Puede decirse que los sacerdotes católicos marxistas han logrado establecer la mayor de las síntesis, ya que han igualado al Reino de Dios bíblico con el Reino de Marx; además, han igualado al “hombre nuevo” cristiano con el “hombre nuevo” soviético. Sin embargo, no parece que sea una buena idea, ya que los resultados logrados por el marxismo orientan hacia una sociedad totalitaria parecida a una cárcel. No parece que ello fuera el objetivo de las prédicas evangélicas.
Si tenemos en cuenta a los misioneros jesuitas que actuaron en Paraguay hace algunos siglos atrás, se advierte que se adelantaron algunos siglos a la propuesta de Marx, con una sociedad basada en tres principios básicos: unanimismo (no se admitían opiniones que destruyeran la unanimidad propuesta por los ideólogos), jerarquía (existía una desigualdad esencial entre los que mandaban y los que obedecían) y corporativismo (la sociedad se dividía en castas o clases con diferentes deberes y derechos).
Luego del descubrimiento de América, surgen en Europa distintos proyectos a poner en prueba en el Nuevo Mundo. Así, mientras que en América del Norte predomina una forma no monárquica, similar a las democracias actuales, en la América del Sur aparecen algunos intentos de lo que posteriormente se conoce como socialismo.
Loris Zanatta ofrece un panorama general de la cuestión: “El viaje en busca del hilo rojo del «populismo jesuita» no puede no comenzar en la cristiandad hispana en las Américas. Fue entonces, en 1540, que nacieron los jesuitas. Y fue allí, por mandato pontificio y bajo la égida de los reyes católicos, que su fe misionera y su visión del mundo forjaron un nuevo orden”.
“Hablar de populismo en aquella época no tiene sentido: la «soberanía del pueblo» todavía estaba por llegar y sin ella, enseñan los expertos, no hay populismo. Pero más que del populismo, estamos por ahora en busca de las fuentes de su imaginario en América Latina. ¿Es posible rastrearlas en el orden social y espiritual de la monarquía católica española? En el fondo duró tres siglos y dejó como dote la lengua y la fe: no es poco”.
“Ambicionaba crear un orden cristiano, un «régimen de cristiandad»; su misión era edificar el Reino tal como los grandes teólogos de la época lo imaginaban. Para servir a Dios y salvar las almas, debía ser un orden perfecto como la Iglesia que custodiaba la fe. ¿Y qué había de más perfecto que el cuerpo de aquel que Dios había creado a su semejanza? He aquí entonces que el orden cristiano se inspiró en el cuerpo humano, fue un orden orgánico: así era en todas partes, en la edad de lo sagrado”.
“¿Cuáles eran los trazos genéticos de aquel mundo orgánico basado en la fe? El primero lo conocemos: era el unanimismo. Por un lado, el orden cristiano fue preservado de la corrupción externa, de las herejías y otras creencias: súbdito y fiel eran una sola cosa. Y si así era en la península ibérica, con mayor razón en América, laboratorio de la Ciudad de Dios al reparo del cisma protestante”.
“Por otro lado, unanimista fue el principio ordenador del Reino. Como el organismo en el cual se inspiraba, no era una suma de órganos sino un conjunto que los trascendía. Cada órgano de la sociedad tenía su función y todos juntos un solo fin: la salud del cuerpo, la salvación de las almas. Era, para decirlo en una palabra, un orden holístico. Tal principio de unanimidad excluía aquel de pluralidad. ¿Cómo concebir un órgano independiente de los otros? Estaba implícito que la célula «enferma», el individuo no asimilable, pudiera ser sacrificado para la unidad del pueblo, para el «bien común»”.
“El segundo trazo era la jerarquía. El orden cristiano era un organismo y cada órgano desarrollaba su función, pero no todos los órganos tenían la misma importancia: un dedo no vale lo que el corazón, las comunidades indígenas no valían lo que las élites comerciales. El flujo de la autoridad y del poder fluía del centro a la periferia, de arriba hacia abajo, de los cuerpos sacerdotales y militares a los súbditos y fieles. Tal era la jerarquía de roles y funciones esculpidas en el plan de Dios: inmóvil, eterna”,
“Tercer trazo de aquel orden era el corporativismo. Era un orden de castas; cada uno tenía derechos y deberes según el cuerpo social al que pertenecía. El individuo moderno, titular de derechos universales, todavía era desconocido, allí como en otras partes. Los cuerpos daban identidad y protección; a cambio exigían lealtad y conformismo. El individuo estaba subordinado al cuerpo y los varios cuerpos formaban un pueblo, palabra que indicaba sea el pueblo que su aldea, ambos entendidos como entidades homogéneas por usos y costumbres, cultura y religión: comunidades de fe, organismos naturales”.
“Sobre ellas velaba el Estado cristiano. Armado de espada para convertir y de cruz para evangelizar, era un Estado ético, tanto como lo permitía la tecnología de la época. Su misión era catequizar y castigar, en los templos y en los tribunales, con la prédica y los autos de fe; su fin era moralizar al pueblo, empujarlo hacia las puertas del paraíso agitando el miedo del infierno”.
“Tal era, en trazos gruesos, la cristiandad hispánica de América. Al menos en teoría, en los intentos de teólogos y utopistas religiosos. En la práctica, entre la utopía y la realidad permaneció un foso profundo: como todo orden terrenal, fue un edificio imperfecto y caótico. Pero poco importa a nuestros fines: para hallar las fuentes del «populismo jesuita» importa más el mundo como habría debido ser que el mundo como era, la pulsión utópica y redentora que lo animaba más que la prosaica realidad”.
“Tal pulsión plasmó valores e instituciones, creencias y sociabilidad; formó un imaginario omnipresente, una cultura impregnada de religiosidad, tanto más arraigada cuanto menos racionalizada. No habría valido la pena hacer referencia a ello si en el populismo del cual buscamos las remotas raíces no resaltaran, siglos después, los mismos atributos de la cristiandad colonial: unanimismo, jerarquía, corporativismo, Estado ético. ¿Una casualidad? ¿O un parentesco?” (De “El populismo jesuita”-Edhasa-Buenos Aires 2021).
Es necesario destacar que Cristo proponía un modelo de hombre, y no un modelo de sociedad. El hombre nuevo cristiano habría de ser el que conformaría luego una sociedad emergente. En cambio, Marx busca un modelo de sociedad al cual debería adaptarse el hombre nuevo marxista, o soviético.
La sociedad cristiana será una consecuencia de la masiva aceptación del “Amarás al prójimo como a ti mismo”, o compartirás las penas y alegrías ajenas como propias. De ahí que expresó: “Primeramente buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se os dará por añadidura”. Los jesuitas buscan, por el contrario, un modelo de sociedad sin antes buscar el cumplimiento, o la predisposición a cumplir el mandamiento ético.
El Reino de Dios implica un gobierno de Dios sobre el hombre a través de las leyes naturales y el orden natural, en oposición a toda forma de gobierno del hombre sobre el hombre, que es básico en toda utopía socialista.
Mientras una sociedad humana ha de tener a lo emocional (amor al prójimo) como vínculo de unión entre sus integrantes, todo socialismo propone como vínculo de unión a los medios de producción u otro vínculo material.
Los vínculos emocionales exigen de cada uno de nosotros una mejora ética importante, mientras que los vínculos socialistas sólo sirven para atar seres humanos, convirtiendo a la sociedad (si así se le puede denominar) en una cárcel a cielo abierto.
sábado, 30 de noviembre de 2024
La ausencia de patriotismo
En los países con algo, o bastante, patriotismo, se recuerda de alguna forma a los caídos en combate o a las víctimas civiles ante una invasión militar extranjera. Por el contrario, en la Argentina se recuerda a los terroristas del bando cubano-soviético y se ignora completamente a las víctimas argentinas caídas ante los ataques perpetrados en los años 70.
Si alguien se extraña de la decadencia nacional, se le puede decir que observe la falta de patriotismo predominante , y la actitud traidora de muchos, siendo un síntoma más de los tantos que ponen en evidencia lo que predomina en la población. Por supuesto que en este país hay millones de patriotas, pero pareciera que son una minoría. Patriotismo no implica amar a un territorio, sino a quienes habitan en él.
Recordemos los efectos de la labor de los cubano-soviéticos (nacidos en la Argentina): 1.094 asesinatos, 4.380 bombas, 756 secuestros extorsivos y 2.368 heridos, cifras que aparecen en el libro “Los otros muertos” de Carlos A. Manfroni y Victoria E. Villarruel (Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2014). Debe señalarse, además, la traición a la nación por parte de los “intelectuales argentinos” quienes, de un total de más de 700 libros aparecidos en los años 70, el 80% de ellos estaba a favor del terrorismo de Montoneros y ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). En la actualidad siguen apareciendo libros, como el de una comisión episcopal de la Iglesia Católica, para cuya institución sólo hubo un sector culpable, el nacional, y sin aprovechar la ocasión de pedir perdón a la sociedad por haber impulsado desde sus inicios al grupo Montoneros.
Del libro citado se mencionan algunas partes:
UNA DIALÉCTICA PERVERSA Y LA DEUDA CON LA HISTORIA
Cuando hablamos de la década del setenta en la Argentina, inevitablemente asociamos ese tiempo con el dolor y con la lucha fraticida. Pero hay un dolor aceptado, reconocido, políticamente correcto, y otro que no se llora, que no se recuerda, al que no se le rinde homenaje.
Las víctimas del terrorismo en la Argentina quedaron olvidadas para la Historia. El padecimiento de estas personas fue menospreciado por no haber sido ocasionado por agentes gubernamentales. Quien debió protegerlas, no lo hizo.
En primer lugar, se tejió una estrategia jurídica encaminada a evitar que los crímenes cometidos por miembros de organizaciones como Montoneros, Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas Peronistas y otras, fueran declarados delitos de lesa humanidad; por tanto, pasaron a ser prescriptibles.
El argumento que se sostuvo fue que aquellas acciones no habían sido ejecutadas por funcionarios públicos ni bajo el amparo del gobierno, una condición que no figura en instrumento alguno del Derecho internacional. Esto ya es, de por sí, suficientemente grave; por un lado, porque los tribunales argentinos decían apoyarse, precisamente, en el Derecho internacional, con lo cual hicieron decir a la ley supraestatal algo que no dice, algo que inventaron con clara intención de beneficiar a los amigos y aliados de la administración de los Kirchner –cuando no a algunos de sus propios miembros.
Además, por otro lado, esto es grave porque, frente a una confrontación sangrienta que cubrió de luto a miles de familias de ambos lados de la contienda, la aplicación de una regla elaborada para una sola de las partes y que no se aplica a la otra representa una injustificable falta de equidad y provoca la pérdida de medidas y límites en la represalia judicial, la que la mejor garantía de razonabilidad consiste en saber que la regla que el juez emplea para un caso puede recaer, indistintamente, sobre cualquier persona, amiga o enemiga del poder.
Pero aun si se considera el horror de semejante desnaturalización del derecho, el cinismo de ese ardid con apariencia legal que contribuyó a aumentar la injerencia del poder político sobre la justicia, aquello no fue lo peor. Lo más grave, lo que completó el ciclo de esta burla a la sociedad argentina, lo que consolidó la impunidad absoluta del terrorismo, lo que llevó el agravio a las víctimas a un nivel superlativo, fue el deslizamiento de aquella maniobra jurídica al plano moral.
De tal manera, la falacia empleada en la justicia a fin de que los ex guerrilleros resultaran jurídicamente impunes, se utilizó en la cultura de la comunicación para que también aparecieran como moralmente irreprochables. Es como si el hecho de aceptar que los jueces hayan considerado prescriptos los crímenes de los terroristas hubiera significado también la prescripción de la perversión de sus actos en el juicio moral de la comunidad.
¿Acaso la prescripción de un delito cambia moralmente al criminal? ¿La impunidad que los miembros de Montoneros, ERP y otras organizaciones obtuvieron en la justicia convierte a sus acciones del pasado en moralmente buenas y a sus víctimas en una materia despreciable, insignificante, públicamente impresentable? Aunque esto parezca un disparate, pone de manifiesto las consecuencias que ha tenido la corrupción del lenguaje en la cultura argentina.
De otra manera, no se explicaría que los autores de aquellos crímenes aparezcan hoy como jueces del resto de la sociedad, pidiendo cuentas sobre lo que cada quien ha hecho en el pasado, cuando a ellos se les está regalando el olvido; censurando las omisiones, cuando no pueden poner a la luz sus propias acciones; pontificando sobre la moral, cuando ni siquiera han confesado públicamente sus delitos.
Escriben sobre sus aventuras y dictan conferencias sin recibir jamás una pregunta ni una respuesta incómoda, son buscados como referentes de la cultura y en los negocios, cobran indemnizaciones y pensiones pagadas con el patrimonio de todos y hasta presentan los libros de los magistrados que deberían haber ordenado indagar sobre sus crímenes. Y en los casos en los que los agresores resultaron muertos, sus nombres figuran grabados en el Muro de la Memoria, expuestos para el reconocimiento público, junto con las víctimas de procedimientos ilegales. Es decir que no hay distinción alguna entre las personas que fueron víctimas de violaciones a los derechos humanos y las que cayeron mientras estaban llevando a cabo un ataque, por su propia iniciativa, contra una instalación civil o militar.
Los fundamentos de semejante paradoja, los cimientos de este verdadero “reino del revés”, los motivos inmediatos de esta sinrazón yacen en el estado de ignorancia culpable de una sociedad que supone –o decide cómodamente aceptar- que los guerrilleros únicamente se defendían de una dictadura que los masacraba. (De “Los otros muertos”)
En el mismo libro aparece un caso representativo del manto protector con que gran parte de la sociedad encubre al despiadado terrorismo marxista-leninista:
HABĺA UN NIÑO EN LA CALLE
“Y los militares mataban a gente joven, un poco más grandes que ustedes, en los setenta”. La maestra no encontraba las palabras adecuadas para explicar el tema del que la directora le había pedido que hablara, en medio del bullicio de los chicos de aquella escuelita perdida de Lanús este. El barullo sólo se interrumpía cada tanto porque, a pesar de su dispersión frecuente, los alumnos no podían dejar de sorprenderse de que se les hablaba de sangre y de muerte en su edad más tierna. En realidad, la ternura de su edad tenía muchos callos endurecidos por los problemas abrumadores, a veces insoportables, de sus familias –no siempre completas, más bien generalmente recompuestas, como en un rompecabezas-.
El recreo merecía ser más largo o, al menos, eso creían ellos y lo prolongaban imponiendo el hecho consumado frente a sus roncas maestras. ¡En cambio ahora, esto de los setenta, de secuestros, de torturas, de sangre…! Ya les habían hablado de Cabral, soldado heroico, que recibió un lanzazo por la espalda mientras salvaba a San Martín, el gran capitán. Pero era distinto, estaba muy lejos y era diferente; era parte de la escasa historia indiscutida en la Argentina; estaba en Billiken, la revista infantil que servía de ayuda a los colegiales de aquel tiempo. Esto otro les chocaba; había algo de este relato que se parecía a un ruido que ellos hacían… Pero el bullicio lo tenían que hacer ellos. El ruido era de ellos.
-¡A mi tío Juan lo mataron en 1977, señorita!- gritó Tiago de repente, en medio de las miradas de asombro de sus compañeros.
- ¡Ah! ¿Cómo fue eso Tiago?- preguntó la maestra, curiosa y entusiasmada por escuchar una historia real que la sustrajera un momento de la monotonía de su propio relato y de la necesidad misma de sostenerlo.
-¡Tenía tres años; lo mataron los montoneros, señorita, esos hijos de puta!
El rostro de perplejidad de la maestra contrastaba ahora con un murmullo en el que se mezclaban expresiones de asombro y algunas risitas de los compañeros de Tiago. El asombro era por la muerte de un niño de tres años. Las risitas se debían a la palabrota con la que Tiago había calificado a los asesinos.
Tiago Alejo Barrios no era un niño que acostumbraba decir malas palabras. Era, más bien, el modelo de alumno aplicado, con 9,50 de promedio y, a la vez, muy amigable en el aula.
¡Un tío de tres años! ¡Muerto hace más de treinta! Esto también sonaba raro. Siempre parecen extrañas ciertas situaciones que se generan en esas familias numerosas, en las que un tío resulta menor que el sobrino. Pero al menos ambos viven y crecen juntos. Se hacen adultos juntos, y las escasas diferencias de edad se emparejan, se borran con el tiempo. Porque casi todo se borra con el tiempo. En este caso, no. Juan, el tío de Tiago, quedó congelado en sus tres años, cuando todavía no había tenido ni la oportunidad de pisar la escuela primaria; cuando ni siquiera llegaba a ser uno de los tantos chicos que estaban ahí, haciendo ruido, aunque cada vez menos, según iban dándose cuenta de la pose tiesa, contracturada de la maestra, igual que una liebre encandilada que de un momento a otro puede salir corriendo en cualquier dirección. Y eso era, precisamente, lo que la maestra quería hacer: salir corriendo en cualquier dirección, escapar de lo que estaba escuchando, sin tener que dar una respuesta –o confesar una ausencia de respuesta-.
-Tiago, vení afuera un momento- dijo finalmente la maestra. Salió del aula y avanzó unos metros por el corredor semicubierto de la escuela, un tramo suficiente para que los demás no escucharan. Tiago se levantó del asiento y fue apurado tras ella.
-Tiago, no podés hablar aquí de eso.
-No quise decir una mala palabra, señorita, pero me salió, les tengo muchas bronca a esos asesinos- se disculpó Tiago. Sus compañeros también creyeron que la maestra lo sacaba del aula por su palabrota.
-No estoy hablándote de la mala palabra, Tiago. No podés nombrar a gente que hayan matado los montoneros- explicó la maestra, con alguna violencia interior por lo que creía que tenía que decir.
-Pero es que era el hermano de mi papá… y lo mataron…
-Te creo, Tiago, pero no podés decirlo acá. Entrá de nuevo a la clase- concluyó la maestra, más asustada que el niño.
Si alguien se extraña de la decadencia nacional, se le puede decir que observe la falta de patriotismo predominante , y la actitud traidora de muchos, siendo un síntoma más de los tantos que ponen en evidencia lo que predomina en la población. Por supuesto que en este país hay millones de patriotas, pero pareciera que son una minoría. Patriotismo no implica amar a un territorio, sino a quienes habitan en él.
Recordemos los efectos de la labor de los cubano-soviéticos (nacidos en la Argentina): 1.094 asesinatos, 4.380 bombas, 756 secuestros extorsivos y 2.368 heridos, cifras que aparecen en el libro “Los otros muertos” de Carlos A. Manfroni y Victoria E. Villarruel (Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2014). Debe señalarse, además, la traición a la nación por parte de los “intelectuales argentinos” quienes, de un total de más de 700 libros aparecidos en los años 70, el 80% de ellos estaba a favor del terrorismo de Montoneros y ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). En la actualidad siguen apareciendo libros, como el de una comisión episcopal de la Iglesia Católica, para cuya institución sólo hubo un sector culpable, el nacional, y sin aprovechar la ocasión de pedir perdón a la sociedad por haber impulsado desde sus inicios al grupo Montoneros.
Del libro citado se mencionan algunas partes:
UNA DIALÉCTICA PERVERSA Y LA DEUDA CON LA HISTORIA
Cuando hablamos de la década del setenta en la Argentina, inevitablemente asociamos ese tiempo con el dolor y con la lucha fraticida. Pero hay un dolor aceptado, reconocido, políticamente correcto, y otro que no se llora, que no se recuerda, al que no se le rinde homenaje.
Las víctimas del terrorismo en la Argentina quedaron olvidadas para la Historia. El padecimiento de estas personas fue menospreciado por no haber sido ocasionado por agentes gubernamentales. Quien debió protegerlas, no lo hizo.
En primer lugar, se tejió una estrategia jurídica encaminada a evitar que los crímenes cometidos por miembros de organizaciones como Montoneros, Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas Peronistas y otras, fueran declarados delitos de lesa humanidad; por tanto, pasaron a ser prescriptibles.
El argumento que se sostuvo fue que aquellas acciones no habían sido ejecutadas por funcionarios públicos ni bajo el amparo del gobierno, una condición que no figura en instrumento alguno del Derecho internacional. Esto ya es, de por sí, suficientemente grave; por un lado, porque los tribunales argentinos decían apoyarse, precisamente, en el Derecho internacional, con lo cual hicieron decir a la ley supraestatal algo que no dice, algo que inventaron con clara intención de beneficiar a los amigos y aliados de la administración de los Kirchner –cuando no a algunos de sus propios miembros.
Además, por otro lado, esto es grave porque, frente a una confrontación sangrienta que cubrió de luto a miles de familias de ambos lados de la contienda, la aplicación de una regla elaborada para una sola de las partes y que no se aplica a la otra representa una injustificable falta de equidad y provoca la pérdida de medidas y límites en la represalia judicial, la que la mejor garantía de razonabilidad consiste en saber que la regla que el juez emplea para un caso puede recaer, indistintamente, sobre cualquier persona, amiga o enemiga del poder.
