jueves, 19 de junio de 2025

Las ideologías y sus fundamentos

Las ideologías, como conjunto de ideas, pueden ubicarse en dos extremos; uno de ellos es el de la compatibilidad con las leyes naturales que rigen todo lo existente, mientras que el otro extremo es la incompatibilidad con dichas leyes, aceptando casos intermedios, es decir, los de las compatibilidades parciales.

Cuando una persona padece alguna enfermedad mental, el síntoma principal implica el alejamiento de la realidad cotidiana, de ahí que pueda considerarse a las ideologías alejadas o incompatibles con las leyes naturales como verdaderos caminos que conducen a una locura colectiva. Tal locura es calificada generalmente como una masiva irracionalidad.

Los ejemplos concretos de esta irracionalidad provienen de algunas religiones y de algunos movimientos filosóficos y políticos, como es el caso de los totalitarismos. En el caso de las religiones, el principal fundamento es el de la creencia en un Dios con atributos humanos que se comunica con la humanidad a través de enviados. Es a través de los enviados cuando expresa sus deseos o su voluntad. Como son varios los que se consideran enviados, o son así considerados por sectores importantes de la humanidad, se producen serios conflictos por cuanto difieren en sus mensajes, por lo general alejando a los seres humanos de toda posible adaptación a las leyes naturales.

Como todo lo existente está regido por leyes naturales, incluidos los seres humanos, la única posiblidad de unificación entre sectores, y de una finalización de los conflictos, radica en adoptar tales leyes como una referencia común y única para todos; lo que constituye esencialmente la religión natural. De ahí que pasaría a segundo plano la discusión acerca de las posibles intervenciones de Dios, o de su voluntad aparente, o si las leyes naturales son creadas o bien existen desde siempre. Lo concreto es la existencia de un orden natural al cual nos debemos adaptar, incluso en forma independiente si nos gusta o no dicho orden.

En cuanto a los totalitarismos, se aduce generalmente que sus fundamentos son "científicos", cuando en realidad se trata de fundamentos falsamente científicos, como es el caso del marxismo y su "ley de la lucha de clases". También el nazismo adopta fundamentos pseudocientíficos, como es el caso de las supuestas razas superiores e inferiores. Quizás no exista mayor error que el del nazismo al considerar la "inferioridad de los judíos" cuando puede advertirse fácilmente todo lo contrario, como es el caso de la larga lista de Premios Nobel en ciencias otorgados a integrantes de esa comunidad.

Respecto al fundamento de la ideología nazi, Diego Moldes escribió: "Las razas humanas no existen. Existen las etnias. La única raza o especie humana que sobrevive es el homo sapiens; todos los demás homínidos y sus predecesores han desaparecido (australopithecus africanus, afarensis, homo habilis, homo erectus, homo antecessor, neandertal...). Las personas no somos perros ni reptiles. Todos los seres humanos somos sapiens desde un punto de vista morfológico, pero biológicamente somos iguales: tenemos dos brazos, dos piernas, veinte dedos, una cabeza, dos ojos, dos orejas...Las diferencias de pigmentación, altura, complexión, rasgos faciales, tipo de cabellos y otras peculiaridades antropológicas son pequeñas distinciones étnicas, pero un pigmeo, un lapón y un chino son biológicamente idénticos".

"La justificación científica (pseudocientífica o falsamente científica) de la ideología nacionalsocialista germánica se llamó Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana), un esoterismo conspiranoico y racista disfrazado o barnizado de instituto científico. Una mentira descomunal en la que participaron personalidades alemanas -y otros filonazis europeos- tan malvadas como inteligentes" (Del prólogo de "Los científicos de Hitler" de Eric Frattini-Espasa Calpe-Buenos Aires 2001).

Desde el punto de vista de las adhesiones o rechazos a la diversa "oferta" de ideologías, no existe gran diferencia si son de origen religioso, filosófico o político. Son varios también los motivos por los cuales las personas pierden su libertad mental para someterse a esquemas ideológicos poco compatibles con la realidad y orientados muchas veces a un retroceso cultural y a un elevado nivel de sufrimientos, como ha sido el caso de los totalitarismos y de las diversas guerras que son motivadas casi siempre por la mala orientación de líderes mentalmente extraviados por alguna ideología perversa.

