner al día con el conocimiento actualizado cuando tengan ya varios años de edad, en lugar de adquirirlo en un tiempo breve por medio del “conocimiento prefabricado” ya disponible en la mente de un buen docente.

El autodidacta, estrictamente hablando, no existe, ya que lo que no aprende en una escuela, podrá aprenderlo en un libro escrito seguramente por algún otro docente, o por un investigador que ejerce indirectamente la docencia a través de un libro. De ahí que sea algo absurdo apuntar a que el alumno “ideal” (autodidacta) sea quien sólo deba aprender mediante libros (o Internet) en lugar de aprender directamente del docente que tiene al frente de la clase a la que concurre diariamente.

Al relegar la transmisión de contenidos a un lugar secundario, la "educación para genios" termina siendo una educación para nadie, por cuanto los genios son muy poco numerosos.

domingo, 7 de abril de 2019

Dime a cuál líder político admiras y te diré quién eres

Para conocer el nivel cultural de un pueblo, es ilustrativo conocer los líderes políticos que ese pueblo admira, ya que una identificación con alguien inmoral indicará cierta inmoralidad predominante en esa sociedad. En el caso argentino, algo más del 70% de la población (estimación personal) admira a Perón y a Eva, o al menos los aceptan como si hubiesen sido políticos “normales”. Sin embargo, releyendo algunos mensajes o directivas de tales personajes, será fácil apreciar tanto la moralidad de sus emisores como la del pueblo que los acepta mayoritariamente.

Mensajes y directivas de Perón:

. Limitamos las libertades en cuanto fue indispensable limitarlas para la realización de nuestros objetivos. No hemos necesitado matar a nadie.

. Se lo deja cesante y se lo exonera por la simple causa de ser un hombre que no comparte las ideas del gobierno; eso es suficiente.

. No se necesita libertad política. Lo que se necesita es libertad para trabajar por el país. Ninguna libertad política. En esto, somos tiranos, dictadores.

. Cuando fue necesario, se apretó. Si la situación impusiera que apretáramos, nuestros adversarios saben que apretamos y que lo hacemos fuerte.

. Al amigo, todo. Al enemigo, ni justicia.

. Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos.

. El día que ustedes se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelguen.

. ¡El gobierno está decidido a hacer respetar los precios, aunque tenga que colgarlos a todos!

. Entregaré unos metros de piola a cada descamisado y veremos quién cuelga a quién.

. Hay que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol.

. Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores.

. Con un fusil o con un cuchillo, a matar al que se encuentre.

. Cuando haya que quemar, voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero entonces, si eso fuera necesario, la historia recordaría la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días.

.Hicimos preparar 300 garrotes así grandes, gruesos así, con un clavo en la punta y les dije: «Muchachos, hoy ganamos la calle». Esa tarde salimos con quinientos hombres, recorrimos Florida, rompimos todas las cabezas que encontramos y todas las vidrieras y todo, y al día siguiente éramos dueños de la calle.

. La consigna, para todo peronista, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos!

. Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden contra las autoridades puede ser muerto por cualquier argentino. Esta conducta que ha de seguir todo peronista no solamente va dirigida contra los que ejecutan, sino también contra los que conspiren o inciten.

. Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado.

Por otra parte, Eva Perón expresaba:

. Con las cenizas de los traidores construiremos la Patria de los humildes.

. No nos alcanzará el alambre de fardo para colgar a los contreras.

. Perón es la patria, y quien no esté con la Patria es un traidor.

. El pueblo trabajador seguirá a Perón contra la opresión de los traidores de adentro y de afuera, que en la oscuridad de la noche quieren dejar su veneno de víboras en el alma y en el cuerpo de Perón, que es el alma y el cuerpo de la Patria.

. Acá nadie es dueño de la verdad, nada más que Perón.

. La victoria será nuestra. Tendremos que alcanzarla tarde o temprano, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

. Estamos dispuestos a morir por Perón, y quiero que sepan los traidores que iremos a hacernos justicia por nuestras propias manos.

. El cebollita porteño, el coyita de Jujuy, los changuitos y todos los niños del país, antes de decir «papá» deben aprender a decir «Perón».

. El día del amor y de la paz llegará cuando la justicia barra de la faz de la tierra a la raza de los explotadores y los privilegiados.

. Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la Patria para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista.

(Citas en “La década sakeada” de Fernando A. Iglesias-Margen izquierdo-Buenos Aires 2016).