Pero aun si se considera el horror de semejante desnaturalización del derecho, el cinismo de ese ardid con apariencia legal que contribuyó a aumentar la injerencia del poder político sobre la justicia, aquello no fue lo peor. Lo más grave, lo que completó el ciclo de esta burla a la sociedad argentina, lo que consolidó la impunidad absoluta del terrorismo, lo que llevó el agravio a las víctimas a un nivel superlativo, fue el deslizamiento de aquella maniobra jurídica al plano moral.
De tal manera, la falacia empleada en la justicia a fin de que los ex guerrilleros resultaran jurídicamente impunes, se utilizó en la cultura de la comunicación para que también aparecieran como moralmente irreprochables. Es como si el hecho de aceptar que los jueces hayan considerado prescriptos los crímenes de los terroristas hubiera significado también la prescripción de la perversión de sus actos en el juicio moral de la comunidad.
¿Acaso la prescripción de un delito cambia moralmente al criminal? ¿La impunidad que los miembros de Montoneros, ERP y otras organizaciones obtuvieron en la justicia convierte a sus acciones del pasado en moralmente buenas y a sus víctimas en una materia despreciable, insignificante, públicamente impresentable? Aunque esto parezca un disparate, pone de manifiesto las consecuencias que ha tenido la corrupción del lenguaje en la cultura argentina.
De otra manera, no se explicaría que los autores de aquellos crímenes aparezcan hoy como jueces del resto de la sociedad, pidiendo cuentas sobre lo que cada quien ha hecho en el pasado, cuando a ellos se les está regalando el olvido; censurando las omisiones, cuando no pueden poner a la luz sus propias acciones; pontificando sobre la moral, cuando ni siquiera han confesado públicamente sus delitos.
Escriben sobre sus aventuras y dictan conferencias sin recibir jamás una pregunta ni una respuesta incómoda, son buscados como referentes de la cultura y en los negocios, cobran indemnizaciones y pensiones pagadas con el patrimonio de todos y hasta presentan los libros de los magistrados que deberían haber ordenado indagar sobre sus crímenes. Y en los casos en los que los agresores resultaron muertos, sus nombres figuran grabados en el Muro de la Memoria, expuestos para el reconocimiento público, junto con las víctimas de procedimientos ilegales. Es decir que no hay distinción alguna entre las personas que fueron víctimas de violaciones a los derechos humanos y las que cayeron mientras estaban llevando a cabo un ataque, por su propia iniciativa, contra una instalación civil o militar.
Los fundamentos de semejante paradoja, los cimientos de este verdadero “reino del revés”, los motivos inmediatos de esta sinrazón yacen en el estado de ignorancia culpable de una sociedad que supone –o decide cómodamente aceptar- que los guerrilleros únicamente se defendían de una dictadura que los masacraba. (De “Los otros muertos”)
En el mismo libro aparece un caso representativo del manto protector con que gran parte de la sociedad encubre al despiadado terrorismo marxista-leninista:
HABĺA UN NIÑO EN LA CALLE
“Y los militares mataban a gente joven, un poco más grandes que ustedes, en los setenta”. La maestra no encontraba las palabras adecuadas para explicar el tema del que la directora le había pedido que hablara, en medio del bullicio de los chicos de aquella escuelita perdida de Lanús este. El barullo sólo se interrumpía cada tanto porque, a pesar de su dispersión frecuente, los alumnos no podían dejar de sorprenderse de que se les hablaba de sangre y de muerte en su edad más tierna. En realidad, la ternura de su edad tenía muchos callos endurecidos por los problemas abrumadores, a veces insoportables, de sus familias –no siempre completas, más bien generalmente recompuestas, como en un rompecabezas-.
El recreo merecía ser más largo o, al menos, eso creían ellos y lo prolongaban imponiendo el hecho consumado frente a sus roncas maestras. ¡En cambio ahora, esto de los setenta, de secuestros, de torturas, de sangre…! Ya les habían hablado de Cabral, soldado heroico, que recibió un lanzazo por la espalda mientras salvaba a San Martín, el gran capitán. Pero era distinto, estaba muy lejos y era diferente; era parte de la escasa historia indiscutida en la Argentina; estaba en Billiken, la revista infantil que servía de ayuda a los colegiales de aquel tiempo. Esto otro les chocaba; había algo de este relato que se parecía a un ruido que ellos hacían… Pero el bullicio lo tenían que hacer ellos. El ruido era de ellos.
-¡A mi tío Juan lo mataron en 1977, señorita!- gritó Tiago de repente, en medio de las miradas de asombro de sus compañeros.
- ¡Ah! ¿Cómo fue eso Tiago?- preguntó la maestra, curiosa y entusiasmada por escuchar una historia real que la sustrajera un momento de la monotonía de su propio relato y de la necesidad misma de sostenerlo.
-¡Tenía tres años; lo mataron los montoneros, señorita, esos hijos de puta!
El rostro de perplejidad de la maestra contrastaba ahora con un murmullo en el que se mezclaban expresiones de asombro y algunas risitas de los compañeros de Tiago. El asombro era por la muerte de un niño de tres años. Las risitas se debían a la palabrota con la que Tiago había calificado a los asesinos.
Tiago Alejo Barrios no era un niño que acostumbraba decir malas palabras. Era, más bien, el modelo de alumno aplicado, con 9,50 de promedio y, a la vez, muy amigable en el aula.
¡Un tío de tres años! ¡Muerto hace más de treinta! Esto también sonaba raro. Siempre parecen extrañas ciertas situaciones que se generan en esas familias numerosas, en las que un tío resulta menor que el sobrino. Pero al menos ambos viven y crecen juntos. Se hacen adultos juntos, y las escasas diferencias de edad se emparejan, se borran con el tiempo. Porque casi todo se borra con el tiempo. En este caso, no. Juan, el tío de Tiago, quedó congelado en sus tres años, cuando todavía no había tenido ni la oportunidad de pisar la escuela primaria; cuando ni siquiera llegaba a ser uno de los tantos chicos que estaban ahí, haciendo ruido, aunque cada vez menos, según iban dándose cuenta de la pose tiesa, contracturada de la maestra, igual que una liebre encandilada que de un momento a otro puede salir corriendo en cualquier dirección. Y eso era, precisamente, lo que la maestra quería hacer: salir corriendo en cualquier dirección, escapar de lo que estaba escuchando, sin tener que dar una respuesta –o confesar una ausencia de respuesta-.
-Tiago, vení afuera un momento- dijo finalmente la maestra. Salió del aula y avanzó unos metros por el corredor semicubierto de la escuela, un tramo suficiente para que los demás no escucharan. Tiago se levantó del asiento y fue apurado tras ella.
-Tiago, no podés hablar aquí de eso.
-No quise decir una mala palabra, señorita, pero me salió, les tengo muchas bronca a esos asesinos- se disculpó Tiago. Sus compañeros también creyeron que la maestra lo sacaba del aula por su palabrota.
-No estoy hablándote de la mala palabra, Tiago. No podés nombrar a gente que hayan matado los montoneros- explicó la maestra, con alguna violencia interior por lo que creía que tenía que decir.
-Pero es que era el hermano de mi papá… y lo mataron…
-Te creo, Tiago, pero no podés decirlo acá. Entrá de nuevo a la clase- concluyó la maestra, más asustada que el niño.
jueves, 28 de noviembre de 2024
Adoctrinamiento peronista
"«Yo me propongo imitar a Mussolini en todo, menos en sus errores», les prometía Perón a los exiliados de la comunidad italiana en la Argentina. Luego explicaba la relevancia del adoctrinamiento en las aulas: «Nosotros tenemos en este momento casi cuatro o cinco millones de estudiantes. Que si no votan hoy, votan mañana, no hay que olvidarse. Tenemos que irlos convenciendo desde que van a la escuela primaria. Y yo les agradezco mucho a las madres que les enseñan a decir Perón antes que decir papá»" (De "Una historia argentina en tiempo real" de Jorge Fernández Díaz-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2021).
Entre los hechos destacados en materia de adoctriamiento de niños y jóvenes, aparece el reemplazo de la anterior caridad cristiana por la "justicia social" emanada desde el Estado. Eva Perón afirmaba que los ricos hacían beneficencia para "humillar a los pobres", de ahí que había que prohibir toda forma de ayuda voluntaria e individual para que los pobres agradecieran a Eva y a Perón por todo lo que les daban. "El gran ausente de las lecturas que trataban temas vinculados con la pobreza o la caridad en los textos preperonistas era el Estado". "Este concepto de caridad, constantemente presente en los textos preperonistas, desaparece por completo en los textos peronistas. El acto de caridad es reemplazado por la acción del Estado o, más frecuentemente, de la Fundación Eva Perón" (De "Mañana es San Perón" de Mariano Plotkin-Ariel-Buenos Aires 1993).
Es necesario distinguir entre populismo y totalitarismo, siendo el primero un vicio de los gobernantes que engañan al pueblo a partir de falsos enunciados y promesas incumplidas o incumplibles. Totalitarismo, además, implica la intromisión del Estado y de sus gobernantes en los pensamientos y en la intimidad de los individuos y de las familias. Es por ello que el peronismo ha sido una forma de totalitarismo.
La intromisión peronista en las escuelas primarias puede haber sido una forma altamente denigrante para los padres antiperonistas. Ello se debe a que el antiperonista era considerado un enemigo, un traidor, un cipayo despreciable, etc. Luego de haber sido denigrado de tal forma, se entera que, en la escuela primaria, a sus hijos se los trata de "peronizar", con lo cual, en el futuro, en caso de ser alumnos obedientes con la formación recibida, serán enemigos de sus propios padres y de su propia familia. Mariano Plotkin escribió: "Los textos son las herramientas con las que los alumnos aprenden las primeras letras en una etapa muy receptiva de sus vidas. Lo que leen en los textos tiene un impacto profundo en sus mentes".
Los lineamientos generales de lo que los maestros habrían de enseñar, provenía directamente de una decisión de Perón. Al respecto apareció la siguiente resolución: "Que el contenido del primero de esos cuadernos, JUSTICIALISMO, expone la doctrina elaborada por el General Perón y algunas de las principales realizaciones inspiradas en ella, con miras a ilustrar al maestro y facilitarle el cumplimiento de sus obligaciones como agente del Estado".
Algunos manuales que no cumplían con los requerimientos del adoctrinamiento peronista, fueron retirados de circulación. El citado autor agrega: "Tal fue el caso de la Editorial Estrada, cuyos manuales para tercero, cuarto y quinto grado fueron retirados de circulación por las autoridades educativas debido a que «ignoran la realidad de la Nueva Argentina»".
"La Ley 14126 de 1952, que ordenaba la utilización de la autobiografía de Eva Perón La razón de mi vida como texto obligatorio para todos los niveles de enseñanza bajo la jurisdicción del Ministerio, representó un paso adelante en el proceso de politización del sistema educativo. La razón de mi vida, de acuerdo con la ley, debía ser usado como texto de lectura en todos los grados de la escuela primaria y sería además texto único para quinto y sexto grado".
La megalomanía tiende a disimularse cuando existe una pareja gobernante, en donde uno de sus integrantes, “modestamente”, idolatra públicamente al otro, especialmente cuando fallece. Este fue el caso de Perón y Eva, en donde en cada discurso aparecen las proclamas idólatras mezcladas con incitaciones de odio hacia el enemigo. Eva Perón expresó: “Ellos saben bien que antes del general Perón vivían en la esclavitud y por sobre todas las cosas habían perdido la esperanza de un futuro mejor. Que fue el general Perón quien dignificó social, moral y espiritualmente. Y saben que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatrias, todavía no están derrotados. Desde sus guaridas asquerosas atentan contra el pueblo y contra la libertad (…) Yo no he hecho nada. Todo es Perón. Perón es la patria. Perón es todo y todos nosotros estamos a distancias siderales del líder de la nacionalidad. Yo, mi general, con la plenipotencia espiritual que me dan los descamisados de la patria, os proclamo, antes que el pueblo vote el once de noviembre, presidente de todos los argentinos. La patria está salvada porque está en manos del general Perón…” (Citado en “Perón. El fetiche de las masas” de Nicolás Márquez-Grupo Unión-Buenos Aires 2015).
En el libro La Razón de mi Vida, autobiografía de Eva Perón, aunque se atribuye su autoría al periodista español Manuel Penella de Silva, aparecen elogios desmesurados hacia el tirano: “Perón es el aire que respiramos, Perón es nuestro sol, Perón es vida”. Nicolás Márquez comenta: “Cabe subrayar que el propio Perón estudió y revisó en detalle todo el libro antes de autorizar su publicación y evidentemente no se ruborizó ni tuvo ningún inconveniente moral en aprobar estas grotescas alabanzas hacia él mismo”.
La difusión del libro y el culto a la personalidad pronto se hicieron obligatorios. “Miles de copias se confeccionaron en ediciones comunes para la plebe y otras tantas de lujo para las elites peronistas, cuyos ejemplares eran repartidos masivamente y brotaban a borbotones de los talleres de impresión. El texto de marras fue encajado prepotentemente en todo tipo de instituciones para consumo obligatorio de socios o adherentes, lo cual ocasionó un severo conflicto, por ejemplo, con el club Estudiantes de la Plata, cuyas autoridades en lugar de obligar a sus simpatizantes a leerlo guardaron los ejemplares en un sótano de la entidad”.
“Alguien delató la situación y la institución fue intercedida gubernamentalmente por una «Comisión interventora» al mando de Mario Sbuscio, quien gobernó de facto el club hasta junio de 1953, desmantelándolo financieramente y vendiendo ex profeso a los principales jugadores de fútbol a precio vil. El club fue acusado legalmente de «boicot contra la doctrina justicialista» al no repartir entre sus asociados cerca de dos mil ejemplares de la publicación. Con ese desguace el equipo de fútbol de primera división de Estudiantes fue obligado a descender a la Primera División B en 1953”.
La obligatoriedad llegó incluso al ámbito educativo. “El diputado Héctor Cámpora, en gesto connatural a su talante (ya había presentado 21 proyectos de ley proponiendo distintos homenajes al dictador y su esposa) hizo aprobar otra de sus obsecuentes ideas, en este caso para convertir el libro en lectura obligatoria en las escuelas primarias, secundarias y terciarias. A partir de entonces La Razón de Mi Vida serviría a los alumnos de tercer año para la lectura, ejercicios de ortografía y sintaxis; a los de cuarto como ejemplo literario; a los de quinto como repaso y a los de sexto para monografías y concursos. En la secundaria, el texto en cuestión se usaría como material bibliográfico de los cursos de Historia Argentina, Derecho, Instrucción Cívica y Economía Política”.
En la etapa kirchnerista se procedió a tergiversar la historia haciendo desaparecer algunos periodos resaltando otros, especialmente los propios. No podría esperarse algo distinto en sus adherentes. Aunque Perón y Eva estafaron moralmente a gran parte de los argentinos, y los llenaron de odio haciéndoles penosa la existencia, ante tal degradación, todavía sigue habiendo gran cantidad de peronistas.
Entre los hechos destacados en materia de adoctriamiento de niños y jóvenes, aparece el reemplazo de la anterior caridad cristiana por la "justicia social" emanada desde el Estado. Eva Perón afirmaba que los ricos hacían beneficencia para "humillar a los pobres", de ahí que había que prohibir toda forma de ayuda voluntaria e individual para que los pobres agradecieran a Eva y a Perón por todo lo que les daban. "El gran ausente de las lecturas que trataban temas vinculados con la pobreza o la caridad en los textos preperonistas era el Estado". "Este concepto de caridad, constantemente presente en los textos preperonistas, desaparece por completo en los textos peronistas. El acto de caridad es reemplazado por la acción del Estado o, más frecuentemente, de la Fundación Eva Perón" (De "Mañana es San Perón" de Mariano Plotkin-Ariel-Buenos Aires 1993).
Es necesario distinguir entre populismo y totalitarismo, siendo el primero un vicio de los gobernantes que engañan al pueblo a partir de falsos enunciados y promesas incumplidas o incumplibles. Totalitarismo, además, implica la intromisión del Estado y de sus gobernantes en los pensamientos y en la intimidad de los individuos y de las familias. Es por ello que el peronismo ha sido una forma de totalitarismo.
La intromisión peronista en las escuelas primarias puede haber sido una forma altamente denigrante para los padres antiperonistas. Ello se debe a que el antiperonista era considerado un enemigo, un traidor, un cipayo despreciable, etc. Luego de haber sido denigrado de tal forma, se entera que, en la escuela primaria, a sus hijos se los trata de "peronizar", con lo cual, en el futuro, en caso de ser alumnos obedientes con la formación recibida, serán enemigos de sus propios padres y de su propia familia. Mariano Plotkin escribió: "Los textos son las herramientas con las que los alumnos aprenden las primeras letras en una etapa muy receptiva de sus vidas. Lo que leen en los textos tiene un impacto profundo en sus mentes".
Los lineamientos generales de lo que los maestros habrían de enseñar, provenía directamente de una decisión de Perón. Al respecto apareció la siguiente resolución: "Que el contenido del primero de esos cuadernos, JUSTICIALISMO, expone la doctrina elaborada por el General Perón y algunas de las principales realizaciones inspiradas en ella, con miras a ilustrar al maestro y facilitarle el cumplimiento de sus obligaciones como agente del Estado".
Algunos manuales que no cumplían con los requerimientos del adoctrinamiento peronista, fueron retirados de circulación. El citado autor agrega: "Tal fue el caso de la Editorial Estrada, cuyos manuales para tercero, cuarto y quinto grado fueron retirados de circulación por las autoridades educativas debido a que «ignoran la realidad de la Nueva Argentina»".
"La Ley 14126 de 1952, que ordenaba la utilización de la autobiografía de Eva Perón La razón de mi vida como texto obligatorio para todos los niveles de enseñanza bajo la jurisdicción del Ministerio, representó un paso adelante en el proceso de politización del sistema educativo. La razón de mi vida, de acuerdo con la ley, debía ser usado como texto de lectura en todos los grados de la escuela primaria y sería además texto único para quinto y sexto grado".
La megalomanía tiende a disimularse cuando existe una pareja gobernante, en donde uno de sus integrantes, “modestamente”, idolatra públicamente al otro, especialmente cuando fallece. Este fue el caso de Perón y Eva, en donde en cada discurso aparecen las proclamas idólatras mezcladas con incitaciones de odio hacia el enemigo. Eva Perón expresó: “Ellos saben bien que antes del general Perón vivían en la esclavitud y por sobre todas las cosas habían perdido la esperanza de un futuro mejor. Que fue el general Perón quien dignificó social, moral y espiritualmente. Y saben que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatrias, todavía no están derrotados. Desde sus guaridas asquerosas atentan contra el pueblo y contra la libertad (…) Yo no he hecho nada. Todo es Perón. Perón es la patria. Perón es todo y todos nosotros estamos a distancias siderales del líder de la nacionalidad. Yo, mi general, con la plenipotencia espiritual que me dan los descamisados de la patria, os proclamo, antes que el pueblo vote el once de noviembre, presidente de todos los argentinos. La patria está salvada porque está en manos del general Perón…” (Citado en “Perón. El fetiche de las masas” de Nicolás Márquez-Grupo Unión-Buenos Aires 2015).
En el libro La Razón de mi Vida, autobiografía de Eva Perón, aunque se atribuye su autoría al periodista español Manuel Penella de Silva, aparecen elogios desmesurados hacia el tirano: “Perón es el aire que respiramos, Perón es nuestro sol, Perón es vida”. Nicolás Márquez comenta: “Cabe subrayar que el propio Perón estudió y revisó en detalle todo el libro antes de autorizar su publicación y evidentemente no se ruborizó ni tuvo ningún inconveniente moral en aprobar estas grotescas alabanzas hacia él mismo”.
La difusión del libro y el culto a la personalidad pronto se hicieron obligatorios. “Miles de copias se confeccionaron en ediciones comunes para la plebe y otras tantas de lujo para las elites peronistas, cuyos ejemplares eran repartidos masivamente y brotaban a borbotones de los talleres de impresión. El texto de marras fue encajado prepotentemente en todo tipo de instituciones para consumo obligatorio de socios o adherentes, lo cual ocasionó un severo conflicto, por ejemplo, con el club Estudiantes de la Plata, cuyas autoridades en lugar de obligar a sus simpatizantes a leerlo guardaron los ejemplares en un sótano de la entidad”.
“Alguien delató la situación y la institución fue intercedida gubernamentalmente por una «Comisión interventora» al mando de Mario Sbuscio, quien gobernó de facto el club hasta junio de 1953, desmantelándolo financieramente y vendiendo ex profeso a los principales jugadores de fútbol a precio vil. El club fue acusado legalmente de «boicot contra la doctrina justicialista» al no repartir entre sus asociados cerca de dos mil ejemplares de la publicación. Con ese desguace el equipo de fútbol de primera división de Estudiantes fue obligado a descender a la Primera División B en 1953”.