Así como en la religión se establecen conversiones desde el ateísmo a la fe, o a la inversa, el adepto a un partido político totalitario ingresa o se separa de la ideología política en cuestión en forma similar. Ralph Giordano escribió: “Da igual donde vida el fiel adepto, ya sea Moscú o París…Su estado de indefensión, de entrega, de marasmo y de disposición a la autonegación y al sometimiento, toda esa quiebra de la personalidad viene determinada por un temor que comienza a adoptar formas cada vez más obsesivas: dejar de pertenecer al Partido. Esta magia ferviente y anónima, llamada «amor al Partido», es la clave de todo el comportamiento, en ella confluyen todos los hilos: ¡no existe ninguna alternativa al Partido! Esto desemboca en un callejón sin salida íntimo, una entrega incondicional y convierte en lógico el sometimiento. Y al mismo tiempo, de todas las metamorfosis se desarrolla la peor: la transformación del amante en su propia comisión de control” (Citado en “Lealtad y traición” de Franziska Augstein-Tusquets Editores SA-Buenos Aires 2010).

El marxismo utiliza el término “alienación” en sus críticas al capitalismo. Sin embargo, las incoherencias lógicas en que se incurre bajo tal ideología promueven en sus seguidores un estado mental de alejamiento de la realidad poco distinguible de una anormalidad psíquica. En el mencionado texto se lee: “Los héroes de la Revolución de octubre se habían convertido en «traidores», los luchadores contra el nazismo en «agentes del imperialismo». Mientras Stalin y su camarilla definieron la realidad, muchos comunistas vivieron en un mundo en el que cualquier bloc de notas podía transformarse de pronto en un manuscrito y cualquier manuscrito en una prueba de actividades contrarrevolucionarias”.

“En los años treinta Heinrich Mann se entrevistó en su exilio parisino con Walter Ulbricht, futuro presidente del Consejo de Estado de la RDA [República Democrática Alemana]. El Partido Comunista de Alemania pretendía nombrar a Mann presidente de un Gobierno alemán en el exilio. Pero la conversación no dio frutos. Heinrich Mann dijo más tarde que no podía forjar planes con un hombre que afirmaba que la mesa a la que te sentabas era en realidad un estanque de patos”.

“El mundo del estalinismo estaba equivocado. Y muchas personas que lo poblaban sufrieron una metamorfosis demencial. Se transformaron en funcionarios sin alma y comenzaron a equivocarse consigo mismos porque la disciplina del Partido no encajaba en su propio criterio. Muchos se adaptaron a la carencia de perspectiva. Y muchos otros sepultaron las preguntas críticas y se concentraron en la tarea inmediata…”.

“Había dos verdades, una compleja y otra para el pueblo. Sin embargo a muchos camaradas españoles intelectuales no se les ocurría encuadrarse dentro de la casta dominante. Al contrario, cuando ocultaban sus opiniones creían ser humildes trabajadores al servicio del proletariado, de la Historia y de la verdad. Se adaptaron a una conciencia escindida. Aquí radica el sectarismo de la tendencia dogmática del estalinismo. Los camaradas resolvían dialécticamente las contradicciones entre sus propios pensamientos y las directrices del partido, entre el ideal y la realidad. Gracias a la dialéctica, la noche se podía convertir en día en un abrir y cerrar de ojos. Hasta en la oscuridad más impenetrable se destacaba la cercanía del amanecer. Junto a la fe religiosa y el amor, la dialéctica es un instrumento único de dominación. El partido que se sirve de ella puede denominarse infalible y estar seguro de la lealtad de sus adeptos”.

El hombre dispone de dos medios para desvincularse de la humanidad: el odio y la mentira. Tiene además un medio adicional para desvincularse del orden natural: el irracionalismo, entendido este último como el abandono de la coherencia lógica como criterio para validar el pensamiento cotidiano. La religión sin coherencia lógica conduce al paganismo, mientras que la filosofía o la política, sin esa coherencia, puede conducir al totalitarismo. Heinrich Heine escribió: “Los conceptos filosóficos alimentados en el silencio del estudio de un académico pueden destruir toda una civilización”.