Supervivencia y neuronas espejo

Para favorecer la supervivencia de los integrantes de la humanidad, e incluso de una parte del reino animal, la evolución biológica ha priorizado la comunicación entre individuos y ha materializado vínculos concretos entre ellos. Este es el caso del proceso empático, que nos permite sentir lo que otros sienten, conocer intenciones ajenas y vincularnos afectivamente para llegar a conformar una sociedad.

La comunicación empática favorece la fortaleza del grupo, ya que su predominio evita la autodestrucción provocada por el odio y el egoísmo de sus integrantes, ya que la ausencia de empatía genera situaciones que tienden a debilitar el grupo arriesgando su supervivencia. Esto puede comprobarse fácilmente observando familias, incluso empresas comerciales o industriales, que se autodestruyen cuando existen débiles vínculos de cohesión.

Cuando Guglielmo Marconi acude al correo italiano para ofrecerles la telegrafía sin hilos, o radiotelegrafía, no despierta interés alguno. Entre tanto, la marina británica advierte el enorme potencial militar al disponer de un medio de comunicación entre sus barcos; efectivo incluso para grandes distancias, favoreciendo de esa manera la “supervivencia” de sus naves en caso de conflictos armados. De ahí que “comunicación” y “supervivencia” deban ir siempre juntas. Wolfgang Wieser escribió: “Los elementos de un sistema deben «comunicarse» entre sí, deben desarrollar interrelaciones regulares coherentes. Esta necesidad de comunicación es fundamental e igualmente importante para sistemas físicos, biológicos o sociológicos. Sin comunicación no hay orden, sin orden no hay totalidad” (De “Organismos, estructuras y máquinas”-EUDEBA-Buenos Aires 1962).

El descubrimiento de las neuronas espejo permite disponer de un fundamento biológico de la empatía, mientras que la empatía resulta ser el fundamento de la ética biológica, o natural, que permite vincularnos afectivamente a los demás compartiendo penas y alegrías ajenas como propias. Silvina Catuara Solarz escribió: “La respuesta empática resulta de la integración funcional de diversos componentes que han sido superpuestos capa sobre capa a lo largo de la evolución como si de un juego de muñecas rusas se tratara. En su núcleo está el mecanismo de percepción-acción, que induce en el observador un estado emocional similar al de la persona observada. Su expresión más básica es el contagio emocional en el que las neuronas espejo cumplen un papel fundamental”.

“Las capas externas de la muñeca, como la preocupación empática y la adopción de la perspectiva ajena, se construyen sobre la base del núcleo y requieren la regulación emocional, la distinción yo-otro y la cognición. A pesar de que las capas exteriores de la muñeca dependen del funcionamiento prefrontal, siguen estando fundamentalmente vinculadas al mecanismo central de percepción-acción” (De “Las neuronas espejo”-Editorial Salvat SL-Barcelona 2019).

En cuanto a las neuronas espejo, puede decirse que son aquellas que se activan tanto en la recepción de información como en el comando de una acción. Mientras que existen neuronas sensoras (similares a los sensores eléctricos de luz, temperatura, calor, etc.) y también neuronas motoras (que ordenan la contracción de un músculo, por ejemplo), las neuronas espejo poseen ambos atributos simultáneamente. De ahí que se activan tanto cuando alguien observa cierta acción en otra persona como cuando la misma acción es realizada por la persona en cuestión. La citada autora agrega: “Las neuronas espejo tienen la asombrosa capacidad de transmitir impulsos eléctricos no solo durante la ejecución de una acción particular, sino también durante la percepción de la acción llevada a cabo por otra persona”.

En el libro mencionado aparece el gráfico de un macaco (animal en el que se observó primeramente tal comportamiento) sosteniendo una piedra con una mano y mostrando la activación de determinada zona de su cerebro. A la par, se muestra al mismo animal observando la mano de un hombre que sostiene también una piedra, activándose la misma zona del cerebro del animal. Como dato curioso puede señalarse que, durante los estudios con animales, se invirtieron los papeles tradicionales entre científicos y animales: “En fin, los monos, sentados en sus butacas, se habían convertido en espectadores de las «monerías» y del entretenimiento que les ofrecían los experimentadores con sus batas blancas”.