La obligatoriedad llegó incluso al ámbito educativo. “El diputado Héctor Cámpora, en gesto connatural a su talante (ya había presentado 21 proyectos de ley proponiendo distintos homenajes al dictador y su esposa) hizo aprobar otra de sus obsecuentes ideas, en este caso para convertir el libro en lectura obligatoria en las escuelas primarias, secundarias y terciarias. A partir de entonces La Razón de Mi Vida serviría a los alumnos de tercer año para la lectura, ejercicios de ortografía y sintaxis; a los de cuarto como ejemplo literario; a los de quinto como repaso y a los de sexto para monografías y concursos. En la secundaria, el texto en cuestión se usaría como material bibliográfico de los cursos de Historia Argentina, Derecho, Instrucción Cívica y Economía Política”.
En la etapa kirchnerista se procedió a tergiversar la historia haciendo desaparecer algunos periodos resaltando otros, especialmente los propios. No podría esperarse algo distinto en sus adherentes. Aunque Perón y Eva estafaron moralmente a gran parte de los argentinos, y los llenaron de odio haciéndoles penosa la existencia, ante tal degradación, todavía sigue habiendo gran cantidad de peronistas.
miércoles, 27 de noviembre de 2024
La diferencia entre buscar “ser” y buscar el “hacer”
Podemos establecer una escala, del 0 al 10, considerando cierta valoración subjetiva de fines a lograr, calificando con un 0 la ausencia de objetivos, y las nulas acciones correspondientes para lograrlo, mientras el 10 corresponde al mayor objetivo posible. Podemos, además, distinguir dos actitudes extremas en estos casos.
Mientras que algunos tratan de “ser” triunfadores, teniendo el 10 como objetivo permanente, viven una vida de perdedores porque posiblemente nunca lleguen al ideal. Incluso se da el caso de que algunos adoptan actitudes ficticias suponiendo haber llegado a cumplir su objetivo, siendo éste un defecto que Ortega y Gasset observa en muchos argentinos. De ahí su expresión: “¡Argentinos a las cosas!”, queriendo decir, seguramente, "Dedíquense a hacer antes que a ser".
Quienes buscan el “hacer”, priorizan las acciones a los sueños y se conforman con tener siempre algo más que el pequeño objetivo concreto propuesto, es decir, si el objetivo para sentirse bien es lograr 1 o 2 puntos, posiblemente transitarán por una escala de valores de 3, 4, 5, y así sucesivamente, sintiéndose siempre “ganadores” por cuanto han logrado más de lo que tenían como meta inmediata.
Por lo general se dice que, para llegar lejos, hacen falta objetivos elevados, lo cual es cierto siempre y cuando se realicen las acciones correspondientes a ese objetivo. Pero también es posible llegar a metas elevadas a partir de las acciones correspondientes aun cuando no estén siempre presentes en la mente los elevados objetivos.
El que trata de ser, como objetivo prioritario, es el que no tiene vocación definida y trata de usar un título universitario, por ejemplo, para tener cierto prestigio personal y ocupar así un lugar social anhelado. La vocación verdadera se advierte en el hacer, en las acciones concretas.
Jorge Fernández Díaz escribió al respecto: “Para Ortega y Gasset la diferencia entre argentinos y europeos estaba cifrada en dos verbos enfrentados: ser y hacer. Contrariamente a nuestros cosmopolitas y laboriosos ancestros del Viejo Continente (hacer), los argentinos llevaban una vida ensimismada, revertida sobre sí mismos, en la que vivían eternamente consagrados a la construcción de su propio personaje (ser)”.
“«Un europeo elige ser escritor porque quiere escribir –decía Ortega-. Un argentino elige escribir porque quiere ser escritor». Tal vez esa anotación de los años 30 explique en parte nuestra sed identitaria, producto del aluvional fenómeno inmigrante, y el consecuente éxito del nacionalismo, tóxico antídoto que no nos ha abandonado jamás”.
“Agrega el articulista Pablo Giussani que esa monomanía por la imagen, ese permanente deseo por la acción autotestimonial, se reproducía en los años 70: «Un político revolucionario es un hombre que quiere la revolución. Un militante de extrema izquierda es un hombre que quiere ser revolucionario»” (De “Una historia argentina en tiempo real”-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2021).
Mientras que algunos tratan de “ser” triunfadores, teniendo el 10 como objetivo permanente, viven una vida de perdedores porque posiblemente nunca lleguen al ideal. Incluso se da el caso de que algunos adoptan actitudes ficticias suponiendo haber llegado a cumplir su objetivo, siendo éste un defecto que Ortega y Gasset observa en muchos argentinos. De ahí su expresión: “¡Argentinos a las cosas!”, queriendo decir, seguramente, "Dedíquense a hacer antes que a ser".
Quienes buscan el “hacer”, priorizan las acciones a los sueños y se conforman con tener siempre algo más que el pequeño objetivo concreto propuesto, es decir, si el objetivo para sentirse bien es lograr 1 o 2 puntos, posiblemente transitarán por una escala de valores de 3, 4, 5, y así sucesivamente, sintiéndose siempre “ganadores” por cuanto han logrado más de lo que tenían como meta inmediata.
Por lo general se dice que, para llegar lejos, hacen falta objetivos elevados, lo cual es cierto siempre y cuando se realicen las acciones correspondientes a ese objetivo. Pero también es posible llegar a metas elevadas a partir de las acciones correspondientes aun cuando no estén siempre presentes en la mente los elevados objetivos.
El que trata de ser, como objetivo prioritario, es el que no tiene vocación definida y trata de usar un título universitario, por ejemplo, para tener cierto prestigio personal y ocupar así un lugar social anhelado. La vocación verdadera se advierte en el hacer, en las acciones concretas.
Jorge Fernández Díaz escribió al respecto: “Para Ortega y Gasset la diferencia entre argentinos y europeos estaba cifrada en dos verbos enfrentados: ser y hacer. Contrariamente a nuestros cosmopolitas y laboriosos ancestros del Viejo Continente (hacer), los argentinos llevaban una vida ensimismada, revertida sobre sí mismos, en la que vivían eternamente consagrados a la construcción de su propio personaje (ser)”.
“«Un europeo elige ser escritor porque quiere escribir –decía Ortega-. Un argentino elige escribir porque quiere ser escritor». Tal vez esa anotación de los años 30 explique en parte nuestra sed identitaria, producto del aluvional fenómeno inmigrante, y el consecuente éxito del nacionalismo, tóxico antídoto que no nos ha abandonado jamás”.
“Agrega el articulista Pablo Giussani que esa monomanía por la imagen, ese permanente deseo por la acción autotestimonial, se reproducía en los años 70: «Un político revolucionario es un hombre que quiere la revolución. Un militante de extrema izquierda es un hombre que quiere ser revolucionario»” (De “Una historia argentina en tiempo real”-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2021).
martes, 26 de noviembre de 2024
Montoneros y la rebeldía hacia sus padres
Según fuentes confiables, gran parte de los integrantes del grupo terrorista Montoneros, que provenían de sectores de clase media alta y alta, católicos, adoptan sus “ideales” en rebeldía hacia sus padres, considerados personas egoístas y explotadoras laborales. A partir del conocimiento familiar, proceden a la “generalización fácil” y suponen que todos los empresarios del país, y del mundo, tienen los mismos defectos que sus padres, motivándolos hacia la lucha armada y los asesinatos en cantidades.
Como ejemplo puede considerarse el caso de dos integrantes de Montoneros, de apellido Alsogaray, uno de los cuales muere en combate, siendo integrante de la guerrilla en Tucumán, y que eran hijos del General Julio Alsogaray y sobrinos del economista liberal Álvaro Alsogaray. También llamó la atención que en las elecciones de 1973, cuando los terroristas llegan al poder mediante elecciones, con Héctor J. Cámpora, en Barrio Norte también ganan, siendo uno de los barrios más “aristocráticos” de Buenos Aires.
No toda rebeldía hacia padres egoístas conduce al terrorismo, como fue el caso de San Francisco de Asís, que protesta ante el lujo y las riquezas mal habidas, o parcialmente mal habidas de su padre, optando por exaltar las virtudes asociadas a la humildad y la pobreza.
Alguien que participó en los comienzos del grupo, Pablo Giussani, escribió al respecto: “Ha ocurrido siempre y en todas partes; jóvenes nacidos en familias de clase media más o menos acomodada, que por su origen social tienen acceso a estudios superiores, librerías de moda, bibliotecas, conversaciones sofisticadas en las que se habla de alienación, de Marx, de Marcuse o de la lucha de clases, y que un buen día, a la luz de las nociones bien o mal absorbidas de este contorno, tienen una súbita percepción de la falsedad, la hipocresía, la inmoralidad fundamental en que descansa la vida de sus padres”.
“Esta percepción lleva a una primera sensación de repugnancia, de rechazo por ese mundo cuyo símbolo inmediato y cotidiano es papá. «Caro papa», la película de Dino Risi, describe con gran acierto este pequeño y emblemático drama familiar de un adolescente que, de pronto, se ve repelido hacia el submundo de la marginación seudorrevolucionaria por un padre que acumula millones de dólares de oscuros tratos con las transnacionales invocando a cada paso su pasado de partigiano”.
“Frente a la necesidad de hacer la revolución, que se resuelve en en universo de la política, la necesidad de dejar diaria constancia de uno mismo como revolucionario queda detenida en el universo de la imagen, reducida a pura iconografía: el birrete guerrillero, la estrella de cinco puntas, los brazos en alto enarbolando ametralladoras".
“No es necesario precisar que este narcisismo revolucionario es también, en gran medida, una descripción de Montoneros, con su sanguinolento folklore, sus redobles guerreros, su gesticulación militar" (De "Montoneros. La soberbia armada"-Editorial Sudamericana-Planeta SA-Buenos Aires 1984).
Una vez que Cámpora gana las elecciones, los integrantes de Montoneros son instalados en distintas reparticiones del Estado. Pero en esas funciones dejan de ejercer su función de terroristas, por lo que pronto necesitarán volver a sus andanzas. Giussani escribe: "Se explica así que, con el triunfo peronista en las elecciones de marzo de 1973 y el ascenso de Cámpora a la presidencia, comenzara para los montoneros un periodo de raro desasosiego, inadvertido al principio, pero palpable a las pocas semanas".
"Legalizados, instalados de pronto en bancas parlamentarias, oficinas ministeriales y asesorías municipales, con gobernadores amigos y puntuales mozos que les servían a las cinco de la tarde el café con leche en sus despachos, se vieron repentinamente transplantados de la iconografía al deslucido mundillo de las concejalías".
"A los pocos meses resultaba evidente, para cualquiera que los frecuentara en ese periodo, que no se soportaran ya a sí mismos. Su identidad se les estaba escurriendo melancólicamente por entre los expedientes de las subsecretarías. Se les notaba cada vez más urgidos a pedir disculpas, a dar explicaciones, a deslizar en oídos extraños confidencias revolucionariamente imperdonables sobre su parque de armas, su subsistente infraestructura militar. La perspectiva de que sus primos hermanos del ERP los calificaran de «reformistas» les aterraba".
En el mismo sentido de lo anterior, Rubén Zorrilla escribió: “La misma riqueza masiva que produjo [el capitalismo]-desconocida antes en la historia del homo sapiens-ocasionó en los sectores altos de la estratificación social (los más beneficiados con su expansión) un sentimiento general de compasión y autoculpabilidad frente a la pobreza, que es el contenido de lo que llamo «efecto Dickens», fenómeno completamente extraño, en cambio, entre los mismos pobres”.
“De ahí que, a medida que se difunde la sociedad de alta complejidad y se propaga una actitud de comprensión y ayuda desde los estratos altos y medios hacia los estratos bajos y pobres, crece el apoyo de pastores, militares, empresarios, escritores y artistas a las reivindicaciones de los trabajadores. El inmenso desarrollo de la filantropía en EEUU y Gran Bretaña –los dos países que lanzaron y sostienen el capitalismo en el mundo- ejemplifica la práctica del “efecto Dickens”, que abarca también la defensa del mundo animal y natural”.
“Ahora, a diferencia de la antigüedad, el rechazo o la resistencia a la sociedad de alta complejidad se potencia desde los resultados emocionales del “efecto Dickens”: por eso tantos millonarios, hijos de millonarios, e intelectuales pertenecientes a sus círculos, o mantenidos por ellos, así como sectores conexos, no sólo satisfacen sus deseos de más «igualdad» y dar sentido a sus vidas, sino también –y en muchos casos principalmente –sus deseos de llegar al poder (si son jóvenes, a cualquier precio), hecho que se convierte en ocasiones en una forma de vida, y también en costos de vida de los otros".
"Los «niños bien» y los hijos de los «niños bien» quieren liberar a la Humanidad de los padres de los «niños bien», cuyo ejemplo paradigmático es Friedrich Engels, al fin transformado él también en empresario. Algo inesperado y desagradable para Marx, Bakunin, Kropotkin, Singer, Lenin, Dzerzinski, Che Guevara, Castro, Rafael Barret, Robert Owen, Carlo Cafiero, Tolstoi, Fernand Pelloutier, Lasalle, Alexander Herzen, todos «niños bien», entre una lista interminable de los que pensaban –a veces con grandes diferencias- en que los trabajadores, y no los intelectuales acaudalados y aristócratas, serían los protagonistas de su propia liberación” (De “Sociedad de alta complejidad”-Grupo Editor Latinoamericano SRL-Buenos Aires 2005).
Se advierte fácilmente el origen moral de la decadencia argentina. Si quienes disponen de todos los medios para beneficiar a la sociedad, se dedican a destruirla convirtiéndose en terroristas y asesinos, resulta ser un síntoma peligroso. Si quienes tienen capacidad intelectual para escribir libros, y en un 80% los escriben para promover el terrorismo de Montoneros y ERP, resulta ser otro síntoma peligroso. Si la población, en general, votó en 1973 para que accedieran al poder del Estado aliados al terrorismo, resultó ser otro síntoma peligroso. De ahí que a nadie deba extrañar la estrepitosa caída de la que todavía no nos recuperamos.
Como ejemplo puede considerarse el caso de dos integrantes de Montoneros, de apellido Alsogaray, uno de los cuales muere en combate, siendo integrante de la guerrilla en Tucumán, y que eran hijos del General Julio Alsogaray y sobrinos del economista liberal Álvaro Alsogaray. También llamó la atención que en las elecciones de 1973, cuando los terroristas llegan al poder mediante elecciones, con Héctor J. Cámpora, en Barrio Norte también ganan, siendo uno de los barrios más “aristocráticos” de Buenos Aires.
No toda rebeldía hacia padres egoístas conduce al terrorismo, como fue el caso de San Francisco de Asís, que protesta ante el lujo y las riquezas mal habidas, o parcialmente mal habidas de su padre, optando por exaltar las virtudes asociadas a la humildad y la pobreza.
Alguien que participó en los comienzos del grupo, Pablo Giussani, escribió al respecto: “Ha ocurrido siempre y en todas partes; jóvenes nacidos en familias de clase media más o menos acomodada, que por su origen social tienen acceso a estudios superiores, librerías de moda, bibliotecas, conversaciones sofisticadas en las que se habla de alienación, de Marx, de Marcuse o de la lucha de clases, y que un buen día, a la luz de las nociones bien o mal absorbidas de este contorno, tienen una súbita percepción de la falsedad, la hipocresía, la inmoralidad fundamental en que descansa la vida de sus padres”.
“Esta percepción lleva a una primera sensación de repugnancia, de rechazo por ese mundo cuyo símbolo inmediato y cotidiano es papá. «Caro papa», la película de Dino Risi, describe con gran acierto este pequeño y emblemático drama familiar de un adolescente que, de pronto, se ve repelido hacia el submundo de la marginación seudorrevolucionaria por un padre que acumula millones de dólares de oscuros tratos con las transnacionales invocando a cada paso su pasado de partigiano”.
“Frente a la necesidad de hacer la revolución, que se resuelve en en universo de la política, la necesidad de dejar diaria constancia de uno mismo como revolucionario queda detenida en el universo de la imagen, reducida a pura iconografía: el birrete guerrillero, la estrella de cinco puntas, los brazos en alto enarbolando ametralladoras".
“No es necesario precisar que este narcisismo revolucionario es también, en gran medida, una descripción de Montoneros, con su sanguinolento folklore, sus redobles guerreros, su gesticulación militar" (De "Montoneros. La soberbia armada"-Editorial Sudamericana-Planeta SA-Buenos Aires 1984).
Una vez que Cámpora gana las elecciones, los integrantes de Montoneros son instalados en distintas reparticiones del Estado. Pero en esas funciones dejan de ejercer su función de terroristas, por lo que pronto necesitarán volver a sus andanzas. Giussani escribe: "Se explica así que, con el triunfo peronista en las elecciones de marzo de 1973 y el ascenso de Cámpora a la presidencia, comenzara para los montoneros un periodo de raro desasosiego, inadvertido al principio, pero palpable a las pocas semanas".
"Legalizados, instalados de pronto en bancas parlamentarias, oficinas ministeriales y asesorías municipales, con gobernadores amigos y puntuales mozos que les servían a las cinco de la tarde el café con leche en sus despachos, se vieron repentinamente transplantados de la iconografía al deslucido mundillo de las concejalías".
"A los pocos meses resultaba evidente, para cualquiera que los frecuentara en ese periodo, que no se soportaran ya a sí mismos. Su identidad se les estaba escurriendo melancólicamente por entre los expedientes de las subsecretarías. Se les notaba cada vez más urgidos a pedir disculpas, a dar explicaciones, a deslizar en oídos extraños confidencias revolucionariamente imperdonables sobre su parque de armas, su subsistente infraestructura militar. La perspectiva de que sus primos hermanos del ERP los calificaran de «reformistas» les aterraba".
En el mismo sentido de lo anterior, Rubén Zorrilla escribió: “La misma riqueza masiva que produjo [el capitalismo]-desconocida antes en la historia del homo sapiens-ocasionó en los sectores altos de la estratificación social (los más beneficiados con su expansión) un sentimiento general de compasión y autoculpabilidad frente a la pobreza, que es el contenido de lo que llamo «efecto Dickens», fenómeno completamente extraño, en cambio, entre los mismos pobres”.
“De ahí que, a medida que se difunde la sociedad de alta complejidad y se propaga una actitud de comprensión y ayuda desde los estratos altos y medios hacia los estratos bajos y pobres, crece el apoyo de pastores, militares, empresarios, escritores y artistas a las reivindicaciones de los trabajadores. El inmenso desarrollo de la filantropía en EEUU y Gran Bretaña –los dos países que lanzaron y sostienen el capitalismo en el mundo- ejemplifica la práctica del “efecto Dickens”, que abarca también la defensa del mundo animal y natural”.
“Ahora, a diferencia de la antigüedad, el rechazo o la resistencia a la sociedad de alta complejidad se potencia desde los resultados emocionales del “efecto Dickens”: por eso tantos millonarios, hijos de millonarios, e intelectuales pertenecientes a sus círculos, o mantenidos por ellos, así como sectores conexos, no sólo satisfacen sus deseos de más «igualdad» y dar sentido a sus vidas, sino también –y en muchos casos principalmente –sus deseos de llegar al poder (si son jóvenes, a cualquier precio), hecho que se convierte en ocasiones en una forma de vida, y también en costos de vida de los otros".
"Los «niños bien» y los hijos de los «niños bien» quieren liberar a la Humanidad de los padres de los «niños bien», cuyo ejemplo paradigmático es Friedrich Engels, al fin transformado él también en empresario. Algo inesperado y desagradable para Marx, Bakunin, Kropotkin, Singer, Lenin, Dzerzinski, Che Guevara, Castro, Rafael Barret, Robert Owen, Carlo Cafiero, Tolstoi, Fernand Pelloutier, Lasalle, Alexander Herzen, todos «niños bien», entre una lista interminable de los que pensaban –a veces con grandes diferencias- en que los trabajadores, y no los intelectuales acaudalados y aristócratas, serían los protagonistas de su propia liberación” (De “Sociedad de alta complejidad”-Grupo Editor Latinoamericano SRL-Buenos Aires 2005).
Se advierte fácilmente el origen moral de la decadencia argentina. Si quienes disponen de todos los medios para beneficiar a la sociedad, se dedican a destruirla convirtiéndose en terroristas y asesinos, resulta ser un síntoma peligroso. Si quienes tienen capacidad intelectual para escribir libros, y en un 80% los escriben para promover el terrorismo de Montoneros y ERP, resulta ser otro síntoma peligroso. Si la población, en general, votó en 1973 para que accedieran al poder del Estado aliados al terrorismo, resultó ser otro síntoma peligroso. De ahí que a nadie deba extrañar la estrepitosa caída de la que todavía no nos recuperamos.
lunes, 25 de noviembre de 2024
Disforia de género en aumento
Mientras que a los alumnos primarios y secundarios se les siga llenando el cerebro con una "educación sexual" cercana a la pornografía y alejada de toda "educación ética y emocional", muchos problemas psicológicos en ellos surgirán.
