En primer lugar, es oportuno distinguir entre psicologías incompletas y psicologías erróneas (no compatibles con la realidad), ya que algunas de las incompletas pueden ser acertadas en un limitado campo, aunque ignoren importantes aspectos del comportamiento humano. Si tenemos presente que todo individuo presenta tres dimensiones que determinan su conducta, tales como las asociadas al cuerpo, a la mente y a las emociones, una psicología acorde a la realidad no debería dejar de contemplar ninguna de ellas. Incluso se llega al extremo de encontrar propuestas éticas asociadas al placer, o a la razón, que ignoran completamente los aspectos espirituales del hombre. B. R. Hergenhahn escribió: “Hablando en términos generales, la naturaleza humana puede dividirse en tres componentes principales: la mente (nuestro intelecto), el cuerpo (nuestra configuración biológica) y el espíritu (nuestra configuración emocional)”.
“Diferentes filosofías y, más recientemente, distintas escuelas de la psicología han tendido a hacer hincapié en uno de estos aspectos a expensas de los otros dos. Aparentemente, la determinación de cuál filosofía o escuela de psicología prevalecía en un momento dado dependía en gran medida del Zeitgeist [espíritu de la época]”.
“En la década de 1950 y principios de la de 1960, únicamente el conductismo y el psicoanálisis seguían teniendo influencia como escuelas de pensamiento que habían permanecido intactas. En los tiempos problemáticos…., el conocimiento de los seres humanos que proporcionaban el conductismo y el psicoanálisis era percibido por muchas personas como algo incompleto, distorsionado, o como ambas cosas. Había necesidad de una nueva perspectiva psicológica, que no hiciera hincapié en la mente ni en el cuerpo, sino en el espíritu humano”.
“A principios de la década de 1960, un grupo de psicólogos –encabezado por Abraham Maslow- comenzó un movimiento al que se conoce como tercera fuerza de la psicología. Los psicólogos en cuestión afirmaban que las otras dos fuerzas de la psicología, el conductismo y el psicoanálisis, dejaban de lado varios atributos importantes del género humano. Según indicaban, al aplicar las técnicas utilizadas en las ciencias naturales al estudio de los seres humanos, el conductismo había equiparado a estos con los robots, con los animales inferiores o con las computadoras. Desde la perspectiva de los conductistas, la humanidad no poseía características realmente distintivas”.
“Por lo que respecta al psicoanálisis, la principal crítica consistía en que se concentraba sobre todo en las personas con trastornos emocionales y en el desarrollo de técnicas para lograr que la gente anormal recuperara la normalidad. Lo que faltaba, de acuerdo con los psicólogos de la tercera fuerza, era información que contribuyera a que los individuos sanos fueran todavía más saludables, es decir, a que alcanzaran la plenitud de su potencial. Lo que se necesitaba era un modelo de ser humano que hiciera énfasis en su singularidad y en sus aspectos positivos, en lugar de resaltar los negativos. Tal fue el tipo de modelo que los psicólogos de la tercera fuerza intentaron proveer” (De “Historia de la Psicología”-Cengage Learning Editores SA de CV-México 2011).
Abraham Maslow logra asociar un conjunto de atributos al hombre autorrealizado, luego de estudiar varios personajes destacados de la humanidad. La síntesis es la siguiente:
1- Perciben la realidad con precisión y en su totalidad.
2- Demuestran una gran aceptación de sí mismos y de los demás.
3- Se muestran espontáneos y naturales.
4- Tienen necesidad de privacidad.
5- Tienden a ser independientes del entorno y de la cultura donde se desempeñan.
6- Demuestran una frescura inagotable en sus puntos de vista.
7- Tienden a vivir experiencias místicas o «pico» cada cierto tiempo.
8- Se interesan en todos los seres humanos, en lugar de hacerlo únicamente en sus amigos, familiares y conocidos.
9- Tienden a tener pocos amigos.