Este proceso de activación de neuronas, no sólo se produce ante la observación directa de acciones de otros individuos, sino también al escuchar sonidos asociados a esas acciones; surgiendo, además, la posibilidad de conocer las motivaciones o intenciones vinculadas a esas acciones: “El resultado de esta primera fase de la investigación fue verdaderamente impresionante. Un descuido involuntario en el estudio del sistema motor había llevado al descubrimiento de que las neuronas premotoras se activan cuando el sujeto realiza una acción y también cuando el mismo sujeto observa a otro realizarla. Como si la estuviera reproduciendo en su cabeza. En la mayoría de las ocasiones (aunque no en todas), ese sistema espejo se activaba por igual ante acciones distintas pero vinculadas al mismo objetivo, así que lo que el sujeto reproducía en su cabeza estaba relacionado con la intención de la acción más que con su ejecución. Por último, para que el proceso se desencadenara no era necesario que el sujeto viera la acción completa, y ni siquiera que la observara: tanto la visión parcial como otros estímulos sensoriales (oído) producían el mismo resultado”.

La esencia del lenguaje radica en la asociación de palabras a ciertas imágenes surgidas de la realidad, ya sean imágenes de objetos concretos o bien de acciones realizadas por el hombre. Si detenemos nuestra atención en la palabra “morder”, es posible que de nuestra memoria surja una difusa imagen de alguien ejecutando tal acción, por lo cual existiría la posibilidad de que ciertas neuronas espejo se activaran en forma semejante a lo que ocurre en situaciones en que se observa alguien mordiendo una manzana, por ejemplo. Y esto es precisamente lo que encontraron los investigadores al descubrir que las zonas del cerebro asociadas al lenguaje incluyen neuronas espejo. La citada autora escribe al respecto: “Si las neuronas espejo intervenían en la comprensión de las expresiones lingüísticas a través de la recreación interna de sus representaciones sensoriomotoras, como sucedía con la comprensión de las acciones observadas, entonces debía poder observarse una coincidencia entre las regiones corticales activadas en ambas condiciones experimentales. Es decir, entender el sentido de la expresión «patear una pelota» pasaría por reproducir internamente las sensaciones perceptivas y motoras vinculadas a esa acción”.

“Durante el experimento, la corteza premotora del hemisferio izquierdo se activó de manera congruente cuando los participantes observaban movimientos de los pies, las manos y la boca y cuando leían frases relativas a dichos movimientos. Por ejemplo, había una región específica que respondía por igual a estímulos relacionados con la acción de morder pero de naturaleza distinta: cuando se utilizaba la palabra «morder» en sentido descriptivo y literal (como en la expresión «morder un melocotón»), cuando se integraba en una expresión con significado metafórico (como en la frase hecha «morder más de lo que puedes masticar») y cuando se veía a alguien comiendo (observacional). Estos datos significan que las neuronas espejo del área premotora desempeñan un papel en el procesamiento conceptual de los estímulos verbales y pictóricos y sirven de nexo común entre la información sensoriomotora y la lingüística”.

También tales neuronas permiten la imitación y la emulación, que resultan ser las bases de la educación tradicional y del proceso de adaptación cultural al orden natural y al orden social. Ello se debe a que el conocimiento adquirido por la humanidad es acumulativo, transmitiéndose de generación en generación, con los aportes y errores introducidos por cada una de ellas. “El concepto de aprendizaje por imitación o «vicario» fue introducido por el psicólogo Albert Bandura en su teoría del aprendizaje social en 1977, en contraposición a la idea de «aprendizaje activo», en el que se requiere que experimentemos personalmente las acciones. Esta teoría establece que además de los factores psicológicos, como la motivación, la atención y la memoria, el ambiente ejerce un efecto clave en el aprendizaje a través de una combinación de factores sociales y culturales que modelan la conducta. De acuerdo con este concepto, el aprendizaje por imitación sirve para asimilar los valores y las normas sociales de cada cultura”.

martes, 2 de abril de 2019

Memorias de una cantante soviética

Una forma de conocer parte de la realidad de una sociedad consiste en seguir el relato personal de alguien que la haya integrado, tal el caso de la cantante de ópera Galina Vishnevskaya, integrante del afamado Bolshoi de Moscú, quien describe el comunismo soviético que le tocó vivir.

En todas las ramas del conocimiento es posible distinguir entre una parte teórica y una parte práctica, que se han de reforzar mutuamente. La primera nos ayudará a interpretar y a darle sentido a la segunda, mientras que ésta constituirá la razón de ser de aquélla. De ahí que la historia sea la parte práctica de la sociología y de la psicología social; ciencias que nos ayudarán a darle sentido a los acontecimientos ocurridos en los diversos países.