Estos problemas han generado "confusión" en docentes y padres, si bien es muy claro que, cada vez que nos alejamos de lo que nos impone el orden natural y la biología, de una u otra forma surgirán serios inconvenientes. Es la misma claridad que debemos tener cuando alguien construye un puente ignorando las leyes de la física y el desastre resulta inevitable.
Se menciona un artículo al respecto:
DISFORIA DE GÉNERO EN AUMENTO: otro signo de la crisis de salud mental en niños y adolescentes
Por Agustina Sucri
El contexto actual juega en contra: se pretende otorgar al niño autonomía absoluta, la educación sexual integral se dicta desde la ideología de género, mientras padres y educadores están eclipsados, confundidos y temerosos.
En un mundo en el que reina cada vez más la confusión en casi todos los órdenes de la vida, no debería soprender que los casos de disforia de género -el sentir que uno pertenece al sexo opuesto al que tiene- en niños y adolescentes muestren un sideral aumento.El fenómeno no se da de manera aislada, sino que coincide con una crisis de salud mental que atraviesa este grupo etario de la población, junto con una educación sexual integral invasiva y moldeada por la ideología de género. Así lo explicó en una entrevista con La Prensa, la doctora Zelmira Bottini, médica pediatra por la Universidad de Buenos Aires, vicepresidente del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina (UCA) y profesora de la maestría de Bioética en esa misma casa de estudios.
Tras haber participado el miércoles último de la Jornada "Abordaje interdisciplinario de la disforia de género en menores", organizado por el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA, la especialista analizó la problemática de implica este trastorno que ha sido incluido por primera vez en el DSM-5 (el manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales).
-¿Qué se entiende por disforia de género?
- La incongruencia entre el género que uno siente o expresa y el asignado. Esa es la definición que da el DSM-5, que es el manual de diagnóstico de desórdenes mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría. Ahora aparece el término en este manual, aunque antes nunca se había hablado de disforia de género.
La disforia de género está caracterizada por dos cosas: la incongruencia entre el género que uno siente y el asignado, y un malestar clínicamente significativo o un deterioro en el ámbito social, ocupacional y en otras áreas importantes del funcionamiento. Es importante tenerlo presente.
También lo que dice el DSM-5 es que para el diagnóstico en niños y niñas es necesario que exista malestar y dificultad en la realización de las actividades normales para la edad, acompañado por al menos seis y ocho características, durante al menos seis meses. No se pueden hacer diagnósticos de disforia de género en niños o adolescentes en una consulta, dos o tres. Tiene que haber un seguimiento.
Me consta, porque me han llegado familias, que piden asesoramiento, ayuda o acompañamiento, a las que se les diagnosticó en una consulta o en dos la disforia de género.
-¿Cuál es el panorama actual de la disforia de género en el país y en el mundo?
- Se advierte un aumento significativo de la prevalencia de la disforia de género en la infancia y en la adolescencia tanto en el mundo como en la Argentina. Esto lleva ya unos años. Y cada vez se traduce en mayor prevalencia. Pero esto no es algo aislado. Coincide con una crisis de salud mental en niños y adolescentes que se da a nivel mundial. Es muy importante decirlo. Las anomalías, los desórdenes, la aparición de fenómenos sociales, nunca se dan en el vacío. Siempre hay un contexto social que ayuda a que se presente. En este caso, hay muchas cosas que contribuyen, pero yo pongo mucho el acento en el imperio del paradigma del interés superior del niño en clave de autonomía absoluta. Me parece que eso es importantísimo porque en todos los documentos oficiales se hace hincapié en esta autonomía que tienen los chicos de elegir y decidir desde edades cada vez más tempranas cuestiones muy, muy importantes y que realmente no tienen el desarrollo necesario y suficiente para hacerlo.
-¿Y esto se da pese a que los expertos en niños y adolescentes saben muy bien que no están madurativamente preparados para tomar esa clase de decisiones?
- Exactamente. Otro elemento importante del contexto social es la educación sexual integral desde la ideología de género. Que haya educación sexual integral es fantástico, pero la cosmovisión a través de la cual se dicta hace que la cosa sea bastante distinta y realmente se ha hecho una colonización con la ideología de género en ámbitos educativos. En tercer lugar, los adultos, tanto padres como educadores, están eclipsados, se los ha corrido, están confundidos y están temerosos, entonces no abren la boca. Se los avasalla.
-¿Pero por qué tienen miedo? ¿Por las leyes actuales?
- Por muchos motivos. Uno puede ser tener miedo a las consecuencias de no cumplir determinadas leyes. Pero otro motivo es algo que se les ha repetido: “Al niño hay que dejarlo ser, hay que escuchar a los hijos”. Por supuesto hay que escuchar a los hijos, pero si el hijo en determinado momento dice que es Batman, y se quiere tirar por la ventana, no va a escuchar al hijo en eso. Todo tiene un límite.
-¿Es alta la prevalencia de disforia de género en la actualidad?
- Sí, la prevalencia en niños y adolescentes es grande. En 2018 se advirtió que en el Reino Unido había habido un aumento del 4.000% de los pedidos de cambio de sexo en niños. Esto hizo que la ministra de la Mujer pidiera que se investigara. El resultado fue el ‘Informe Cass’. Le pidieron a la pediatra Hilary Cass que estudiara las causas. Al investigar cómo se estaban haciendo en el Reino Unido los cambios de sexo, vio que no respondían a la medicina de la evidencia, que no era científicamente válido lo que se estaba haciendo. Gracias a la recomendación del informe Cass, que terminó a fines de 2022 y se publicó en 2023, aunque cobró notoriedad en mayo de 2024, en el Reino Unido se prohibieron estas cuestiones en niños y adolescentes.
-¿Se postergó la edad en que se realizan los “tratamientos” de cambio de sexo?
- Hasta el fin de la escuela, por lo menos. Y el informe también hizo que se limitaran todos los contenidos que tenían que ver con ideología de género. Esto es muy importante.
No es el único país que ha hecho esta evolución. En Noruega, Suecia, Dinamarca, también lo han hecho. En Estados Unidos hay un porcentaje muy grande, más de la mitad de los estados, que lo tienen limitado. Nosotros seguimos como a la cola del mundo, pero están empezando a cambiar los aires. No obstante, ultimamente ha aparecido un fenómeno que es la disforia de género en niñas, llamada “de aparición súbita en la adolescencia”. El 80% aparece en mujeres de entre 15 y 16 años. El 60% de esas chicas tienen al menos un diagnóstico en salud mental, es decir, tienen diagnóstico de depresión, de ansiedad, de autolesiones… algo les está pasando, porque esos síntomas están indicando algo. El 50% se aísla de su familia, y esto es muy importante, porque justamente como lo que más actúa en esto son las redes, los youtubers y demás, lo primero que hacen es aislarla de la familia.
Y también se ve un porcentaje grande, que llega al 40%, que expresan su deseo de transición en grupo. Entonces uno se encuentra con un año de un colegio en la secundaria donde hay un grupo de chicas de 2, 3, 4, chicas que no se autoperciben como les corresponde con el sexo que les fue dado. Esto se vincula muchísimo con las redes sociales. Por eso con la pandemia, que consumieron tanto redes sociales, se agravó esta situación.
- Además, no suele haber un control por parte de los padres de qué es lo que consumen los chicos a través de las redes sociales.
- Exacto. Una señora que estaba presente en la jornada dijo algo que a mí me quedó sonando: “Nosotros inconscientemente estamos siendo cómplices de la situación de nuestros hijos”.
Por eso es tan importante trabajar con los adultos, con los educadores también, porque los docentes, los directivos de escuela, están como que no saben qué hacer, no saben dónde se tienen que parar. Y hay muchas cosas para ayudarlos.
- ¿A qué edades suele aparecer la disforia de género?
- El desarrollo de la sexualidad tiene momentos de alta vulnerabilidad, que están entre los 3 y los 5 años y en la adolescencia temprana. Adolescencia temprana es entre los 10 y los 13, o 14 años. En esos momentos hay que estar muy atentos a alguna cuestión que pueda manifestar el chico. ¿Para qué? Para ordenarlo, porque en cualquier desarrollo puede haber desvíos. Entonces uno puede llevarlo a su cauce.
- ¿Pueden ser estados de confusión?
- Así es. Es habitual o es muy frecuente que los chicos de 4 o 5 años se disfracen los varones de mujeres, las mujeres de varones. ¿Esto lo hace un disfórico? ¿Eso lo convierte en un chico que es incongruente? No. Entonces los padres tendrán que ir mostrándole que le compete a uno, que le compete al otro, pero la declamación permanente es “déjalo ser”.
- Hemos visto en los medios casos de madres que fomentan que el chico, si es un varón, termine vistiéndose de mujer permanentemente al punto que son las madres las que lo incentivan a que cambien de nombre, de DNI, a los 3 o 4 años…
- Las madres moldean a sus chicos en todos los sentidos, en el bueno y en el malo. Entonces en eso hay que ser muy cuidadosos. Por eso los estudiosos de las causas de las disforias de género, porque esto se ha estudiado, lo más importante son los factores no biológicos que tienen una influencia muy grande en el chico. ¿Y a qué llaman factores no biológicos? Al temperamento del chico. A lo mejor un chico es muy creativo, no le gustan los deportes cuerpo a cuerpo, es más sensible, es muy intuitivo. Y eso no es porque se siente mujer o se autopercibe mujer, de ninguna manera. Es una característica del chico. Y hay que tener en cuenta que la masculinidad o la feminidad se puede expresar de muy diferentes maneras. No todos los varones se expresan de la misma manera y no todas las mujeres de la misma manera. Otro factor que se tiene muy en cuenta es la presión de los padres para actuar como el sexo opuesto durante los años críticos: la madre que está contentísima de que el chico se manifieste de otra manera.
También son importantes las dinámicas familiares: las madres sobreprotectoras, los padres lejanos, o por lo menos que no pueden establecer un buen vínculo con el chico. La psicopatología de los padres.
Además hay que tener en cuenta las experiencias vitales de los chicos. Un chico que ha sufrido abuso, un chico que ha sufrido violencia -varón o mujer-. Las mujeres son tremendamente sensibles al bullying y si han sufrido bullying de sus compañeras mujeres, entonces les cuesta mucho identificarse con las mujeres. Y otro elemento que hoy quizás no se tiene tan en cuenta es la pornografía. El acceso a la pornografía se da desde edades cada vez más tempranas y les distorsiona la cabeza. Sobre todo si es pornografía entre personas homosexuales.
- ¿La disforia de género es permanente o transitoria?
- El DSM-5 dice que la superan en edad adulta del 70 al 97% de los varones y el 50 al 88% de las mujeres. El manual de psicología y sexualidad de la Asociación Americana de Psicología dice que la gran mayoría de niños y niñas con disforia sexual terminan aceptando su sexo al llegar a la adolescencia o a la edad adulta.
Hay un estudio de la Universidad de Toronto de un investigador llamado James Cantor que hace un análisis de 11 estudios a gran escala donde afirma que del 60 al 90% de los niños que se identifican transgénero terminan superando la confusión siempre y cuando no hayan sido sometidos a tratamientos de reasignación de sexo.
- ¿Cuál es la situación actual en el país frente a los niños que son diagnosticados con disforia de género?? ¿Cuántos de esos niños o adolescentes son enviados a hacer estos tratamientos de hormonización?
- Muchísimos. Porque en la Argentina tenemos una ley que es la ley de identidad de género del 2012 que acepta y promueve la transición. Entonces la propuesta para niños adolescentes con identidad de género incongruente con su sexo es realizar un proceso de transición para transformarse en el género vivenciado. Esta transición tiene cuatro etapas. En primer lugar, la transición social que significa adecuar el nombre, la ropa, el trato.
Y la ley de identidad de género, en su artículo 12, habla de “trato digno”. Según ese “trato digno”, con el solo pedido de un niño -no se estipula la edad- la institución educativa o los que rodean al niño tienen que llamarlo por el pronombre que dice, y tienen que adecuar su ropa, su trato.
Uno se pregunta, ¿la transición social es indiferente, es neutral, es reversible? Hay que tener en cuenta que reafirmar el deseo del chico actúa como factor perpetuador de la confusión. Porque si Rosa me dice que quiere que lo llamen Pedro y yo le empiezo a llamar Pedro de alguna manera le estoy dando la razón de que es Pedro.
Por eso es que aparece un chico que pide esto, entonces en la escuela se preguntan “¿Qué hacemos? Porque tenemos una ley que nos obliga”. Tienen que ser cautos, tienen que ver qué le está pasando exactamente al chico. Tener en cuenta la historia y qué está viviendo en la actualidad ese chico, cómo es la familia. El niño y el adolescente necesitan ser acogidos, escuchados, comprendidos, acompañados, orientados.
Cuando hay una sinergia entre la familia y los directivos y los docentes, es bastante fácil trabajar. Porque uno puede implementar distintas estrategias. Ahora, cuando la familia viene pidiendo el cambio y demás, ahí se complica un poco.
- ¿Cuál es la segunda etapa?
- El suministro de hormonas, que tiene dos partes. Una, que consiste en la inhibición de la pubertad. Se les suministra hormonas para dejar el hipotálamo en reposo, ya que es el hipotálamo el que empieza a estimular la hipófisis para que a su vez estimule a los testículos o a los ovarios, según el caso, para que produzcan hormonas sexuales. Los agonistas del hipotálamo son sustancias que bloquean el hipotálamo. Esto no es nuevo. Estas drogas surgieron en los años 70 para tratamientos médicos.
En la actualidad se propone tratamientos ante situaciones que no tienen base orgánica. ¿Y qué argumentos se emplean? Que hay que frenar la masculinización o feminización del niño.
Actualmente se propone empezar a darle hormonas del sexo que se perciba el chico cada vez más temprano. Todas las reglas internacionales dicen que hasta los 16 años no se les puede dar. Sin embargo, en un documento que sacó el Ministerio de Salud el año pasado, titulado “Inhibición e inducción puberal en niñeces y adolescencias trans, travestis y no binarias” establecen que dado que la inhibición del hipotálamo tiene consecuencias y que por otro lado, psicosocialmente se diferencia mucho de su grupo etario, es mejor comenzar a los 14 años.
- ¿Cuáles son los efectos colaterales de estos “tratamientos”?
- Los riesgos asociados a la hormonización con estrógeno son: enfermedad venosa tromboembólica, enfermedad cardiovascular, hipertensión, diabetes tipo 2… Mientras que los riesgos asociados a la hormonización con testosterona son: acné, mayor índice de masa corporal, hiperlipidemia, enfermedad cardiovascular, hipertensión, y diabetes tipo 2.
- ¿También pueden provocar infertilidad?
- Hay un capítulo de ese documento que se refiere a la evidencia sobre los efectos a largo plazo. Y uno de los los efectos a largo plazo es la infertilidad.
- ¿Qué pasa con el porcentaje de chicos que son sometidos a estos tratamientos y que después se arrepienten y quieren volver a su sexo biológico?
- Hay muchos que detransicionan y los testimonios de los que detransicionan son muy elocuentes. Porque detransicionan pero nunca pueden volver a lo original.
- Tengo entendido que hay un alto porcentaje que termina en suicidio de los que han transicionado…
- Lo importante es que estos chicos son vulnerables. Son chicos a los que les está pasando algo o que en su historia han pasado alguna cosa. Y hay que tratar de ayudarlos en las comorbididades. ¿Qué son? Son aquellas situaciones que el chico tiene en su desarrollo neurológico. Hay muchos que tienen trastorno del espectro autista. Hay que hacer una buena evaluación de salud mental. Y tratar al chico en su integridad, no únicamente en lo que tiene que ver con el género.
- ¿Hay una alta incidencia de depresión incluso en los chicos que han transicionado?
- Los adolescentes con disforia de género presentan mayores riesgos de salud mental. El nivel de depresión, ansiedad, intento de suicidio o autolesión en los transgénero es cuatro veces mayor que en los cisgénero. Eso es lo que hay que tratar. ¿Qué le está pasando a ese chico? ¿Por qué tiene depresión? ¿Por qué tiene ansiedad?
- ¿Qué es lo que pueden hacer los padres o los educadores para prevenir esta situación, si es que se puede prevenir?
- La prevención es básica. Y los padres deben tener en cuenta que los diagnósticos tempranos ayudan mucho en todos los órdenes de la vida. Si ven que algo no funciona como debería funcionar con sus hijos, que el chico no tiene la socialización esperada con el grupo de pares, que ha sufrido bullying, que tiene determinadas manifestaciones… es conveniente consultar. La cuestión es a quién consultar. Y, por supuesto, poner en marcha todo lo vinculado con el acompañamiento y que conozcan las distintas iniciativas que hay en la sociedad de acompañamiento en estos temas, porque muchas veces no saben a dónde ir o van justamente al lugar equivocado.
- ¿Qué aconseja a los padres para hacerle frente a este bombardeo de ideología de género que hay a través de todos los medios películas, series, redes sociales?
- Primero que nada, el padre, la madre o el adulto referente, incluso los docentes, tienen que tener ideas claras, tienen que formar, no tienen que repetir como loros o adoptar todo lo que les mandan. Esto es muy importante: sacarlos de su zona de confort. Porque lamentablemente se va naturalizando de tal manera que no tienen ningún problema hasta que explota la bomba. Los docentes lo mismo, porque los lugares de formación docente están colonizados por la ideología de género.
Por eso lo que uno les trata de inculcar a los padres es que aprendan a escuchar a los hijos. A ver cómo lo ven ellos, cómo van elaborando su juicio.
Porque los adultos tenemos propensión a ser emisores. Hablar, hablar, hablar, hablar. Está bien hablar, pero también es importante sabe qué siente realmente este chico, qué piensa, qué confusión tiene. En el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA hay un gabinete de orientación familiar donde se reciben múltiples consultas de dinámicas familiares, de padres, de algún miembro de la familia y este tema también surge.
(De www.laprensa.com.ar)
Estos problemas han generado "confusión" en docentes y padres, si bien es muy claro que, cada vez que nos alejamos de lo que nos impone el orden natural y la biología, de una u otra forma surgirán serios inconvenientes. Es la misma claridad que debemos tener cuando alguien construye un puente ignorando las leyes de la física y el desastre resulta inevitable.
Se menciona un artículo al respecto:
DISFORIA DE GÉNERO EN AUMENTO: otro signo de la crisis de salud mental en niños y adolescentes
Por Agustina Sucri
El contexto actual juega en contra: se pretende otorgar al niño autonomía absoluta, la educación sexual integral se dicta desde la ideología de género, mientras padres y educadores están eclipsados, confundidos y temerosos.
En un mundo en el que reina cada vez más la confusión en casi todos los órdenes de la vida, no debería soprender que los casos de disforia de género -el sentir que uno pertenece al sexo opuesto al que tiene- en niños y adolescentes muestren un sideral aumento.El fenómeno no se da de manera aislada, sino que coincide con una crisis de salud mental que atraviesa este grupo etario de la población, junto con una educación sexual integral invasiva y moldeada por la ideología de género. Así lo explicó en una entrevista con La Prensa, la doctora Zelmira Bottini, médica pediatra por la Universidad de Buenos Aires, vicepresidente del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina (UCA) y profesora de la maestría de Bioética en esa misma casa de estudios.
Tras haber participado el miércoles último de la Jornada "Abordaje interdisciplinario de la disforia de género en menores", organizado por el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA, la especialista analizó la problemática de implica este trastorno que ha sido incluido por primera vez en el DSM-5 (el manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales).
-¿Qué se entiende por disforia de género?
- La incongruencia entre el género que uno siente o expresa y el asignado. Esa es la definición que da el DSM-5, que es el manual de diagnóstico de desórdenes mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría. Ahora aparece el término en este manual, aunque antes nunca se había hablado de disforia de género.
La disforia de género está caracterizada por dos cosas: la incongruencia entre el género que uno siente y el asignado, y un malestar clínicamente significativo o un deterioro en el ámbito social, ocupacional y en otras áreas importantes del funcionamiento. Es importante tenerlo presente.
También lo que dice el DSM-5 es que para el diagnóstico en niños y niñas es necesario que exista malestar y dificultad en la realización de las actividades normales para la edad, acompañado por al menos seis y ocho características, durante al menos seis meses. No se pueden hacer diagnósticos de disforia de género en niños o adolescentes en una consulta, dos o tres. Tiene que haber un seguimiento.
Me consta, porque me han llegado familias, que piden asesoramiento, ayuda o acompañamiento, a las que se les diagnosticó en una consulta o en dos la disforia de género.
-¿Cuál es el panorama actual de la disforia de género en el país y en el mundo?
- Se advierte un aumento significativo de la prevalencia de la disforia de género en la infancia y en la adolescencia tanto en el mundo como en la Argentina. Esto lleva ya unos años. Y cada vez se traduce en mayor prevalencia. Pero esto no es algo aislado. Coincide con una crisis de salud mental en niños y adolescentes que se da a nivel mundial. Es muy importante decirlo. Las anomalías, los desórdenes, la aparición de fenómenos sociales, nunca se dan en el vacío. Siempre hay un contexto social que ayuda a que se presente. En este caso, hay muchas cosas que contribuyen, pero yo pongo mucho el acento en el imperio del paradigma del interés superior del niño en clave de autonomía absoluta. Me parece que eso es importantísimo porque en todos los documentos oficiales se hace hincapié en esta autonomía que tienen los chicos de elegir y decidir desde edades cada vez más tempranas cuestiones muy, muy importantes y que realmente no tienen el desarrollo necesario y suficiente para hacerlo.