lunes, 16 de junio de 2025

La herejía de la Teología de la Liberación

Se considera a la Teología de la Liberación como una nueva manera de interpretar a los Evangelios, es decir, una manera distinta a la hasta ahora predominante. Se trata de una actitud en el marco de la hermenéutica (Arte de interpretar textos). Esta nueva interpretación se establece a partir de considerar válida la "lucha de clases" enunciada por Karl Marx. Ello implica que no es una interpretación basada en leyes psicológicas que rigen las conductas individuales, como es la empatía emocional, sino que se trata de una "ley" que tiene validez para el marxismo, principalmente. Lucas F. Mateo Seco escribió: "La teología de la revolución aún se podría, de alguna manera, enmarcar en la forma clásica de hacer teología, pues es aplicación de una cierta reflexión teológica a la acción revolucionaria; la teología de la liberación propuesta por Gustavo Gutiérrez y sus numerosos seguidores consiste en una nueva lectura del Evangelio desde el compromiso en la lucha de clases" (De "¿Qué es la Teología de la Liberación?" de L. Mateo Seco y F. Ocariz-A.S. Editores-Buenos Aires 1985).

Los que apoyan la Teología mencionada, para eliminar la lucha de clases y la pobreza generalizada, abogan por la supresión de la propiedad privada a imagen y semejanza de lo que acontece en los conventos católicos y a lo que acontece en las sociedades comunistas. Cuando se trata de pequeñas sociedades y a partir de elecciones voluntarias de sus integrantes, pueden funcionar aceptablemente tales sociedades. A escala de las naciones, cuando se trata de decenas, centenas o miles de millones de individuos, tales comunidades unidas mediante un vínculo material, presentan serios problemas. De ahí que Cristo haya establecido "amar al prójimo como a uno mismo", previendo que "lo demás se os dará por añadidura".

Si Cristo hubiera tenido en mente la "lucha de clases", quizás hubiese establecido, como mandamiento, algo similar al "De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad". Vincularse a los demás mediante los medios de producción, o compartiendo los bienes básicos necesarios, tiende a promover sociedades como cárceles, ya que tales sociedades funcionarían como colmenas u hormigueros, por lo cual el socialismo nunca dio buenos resultados, ni siquiera limitando la pobreza extrema. Gustavo Gutiérrez escribió: "El «pobre», hoy, es el oprimido, el marginado por la sociedad, el proletario que lucha por sus más elementales derechos, la clase social explotada y despojada, el país que combate por su liberación". "Optar por el oprimido es optar contra el opresor" (De "Teología de la Liberación"-Ediciones Sígueme-Salamanca 1972).

El citado autor se desvía totalmente de la separación bíblica entre justos y pecadores, para salir de lo ético para entrar en lo económico. Para Gutiérrez, y para Marx, los burgueses (los empresarios), son los pecadores, los pobres son los justos, algo que no concuerda con la realidad ya que en todos los sectores sociales, incluso en una misma familia, existen tanto justos como pecadores. La pobreza no es generada por los que producen bienes y servicios, sino por los que poco o nada producen; algo muy díficil de hacer entender a un marxista.

La Teología de la Liberación promueve la violencia que ha costado cientos de miles de muertes inocentes en Latinoamérica. Así, los curas envenenadores de almas, promotores de grupos terroristas, actuando como ideólogos de la violencia extrema, han constituido el primer eslabón de una cadena, o secuencia, que conduce al terrorismo armado. Gutiérrez escribió: "La teología de la liberación que busca partir del compromiso por abolir la actual situación de injusticia y por construir una sociedad nueva, debe ser verificada por la práctica de ese compromiso; por la participación activa y eficaz en la lucha que las clases sociales explotadas han emprendido contra sus opresores. La liberación de toda forma de explotación, la posibilidad de una vida más humana y más digna, la creación de un hombre nuevo, pasan por esa lucha".

El "hombre nuevo" de los curas marxistas, no es el "hombre nuevo" cristiano, que comparte las penas y las alegrías ajenas como propias, sino que hace referencia al "hombre nuevo soviético", que es explotado voluntariamente por el Estado quien, luego, "generosamente" distribuye el producto de su trabajo entre los demás. Ni siquiera existe la posibilidad de un vínculo material directo entre personas que intercambian bienes y servicios, ya que en realidad es el Estado el intermediario que impide todo vínculo directo.

En una sociedad democrática, no existe tal cosa como una lucha de clases. En primer lugar, muchos de nosotros nunca nos hemos considerado explotados, ni nunca hemos explotado laboralmente a alguien. Si la teoría marxista no responde a la realidad, conviene cambiar la teoría antes que hacerlo con la realidad. Además, un empresario compite con otros empresarios, a veces intentando producir mejores y más baratos productos, aunque a veces intentando destruir la competencia con acciones ilegales.