La Revolución de 1917, que fue en realidad una guerra civil, deterioró las personalidades de muchos rusos. Aun cuando los ideólogos de izquierda canten loas a tal forma de intentar “solucionar” los problemas sociales, las guerras civiles son peores que las guerras entre naciones, debido al enfrentamiento ante familiares o amigos, que no pueden eludir. La citada cantante escribió: “Mi padre era comunista… participó en el aplastamiento de la rebelión de Kronstadt, matando marineros. Hijo de un obrero, terminó matando a su propia gente. Esto lo marcó para el resto de su vida. Mutiló su espíritu”.

“¿Y qué hace un ruso ante una situación como ésa? Bebe. Mi padre era un borracho perverso. Para mí, la revolución y sus ideales se encarnaban en la figura de ese leninista ebrio”.

“Lo trágico era que no se trataba de un mujik común deformado por el régimen soviético. De ser así, se hubiera dedicado simplemente a beber y hubiera muerto en una zanja. Pero era un hombre inteligente e instruido y las escenas sangrientas que presenciara en su juventud, sus propias manos manchadas con sangre de sus hermanos, lo perseguían. Ni siquiera el vodka podía acallar la voz de su conciencia” (De “Galina”-Javier Vergara Editor SA-Buenos Aires 1985).

El Estado soviético instaba a que los niños delataran a sus propios padres en caso de que manifestaran disconformidad con el régimen. Podemos imaginar lo penoso que ha de ser para un padre no poder expresar sus ideas en su casa ante el temor a ser delatado por sus propios hijos, y no poder educarlos de la manera que considerara beneficioso para sus formaciones personales. Galina Vishnevskaya escribió: “Muy pronto aparecieron los informantes voluntarios. Esos seres despreciables eran los primeros en detectar dónde estaba el poder para acercarse a él. En las reuniones de las organizaciones juveniles se nos decía que estábamos rodeados de enemigos y que nuestro deber era denunciar todo evento sospechoso ante las autoridades de la escuela o ante la policía. Se fomentaba la delación y los delatores eran señalados como modelos de conducta. Finalmente, nos ofrecieron el modelo máximo, un héroe: Pavlik Morozow, de doce años de edad, glorificado por millones de niños soviéticos a través de canciones, poemas, cuadros, monumentos; porque había denunciado a su propio padre y abuelo”.

“Tal como sucediera en la Alemania de Hitler, Rusia comenzó deliberadamente a formar una generación de delatores que eran adoctrinados desde la escuela primaria. O antes aun, en el jardín de infantes. Niños que apenas comenzaban a caminar, entonaban canciones en honor de Pavlik Morozow. En ocasiones la escuela llevaba su nombre. El mensaje era muy claro: «Niños, si son buenos y delatan a mamá y papá, puede que entonen canciones sobre ustedes. Por lo tanto mantengan los ojos bien abiertos y los oídos atentos»”.

“Sería interesante saber quiénes fueron los primeros en corromper las almas de los niños, si los nazis o los comunistas. Parece ser que la Unión Soviética fue la primera”.

Hablar en contra de Stalin podía acarrearle al desafortunado crítico algunos años de prisión (tal como le sucediera a Alexander Solyenitsin). “Una mujer desconocida vino a verme, diciendo que era la esposa de mi padre y que había tenido una hija con él. Fue ella quien me informó que mi padre había sido arrestado y condenado de acuerdo al artículo 58, el «artículo político», a diez años de prisión. Cuando pregunté por qué, me dijo que, estando ebrio, había hecho una broma sobre Stalin. Alguien lo había denunciado, fue procesado y ahora debía pagar esa broma con diez años de su vida. De modo que el marxista-leninista había caído en la trampa hacia la cual quiso arrastrar a otros. No sentí pena por él. Quizá fue cruel de mi parte, pero después de haberme abandonado durante el sitio de la ciudad [Leningrado], de haberme negado ayuda cuando tuve a mi bebé, decidí borrarlo de mi vida para siempre”.

Los gobernantes soviéticos imponían a los artistas la obligación de hacer propaganda partidaria, por lo que la gente dejó de concurrir a los teatros, al menos masivamente. “Las funciones se daban en teatros semivacíos. El público había dejado de asistir. Era demasiado penoso escuchar a los grandes actores del teatro Aleksandrinsky actuar con un falso phatos y recitar frases de propaganda. Era evidente que se avergonzaban de sí mismos y uno sólo podía sentir compasión por ellos y por su humillación pública”.

“Con el slogan «Abajo los cosmopolitas» se abatió sobre el teatro ruso una maldición y, durante años, muchas de las mejores obras quedaron sepultadas. Los directivos aparecían en los teatros, ordenando que se representaran obras contemporáneas soviéticas que glorificaban al partido. Y los escritores sin talento, dramaturgos, poetas y compositores, pagaron su histérico tributo al régimen y a su gran líder, «el genio de todos los tiempos»”.