-¿Y esto se da pese a que los expertos en niños y adolescentes saben muy bien que no están madurativamente preparados para tomar esa clase de decisiones?
- Exactamente. Otro elemento importante del contexto social es la educación sexual integral desde la ideología de género. Que haya educación sexual integral es fantástico, pero la cosmovisión a través de la cual se dicta hace que la cosa sea bastante distinta y realmente se ha hecho una colonización con la ideología de género en ámbitos educativos. En tercer lugar, los adultos, tanto padres como educadores, están eclipsados, se los ha corrido, están confundidos y están temerosos, entonces no abren la boca. Se los avasalla.
-¿Pero por qué tienen miedo? ¿Por las leyes actuales?
- Por muchos motivos. Uno puede ser tener miedo a las consecuencias de no cumplir determinadas leyes. Pero otro motivo es algo que se les ha repetido: “Al niño hay que dejarlo ser, hay que escuchar a los hijos”. Por supuesto hay que escuchar a los hijos, pero si el hijo en determinado momento dice que es Batman, y se quiere tirar por la ventana, no va a escuchar al hijo en eso. Todo tiene un límite.
-¿Es alta la prevalencia de disforia de género en la actualidad?
- Sí, la prevalencia en niños y adolescentes es grande. En 2018 se advirtió que en el Reino Unido había habido un aumento del 4.000% de los pedidos de cambio de sexo en niños. Esto hizo que la ministra de la Mujer pidiera que se investigara. El resultado fue el ‘Informe Cass’. Le pidieron a la pediatra Hilary Cass que estudiara las causas. Al investigar cómo se estaban haciendo en el Reino Unido los cambios de sexo, vio que no respondían a la medicina de la evidencia, que no era científicamente válido lo que se estaba haciendo. Gracias a la recomendación del informe Cass, que terminó a fines de 2022 y se publicó en 2023, aunque cobró notoriedad en mayo de 2024, en el Reino Unido se prohibieron estas cuestiones en niños y adolescentes.
-¿Se postergó la edad en que se realizan los “tratamientos” de cambio de sexo?
- Hasta el fin de la escuela, por lo menos. Y el informe también hizo que se limitaran todos los contenidos que tenían que ver con ideología de género. Esto es muy importante.
No es el único país que ha hecho esta evolución. En Noruega, Suecia, Dinamarca, también lo han hecho. En Estados Unidos hay un porcentaje muy grande, más de la mitad de los estados, que lo tienen limitado. Nosotros seguimos como a la cola del mundo, pero están empezando a cambiar los aires. No obstante, ultimamente ha aparecido un fenómeno que es la disforia de género en niñas, llamada “de aparición súbita en la adolescencia”. El 80% aparece en mujeres de entre 15 y 16 años. El 60% de esas chicas tienen al menos un diagnóstico en salud mental, es decir, tienen diagnóstico de depresión, de ansiedad, de autolesiones… algo les está pasando, porque esos síntomas están indicando algo. El 50% se aísla de su familia, y esto es muy importante, porque justamente como lo que más actúa en esto son las redes, los youtubers y demás, lo primero que hacen es aislarla de la familia.
Y también se ve un porcentaje grande, que llega al 40%, que expresan su deseo de transición en grupo. Entonces uno se encuentra con un año de un colegio en la secundaria donde hay un grupo de chicas de 2, 3, 4, chicas que no se autoperciben como les corresponde con el sexo que les fue dado. Esto se vincula muchísimo con las redes sociales. Por eso con la pandemia, que consumieron tanto redes sociales, se agravó esta situación.
- Además, no suele haber un control por parte de los padres de qué es lo que consumen los chicos a través de las redes sociales.
- Exacto. Una señora que estaba presente en la jornada dijo algo que a mí me quedó sonando: “Nosotros inconscientemente estamos siendo cómplices de la situación de nuestros hijos”.
Por eso es tan importante trabajar con los adultos, con los educadores también, porque los docentes, los directivos de escuela, están como que no saben qué hacer, no saben dónde se tienen que parar. Y hay muchas cosas para ayudarlos.
- ¿A qué edades suele aparecer la disforia de género?
- El desarrollo de la sexualidad tiene momentos de alta vulnerabilidad, que están entre los 3 y los 5 años y en la adolescencia temprana. Adolescencia temprana es entre los 10 y los 13, o 14 años. En esos momentos hay que estar muy atentos a alguna cuestión que pueda manifestar el chico. ¿Para qué? Para ordenarlo, porque en cualquier desarrollo puede haber desvíos. Entonces uno puede llevarlo a su cauce.
- ¿Pueden ser estados de confusión?
- Así es. Es habitual o es muy frecuente que los chicos de 4 o 5 años se disfracen los varones de mujeres, las mujeres de varones. ¿Esto lo hace un disfórico? ¿Eso lo convierte en un chico que es incongruente? No. Entonces los padres tendrán que ir mostrándole que le compete a uno, que le compete al otro, pero la declamación permanente es “déjalo ser”.
- Hemos visto en los medios casos de madres que fomentan que el chico, si es un varón, termine vistiéndose de mujer permanentemente al punto que son las madres las que lo incentivan a que cambien de nombre, de DNI, a los 3 o 4 años…
- Las madres moldean a sus chicos en todos los sentidos, en el bueno y en el malo. Entonces en eso hay que ser muy cuidadosos. Por eso los estudiosos de las causas de las disforias de género, porque esto se ha estudiado, lo más importante son los factores no biológicos que tienen una influencia muy grande en el chico. ¿Y a qué llaman factores no biológicos? Al temperamento del chico. A lo mejor un chico es muy creativo, no le gustan los deportes cuerpo a cuerpo, es más sensible, es muy intuitivo. Y eso no es porque se siente mujer o se autopercibe mujer, de ninguna manera. Es una característica del chico. Y hay que tener en cuenta que la masculinidad o la feminidad se puede expresar de muy diferentes maneras. No todos los varones se expresan de la misma manera y no todas las mujeres de la misma manera. Otro factor que se tiene muy en cuenta es la presión de los padres para actuar como el sexo opuesto durante los años críticos: la madre que está contentísima de que el chico se manifieste de otra manera.
También son importantes las dinámicas familiares: las madres sobreprotectoras, los padres lejanos, o por lo menos que no pueden establecer un buen vínculo con el chico. La psicopatología de los padres.
Además hay que tener en cuenta las experiencias vitales de los chicos. Un chico que ha sufrido abuso, un chico que ha sufrido violencia -varón o mujer-. Las mujeres son tremendamente sensibles al bullying y si han sufrido bullying de sus compañeras mujeres, entonces les cuesta mucho identificarse con las mujeres. Y otro elemento que hoy quizás no se tiene tan en cuenta es la pornografía. El acceso a la pornografía se da desde edades cada vez más tempranas y les distorsiona la cabeza. Sobre todo si es pornografía entre personas homosexuales.
- ¿La disforia de género es permanente o transitoria?
- El DSM-5 dice que la superan en edad adulta del 70 al 97% de los varones y el 50 al 88% de las mujeres. El manual de psicología y sexualidad de la Asociación Americana de Psicología dice que la gran mayoría de niños y niñas con disforia sexual terminan aceptando su sexo al llegar a la adolescencia o a la edad adulta.
Hay un estudio de la Universidad de Toronto de un investigador llamado James Cantor que hace un análisis de 11 estudios a gran escala donde afirma que del 60 al 90% de los niños que se identifican transgénero terminan superando la confusión siempre y cuando no hayan sido sometidos a tratamientos de reasignación de sexo.
- ¿Cuál es la situación actual en el país frente a los niños que son diagnosticados con disforia de género?? ¿Cuántos de esos niños o adolescentes son enviados a hacer estos tratamientos de hormonización?
- Muchísimos. Porque en la Argentina tenemos una ley que es la ley de identidad de género del 2012 que acepta y promueve la transición. Entonces la propuesta para niños adolescentes con identidad de género incongruente con su sexo es realizar un proceso de transición para transformarse en el género vivenciado. Esta transición tiene cuatro etapas. En primer lugar, la transición social que significa adecuar el nombre, la ropa, el trato.
Y la ley de identidad de género, en su artículo 12, habla de “trato digno”. Según ese “trato digno”, con el solo pedido de un niño -no se estipula la edad- la institución educativa o los que rodean al niño tienen que llamarlo por el pronombre que dice, y tienen que adecuar su ropa, su trato.
Uno se pregunta, ¿la transición social es indiferente, es neutral, es reversible? Hay que tener en cuenta que reafirmar el deseo del chico actúa como factor perpetuador de la confusión. Porque si Rosa me dice que quiere que lo llamen Pedro y yo le empiezo a llamar Pedro de alguna manera le estoy dando la razón de que es Pedro.
Por eso es que aparece un chico que pide esto, entonces en la escuela se preguntan “¿Qué hacemos? Porque tenemos una ley que nos obliga”. Tienen que ser cautos, tienen que ver qué le está pasando exactamente al chico. Tener en cuenta la historia y qué está viviendo en la actualidad ese chico, cómo es la familia. El niño y el adolescente necesitan ser acogidos, escuchados, comprendidos, acompañados, orientados.
Cuando hay una sinergia entre la familia y los directivos y los docentes, es bastante fácil trabajar. Porque uno puede implementar distintas estrategias. Ahora, cuando la familia viene pidiendo el cambio y demás, ahí se complica un poco.
- ¿Cuál es la segunda etapa?
- El suministro de hormonas, que tiene dos partes. Una, que consiste en la inhibición de la pubertad. Se les suministra hormonas para dejar el hipotálamo en reposo, ya que es el hipotálamo el que empieza a estimular la hipófisis para que a su vez estimule a los testículos o a los ovarios, según el caso, para que produzcan hormonas sexuales. Los agonistas del hipotálamo son sustancias que bloquean el hipotálamo. Esto no es nuevo. Estas drogas surgieron en los años 70 para tratamientos médicos.
En la actualidad se propone tratamientos ante situaciones que no tienen base orgánica. ¿Y qué argumentos se emplean? Que hay que frenar la masculinización o feminización del niño.
Actualmente se propone empezar a darle hormonas del sexo que se perciba el chico cada vez más temprano. Todas las reglas internacionales dicen que hasta los 16 años no se les puede dar. Sin embargo, en un documento que sacó el Ministerio de Salud el año pasado, titulado “Inhibición e inducción puberal en niñeces y adolescencias trans, travestis y no binarias” establecen que dado que la inhibición del hipotálamo tiene consecuencias y que por otro lado, psicosocialmente se diferencia mucho de su grupo etario, es mejor comenzar a los 14 años.
- ¿Cuáles son los efectos colaterales de estos “tratamientos”?
- Los riesgos asociados a la hormonización con estrógeno son: enfermedad venosa tromboembólica, enfermedad cardiovascular, hipertensión, diabetes tipo 2… Mientras que los riesgos asociados a la hormonización con testosterona son: acné, mayor índice de masa corporal, hiperlipidemia, enfermedad cardiovascular, hipertensión, y diabetes tipo 2.
- ¿También pueden provocar infertilidad?
- Hay un capítulo de ese documento que se refiere a la evidencia sobre los efectos a largo plazo. Y uno de los los efectos a largo plazo es la infertilidad.
- ¿Qué pasa con el porcentaje de chicos que son sometidos a estos tratamientos y que después se arrepienten y quieren volver a su sexo biológico?
- Hay muchos que detransicionan y los testimonios de los que detransicionan son muy elocuentes. Porque detransicionan pero nunca pueden volver a lo original.
- Tengo entendido que hay un alto porcentaje que termina en suicidio de los que han transicionado…
- Lo importante es que estos chicos son vulnerables. Son chicos a los que les está pasando algo o que en su historia han pasado alguna cosa. Y hay que tratar de ayudarlos en las comorbididades. ¿Qué son? Son aquellas situaciones que el chico tiene en su desarrollo neurológico. Hay muchos que tienen trastorno del espectro autista. Hay que hacer una buena evaluación de salud mental. Y tratar al chico en su integridad, no únicamente en lo que tiene que ver con el género.
- ¿Hay una alta incidencia de depresión incluso en los chicos que han transicionado?
- Los adolescentes con disforia de género presentan mayores riesgos de salud mental. El nivel de depresión, ansiedad, intento de suicidio o autolesión en los transgénero es cuatro veces mayor que en los cisgénero. Eso es lo que hay que tratar. ¿Qué le está pasando a ese chico? ¿Por qué tiene depresión? ¿Por qué tiene ansiedad?
- ¿Qué es lo que pueden hacer los padres o los educadores para prevenir esta situación, si es que se puede prevenir?
- La prevención es básica. Y los padres deben tener en cuenta que los diagnósticos tempranos ayudan mucho en todos los órdenes de la vida. Si ven que algo no funciona como debería funcionar con sus hijos, que el chico no tiene la socialización esperada con el grupo de pares, que ha sufrido bullying, que tiene determinadas manifestaciones… es conveniente consultar. La cuestión es a quién consultar. Y, por supuesto, poner en marcha todo lo vinculado con el acompañamiento y que conozcan las distintas iniciativas que hay en la sociedad de acompañamiento en estos temas, porque muchas veces no saben a dónde ir o van justamente al lugar equivocado.
- ¿Qué aconseja a los padres para hacerle frente a este bombardeo de ideología de género que hay a través de todos los medios películas, series, redes sociales?
- Primero que nada, el padre, la madre o el adulto referente, incluso los docentes, tienen que tener ideas claras, tienen que formar, no tienen que repetir como loros o adoptar todo lo que les mandan. Esto es muy importante: sacarlos de su zona de confort. Porque lamentablemente se va naturalizando de tal manera que no tienen ningún problema hasta que explota la bomba. Los docentes lo mismo, porque los lugares de formación docente están colonizados por la ideología de género.
Por eso lo que uno les trata de inculcar a los padres es que aprendan a escuchar a los hijos. A ver cómo lo ven ellos, cómo van elaborando su juicio.
Porque los adultos tenemos propensión a ser emisores. Hablar, hablar, hablar, hablar. Está bien hablar, pero también es importante sabe qué siente realmente este chico, qué piensa, qué confusión tiene. En el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA hay un gabinete de orientación familiar donde se reciben múltiples consultas de dinámicas familiares, de padres, de algún miembro de la familia y este tema también surge.
(De www.laprensa.com.ar)
domingo, 24 de noviembre de 2024
El error de vincular la virtud a la pobreza
En los planes de los primeros socialistas aparecía la búsqueda de un sistema que produjera mejores resultados económicos que el capitalismo. Como ello no se logró, muchos tuvieron que adherir al pobrismo, es decir, a la errónea idea de vincular las virtudes morales a la pobreza material. Por el contrario, la pobreza excesiva tiende a que todo individuo destine su tiempo, sus esfuerzos y sus pensamientos a la lucha por la supervivencia cotidiana, muchas veces sin lograr satisfacer sus necesidades mínimas.
Esta condición de pobreza extrema resulta ideal para los gobiernos de tipo totalitario, ya que pueden ejercer un control permanente sobre toda la población, incluso haciéndole creer que es el Estado el que se preocupa por sus integrantes, y que, en la confusión, la gente termina agradeciendo a los líderes las migajas cotidianas recibidas en esas sociedades carcelarias.
Desde la Iglesia Católica, un importante sector adhiere a esta idea errónea, y suponen sus integrantes que la virtud generalizada de la población se ha de lograr mediante “la pobreza socialista” y no tanto a partir del cumplimiento de los mandamientos bíblicos. De ahí seguramente la adhesión casi explícita de Jorge Bergoglio a los regímenes vigentes en Cuba y Venezuela, principalmente.
Una síntesis de tales ideas y comportamientos aparece en el siguiente artículo:
FIDEL
Por Jorge Fernández Díaz
Un ex compañero del colegio jesuita, tan devoto como Fidel Castro, lo visitó en su hora de gloria: el triunfante revolucionario se alojaba ya en un famoso hotel de La Habana, luego expropiado a la cadena Hilton. Su amigo no pudo dejar de observar que Fidel tenía dos libros en su mesita de luz; uno flamante y sin tocar de Carlos Marx, y un ejemplar sobado de tantos estudios y lecturas: los discursos de Juan Perón.
Esto sucedía en 1959 y quien rescata el dato, para nada anecdótico, es el historiador Loris Zanatta, profesor de la Universidad de Bolonia, experto en nacionalismo religioso y populismo latinoamericano, y ahora biógrafo crítico del hombre fuerte de Cuba, a quien denomina El último rey católico. Este trabajo de acopio e interpretación resulta fascinante y muy significativo para los argentinos, puesto que la Revolución Cubana siempre apareció como una anomalía iberoamericana dentro de la vieja disputa de todos los tiempos: nacionalistas versus liberales republicanos.
Zanatta la devuelve precisamente a esa clásica dicotomía, al decretar que más allá de disfraces soviéticos y tácticas geopolíticas de coyuntura, el régimen castrista no era marxista leninista sino esencialmente populista y particularmente jesuítico. Una especie de peronismo cubano, con todas las características que muchos años después utilizaría el propio Fidel para diseñar a su imagen y semejanza el socialismo del siglo XXI en Venezuela.
Una concepción que, fuera del folclore de izquierda y los relatos míticos, tomaba paradójicamente mucho del fascismo italiano y del falangismo español. “El viaje del falangismo de los 30 al comunismo de los 50 fue común a muchos católicos latinos –explica el autor-. El enemigo era el mismo: el liberalismo laico. Y similares eran las bases éticas cristianas. 'Stalin y Cristo tronaban sobre las paredes de mi casa', recordaba Guillermo Cabrera Infante”.
Más adelante, Zanatta va al hueso: “Heredero de la cristiandad hispánica, Castro imputaba al liberalismo las fracturas morales del mundo: los Estados Unidos eran protestantes y lo predicaban, por ello los odiaba. Al universalismo liberal opuso un universalismo antiliberal de acervo católico… El comunismo cristiano de Fidel era un fenómeno hispánico”. Los católicos que no comulgaban con esta versión del cristianismo fueron encarcelados, ejecutados u obligados a una “reeducación” compulsiva.
El castrismo recibió de la Iglesia cubana el mismo apoyo inicial y después el mismo rechazo que manifestaron los obispos argentos ante el justicialismo, puesto que ambos movimientos políticos reivindicaban las reglas de la nación católica y el cristianismo primitivo, pero a la postre sobreactuaron tanto el culto a la personalidad que Castro y Perón disputaban ya la mismísima divinidad excluyente de Cristo.
Cuando la competencia llegó a su máxima tensión, y los comunistas comenzaron a ocupar poltronas preponderantes, Fidel anunció que él era el Mesías y que el episcopado y las parroquias se habían convertido en guaridas de “fariseos insensibles al dolor de los pobres”. Esa larga pulseada no impidió que Castro saludara con alegría la llegada de Jorge Bergoglio al Vaticano y a su mismísimo hogar, entre jesuitas no hay cornadas. Allí el comandante le regaló al papa Francisco el libro Fidel y la religión, que había escrito el teólogo dominico Frei Betto, donde se anuncia la reconciliación entre catolicismo y revolución, y donde se asevera que “hay diez mil veces más coincidencias” con ella que con el capitalismo.
La moral sexual y familiar de la Iglesia castrista y de la Iglesia católica eran (salvo la discrepancia sobre el aborto) idénticas, el encono antiliberal registraba el mismo voltaje, y la idea del pobrismo era absolutamente coincidente. La pobreza en Cuba fue manipulada para ser transformada en una resignación benigna y hasta en una cultura del orgullo. “El «pobre» no es para ellos el emblema del fracaso, sino la garantía de pureza espiritual y de integridad moral –apunta Loris-. Y tal era el fin de su gobierno, de su estado ético, de su catequesis de masas: salvar el alma de los cubanos antes y a la Humanidad después. El mismo fin, si se mira bien, que inspiró el espíritu misionero de la Compañía de Jesús. Como ella, Fidel ambicionaba recrear el Reino de Dios en la tierra, extirpar el egoísmo del corazón de los hombres, fundar el orden social perfecto…La pobreza de los cubanos es el fruto coherente del intento de Castro de salvarles el alma manteniéndolos al reparo del mal, de la imperfección de la historia, del pecado. Sólo la pobreza podía salvar el alma de la corrupción del dinero y al corazón, de la tentación del egoísmo”. Si no hay progreso, si las políticas son derrotadas por la realidad, hacemos de la incompetencia una virtud, compañeros: pobres somos mejores, pobres nos quiere Dios.