Como el capital humano (empleados) es generalmente el principal capital de una empresa, se trata de cuidarlo y mantenerlo, y no explotarlo para que se vaya luego a formar parte del capital humano de las empresas competidoras. También aquí la teoría marxista tampoco funciona. La explotación en realidad existe en economías pre-capitalistas, cuando todavía no existe un mercado competitivo y sólo existen monopolios (como es el caso del monopolio del Estado en las sociedades comunistas).

domingo, 15 de junio de 2025

Mussolini y el socialismo

Por lo general, desde los sectores de la izquierda política, se trata de asimilar el capitalismo al fascismo, mientras que, por el contrario, socialismo y fascismo tienen muchos aspectos en común. Así, el lema de Mussolini era: "Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado", lo que contrasta con la tendencia capitalista de la propiedad privada y el Estado mínimo.

Es la postura marxista la que se acerca al "Todo en el Estado..." ya que propone eliminar la propiedad privada de los medios de producción y la propiedad privada en general. De ahí que tiene poco sentido decir que Hugo Chávez, por ejemplo, era "fascista" cuando ordenaba: "¡Exprópiese!", cuando en realidad era un exponente del socialismo marxista-leninista, que poco o nada tenía que ver con el capitalismo y mucho más con el fascismo.

En cuanto al fascismo, puede decirse que podría considerarse como una variante del socialismo, de la misma manera en que el cristianismo fue una variante del judaísmo, o una derivación del mismo.

A continuación es mencionan algunos párrafos escritos por Benito Mussolini:

"Entré como socialista en la vida política y como tal saldré de ella. Ya mi padre era un convencido socialista y yo me alimentaba de estas ideas cuando lo hacía también de leche materna y más tarde, al crecer, seguí cultivándolas y desarrollándolas en mi mente".

"Debo mucho a mi padre. Mi camino de socialista ya estaba trazado: no me hacía falta más que seguirlo, lo cual hice con profunda convicción. Muy joven llegué a ser miembro del partido socialista italiano, en el que se apoyaban las esperanzas de mucha gente, que de buena fe creía ya maduros los tiempos para la reforma social. También yo opinaba que el socialismo tenía el mágico «Ábrete, Sésamo», capaz de abrir las puertas a un nuevo orden social, a un nuevo periodo histórico, y dediqué todas mis energías a este fúlgido objetivo".

"Pronto me dí cuenta, empero, que la barca en que navegaba me llevaría a un seguro naufragio; los obreros, en los que de una manera particular se apoyaba el socialismo para lograr sus fines políticos y sociales, no estaban preparados para una conquista tan magna. Pensé, además, que un socialismo llevado a efecto según los conceptos de Marx no consentiría nunca liberar efectivamente a los obreros de su esclavitud social".

"A pesar de todo esto, dedicando a ello muchos de los años más bellos de mi vida, procuré con las palabras, con los escritos y con la acción llegar a la mejor realización de la idea socialista; sin embargo, repito, faltaba a los obreros la necesaria comprensión y especialmente les faltaba el espíritu combativo, sin el que es absolutamente imposible alcanzar una verdadera revolución social".

"Durante mi estancia en Suiza, como refugiado político, alterné por un cierto tiempo con el ambiente de Lenín y tuve en el acto la posibilidad de darme cuenta de que, a excepción del mismo Lenín, que era indudablemente un hombre de extraordinaria inteligencia, todos los demás no eran más que unos charlatanes e ineptos, y que algunos de ellos eran dignos de ser encerrados en un manicomio".

"Busqué, por lo tanto, un motivo para poderme alejar de este ambiente y recobrar mi libertad de movimiento. Supe más tarde que cuando me marché, Lenín dijo a sus compañeros: «¿Cómo han podido dejarse escapar a aquel hombre? Estoy seguro de que a causa de él y de las ideas que profesa, el marxismo será un día no lejano, vencido y definitamente arruinado». Mucho me alegré yo, en cambio, de haberme librado de la tiranía que Lenín ejercía sobre sus compañeros".