En cuanto a los lazos que unen a las personas para constituir una verdadera sociedad, parecieron no existir bajo el comunismo soviético. La citada autora agrega: “El régimen soviético había conseguido disolver los lazos que unen padres e hijos, a hermano y hermana. Forzados a no considerar nada como propio, las personas se unían y separaban con toda facilidad. Y, al estar separados, prescindían unos de otros por completo, pues ya no asignaban importancia a las palabras «mi familia», «mis hijos», «mis padres». Cuando a uno le inculcan la idea de que todo pertenece al partido, desde la propia alma hasta la silla en que uno se sienta, se comienza a comprender la «ciencia de la indiferencia»: uno no pertenece a nadie y nadie le pertenece a uno”.

Cuando Galina tiene posibilidades de ingresar como cantante de ópera del Bolshoi, debe contestar un riguroso cuestionario “ideológico”. Podría ser rechazada, aun con sus sobresalientes virtudes artísticas, de haber tenido antecedentes incompatibles con las exigencias del régimen, por lo cual no menciona el arresto sufrido por su padre; de hacerlo, habría sido rechazada.

Las dificultades de la vida cotidiana impedían que cada ciudadano tuviese tiempo libre para pensar y reclamar mejoras. “Uno tiene la impresión de que el gobierno crea deliberadamente dificultades de alojamiento para que los ciudadanos no piensen en problemas más importantes, para asfixiar su vida intelectual y espiritual y, al finalizar la jornada, sólo tenga fuerzas para arrastrarse hasta su casa e ir a dormir. Los soviéticos pasan su vida tratando de obtener alimentos, de los cuales siempre hay escasez, o un apartamento, que sólo consigue «haciendo méritos». Y, antes de que se den cuenta de ello, han consumido su vida luchando contra la escasez de alimentos y de vivienda. La escasez es como una hidra: si se le corta una cabeza, aparecen otras dos. Si hoy las tiendas tienen teteras, que han estado faltando durante varios años, mañana no tendrán sartenes, o planchas, o algodón, o medias, etc., etc.”.

Perteneciendo ya al Bolshoi, durante algunos años habitó una pequeña habitación con baño compartido, sin posibilidad de bañarse en él, debiendo para ello concurrir a baños públicos. Galina escribe sobre sus gobernantes: “¿Sabrá esta gente, ebria de poder, soberbia y ahíta, cómo vivimos? Lo sabían, pero no era suficiente. Para comprenderlo, deberían vivir, aunque sólo fuera durante un mes, la vida de un esclavo ruso….Cada miembro del Politburó debería vivir durante un tiempo en mi pequeña habitación con suelo de cemento (la habitación de una solista del Bolshoi), hacer cola detrás de treinta y cuatro personas para usar el baño…”.

“Parecía que lo más sencillo fuera pagar mejores salarios, para que el artista pudiese disponer de su dinero. Pero entonces, no habría apartamentos «gratuitos» ni atención médica «gratuita» y uno no se sentiría en deuda con el régimen. En realidad, no haría falta el régimen, ni tampoco harían falta los millones de parásitos que deciden cuáles son las necesidades de cada uno”.

“Desde el día en que uno nace, deciden por uno, piensan por uno; la vida entera del ciudadano está sometida a su voluntad. Y lo peor es que, gradualmente, al disminuir las necesidades, los deseos y la iniciativa, esa dependencia parece necesaria. Puede que uno tan sólo tenga un rincón dentro de un apartamento comunal, pero está allí y es económico. La comida es mala, pero también está allí. Estamos vivos; demos gracias a Dios”.

Luego de la muerte de Stalin y de la revelación de sus crímenes masivos, comienza una nueva etapa. El padre de Galina sale de la cárcel. Fiel a su condición de marxista-leninista, tratará de perjudicar a su hija. “También mi padre salió de prisión y, aunque había estado allí diez años, siguió siendo comunista. Fue a Moscú para tratar de reintegrarse al partido, pero pasó primero por el departamento de personal del Bolshoi para denunciarme. Informó que yo había omitido mencionar el hecho de que él había sido arrestado según el artículo 58. ¿Cómo podía él conciliar tal comportamiento con la «pureza» de sus ideas leninistas? Naturalmente, supuso que me iban a despedir del Bolshoi. Pero los tiempos habían cambiado. Dos años después, murió de cáncer pulmonar”.