Los desastres económicos de Cuba y Venezuela, así como el carácter despótico de Fidel y los crímenes de lesa humanidad que produjeron sus “dictaduras populares”, han sido perdonados por la progresía ilustrada de Occidente, cuyos miembros eminentes se derretían frívolamente en presencia del comandante y su retórica seductora. Fue Castro quien alentó acciones terroristas y confraternizó con Montoneros, organización violenta a la que luego el propio Perón tuvo que combatir de manera impiadosa e inhumana; también fue Fidel quien actuó en los hechos como el ideólogo del populismo autoritario de las dos últimas décadas.
Una leyenda peronista, que Cristina Kirchner acaso podría desmentir, señala que alguna vez el nonagenario llegó a decirle: “Néstor murió, Chávez está agonizando y yo estoy enfermo; quedas tú para defender las banderas en América Latina”. Poco tiempo más tarde, Cristina declaró: “A mi izquierda sólo está la pared”. Quizá la anécdota no sea cierta, pero guarda verosimilitud porque contiene la habitual psicopatía de Castro y explica un poco la brusca radicalización de quien durante treinta años no fue más que una peronista sin ideología; alguien que aceptó el juego de la derecha feudal, tuvo a Carlos Menem como jefe político y se alió con un referente del neoliberalismo: Domingo Cavallo.
(Fragmentos de “Una historia argentina en tiempo real”-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2021).
Comentario: La economía cubana de Castro en realidad se parecía bastante a la economía soviética, y no a la economía peronista. En la Argentina nunca se prohibieron las actividades privadas, como ocurrió en Cuba. Periodistas cubanos, como Carlos Alberto Montaner, siempre caracterizaron al castrismo como una especie de stalinismo....
Esta condición de pobreza extrema resulta ideal para los gobiernos de tipo totalitario, ya que pueden ejercer un control permanente sobre toda la población, incluso haciéndole creer que es el Estado el que se preocupa por sus integrantes, y que, en la confusión, la gente termina agradeciendo a los líderes las migajas cotidianas recibidas en esas sociedades carcelarias.
Desde la Iglesia Católica, un importante sector adhiere a esta idea errónea, y suponen sus integrantes que la virtud generalizada de la población se ha de lograr mediante “la pobreza socialista” y no tanto a partir del cumplimiento de los mandamientos bíblicos. De ahí seguramente la adhesión casi explícita de Jorge Bergoglio a los regímenes vigentes en Cuba y Venezuela, principalmente.
Una síntesis de tales ideas y comportamientos aparece en el siguiente artículo:
FIDEL
Por Jorge Fernández Díaz
Un ex compañero del colegio jesuita, tan devoto como Fidel Castro, lo visitó en su hora de gloria: el triunfante revolucionario se alojaba ya en un famoso hotel de La Habana, luego expropiado a la cadena Hilton. Su amigo no pudo dejar de observar que Fidel tenía dos libros en su mesita de luz; uno flamante y sin tocar de Carlos Marx, y un ejemplar sobado de tantos estudios y lecturas: los discursos de Juan Perón.
Esto sucedía en 1959 y quien rescata el dato, para nada anecdótico, es el historiador Loris Zanatta, profesor de la Universidad de Bolonia, experto en nacionalismo religioso y populismo latinoamericano, y ahora biógrafo crítico del hombre fuerte de Cuba, a quien denomina El último rey católico. Este trabajo de acopio e interpretación resulta fascinante y muy significativo para los argentinos, puesto que la Revolución Cubana siempre apareció como una anomalía iberoamericana dentro de la vieja disputa de todos los tiempos: nacionalistas versus liberales republicanos.
Zanatta la devuelve precisamente a esa clásica dicotomía, al decretar que más allá de disfraces soviéticos y tácticas geopolíticas de coyuntura, el régimen castrista no era marxista leninista sino esencialmente populista y particularmente jesuítico. Una especie de peronismo cubano, con todas las características que muchos años después utilizaría el propio Fidel para diseñar a su imagen y semejanza el socialismo del siglo XXI en Venezuela.
Una concepción que, fuera del folclore de izquierda y los relatos míticos, tomaba paradójicamente mucho del fascismo italiano y del falangismo español. “El viaje del falangismo de los 30 al comunismo de los 50 fue común a muchos católicos latinos –explica el autor-. El enemigo era el mismo: el liberalismo laico. Y similares eran las bases éticas cristianas. 'Stalin y Cristo tronaban sobre las paredes de mi casa', recordaba Guillermo Cabrera Infante”.
Más adelante, Zanatta va al hueso: “Heredero de la cristiandad hispánica, Castro imputaba al liberalismo las fracturas morales del mundo: los Estados Unidos eran protestantes y lo predicaban, por ello los odiaba. Al universalismo liberal opuso un universalismo antiliberal de acervo católico… El comunismo cristiano de Fidel era un fenómeno hispánico”. Los católicos que no comulgaban con esta versión del cristianismo fueron encarcelados, ejecutados u obligados a una “reeducación” compulsiva.
El castrismo recibió de la Iglesia cubana el mismo apoyo inicial y después el mismo rechazo que manifestaron los obispos argentos ante el justicialismo, puesto que ambos movimientos políticos reivindicaban las reglas de la nación católica y el cristianismo primitivo, pero a la postre sobreactuaron tanto el culto a la personalidad que Castro y Perón disputaban ya la mismísima divinidad excluyente de Cristo.
Cuando la competencia llegó a su máxima tensión, y los comunistas comenzaron a ocupar poltronas preponderantes, Fidel anunció que él era el Mesías y que el episcopado y las parroquias se habían convertido en guaridas de “fariseos insensibles al dolor de los pobres”. Esa larga pulseada no impidió que Castro saludara con alegría la llegada de Jorge Bergoglio al Vaticano y a su mismísimo hogar, entre jesuitas no hay cornadas. Allí el comandante le regaló al papa Francisco el libro Fidel y la religión, que había escrito el teólogo dominico Frei Betto, donde se anuncia la reconciliación entre catolicismo y revolución, y donde se asevera que “hay diez mil veces más coincidencias” con ella que con el capitalismo.
La moral sexual y familiar de la Iglesia castrista y de la Iglesia católica eran (salvo la discrepancia sobre el aborto) idénticas, el encono antiliberal registraba el mismo voltaje, y la idea del pobrismo era absolutamente coincidente. La pobreza en Cuba fue manipulada para ser transformada en una resignación benigna y hasta en una cultura del orgullo. “El «pobre» no es para ellos el emblema del fracaso, sino la garantía de pureza espiritual y de integridad moral –apunta Loris-. Y tal era el fin de su gobierno, de su estado ético, de su catequesis de masas: salvar el alma de los cubanos antes y a la Humanidad después. El mismo fin, si se mira bien, que inspiró el espíritu misionero de la Compañía de Jesús. Como ella, Fidel ambicionaba recrear el Reino de Dios en la tierra, extirpar el egoísmo del corazón de los hombres, fundar el orden social perfecto…La pobreza de los cubanos es el fruto coherente del intento de Castro de salvarles el alma manteniéndolos al reparo del mal, de la imperfección de la historia, del pecado. Sólo la pobreza podía salvar el alma de la corrupción del dinero y al corazón, de la tentación del egoísmo”. Si no hay progreso, si las políticas son derrotadas por la realidad, hacemos de la incompetencia una virtud, compañeros: pobres somos mejores, pobres nos quiere Dios.
Los desastres económicos de Cuba y Venezuela, así como el carácter despótico de Fidel y los crímenes de lesa humanidad que produjeron sus “dictaduras populares”, han sido perdonados por la progresía ilustrada de Occidente, cuyos miembros eminentes se derretían frívolamente en presencia del comandante y su retórica seductora. Fue Castro quien alentó acciones terroristas y confraternizó con Montoneros, organización violenta a la que luego el propio Perón tuvo que combatir de manera impiadosa e inhumana; también fue Fidel quien actuó en los hechos como el ideólogo del populismo autoritario de las dos últimas décadas.
Una leyenda peronista, que Cristina Kirchner acaso podría desmentir, señala que alguna vez el nonagenario llegó a decirle: “Néstor murió, Chávez está agonizando y yo estoy enfermo; quedas tú para defender las banderas en América Latina”. Poco tiempo más tarde, Cristina declaró: “A mi izquierda sólo está la pared”. Quizá la anécdota no sea cierta, pero guarda verosimilitud porque contiene la habitual psicopatía de Castro y explica un poco la brusca radicalización de quien durante treinta años no fue más que una peronista sin ideología; alguien que aceptó el juego de la derecha feudal, tuvo a Carlos Menem como jefe político y se alió con un referente del neoliberalismo: Domingo Cavallo.
(Fragmentos de “Una historia argentina en tiempo real”-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2021).
Comentario: La economía cubana de Castro en realidad se parecía bastante a la economía soviética, y no a la economía peronista. En la Argentina nunca se prohibieron las actividades privadas, como ocurrió en Cuba. Periodistas cubanos, como Carlos Alberto Montaner, siempre caracterizaron al castrismo como una especie de stalinismo....
sábado, 23 de noviembre de 2024
La virgen María (versión marxista)
Si bien la virgen María poco aparece en los Evangelios, para la Iglesia Católica tiene gran importancia y existe toda una serie de estudios teológicos a partir de su persona.
Con tal de tergiversar todo lo que la Iglesia propone, en vistas a su destrucción final, pero también con las intenciones de usarla a favor de la expansión del socialismo, han aparecido versiones “teológicas” que interpretan los Evangelios bajo la óptica marxista-leninista.
Tal ha sido la habilidad destructiva de los infiltrados en las filas católicas, que en la actualidad ocupan los más altos cargos de la Iglesia Católica. Puede decirse que, desde ese punto de vista, ha abandonado sus raíces cristianas renunciando a su razón de existir, al menos hasta que el sector cristiano vuelva a tomar el mando ocupado por los marxistas.
A continuación se menciona parcialmente un artículo en el que se advierten los juegos de palabras utilizados para tergiversar lo que siempre se ha dicho sobre María:
LA MARIOLOGIA MARXISTA DE LEONARDO BOFF
Por el Pbro. Miguel Poradowski
Desgraciadamente todavía mucha gente no se da cuenta hasta qué punto el marxismo penetró dentro de la Iglesia y sigue envenenando no solamente la misma convivencia de los cristianos oponiendo a unos contra otros, para introducir, en el interior de la comunidad cristiana, la lucha de clases, e inyectando el odio, sino también pervirtiendo el pensamiento cristiano y elaborando, cada día más extensa y completa, una verdadera antiteología.
Con ocasión de prepararse la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) en Puebla, México, durante el año 1978, aparecieron centenares de trabajos, pretendidamente teológicos, presentados como “aportes a Puebla” y que constituyen un nuevo y espantoso brote del marxismo en la Iglesia latinoamericana.
Al lado de la tristemente conocida “cristología marxista”, a la cual tan oportunamente aplastó el Papa Juan Pablo II en la primera parte de su magnífico discurso inaugural de la Conferencia de Puebla, tenemos ahora también la no menos subversiva “mariología marxista”, de la cual un ejemplo ilustrativo lo constituye el trabajo de Leonardo Boff, uno de los principales elaboradores de la “teología marxista de la liberación”.
Se trata de un minúsculo ensayo, pero muy venenoso, publicado como un “aporte a Puebla”. Parece que esta “mariología marxista” la presenta, el autor, como un necesario corolario de su “cristología marxista” dentro de su marxistoide “teología de la liberación”.
La devoción a la Santísima Virgen y el culto mariano son las características relevantes de la religiosidad latinoamericana. No hay, pues, nada de extraño en que los marxistas, siempre tan atentos y sensibles a todo lo que pasa en la Iglesia, en su afán de servirse de cuanto les sea útil para los fines de la revolución, también quieran instrumentalizar el culto mariano.
Este ensayo –como todo lo que escribe Leonardo Boff- sale de la falsa premisa de que el continente latinoamericano vive en la “situación de cautividad y de opresión”, y entonces, más que en cualquier parte del mundo, “la imagen de María, profetisa y liberadora, emerge de la lectura teológica hecha en el trasfondo de nuestra situación”.
Manipulando conscientemente la teología y el culto mariano a favor de la revolución marxista, el autor se atreve a escribir que la devoción mariana, durante toda la historia de la Iglesia, es nada más que “instrumentalización del cristianismo” por la burguesía. Y, antes de exponer su “mariología marxista”, presentando a la Santísima Virgen como modelo de la moderna mujer revolucionaria, ridiculiza y destruye los dos mil años de la devoción mariana de la Iglesia.
Analizando –con el método marxista- el himno Magnificat, Leonardo Boff pretende descubrir en él la única “virtud” marxista de María: ser revolucionaria, ser modelo de mujer rebelde.
Para Leonardo Boff, la Santísima Virgen vive en estado de opresión, porque es…virgen. “La virginidad –dice Leonardo Boff- equivalía para el judaísmo a esterilidad”, y de eso el autor deduce que es un estado de opresión. Cada uno de sus razonamientos se halla dentro del esquema de la lógica marxista, es decir, dentro de la lucha de los opuestos: opresión-liberación. De alguna manera, pues, tenía que buscar y encontrar, para el caso de la Santísima Virgen, alguna situación de opresión y, para ello, no se le ocurrió sino identificar el estado de virginidad con el estado de opresión.
Pero no le bastaba despojarla del carácter de virtud de su virginidad. Para que su razonamiento marxista tuviera mayor fuerza, necesitaba presentar a la Santísima Virgen también como “oprimida” por ser…humilde. Aprendamos pues, además, del docto teólogo marxista, que la humildad es también un estado de opresión.
Para dar mayor relieve a sus afirmaciones invoca como autoridad al…hermano protestante Max Thurian, citando la frase siguiente: “Justicia política y social, igualdad de derechos y comunidad de bienes, son las señales de la misericordia del Mesías, promulgados por su madre y humilde sierva. Y es así cómo el Evangelio de salvación se torna también en Evangelio de la liberación humana. María, la primera cristiana, es también la primera revolucionaria dentro del nuevo orden”.
En otra parte, Boff dice: “La lectura de las divinas Escrituras, hecha bajo el influjo del Espíritu Santo y teniendo presentes las adquisiciones de las ciencias humanas y las variadas situaciones del mundo contemporáneo, llevará a descubrir que María puede muy bien ser tomada como modelo en aquello por lo que anhelan los hombres de nuestro tiempo. Así, para dar algunos ejemplos: verificamos, con grata sorpresa, que María de Nazareth, a pesar de estar absolutamente abandonada a la voluntad del Señor, no dudó en afirmar que Dios es vengador de los humildes y de los oprimidos y derriba de su trono a los poderosos del mundo” (Citado en “De Medellín a Puebla” de Varios Autores-Editorial Iction-Buenos Aires 1980).
Comentario: Puede advertirse que el “sacerdote” marxista Boff muestra una fe ciega en el método por el cual encuentra (o descubre) en los individuos, en la sociedad, en la virgen, en Dios, y en todo lo existente, la tradicional lucha entre opresores y oprimidos. Con el tiempo será posible que esta obsesión pueda ser catalogada como una perturbación mental desde el punto de vista de la psiquiatría.
Con tal de tergiversar todo lo que la Iglesia propone, en vistas a su destrucción final, pero también con las intenciones de usarla a favor de la expansión del socialismo, han aparecido versiones “teológicas” que interpretan los Evangelios bajo la óptica marxista-leninista.
Tal ha sido la habilidad destructiva de los infiltrados en las filas católicas, que en la actualidad ocupan los más altos cargos de la Iglesia Católica. Puede decirse que, desde ese punto de vista, ha abandonado sus raíces cristianas renunciando a su razón de existir, al menos hasta que el sector cristiano vuelva a tomar el mando ocupado por los marxistas.
A continuación se menciona parcialmente un artículo en el que se advierten los juegos de palabras utilizados para tergiversar lo que siempre se ha dicho sobre María:
LA MARIOLOGIA MARXISTA DE LEONARDO BOFF
Por el Pbro. Miguel Poradowski
Desgraciadamente todavía mucha gente no se da cuenta hasta qué punto el marxismo penetró dentro de la Iglesia y sigue envenenando no solamente la misma convivencia de los cristianos oponiendo a unos contra otros, para introducir, en el interior de la comunidad cristiana, la lucha de clases, e inyectando el odio, sino también pervirtiendo el pensamiento cristiano y elaborando, cada día más extensa y completa, una verdadera antiteología.
Con ocasión de prepararse la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) en Puebla, México, durante el año 1978, aparecieron centenares de trabajos, pretendidamente teológicos, presentados como “aportes a Puebla” y que constituyen un nuevo y espantoso brote del marxismo en la Iglesia latinoamericana.
Al lado de la tristemente conocida “cristología marxista”, a la cual tan oportunamente aplastó el Papa Juan Pablo II en la primera parte de su magnífico discurso inaugural de la Conferencia de Puebla, tenemos ahora también la no menos subversiva “mariología marxista”, de la cual un ejemplo ilustrativo lo constituye el trabajo de Leonardo Boff, uno de los principales elaboradores de la “teología marxista de la liberación”.
Se trata de un minúsculo ensayo, pero muy venenoso, publicado como un “aporte a Puebla”. Parece que esta “mariología marxista” la presenta, el autor, como un necesario corolario de su “cristología marxista” dentro de su marxistoide “teología de la liberación”.
La devoción a la Santísima Virgen y el culto mariano son las características relevantes de la religiosidad latinoamericana. No hay, pues, nada de extraño en que los marxistas, siempre tan atentos y sensibles a todo lo que pasa en la Iglesia, en su afán de servirse de cuanto les sea útil para los fines de la revolución, también quieran instrumentalizar el culto mariano.
Este ensayo –como todo lo que escribe Leonardo Boff- sale de la falsa premisa de que el continente latinoamericano vive en la “situación de cautividad y de opresión”, y entonces, más que en cualquier parte del mundo, “la imagen de María, profetisa y liberadora, emerge de la lectura teológica hecha en el trasfondo de nuestra situación”.
Manipulando conscientemente la teología y el culto mariano a favor de la revolución marxista, el autor se atreve a escribir que la devoción mariana, durante toda la historia de la Iglesia, es nada más que “instrumentalización del cristianismo” por la burguesía. Y, antes de exponer su “mariología marxista”, presentando a la Santísima Virgen como modelo de la moderna mujer revolucionaria, ridiculiza y destruye los dos mil años de la devoción mariana de la Iglesia.
Analizando –con el método marxista- el himno Magnificat, Leonardo Boff pretende descubrir en él la única “virtud” marxista de María: ser revolucionaria, ser modelo de mujer rebelde.
Para Leonardo Boff, la Santísima Virgen vive en estado de opresión, porque es…virgen. “La virginidad –dice Leonardo Boff- equivalía para el judaísmo a esterilidad”, y de eso el autor deduce que es un estado de opresión. Cada uno de sus razonamientos se halla dentro del esquema de la lógica marxista, es decir, dentro de la lucha de los opuestos: opresión-liberación. De alguna manera, pues, tenía que buscar y encontrar, para el caso de la Santísima Virgen, alguna situación de opresión y, para ello, no se le ocurrió sino identificar el estado de virginidad con el estado de opresión.
Pero no le bastaba despojarla del carácter de virtud de su virginidad. Para que su razonamiento marxista tuviera mayor fuerza, necesitaba presentar a la Santísima Virgen también como “oprimida” por ser…humilde. Aprendamos pues, además, del docto teólogo marxista, que la humildad es también un estado de opresión.
Para dar mayor relieve a sus afirmaciones invoca como autoridad al…hermano protestante Max Thurian, citando la frase siguiente: “Justicia política y social, igualdad de derechos y comunidad de bienes, son las señales de la misericordia del Mesías, promulgados por su madre y humilde sierva. Y es así cómo el Evangelio de salvación se torna también en Evangelio de la liberación humana. María, la primera cristiana, es también la primera revolucionaria dentro del nuevo orden”.
En otra parte, Boff dice: “La lectura de las divinas Escrituras, hecha bajo el influjo del Espíritu Santo y teniendo presentes las adquisiciones de las ciencias humanas y las variadas situaciones del mundo contemporáneo, llevará a descubrir que María puede muy bien ser tomada como modelo en aquello por lo que anhelan los hombres de nuestro tiempo. Así, para dar algunos ejemplos: verificamos, con grata sorpresa, que María de Nazareth, a pesar de estar absolutamente abandonada a la voluntad del Señor, no dudó en afirmar que Dios es vengador de los humildes y de los oprimidos y derriba de su trono a los poderosos del mundo” (Citado en “De Medellín a Puebla” de Varios Autores-Editorial Iction-Buenos Aires 1980).
Comentario: Puede advertirse que el “sacerdote” marxista Boff muestra una fe ciega en el método por el cual encuentra (o descubre) en los individuos, en la sociedad, en la virgen, en Dios, y en todo lo existente, la tradicional lucha entre opresores y oprimidos. Con el tiempo será posible que esta obsesión pueda ser catalogada como una perturbación mental desde el punto de vista de la psiquiatría.
viernes, 22 de noviembre de 2024
La tiranía de la mayoría
Quienes idolatran a un cantante o a un jugador de fútbol, seguramente quisieran estar en su lugar. También esto ocurre en política, ya que, quienes idolatran a un tirano, seguramente quisieran estar en su lugar. Por ello no es raro que la tiranía de la mayoría sea un potencial peligro en poblaciones en donde predominan ideas poco democráticas.