"Ahora ya estaba decididamente convencido de que para llevar a efecto el verdadero socialismo, era preciso plantar unas sólidas bases en la conciencia de los hombres; que la clase obrera, tal como estaba a la sazón, no conseguiría nunca constituir por sí sola la base del nuevo orden social".

"Si las ideas socialistas habían de llegar a ser realidad, todo el pueblo y no solamente una de sus clases, tendría que participar con plena convicción a la idea de la lucha de clases, y sentía madurar en mí mismo, de año en año, la certidumbre de que precisamente la idea de la lucha de clases estaba equivocada. Se derrumbaría en mi mente uno de los grandes pilares de mi pensamiento juvenil. Por ello alguien me acusó de apostasía; mis antiguos compañeros socialistas me llaman renegado porque hoy realizo lo que ayer condenaba y porque no he conservado lo que ellos llaman coherencia de pensamientos y acciones, es decir, aquella mezcla podrida de viejos métodos y de ideas desgraciadas, que ellos esperaban de mí".

"Afirmo que es ésta una acusación de las más estúpidas, ya que cuando un hombre camina sin detenerse hacia su meta, no tiene ninguna importancia el camino que recorre para alcanzarla. También la idea revolucionaria puede ser llevada a efecto con tal de que sepa uno ser tan elástico de mente como para poder adoptar unos métodos que por lo menos aparentemente sean rígidamente conservadores. Todo está en saberse adaptar a las mutables situaciones y a las exigencias del ambiente, de época, de educación; para seguir fieles a las premisas no es necesario atarse para siempre al método".

"Es mi opinión que uno de los principales errores del sistema marxista es el de querer considerar el socialismo especialmente como una cuestión puramente económica".

"Podemos ver ahora en la Unión Soviética el experimento más grandioso y significativo de la realización del marxismo puro. ¿Cuáles son son efectos prácticos? No un progreso social de la clase a la que el marxismo hubiera tenido que dar fuerza, decoro y prosperidad, sino la decadencia total de las masas, una decadencia moral y material de la peor especie. Y no me digan que se trata tan sólo de un momento pasajero [escrito en 1943], pues en este caso hay que decir que se trata en realidad de un momento que dura desde hace demasiado tiempo".

"Al fin y al cabo la aplicación integral del marxismo ya en su primera fase hubiera tenido que aligerar notablemente los pesos de las masas trabajadoras y mejorar sus condiciones sociales. Sin embargo, esto no se ha verificado, y entonces hay que deducir de ello que también en la Unión Soviética no se ha hecho otra cosa que prometer a los obreros desilusionados, aproximadamente tal como lo hace la Iglesia, un mejoramiento futuro, para encender de nuevo sus esperanzas; en efecto, desde hace casi treinta años el régimen marxista no ha realizado nada favorable a los trabajadores, excepto inmovilizarlos con la fuerza bruta y el empleo de la policía".

"Esto tendrían que admitirlo abiertamente los cabecillas de Moscú que han quitado a los hombres la alegría de vivir, permitiéndoles tan sólo vegetar en las peores condiciones económicas. Para llevar a efecto su absurda fórmula comunista han alejado a todas las personas verdaderamente productivas de cada categoría y profesión, ya que sólo de esta manera han podido imponer su voluntad a las masas. Así, la cuestión ha sido resuelta de una manera radical, matando a todos los que opinaban diferentemente" (De "Memorias"-Ediciones DP-Buenos Aires 1955).

sábado, 14 de junio de 2025

La vandalización del lenguaje

La intromisión, desde la política, del "lenguaje inclusivo", ha sido la peor desnaturalización del lenguaje cotidiano. En realidad, se trata de los efectos de la permanente tarea destructiva que lleva a cabo la izquierda política, establecida para ver finalmente destruido el sistema capitalista y la sociedad burguesa, a la que tanto odian y desprecian, por lo que no tiene mayor sentido ampliar el tema.

Mantener vigente la integridad de un idioma, resulta ser un trabajo cotidiano y permanente. Guillermo Díaz-Plaja escribió: "El problema del «bien decir» está más allá del ejercicio de determinadas profesiones. Nos afecta a todos. Tiene una complejidad difícil. Abarca lo cultural, lo sociológico -incluso- lo politico".

"Se trata -nada menos- que de alertar a una parte de la opinión acerca del despeñadero fonético en que nos hallamos". "La gente propende al sonido fácil, y hay algo así como una «pereza fonética» en el hablante, que le mueve a acortar las palabras y a suprimir sonidos «en punta»".