10- Poseen un firme sentido ético, pero no aceptan necesariamente la ética convencional.
11- Cuentan con un sentido del humor bien desarrollado, pero no hostil.
12- Son creativos.
Resulta deseable y necesario encontrar una respuesta simple y concreta respecto de la orientación que debemos dar a nuestra vida. Sin embargo, las distintas filosofías y escuelas psicológicas se limitan a dar respuestas parciales y poco compatibles con las restantes. En cierta forma transitan por una situación similar al de las religiones, en donde se está lejos de llegar a acuerdos esenciales. Pedro Laín Entralgo escribió respecto de una propuesta de Kant: “El saber filosófico podría ser reducido a cuatro disciplinas, correspondientes a cuatro interrogaciones cardinales:
1- ¿Qué puedo yo saber?
2- ¿Qué debo yo hacer?
3- ¿Qué me es lícito esperar?
4- ¿Qué es el hombre?
Responde a la primera de esas preguntas la Metafísica; a la segunda, la Moral; a la tercera la Religión; a la cuarta la Antropología. Y puesto que las tres primeras –concluye Kant- pueden ser referidas a la cuarta, la Antropología vendría a ser el centro de las tres restantes disciplinas filosóficas” (De “Antropología de la Esperanza”-Ediciones Guadarrama-Barcelona 1978).
Sin embargo, y por el momento, no se han logrado acuerdos entre ciencias sociales, filosofía y religión, ni tampoco se los ha logrado dentro de cada una de tales ramas del conocimiento. La tendencia propuesta por la psicología humanista tiende a orientarnos hacia lo que el hombre debe ser, partiendo de lo que el hombre es.
Por ser la nuestra una época de predominio científico, es de esperar que tales preguntas puedan ser respondidas a partir de una síntesis establecida en el ámbito de las ciencias sociales. De ahí que los intentos deben ir dirigidos hacia una unificación en ese ámbito. G. M. Kinget escribió: “El punto focal de atención de la psicología humanista está en la especificidad del ser humano, en aquello que lo distingue de todas las demás especies. Esta corriente se diferencia de las otras formas de psicología en razón de que interpreta al hombre no sólo como un organismo biológico modificado por la experiencia y la cultura, sino como una persona, como una entidad simbólica capaz de reflexionar en torno a su existencia y de darle sentido y dirección” (Citado en “Historia de la Psicología”).
Para adoptar las ideas que conducen al hombre autorrealizado, debemos lograr una actitud mental compatible con la visión científica de la época actual, ya que tal visión facilita su logro, Si bien habrá en el futuro avances científicos imprevistos, no parece probable que volvamos atrás respecto de la principal característica de todo lo existente, que implica que todo el universo, y cada una de sus partes, están regidos por alguna forma de ley natural. Luego, ante esa evidencia, sólo nos queda adaptarnos a dichas leyes. La finalidad aparente del hombre radica en tal proceso de adaptación.
La existencia de leyes naturales invariantes, y de un orden natural asociado, nos brinda la posibilidad de advertir la existencia de una instancia superior a cada hombre. El espíritu de la ley natural, y la aparente finalidad del universo, nos conducen a una religión natural, sin revelación ni intervenciones divinas. Es el hombre quien debe adaptarse a las “reglas del juego” y no debe un Dios personal adaptarse a los pedidos y necesidades humanas (como supone la religión tradicional).
Como todo ser humano posee una determinada actitud característica (que puede ir mejorando con la educación y con la introspección) sólo resta elegir una actitud cooperativa para lograr el resurgimiento individual y social. Al intentar compartir como propias las penas y las alegrías ajenas, se habrá podido unificar la sugerencia de la psicología social (o psicología de las actitudes) con la ética explícitamente mencionada en la Biblia. De ahí que pueda considerarse a la psicología social como una rama de las ciencias sociales enteramente compatible con el rumbo marcado por la psicología humanista.
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