En la actualidad puede observarse cómo, a través de las redes sociales de Internet, se vislumbran actitudes de tipo totalitario cuando se trata de “cancelar” o expulsar de la sociedad a alguien que se opone a lo que propone u opina la mayoría. Ya en el siglo XIX tal comportamiento fue previsto por Alexis de Tocqueville, escribiendo algo representativo de lo que podría surgir en la mente de un integrante de esa mayoría: “Eres libre de no pensar como yo; tu vida, tus bienes, todo sigue siendo tuyo. Pero desde el día de hoy eres un extraño entre nosotros. Mantendrás tus privilegios en la ciudad, pero se volverán inútiles. Te mantendrás entre los hombres, pero perderás tus derechos a la humanidad. Cuando te acerques a uno de tus semejantes, éstos huirán de ti como de un ser impuro; y quienes crean en tu inocencia, incluso éstos te abandonarán, pues la gente, a su vez, huiría de ellos. Vete en paz. Te dejo la vida, pero te la dejo peor que la muerte” (Citado por Javier Ruiz Portella en Revista de Occidente. Ciudadanía-Buenos Aires 2005).
Ruiz Portella escribió: “Contrariamente a los grandes pensadores conservadores –un Joseph de Maistre, un Edmund Burke, por ejemplo-, lo que realmente inquieta a Tocqueville no es la desvalorización de los antiguos principios, la pérdida de las verdades sustantivas de la religión y la tradición. Tocqueville ama y afirma tanto la libertad como la igualdad de condiciones que el nuevo orden del mundo promueve. Pero, al mismo tiempo, es en esa misma libertad e igualdad democráticas donde descubre la fuente de la más implacable de las tiranías. La más implacable…y, no obstante, la más inaparente, la más aceptada o «consensuada»: lo que él llamará «la tiranía de la mayoría»”.
La tiranía de Perón, como ejemplo de "tiranía de la mayoría", fue legitimada por el voto popular. Aun cuando fue un totalitarismo, se la considera como un gobierno “democrático”, es decir, fue legítimo su acceso al poder, pero no su gestión. La mentalidad separatista de sus adeptos pudo advertirse fácilmente, cuando cada peronista sentía deseos de gobernar y denigrar a todo el que se oponía a sus creencias y a su ídolo, estableciendo una ruptura social que lleva decenas de años y que no parece tener fin. Tal ruptura, conocida como la grieta social, debe ser limitada o anulada por quienes la crearon, lo que por el momento parece poco probable que ocurra.
El principal ideólogo promotor de la tiranía de la mayoría fue Jean J. Rousseau, respecto del cual Javier Ruiz Portella escribió: “Si se piensa que no es posible sufrir una iniquidad por parte de la mayoría, no lo es por la misma razón por la cual, en el mundo antiguo, era imposible sufrir una injusticia por parte de Dios. Como decía Rousseau, «la voluntad general siempre es justa… Y si la opinión contraria a la mía es la que prevalece, esto simplemente prueba que yo ando equivocado». Si la mayoría es pues el referente último, si la opinión pública es la expresión de lo verdadero, justo y bueno –si la mayoría es Dios-, entonces todo el razonamiento de Tocqueville se desmorona de arriba abajo”.
Si bien puede no haber coincidencias respecto a la mejor forma de gobierno del Estado, o respecto del mejor sistema económico, la historia nos muestra que tanto la democracia liberal como la economía de mercado funcionan mejor que otras formas, por lo que no debe olvidarse que el éxito en la aplicación del “mejor sistema” depende bastante del nivel moral de los integrantes de la sociedad, siendo el objetivo prioritario intentar una mejora en ese sentido.
En la actualidad puede observarse cómo, a través de las redes sociales de Internet, se vislumbran actitudes de tipo totalitario cuando se trata de “cancelar” o expulsar de la sociedad a alguien que se opone a lo que propone u opina la mayoría. Ya en el siglo XIX tal comportamiento fue previsto por Alexis de Tocqueville, escribiendo algo representativo de lo que podría surgir en la mente de un integrante de esa mayoría: “Eres libre de no pensar como yo; tu vida, tus bienes, todo sigue siendo tuyo. Pero desde el día de hoy eres un extraño entre nosotros. Mantendrás tus privilegios en la ciudad, pero se volverán inútiles. Te mantendrás entre los hombres, pero perderás tus derechos a la humanidad. Cuando te acerques a uno de tus semejantes, éstos huirán de ti como de un ser impuro; y quienes crean en tu inocencia, incluso éstos te abandonarán, pues la gente, a su vez, huiría de ellos. Vete en paz. Te dejo la vida, pero te la dejo peor que la muerte” (Citado por Javier Ruiz Portella en Revista de Occidente. Ciudadanía-Buenos Aires 2005).
Ruiz Portella escribió: “Contrariamente a los grandes pensadores conservadores –un Joseph de Maistre, un Edmund Burke, por ejemplo-, lo que realmente inquieta a Tocqueville no es la desvalorización de los antiguos principios, la pérdida de las verdades sustantivas de la religión y la tradición. Tocqueville ama y afirma tanto la libertad como la igualdad de condiciones que el nuevo orden del mundo promueve. Pero, al mismo tiempo, es en esa misma libertad e igualdad democráticas donde descubre la fuente de la más implacable de las tiranías. La más implacable…y, no obstante, la más inaparente, la más aceptada o «consensuada»: lo que él llamará «la tiranía de la mayoría»”.
La tiranía de Perón, como ejemplo de "tiranía de la mayoría", fue legitimada por el voto popular. Aun cuando fue un totalitarismo, se la considera como un gobierno “democrático”, es decir, fue legítimo su acceso al poder, pero no su gestión. La mentalidad separatista de sus adeptos pudo advertirse fácilmente, cuando cada peronista sentía deseos de gobernar y denigrar a todo el que se oponía a sus creencias y a su ídolo, estableciendo una ruptura social que lleva decenas de años y que no parece tener fin. Tal ruptura, conocida como la grieta social, debe ser limitada o anulada por quienes la crearon, lo que por el momento parece poco probable que ocurra.
El principal ideólogo promotor de la tiranía de la mayoría fue Jean J. Rousseau, respecto del cual Javier Ruiz Portella escribió: “Si se piensa que no es posible sufrir una iniquidad por parte de la mayoría, no lo es por la misma razón por la cual, en el mundo antiguo, era imposible sufrir una injusticia por parte de Dios. Como decía Rousseau, «la voluntad general siempre es justa… Y si la opinión contraria a la mía es la que prevalece, esto simplemente prueba que yo ando equivocado». Si la mayoría es pues el referente último, si la opinión pública es la expresión de lo verdadero, justo y bueno –si la mayoría es Dios-, entonces todo el razonamiento de Tocqueville se desmorona de arriba abajo”.
Si bien puede no haber coincidencias respecto a la mejor forma de gobierno del Estado, o respecto del mejor sistema económico, la historia nos muestra que tanto la democracia liberal como la economía de mercado funcionan mejor que otras formas, por lo que no debe olvidarse que el éxito en la aplicación del “mejor sistema” depende bastante del nivel moral de los integrantes de la sociedad, siendo el objetivo prioritario intentar una mejora en ese sentido.
jueves, 21 de noviembre de 2024
Lo emocional ante lo racional
Si en alguien predomina totalmente lo emocional, posiblemente lo racional quedará relegado. Por el contrario, si en alguien predomina totalmente lo racional, posiblemente lo emocional quedará relegado, como en el caso de los psicópatas.
Puede decirse que el equilibrio entre lo emocional y lo racional es lo que mejor funciona. Pero esta vez será la conjunción entre la empatía emocional positiva (el amor) y lo racional, ya que tal empatía no “nubla” nuestros pensamientos.
En cambio, cuando lo emocional es negativo (egoísmo y odio), sus efectos tienden a limitar lo racional. Y de ahí que entonces los individuos carentes de razón vean la necesidad de depender de mentes ajenas; es decir, de ser gobernados por políticos que buscan promover las bajas pasiones humanas para tener continuos éxitos electorales.
Mientras las personas equilibradas (empatía emocional + razón) tienen mayor predisposición por el internacionalismo, sin descuidar lo nacional, las personas desequilibradas en estos aspectos (bajas pasiones) tienen una mayor predisposición a aceptar los nacionalismos exagerados.
Con este sintético análisis podemos advertir algunas de las razones del fracaso argentino de los últimos tiempos, algo implícito en las respuestas que Marcos Aguinis expresó en un reportaje:
“Aquí hay un aspecto muy positivo y hasta querible de los argentinos, y es la carga emocional que ponemos en tantas cosas, aunque sean cosas sin mayor importancia como, por ejemplo, debatir sobre el devenir deportivo que continuamente va cambiando y que prácticamente deja sólo huellas en aquellos muy memoriosos y expertos. La interpretación estaría al servicio de esa emotividad que los argentinos tenemos en gran medida”.
“Yo diría que somos más emotivos que racionales. Y hay que recordar que la emotividad está muy vinculada con la vitalidad. Está muy vinculada con los afectos. Y esto es algo que los argentinos no deberíamos perder. Creo que el mundo avanza peligrosamente hacia una cosificación, materialización, hacia la eliminación de la categoría de sujeto que tenemos los seres humanos, para convertirnos en simples objetos”.
“La emoción nos devuelve la capacidad de ponernos colorados, de ingurgitar las venas, de dar un puñetazo en la mesa y discutir sobre algo que al día siguiente a lo mejor es formulado de manera opuesta. Porque los discutidores de café, que es un rasgo muy porteño, muy argentino, son personas que están muy apasionadas, excitadas, y que realmente no saben lo que dicen. Lo hacen con dogmatismo, con cerrazón mental, porque lo que buscan a través de la palabra es canalizar afectos. En cambio podemos ver en otras sociedades, en algunos sectores de Estados Unidos, en los países nórdicos, en Japón, por ejemplo, una frialdad que le quita sabor a la vida”.
“No nos olvidemos que la emotividad es la antagonista de la racionalidad. La persona que está inundada por la emoción no puede pensar y menos pensar con lógica. Lo negativo surge del exceso de emotividad”.
“Yo me refería a lo que significa como aporte a la humanización de las personas. Por ejemplo esa hospitalidad y generosidad que en una época era tan frecuente entre los argentinos. La solidaridad que ahora hace mucha agua. Esos son los aspectos emotivos que yo rescataría como saludables y como los que no conviene perder. En otras palabras, no me gusta un pueblo frío, un pueblo que piensa sin afectos. Pero lo que usted dice es absolutamente correcto, la incapacidad de pensar, de razonar, nos ha provocado grandes problemas”.
“De allí que en el PRONDEC [Programa para la democratización de la cultura] yo proponía que se formaran pequeños grupos, que se recuperara el estilo de las catacumbas, donde se hacían reuniones limitadas y donde cada uno podía conocer el nombre, el rostro y la voz del vecino y de esa manera pensar, poder apoyarse los unos en los otros, desarrollar luego los vínculos de afecto, que tienen que ver con la solidaridad, con el amor, con la comprensión, con la identificación. Y al mismo tiempo pensar por qué uno es portador de un nombre, dueño de un rostro y sujeto de una voz”.
“La sociedad de masas cancela la racionalidad y produce una regresión espantosa de la multitud hacia lo emocional puro. Entonces es el líder el que se hace cargo de la voluntad y del pensamiento y quien ordena a millones de personas que vayan en una dirección o en la otra, hacia actos morales o hacia actos abyectos. Y la masa lo hace indistintamente. En el pequeño grupo, en cambio, esto se puede modificar. Las dosis adecuadas de emoción no anulan la racionalidad, sino que la nutren y la activan” (De “La contradicción argentina” de Patricio Lóizaga-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1995).
Puede decirse que el equilibrio entre lo emocional y lo racional es lo que mejor funciona. Pero esta vez será la conjunción entre la empatía emocional positiva (el amor) y lo racional, ya que tal empatía no “nubla” nuestros pensamientos.
En cambio, cuando lo emocional es negativo (egoísmo y odio), sus efectos tienden a limitar lo racional. Y de ahí que entonces los individuos carentes de razón vean la necesidad de depender de mentes ajenas; es decir, de ser gobernados por políticos que buscan promover las bajas pasiones humanas para tener continuos éxitos electorales.
Mientras las personas equilibradas (empatía emocional + razón) tienen mayor predisposición por el internacionalismo, sin descuidar lo nacional, las personas desequilibradas en estos aspectos (bajas pasiones) tienen una mayor predisposición a aceptar los nacionalismos exagerados.
Con este sintético análisis podemos advertir algunas de las razones del fracaso argentino de los últimos tiempos, algo implícito en las respuestas que Marcos Aguinis expresó en un reportaje:
“Aquí hay un aspecto muy positivo y hasta querible de los argentinos, y es la carga emocional que ponemos en tantas cosas, aunque sean cosas sin mayor importancia como, por ejemplo, debatir sobre el devenir deportivo que continuamente va cambiando y que prácticamente deja sólo huellas en aquellos muy memoriosos y expertos. La interpretación estaría al servicio de esa emotividad que los argentinos tenemos en gran medida”.
“Yo diría que somos más emotivos que racionales. Y hay que recordar que la emotividad está muy vinculada con la vitalidad. Está muy vinculada con los afectos. Y esto es algo que los argentinos no deberíamos perder. Creo que el mundo avanza peligrosamente hacia una cosificación, materialización, hacia la eliminación de la categoría de sujeto que tenemos los seres humanos, para convertirnos en simples objetos”.
“La emoción nos devuelve la capacidad de ponernos colorados, de ingurgitar las venas, de dar un puñetazo en la mesa y discutir sobre algo que al día siguiente a lo mejor es formulado de manera opuesta. Porque los discutidores de café, que es un rasgo muy porteño, muy argentino, son personas que están muy apasionadas, excitadas, y que realmente no saben lo que dicen. Lo hacen con dogmatismo, con cerrazón mental, porque lo que buscan a través de la palabra es canalizar afectos. En cambio podemos ver en otras sociedades, en algunos sectores de Estados Unidos, en los países nórdicos, en Japón, por ejemplo, una frialdad que le quita sabor a la vida”.
“No nos olvidemos que la emotividad es la antagonista de la racionalidad. La persona que está inundada por la emoción no puede pensar y menos pensar con lógica. Lo negativo surge del exceso de emotividad”.
“Yo me refería a lo que significa como aporte a la humanización de las personas. Por ejemplo esa hospitalidad y generosidad que en una época era tan frecuente entre los argentinos. La solidaridad que ahora hace mucha agua. Esos son los aspectos emotivos que yo rescataría como saludables y como los que no conviene perder. En otras palabras, no me gusta un pueblo frío, un pueblo que piensa sin afectos. Pero lo que usted dice es absolutamente correcto, la incapacidad de pensar, de razonar, nos ha provocado grandes problemas”.
“De allí que en el PRONDEC [Programa para la democratización de la cultura] yo proponía que se formaran pequeños grupos, que se recuperara el estilo de las catacumbas, donde se hacían reuniones limitadas y donde cada uno podía conocer el nombre, el rostro y la voz del vecino y de esa manera pensar, poder apoyarse los unos en los otros, desarrollar luego los vínculos de afecto, que tienen que ver con la solidaridad, con el amor, con la comprensión, con la identificación. Y al mismo tiempo pensar por qué uno es portador de un nombre, dueño de un rostro y sujeto de una voz”.
“La sociedad de masas cancela la racionalidad y produce una regresión espantosa de la multitud hacia lo emocional puro. Entonces es el líder el que se hace cargo de la voluntad y del pensamiento y quien ordena a millones de personas que vayan en una dirección o en la otra, hacia actos morales o hacia actos abyectos. Y la masa lo hace indistintamente. En el pequeño grupo, en cambio, esto se puede modificar. Las dosis adecuadas de emoción no anulan la racionalidad, sino que la nutren y la activan” (De “La contradicción argentina” de Patricio Lóizaga-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1995).
miércoles, 20 de noviembre de 2024
La hipocresía extrema
La gente hipócrita es la que, sin dejar de reconocer los valores morales, opta por no buscarlos fingiendo que lo hace. El cínico, por el contrario, es el que abiertamente se jacta de no buscar ni respetar ningún valor moral.
El socialista, cuando defiende el respeto por los “derechos humanos”, muestra una hipocresía extrema por cuanto, a la vez, acepta y promueve un sistema que ocasionó decenas de millones de muertos durante el siglo XX. De ahí que, al apoyar lo que produjo el asesinato masivo de personas inocentes, y al promover simultáneamente los “derechos humanos”, o derechos a la vida, le falta el respeto a la sociedad intentando engañarla de una manera perversa.
Apenas iniciados los asesinatos dirigidos por Lenin, muchos dejaron de lado sus posturas socialistas, ya que el poder absoluto del Estado totalitario, en unas pocas manos, resulta ser un sistema demasiado peligroso para la supervivencia humana. También, cuando desde la propia URSS dan a conocer parte de los asesinatos masivos de Stalin, muchos socialistas europeos abandonan sus filas, por lo cual sólo quedan los hipócritas extremos promoviendo los derechos humanos, la igualdad social y otros objetivos que no son cumplidos en lo más mínimo en el socialismo real. El socialismo no es una cuestión de ideas, de economía o de política, sino esencialmente una cuestión de moral.
Un tratamiento especial se debe asociar a los sacerdotes católicos marxistas, ya que no sólo resultan hipócritas en extremo, sino adicionalmente resultan estafadores por disponer de una investidura como si fuese un disfraz, que no deberían utilizar por el mínimo respeto que deberían mostrar hacia la religión moral.
Los promotores del socialismo, que todavía siguen engañando personas, son por lo general los “intelectuales”, que no basan sus pensamientos en el mundo real sino en los libros de izquierda que desplazan de sus mentes a dicho mundo. Ludwig von Mises escribió: “No es verdad que las masas reclamen vehementemente socialismo y que no haya manera de resistirlas. Las masas están a favor del socialismo porque creen en la propaganda socialista de los intelectuales. Los intelectuales, no el pueblo, están moldeando la opinión pública. Es una mala excusa para los intelectuales decir que deben rendirse a las masas”.
“Ellos mismos han generado las ideas socialistas y adoctrinado a las masas con ellas. Ningún proletario o hijo de proletario ha contribuido a la elaboración de los programas intervencionistas y socialistas. Sus autores fueron todos de origen burgués. Los esotéricos escritos del materialismo dialéctico, de Hegel, padre tanto del marxismo como del agresivo nacionalismo alemán; los libros de Georges Sorel, de Gentile y de Spengler no los leyó el hombre medio; no movieron directamente a las masas. Fueron los intelectuales los que los popularizaron”.
“Los líderes intelectuales de los pueblos han producido y propagado las mentiras que están a punto de destruir la libertad y la civilización occidental. Sólo los intelectuales son responsables de las matanzas masivas que son propias de nuestro siglo [se refiere al siglo XX]. Sólo ellos pueden invertir la tendencia y abrir el camino a una resurrección de la libertad”.
“No son las míticas «fuerzas productivas materialistas» sino la razón y las ideas las que determinan el curso de los asuntos humanos. Lo que hace falta para detener la tendencia al socialismo y el despotismo es sentido común y coraje moral” (De “Caos planificado”-Unión Editorial SA-Madrid 2022)
El socialista, cuando defiende el respeto por los “derechos humanos”, muestra una hipocresía extrema por cuanto, a la vez, acepta y promueve un sistema que ocasionó decenas de millones de muertos durante el siglo XX. De ahí que, al apoyar lo que produjo el asesinato masivo de personas inocentes, y al promover simultáneamente los “derechos humanos”, o derechos a la vida, le falta el respeto a la sociedad intentando engañarla de una manera perversa.
Apenas iniciados los asesinatos dirigidos por Lenin, muchos dejaron de lado sus posturas socialistas, ya que el poder absoluto del Estado totalitario, en unas pocas manos, resulta ser un sistema demasiado peligroso para la supervivencia humana. También, cuando desde la propia URSS dan a conocer parte de los asesinatos masivos de Stalin, muchos socialistas europeos abandonan sus filas, por lo cual sólo quedan los hipócritas extremos promoviendo los derechos humanos, la igualdad social y otros objetivos que no son cumplidos en lo más mínimo en el socialismo real. El socialismo no es una cuestión de ideas, de economía o de política, sino esencialmente una cuestión de moral.
Un tratamiento especial se debe asociar a los sacerdotes católicos marxistas, ya que no sólo resultan hipócritas en extremo, sino adicionalmente resultan estafadores por disponer de una investidura como si fuese un disfraz, que no deberían utilizar por el mínimo respeto que deberían mostrar hacia la religión moral.