"¿De dónde viene el mal ejemplo? Oíd la radio, la televisión, los actores. Su alfabeto fonético ha quedado extrañamente simplificado" (De "El oficio de escribir"-Alianza Editorial SA-Madrid 1969).

El citado autor se refiere a algunos casos concretos. Personalmente me viene a la mente el caso de algunos "comunicadores sociales" del Noticiero del Canal 7 de Mendoza, quienes parecen sentir cierta satisfacción cuando vandalizan el lenguaje con expresiones como "la muni", "el finde", "la info" y otras contracciones semejantes. La gravedad del caso es que, sin darse cuenta, muchos televidentes se "contagian" del hábito vandalizador, por cuanto existe la tendencia a repetir lo que se ha generalizado. Nadie quiere sentirse fuera de la sociedad hablando distinto a lo que todos hablan, por lo que la generación "gratuita" de tales distorsiones atentan contra la "buena salud" de la lengua castellana.

Guillermo Díaz-Plaja comenta acerca de estos procesos distorsionadores: "No me parece bien. Y no me parece bien porque es una concesión a los modos más simples y populares, a las más baratas maneras del «mal hablar» de los incultos, de los que no respetan, en la palabra, su condición de vehículo multisecular de los conceptos".

Otro de los inconvenientes observados en las conversaciones corrientes y en las emisiones de radio, televisión e Internet es el uso de palabras inglesas en forma innecesaria, ya que existen palabras castellanas que designan la misma cosa. Posiblemente algunos se jactan de cierta sabiduría lingüística propia mientras que su uso resulta ser una especie de descortesía para quienes no sepan inglés o no estén seguros del significado de alguna expresión en tal idioma.

En el ámbito de la filosofía y de las ciencias sociales existe la tendencia a utilizar un lenguaje distante del natural, por lo cual se entorpece la transmisión de ideas. Incluso la creación de nuevas palabras, a las cuales sea dificultoso asociar alguna imagen más o menos concreta, acentúa la tendencia a que la comunicación se establezca en "circuito cerrado", es decir, para ser entendida sólo por especialistas. Esto sucede, generalmente, cuando se confunde "profundidad" con complejidad creada "artificialmente". Es por ello que varios autores aducen que gran parte de la filosofía sólo trata pseudoproblemas creados a partir del lenguaje confuso.

Al respecto, J. L. Austin escribió: "Para tratar problemas filosóficos -sean ellos los que fueren- hay que usar un lenguaje llano, esto es, claro y simple. Hay que evitar la jerga altamente especializada y generalmente incomprensible que muchos consideran indispensable para hacer filosofía. Grandes pensadores han abogado por esto e incluso han predicado con el ejemplo".

"Los problemas filosóficos, sin excepción, son pseudoproblemas. Se originan en abusos cometidos en directo detrimento del lenguaje ordinario o natural, cuando se pretende usarlo fuera de los contextos donde cumple cabalmente su función. La única tarea útil que puede llevar a cabo un filósofo es curar a sus colegas de la enfermedad profesional que los aqueja. Para ello debe persuadirlos de que se abstengan de sustraer al lenguaje ordinario de sus trabajos habituales".

"Los problemas filosóficos son problemas artificiales; brotan cuando, impulsado por los filósofos, el lenguaje «sale de vacaciones» y empieza a operar locamente como una turbina que girase fuera de sus engranajes. Un lenguaje es una forma de vida. No podemos considerarlo aisladamente y en sí, con independencia de las múltiples funciones que cumple en el cuadro de la vida de quienes lo emplean" (De "Cómo hacer cosas con palabras"-Editorial Paidós SAICF-Buenos Aires 1982).

jueves, 12 de junio de 2025

El salto intelectual competitivo e inmeritorio

El buen nivel intelectual es bien valorado por la sociedad y de ahí que muchos son los que tratan de alcanzar tal nivel sin antes pasar por todas las etapas preliminares, como es el estudio de una especialidad respecto de cierto tema. Es por ello que intentan dar un "salto intelectual" tratando de pasar por auténticos conocedores de temas científicos, religiosos o filosóficos, pero usando tales supuestos conocimientos para que la sociedad los mire con buenos ojos. En lugar de ser creadores o difusores de verdades, usan tales pseudoconocimientos pensando en un prestigio social logrado en base a engaños generalizados.

