ENTREVISTA (realizada en los años 60)
Periodista: Hablemos un poquito de Dios. ¿Usted cree en Dios?
Borges: Sí, pero no en un Dios personal, Creo que hay un propósito moral en el Universo. En todo caso, debemos obrar como si hubiera un propósito moral. Pero no creo en castigos ni recompensas.
P: Si hay un propósito moral, tiene que haber justicia. ¿Usted cree que hay justicia en el Universo?
B: Somos nosotros los que debemos obrar con justicia. Un castigo o una recompensa son humillaciones. Creo que de igual manera que al tratar con otra persona debemos obrar con nuestro criterio, y no con la conducta del otro; así debemos obrar con respecto al Universo.
P: Me parece algo oscuro, ¿a usted no?
B: Si algo es de difícil definición debe considerarse oscuro. A Unamuno, por ejemplo, le interesaba muchísimo la idea de una inmortalidad personal. A mí no. Yo lo que creo es que el sentido del Bien y del Mal es algo profundo. Stevenson dice que hay actos que una hormiga no puede cometer en el sentido de que no quiere cometerlos…
P: ¿Es lo que los católicos llaman «la ley natural»?
B: Sí, es eso. Stevenson dice que un marinero, por ejemplo, por analfabeto que sea y aunque esté borracho, es capaz de salvar a un compañero de morir ahogado, o que un soldado debe defender a su bandera, porque los dos así lo sienten, aunque no puedan razonarlo. Es decir, hay una ley moral que está más allá de la razón.
P: Eso se parece mucho a la «ley natural» de los católicos, aunque usted dice que no es católico
B: Así es; no lo soy
P: ¿Cristiano?
B: Mmm, no sé
P: Cuénteme, Borges, su mamá, ¿qué es?, su papá, ¿qué fue?
B: Mi padre era un spenceriano liberal; mi madre es católica. Yo ni católico ni cristiano. En fin, si puedo llamarme cristiano, tiendo más a ser protestante que católico. Mire, no quiero desatar una guerra carlista… lo que le puedo decir es que, en materia de religión, conviene pertenecer a las minorías, porque las minorías están obligadas a ser tolerantes; en cambio, las mayorías casi siempre han impuesto sus verdades por la fuerza, lo que me parece justo desde sus puntos de vista, porque si yo creo que cuatro y tres son siete, y tengo la fuerza de mi lado, no voy a permitir que un minoritario cualquiera venga a decirme que son seis o nueve. Por eso le digo: hay que pertenecer a minorías; uno está obligado entonces a tolerar que dos más dos sumen cinco, lo que no deja de ser encantador; ¿no le parece?
P: Me parece
B: Ahora, claro, hay católicos y católicos. Mi madre, por ejemplo, es tan tolerante que es, como yo, pro judía. Cuando la última guerra, fue a visitarla el embajador de Israel a su casa de Charcas y Maipú y, claro, el hombre estaba asustado, temeroso, y entonces mi mamá lo tranquilizó, o intentó tranquilizarlo, diciéndole que estaba segura de que no iba a pasar nada y cuando se despidieron mi madre le dijo: “Vaya, ahora, y récele a su paisana la Virgen”, ahí en La Merced, porque ahí tiene, ¿ve?, tengo una sobrina que se indigna cuando me oye decir que Cristo, María, los apóstoles, San Pablo, eran todos judíos…; en cambio, mi madre, no. Es muy católica, pero es tolerante, y esas cosas las entiende perfectamente bien. Más allá de mis preferencias, además, me parece indiscutible que hay dos pueblos esenciales en lo que respecta a la formación de la cultura occidental: Grecia e Israel. La filosofía se la debemos a los griegos, y a los judíos nada menos que la Biblia, y no sólo la religión católica es una rama de ese tronco, sino también la musulmana y todas las protestantes. ¿Cómo no voy a ser pro judío?
P: Bueno…entonces es una preferencia, ¿Por qué dice «más allá de mis preferencias»?
B: Porque a mí me puede gustar el café o el dulce de leche, y a usted no, pero el reconocimiento a Grecia y al pueblo judío está más allá de mis preferencias y de las suyas; es una forma del Universo.
(De “El mundo de Borges”-Diario Ámbito Financiero-Buenos Aires 1985).
En la misma revista aparece el siguiente escrito de Borges:
ME ATRAE EL PROTESTANTISMO
Podemos creer o no creer en el cristianismo, pero es indudable que procede del judaísmo. Siendo católico, me siento atraído al protestantismo. Yo creo que lo que me atrae en el protestantismo, o en algunas formas de protestantismo, es la ausencia de una jerarquía. Quiero decir que lo que atrae a mucha gente hacia la Iglesia Católica –la pompa, la liturgia, las jerarquías eclesiásticas, los esplendores de la arquitectura- eso es precisamente lo que me aleja a mí. Como dije, yo no sé si soy cristiano, pero si lo soy, lo soy de un modo que está más cerca del metodismo que de la Iglesia Católica. Y digo esto con todo respeto. Expreso lo que siento, una propensión, una tendencia de mi espíritu.
Creo que el movimiento actual de la Iglesia Católica corresponde a una debilidad. Cuando la Iglesia era fuerte, no era tolerante; cuando la Iglesia era fuerte, quemaba y perseguía. Pero creo que en buena parte la tolerancia de la Iglesia corresponde a debilidad, y no porque sea más broad-minded [de miras amplias], porque no puede serlo. Las Iglesias –cualquiera que sea, católica, protestante- no han sido tolerantes y además no tienen por qué ser tolerantes. Si yo creo estar en posesión de la verdad, no tengo por qué ser tolerante con aquellos que están arriesgando su salvación creyendo en errores; al contrario, casi tengo la obligación de perseguirlos. No puedo decir: “No es importante que usted sea protestante porque al final todos somos hermanos de Cristo”. No. Decir eso ya es muestra de escepticismo.
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1 comentario:
Borges se equivoca al unir indefectiblemente el creer estar en posesión de la verdad con la persecución a quienes no comparten esa percepción. Digamos que la intervención en esta cuestión debería limitarse a poner de manifiesto la opinión propia, pero nunca sentirse obligado a ir más allá en la salvación ajena por la razón fundamental de que el otro es un ser libre.
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