Los promotores del socialismo, que todavía siguen engañando personas, son por lo general los “intelectuales”, que no basan sus pensamientos en el mundo real sino en los libros de izquierda que desplazan de sus mentes a dicho mundo. Ludwig von Mises escribió: “No es verdad que las masas reclamen vehementemente socialismo y que no haya manera de resistirlas. Las masas están a favor del socialismo porque creen en la propaganda socialista de los intelectuales. Los intelectuales, no el pueblo, están moldeando la opinión pública. Es una mala excusa para los intelectuales decir que deben rendirse a las masas”.
“Ellos mismos han generado las ideas socialistas y adoctrinado a las masas con ellas. Ningún proletario o hijo de proletario ha contribuido a la elaboración de los programas intervencionistas y socialistas. Sus autores fueron todos de origen burgués. Los esotéricos escritos del materialismo dialéctico, de Hegel, padre tanto del marxismo como del agresivo nacionalismo alemán; los libros de Georges Sorel, de Gentile y de Spengler no los leyó el hombre medio; no movieron directamente a las masas. Fueron los intelectuales los que los popularizaron”.
“Los líderes intelectuales de los pueblos han producido y propagado las mentiras que están a punto de destruir la libertad y la civilización occidental. Sólo los intelectuales son responsables de las matanzas masivas que son propias de nuestro siglo [se refiere al siglo XX]. Sólo ellos pueden invertir la tendencia y abrir el camino a una resurrección de la libertad”.
“No son las míticas «fuerzas productivas materialistas» sino la razón y las ideas las que determinan el curso de los asuntos humanos. Lo que hace falta para detener la tendencia al socialismo y el despotismo es sentido común y coraje moral” (De “Caos planificado”-Unión Editorial SA-Madrid 2022)
martes, 19 de noviembre de 2024
¿Habrá religiones en el futuro?
Muchos suponen que la religión se opone a la ciencia y que por ello, en el futuro, sólo se mantendrá vigente esta última. Sin embargo, si reemplazamos la palabra “Dios” por “Orden natural”, se mantendrán válidas la mayoría de las expresiones bíblicas, o una gran parte de ellas. Ello implica que la religión revelada, tal como la conocemos, posiblemente le dará paso a una religión estrechamente ligada a la ciencia, que será la religión natural.
Esto no resulta tan novedoso, ya que en el siglo XVII, al identificar a Dios con su obra (las leyes naturales que conforman todo lo existente), Baruch de Spinoza afirmaba “Deus sive natura” (Dios o la naturaleza). En este caso, con “naturaleza” se refería a las leyes naturales que conforman el orden natural.
Por lo general, con cierta animadversión, se califica a Spinoza como panteísta, asociándolo a religiones primitivas que consideraban como Dios a todo lo existente, que no es lo mismo que designar con la palabra “naturaleza” a aquellas leyes naturales a las cuales nos debemos adaptar.
Lo interesante en todo esto, desde el punto de vista ético, y en cuanto a lo que es accesible a nuestras decisiones, no existe una diferencia esencial entre religión revelada y religión natural, ya que el cristianismo podría interpretarse como una religión natural, a pesar de la oposición y rechazo absoluto que provendrá de gran parte de los adeptos a la religión revelada. Prefieren observar el lento fin de la religión revelada, asociado a una grave crisis moral, con tal de no cambiar sus creencias en lo más mínimo.
Mientras que la religión revelada (sobrenatural) se apoya en la fe en un Dios invisible, que intervendría en los acontecimientos humanos, la religión natural se basa en la evidencia en la existencia de leyes naturales. La existencia del Dios que interrumpe tales leyes o cambia las condiciones iniciales en una secuencia de causas y efectos, no parece ser compatible con la realidad que observamos cotidianamente.
Al no haber necesidad de enviados de Dios, ya sean considerados como verdaderos o bien como falsos, sino tan sólo leyes naturales observables, se inicia el camino hacia la construcción de una sola religión universal, identificada esencialmente con el cristianismo. Así, las prédicas cristianas seguirán teniendo validez, no porque se trate del verdadero enviado de Dios, sino porque tales prédicas son compatibles con la naturaleza humana, adoptando el criterio de validez asociado a la ciencia experimental.
Esto no resulta tan novedoso, ya que en el siglo XVII, al identificar a Dios con su obra (las leyes naturales que conforman todo lo existente), Baruch de Spinoza afirmaba “Deus sive natura” (Dios o la naturaleza). En este caso, con “naturaleza” se refería a las leyes naturales que conforman el orden natural.
Por lo general, con cierta animadversión, se califica a Spinoza como panteísta, asociándolo a religiones primitivas que consideraban como Dios a todo lo existente, que no es lo mismo que designar con la palabra “naturaleza” a aquellas leyes naturales a las cuales nos debemos adaptar.
Lo interesante en todo esto, desde el punto de vista ético, y en cuanto a lo que es accesible a nuestras decisiones, no existe una diferencia esencial entre religión revelada y religión natural, ya que el cristianismo podría interpretarse como una religión natural, a pesar de la oposición y rechazo absoluto que provendrá de gran parte de los adeptos a la religión revelada. Prefieren observar el lento fin de la religión revelada, asociado a una grave crisis moral, con tal de no cambiar sus creencias en lo más mínimo.
Mientras que la religión revelada (sobrenatural) se apoya en la fe en un Dios invisible, que intervendría en los acontecimientos humanos, la religión natural se basa en la evidencia en la existencia de leyes naturales. La existencia del Dios que interrumpe tales leyes o cambia las condiciones iniciales en una secuencia de causas y efectos, no parece ser compatible con la realidad que observamos cotidianamente.
Al no haber necesidad de enviados de Dios, ya sean considerados como verdaderos o bien como falsos, sino tan sólo leyes naturales observables, se inicia el camino hacia la construcción de una sola religión universal, identificada esencialmente con el cristianismo. Así, las prédicas cristianas seguirán teniendo validez, no porque se trate del verdadero enviado de Dios, sino porque tales prédicas son compatibles con la naturaleza humana, adoptando el criterio de validez asociado a la ciencia experimental.
lunes, 18 de noviembre de 2024
Las calamidades sociales, según Julián Marías
Julián Marías menciona tres calamidades observadas en los países de Occidente, escribiendo al respecto en el año 2000: "Lo que pasa es que desde 1960, aproximadamente, han pasado muchas cosas que conviene tener presentes si se quiere entender algo. Desde esa fecha datan varias calamidades que hoy afligen al mundo; entre ellas el terrorismo organizado, el consumo generalizado de drogas en Occidente y la más grave de todas, la aceptación social del aborto" (Del "Tratado sobre la convivencia"-Ediciones Martínez Roca SA-Barcelona 2000).
Con la aceptación, por parte de grandes sectores de la sociedad, de alguna forma de terrorismo, se advierte el desinterés por los demás o bien el interés en su destrucción. Con el consumo de drogas se advierte cierto desinterés en uno mismo o bien un interés autodestructivo. Con el apoyo sectorial del aborto se advierte cierto desinterés en lo más valioso que existe para las personas normales.
En cuanto al terrorismo, resulta algo impensado que fuese promovido desde algunas religiones, como es el caso del Islam a través de la “guerra santa”, ordenada desde el Corán. El apoyo que tiene el Islam en Occidente se advierte en las simpatías que despierta en los sectores anti-católicos y en los marxistas, que esperan en esa religión la posibilidad de concretar sus sueños de observar la plena destrucción cultural de los países occidentales.
También la Iglesia Católica, como institución, no se arrepiente de haber promovido desde sus filas al terrorismo marxista del grupo Montoneros. También existen versiones de que el grupo terrorista ETA fue promovido desde sectores católicos. Álvaro Baeza L. titula su libro “ETA nació en un seminario” (ADL Press ABL-1995).
Un historiador argentino, Enrique Díaz Araujo, llega a la conclusión que un 80% de los libros aparecidos en relación a los años 70 en la Argentina, estaban a favor del terrorismo de Montoneros y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
Algunos optimistas suponen que el mal no es otra cosa que la ausencia del bien. Sin embargo, cuando se busca el mal ajeno, e indirectamente el propio, el mal parece tener una finalidad propia y concreta.
Ante “intelectuales” y “religiosos” que, quizás mayoritariamente, poco o nada hacen para encontrar y transmitir un sentido de la vida al resto de la sociedad, optando por intentar destruirla, aumenta el consumo de drogas, considerado este proceso como resultante de una ausencia de tal sentido (según Víktor Frankl).
En las discusiones entre quienes promueven la despenalización del aborto y quienes se oponen a ello, no se contempla, al menos en parte, los que “nos diría el orden natural” si pudiera expresarse. Ello se debe a que la vida inteligente es la mayor conquista de la evolución biológica, como resultado de miles de millones de años de “prueba y error”, como proceso que actúa como un criterio de selección para el logro de resultados implícitos en las leyes naturales que rigen todo lo existente y que conforman el mencionado orden.
Bajo un aparente principio de complejidad-consciencia, por el cual el universo tiende a establecer organismos cada vez más complejos y con aptitudes que les permiten ser conscientes de sí mismos y del universo, surge esa posibilidad de autoconciencia del universo. De lo contrario, sin la vida inteligente que lo contemple, el universo sería un conglomerado de materia y energía sin una finalidad aparente. De ahí que la aparición del hombre, en cierta forma, constituye la finalidad evidente de todo lo existente.
El universo entero parece colaborar para la aparición de la vida inteligente. Tal es así que, para construir nuestro cuerpo y nuestro cerebro, la mayor parte de los átomos que los constituyen fueron en el pasado partes integrantes de alguna estrella, hoy inexistente, que los generó en el proceso de fusión nuclear y que, luego de agotar su combustible, los arrojó al espacio como residuos que, finalmente, encontraron otros destinos, llegando así a ser partes de cada uno de nosotros.
Blaise Pascal comparaba la enormidad del universo con la pequeñez del hombre, pero advertía que, mientras que el universo no puede conocernos, el hombre puede conocer al universo. La grandeza del hombre no radica, por supuesto, en su pequeñez espacial, sino en su capacidad para adquirir y transmitir la información necesaria para lograr una permanente supervivencia.
Lo admirable de todo esto es que, a partir de ciertos procesos fundamentales a nivel atómico, como los fenómenos físicos descriptos por la electrodinámica cuántica, que constituyen los fundamentos de la química y que llevan implícitos los de la biología, finalmente permiten el surgimiento de la vida inteligente. Esta inteligencia implícita en las leyes naturales básicas, es abrumadoramente superior a la inteligencia humana, sumadas todas las inteligencias individuales. Sólo así se concibe la estructura y finalidad aparente del orden natural.
Sin embargo, luego de un prolongado proceso evolutivo, que va desde la materia a la vida, hay quienes suponen, ignorando todo ese proceso, que el hombre “tiene derecho” a destruir niños en gestación si su nacimiento le ha de ocasionar ciertas incomodidades, sin tener presente que un niño es lo más valioso de todo lo existente.
A la sabiduría infinita del orden natural se opone la ignorancia ilimitada de importantes sectores de la sociedad. Si el orden natural pudiese expresarse, nos diría que está decepcionado de los hombres (o de muchos de ellos) porque no han sabido valorar los efectos de miles de millones de años de evolución cósmica ni tampoco han sabido valorar la infinita sabiduría asociada a un conjunto de simples leyes físicas que admiten la posibilidad de la autoconciencia del universo.
En décadas pasadas, cuando el vínculo matrimonial era respetado tanto interna como externamente, en la mayoría de los casos, la llegada de un nuevo hijo se aceptaba reconociendo todo su valor. Entonces, muy pocos aceptaban la posibilidad de haberlo eliminado en su etapa de gestación. Con el tiempo, cuando la sociedad fue abandonando los valores afectivos (o morales) junto a los intelectuales, limitó la búsqueda de la felicidad al placer asociado a los vínculos íntimos, muchas veces desligados de toda responsabilidad y de compromisos hacia el futuro, incluso desligados de toda afectividad.
Pareciera que el hombre dejó de ser la culminación del proceso de complejidad-consciencia para constituirse en un simple animal de placer y diversión, que desvirtúa e ignora todas las potencialidades asociadas a los atributos naturales que nos ha otorgado el proceso evolutivo. Ignorando nuestra naturaleza humana, se llega a aceptar la destrucción premeditada y consciente de la vida en gestación. El principio de placer y diversión lo justifica todo, incluso la muerte de inocentes si es que esas vidas en gestación constituirán un obstáculo que se opondrá al “sagrado” placer genital.
El hombre posmoderno se ha convertido en un dictador que se rebela contra todo lo que se opone al logro de placer y diversión. Se burla, además, de quienes le hablan de Dios, o del orden natural, o de la finalidad aparente del universo; se burla de todo lo que no entra en su mente invadida y dominada por la habitual soberbia del ignorante.
Marco Tulio Cicerón decía que, para ser libres, “debemos ser esclavos de la ley”. En el mismo sentido, puede decirse que el hombre es libre cuando se adapta a la ley natural. Por el contrario, el hombre libertino pretende que las leyes humanas lo autoricen a destruir vidas en gestación porque, de nacer el niño indeseado, no se convertirá en una fuente de felicidad y de sentido de la vida, por cuanto el libertino no busca adaptarse al orden natural y a la voluntad implícita en sus leyes, sino que busca que las leyes se adapten a su vocación por escapar de la realidad y del mundo que deplora.
Para colmo, el libertino pretende que el resto de la sociedad (a través del Estado) se haga cargo, monetariamente hablando, de las consecuencias de su irresponsabilidad. Peor aún, pretende que la ley obligue a los médicos a ser cómplices involuntarios de sus fechorías destructivas. Pretende que la sociedad entera adopte, como valor supremo, el derecho irrestricto al placer y la diversión que el hombre-masa ha considerado como la finalidad del hombre. Propone que se haga su voluntad y no la de Dios, o la voluntad aparente del orden natural, ya que su soberbia no conoce límites y cree ser tan importante como el propio universo.
Con la aceptación, por parte de grandes sectores de la sociedad, de alguna forma de terrorismo, se advierte el desinterés por los demás o bien el interés en su destrucción. Con el consumo de drogas se advierte cierto desinterés en uno mismo o bien un interés autodestructivo. Con el apoyo sectorial del aborto se advierte cierto desinterés en lo más valioso que existe para las personas normales.
En cuanto al terrorismo, resulta algo impensado que fuese promovido desde algunas religiones, como es el caso del Islam a través de la “guerra santa”, ordenada desde el Corán. El apoyo que tiene el Islam en Occidente se advierte en las simpatías que despierta en los sectores anti-católicos y en los marxistas, que esperan en esa religión la posibilidad de concretar sus sueños de observar la plena destrucción cultural de los países occidentales.
También la Iglesia Católica, como institución, no se arrepiente de haber promovido desde sus filas al terrorismo marxista del grupo Montoneros. También existen versiones de que el grupo terrorista ETA fue promovido desde sectores católicos. Álvaro Baeza L. titula su libro “ETA nació en un seminario” (ADL Press ABL-1995).
Un historiador argentino, Enrique Díaz Araujo, llega a la conclusión que un 80% de los libros aparecidos en relación a los años 70 en la Argentina, estaban a favor del terrorismo de Montoneros y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).
Algunos optimistas suponen que el mal no es otra cosa que la ausencia del bien. Sin embargo, cuando se busca el mal ajeno, e indirectamente el propio, el mal parece tener una finalidad propia y concreta.
Ante “intelectuales” y “religiosos” que, quizás mayoritariamente, poco o nada hacen para encontrar y transmitir un sentido de la vida al resto de la sociedad, optando por intentar destruirla, aumenta el consumo de drogas, considerado este proceso como resultante de una ausencia de tal sentido (según Víktor Frankl).
En las discusiones entre quienes promueven la despenalización del aborto y quienes se oponen a ello, no se contempla, al menos en parte, los que “nos diría el orden natural” si pudiera expresarse. Ello se debe a que la vida inteligente es la mayor conquista de la evolución biológica, como resultado de miles de millones de años de “prueba y error”, como proceso que actúa como un criterio de selección para el logro de resultados implícitos en las leyes naturales que rigen todo lo existente y que conforman el mencionado orden.
Bajo un aparente principio de complejidad-consciencia, por el cual el universo tiende a establecer organismos cada vez más complejos y con aptitudes que les permiten ser conscientes de sí mismos y del universo, surge esa posibilidad de autoconciencia del universo. De lo contrario, sin la vida inteligente que lo contemple, el universo sería un conglomerado de materia y energía sin una finalidad aparente. De ahí que la aparición del hombre, en cierta forma, constituye la finalidad evidente de todo lo existente.
El universo entero parece colaborar para la aparición de la vida inteligente. Tal es así que, para construir nuestro cuerpo y nuestro cerebro, la mayor parte de los átomos que los constituyen fueron en el pasado partes integrantes de alguna estrella, hoy inexistente, que los generó en el proceso de fusión nuclear y que, luego de agotar su combustible, los arrojó al espacio como residuos que, finalmente, encontraron otros destinos, llegando así a ser partes de cada uno de nosotros.
Blaise Pascal comparaba la enormidad del universo con la pequeñez del hombre, pero advertía que, mientras que el universo no puede conocernos, el hombre puede conocer al universo. La grandeza del hombre no radica, por supuesto, en su pequeñez espacial, sino en su capacidad para adquirir y transmitir la información necesaria para lograr una permanente supervivencia.
Lo admirable de todo esto es que, a partir de ciertos procesos fundamentales a nivel atómico, como los fenómenos físicos descriptos por la electrodinámica cuántica, que constituyen los fundamentos de la química y que llevan implícitos los de la biología, finalmente permiten el surgimiento de la vida inteligente. Esta inteligencia implícita en las leyes naturales básicas, es abrumadoramente superior a la inteligencia humana, sumadas todas las inteligencias individuales. Sólo así se concibe la estructura y finalidad aparente del orden natural.
Sin embargo, luego de un prolongado proceso evolutivo, que va desde la materia a la vida, hay quienes suponen, ignorando todo ese proceso, que el hombre “tiene derecho” a destruir niños en gestación si su nacimiento le ha de ocasionar ciertas incomodidades, sin tener presente que un niño es lo más valioso de todo lo existente.
A la sabiduría infinita del orden natural se opone la ignorancia ilimitada de importantes sectores de la sociedad. Si el orden natural pudiese expresarse, nos diría que está decepcionado de los hombres (o de muchos de ellos) porque no han sabido valorar los efectos de miles de millones de años de evolución cósmica ni tampoco han sabido valorar la infinita sabiduría asociada a un conjunto de simples leyes físicas que admiten la posibilidad de la autoconciencia del universo.
En décadas pasadas, cuando el vínculo matrimonial era respetado tanto interna como externamente, en la mayoría de los casos, la llegada de un nuevo hijo se aceptaba reconociendo todo su valor. Entonces, muy pocos aceptaban la posibilidad de haberlo eliminado en su etapa de gestación. Con el tiempo, cuando la sociedad fue abandonando los valores afectivos (o morales) junto a los intelectuales, limitó la búsqueda de la felicidad al placer asociado a los vínculos íntimos, muchas veces desligados de toda responsabilidad y de compromisos hacia el futuro, incluso desligados de toda afectividad.
Pareciera que el hombre dejó de ser la culminación del proceso de complejidad-consciencia para constituirse en un simple animal de placer y diversión, que desvirtúa e ignora todas las potencialidades asociadas a los atributos naturales que nos ha otorgado el proceso evolutivo. Ignorando nuestra naturaleza humana, se llega a aceptar la destrucción premeditada y consciente de la vida en gestación. El principio de placer y diversión lo justifica todo, incluso la muerte de inocentes si es que esas vidas en gestación constituirán un obstáculo que se opondrá al “sagrado” placer genital.
El hombre posmoderno se ha convertido en un dictador que se rebela contra todo lo que se opone al logro de placer y diversión. Se burla, además, de quienes le hablan de Dios, o del orden natural, o de la finalidad aparente del universo; se burla de todo lo que no entra en su mente invadida y dominada por la habitual soberbia del ignorante.
Marco Tulio Cicerón decía que, para ser libres, “debemos ser esclavos de la ley”. En el mismo sentido, puede decirse que el hombre es libre cuando se adapta a la ley natural. Por el contrario, el hombre libertino pretende que las leyes humanas lo autoricen a destruir vidas en gestación porque, de nacer el niño indeseado, no se convertirá en una fuente de felicidad y de sentido de la vida, por cuanto el libertino no busca adaptarse al orden natural y a la voluntad implícita en sus leyes, sino que busca que las leyes se adapten a su vocación por escapar de la realidad y del mundo que deplora.
Para colmo, el libertino pretende que el resto de la sociedad (a través del Estado) se haga cargo, monetariamente hablando, de las consecuencias de su irresponsabilidad. Peor aún, pretende que la ley obligue a los médicos a ser cómplices involuntarios de sus fechorías destructivas. Pretende que la sociedad entera adopte, como valor supremo, el derecho irrestricto al placer y la diversión que el hombre-masa ha considerado como la finalidad del hombre. Propone que se haga su voluntad y no la de Dios, o la voluntad aparente del orden natural, ya que su soberbia no conoce límites y cree ser tan importante como el propio universo.
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