El caso más conocido es el de los terraplanistas, que no sólo son completamente ignorantes en cuestiones científicas, sino que el trastorno mental los induce a suponer que son los científicos auténticos los que engañan a la sociedad buscando prestigio personal. También en temas religiosos y filosóficos surgen tales personajes siendo peligrosos, no tanto el hecho de su existencia, sino porque muchas veces surge una importante cantidad de seguidores que entorpecen y degradan el nivel cultural de la sociedad.

Se menciona un artículo al respecto:

EL FUNDAMENTALISMO DE LA NUEVA ERA

Por John Babbs

Anoche, como tantas otras veces, acudí a una de esas extravagantes reuniones de la Nueva Era. Pero esta vez no creo que vuelva a otra. Me ponen enfermo. En noches como la de ayer debo escapar a la tortura de pensar que estoy condenado a morir. Hay algo tan espantosamente irreal en todo ello que me resulta incluso difícil señalarlo. Lo único que sé es que terminé gritando obscenidades, bebiendo whisky y buscando ligue en un sórdido rincón.

En la reunión de anoche un apuesto joven relató sus viajes alrededor del mundo y su peregrinaje por unos cuatrocientos lugares de poder de todo el mundo. A sus treinta y cuatro años de edad había dado catorce veces la vuelta al mundo y había vivido en la mayoría de esos lugares durante meses, a veces incluso entre años enteros.

Nuestro conferenciante había tenido una visión. Una visión de un mundo en paz, un mundo bueno y limpio en el que todos trabajaban en lo que les gustaba colaborando estrechamente entre sí.

Nos dijo que todos esos sitios habían sido utilizados cuatro o cinco mil años antes de Cristo por los antiguos paganos como lugar de culto a la diosa, como pista de aterrizaje interestelar para visitantes procedentes de lejanas galaxias y como lugar de asentamiento de antiguas civilizaciones mucho más avanzadas que la nuestra.

También predijo calamidades de todo tipo y describió el terrible futuro que nos aguardaba por haber dejado atrofiar nuestro hemisferio cerebral derecho y haber perdido contacto con los antiguos lugares de poder. Luego nos explicó que las religiones patriarcales se habían adueñado de esos sitios para su propio uso y terminaron destruyendo, en el proceso, la profunda sabiduría y las antiguas verdades que encerraban esos lugares.

Calculo que habré estado en un centenar de estos prodigiosos acontecimientos. Gente hermosa, dulce, amable, espiritual. Fascinantes visionarios. Pero bajo todo ese esplendor acecha una sombra apenas velada por los beatíficos tópicos de la dulzura a la que denomino Fundamentalismo de la Nueva Era, la creencia de que yo poseo la verdad y de que todos los demás están equivocados, son estúpidos o malos, la convicción de que yo represento a las fuerzas de la luz y de la bondad mientras que los demás están engañados por las fuerzas del mal.

Esto, obviamente no es algo que se declare en voz alta. Se trata, por el contrario, de algo encubierto pero, no por ello, menos presente. Nunca he hablado favorablemente de Jerry Falwell pero por lo menos con él sabes siempre dónde está y sabes cuáles son sus valoraciones. Con él se puede hablar claramente porque al menos tiene la valentía de manifestar sus opiniones sin tapujo. Lo que más me exaspera de los fundamentalistas de la nueva era es que sus juicios y sus estimaciones morales permanecen ocultas bajo la fachada de la doctrina de la nueva era, tras las pantallas de humo del «amamos a todo el mundo» y el «todos somos uno».

Nuestro joven prosiguió afirmando que «sentía» que las leyendas y los mitos paganos, griegos y romanos que describían este gran misterio eran «ciertas» y que las leyendas cristianas, islámicas y judaicas eran elaboraciones y distorsiones de la «única» verdad. Además, él había desarrollado las funciones de su hemisferio derecho y podía «constatar» que esos lugares habían sido utilizados como pistas de aterrizaje extraterrestre y como asentamiento de los atlantes, los lemures y los habitantes de Mu. ¿Qué cómo podía saberlo? ¡Lo sabía por channeling. Y se acabaron las preguntas!

¡Dénme una oportunidad...Por favor! (Jamás hubiera creído que me escucharía diciendo esto). ¡Dénme hechos! ¿Existe acaso la menor posibilidad de verificar materialmente este tipo de fantasmagóricas afirmaciones?

¿Por qué estamos obsesivamente preocupados por el pasado y por el futuro? ¿Acaso importa tanto lo que ocurrió hace 5.000 años? ¿Por qué justamente ahora nuestros Hermanos del Espacio se aprestan a redimirnos de la locura? ¿Acaso todas estas preocupaciones son algo más que otra forma de huir de lo que se halla frente a nuestros mismos ojos, de eludir el esfuerzo que supone ordenar nuestra vida y aliviar el sufrimiento que nos rodea?

Si la Nueva Era pretende ofrecer algo substancial para reorganizar la vida sobre la tierra, los Peter Pans deberemos aterrizar en tierra firme y acometer aquí y ahora -no en algún remoto pasado o en un incierto futuro- por primera vez en nuestra vida la ardua tarea de transformación. Parafrasenado al sabio budista: «Si quieres cambiar al mundo aparca tu mountain bike, busca un empleo y comienza por barrer el porche de tu casa».

(De "Encuentro con la sombra" de C. Zweig y J. Abrams-Editorial Kairós SA-Barcelona 1992).

martes, 10 de junio de 2025

Quien inicia una acción delictiva es responsable por todas sus consecuencias

Nuevamente hemos visto el garantismo o abolicionismo judicial en acción. Esta vez, luego de un tiroteo con delincuentes, muere un niño que estaba en un lugar cercano al hecho. Al ser una bala policial la que le quita la vida, se acusa al policía por el asesinato, mientras que se exime a los delincuentes de culpabilidad por el hecho.

Si bien corresponde sancionar al policía por la impericia, no debería protegerse a los delincuentes ya que son los verdaderos culpables de esa muerte. No debemos olvidar que en la Argentina existe un importante sector de individuos afines al marxismo, y que consideran que todo delincuente ha sido marginado previamente por la sociedad y que, por lo tanto, es una víctima de la sociedad y de un sistema económico injusto. Incluso algunos consideran que todo delito es una justa venganza contra la sociedad. Este es, quizás, el razonamiento del fiscal que considera culpable al policía y no a los delincuentes.

Se menciona un artículo al respecto:

QUIEN INICIA UNA ACCIÓN DELICTIVA ES RESPONSABLE POR TODAS SUS CONSECUENCIAS

Por Ariel Corbat

El 2 de julio de 2018, La Prensa publicó otro artículo de mi autoría titulado: "No sabemos aún lidiar con el error policial”. Casi seis años después, lo allí expresado sigue vigente.

Afirmaba entonces y sostengo al día de hoy: "Una de las cuestiones más delicadas que debe contemplar toda política de seguridad, desde su gestión como responsabilidad de los funcionarios políticos en la conducción de fuerzas policiales, es asumir que ocurrirán muertes de civiles inocentes y saber lidiar con ello. Las bajas por error son una posibilidad latente en cualquier escenario de intervención policial. La razón es muy simple: los policías son seres humanos. Y los humanos cometemos errores de distinta magnitud todos los días. Algunos errores cuestan vidas".

Y agrego que algunos de esos errores, excepcionalmente, tienen más de fatalidad que de error. Una fatalidad que, en general, surge a partir de acciones delictivas cuando determinan la necesidad de respuesta inmediata.

El tristísimo caso de Thiago Correa, el niño de 7 años que estando junto a su padre recibió un balazo en la cabeza a 180 metros del lugar donde un policía repelía el intento de robo del que era víctima junto a su madre en Ciudad Evita, La Matanza, más allá del dolor por lo irreparable nos viene a recordar que sigue siendo necesario asumir que ocurrirán muertes de civiles inocentes y es preciso saber lidiar con ello.

MIRADA SESGADA

Nuestra sociedad, garantismo zaffaronista mediante con la prédica y práctica de subversión cultural del régimen kirchnerista, ha sido llevada a creer que en este tipo de situaciones toda la responsabilidad recae exclusivamente sobre los agentes del Estado. En su afán de victimizar a terroristas y delincuentes los organismos de derechos humanos con políticos tanto de izquierda como progres, han impuesto una mirada sesgada de los enfrentamientos armados que supone a los policías siempre ávidos de sangre y a los delincuentes como pobres desplazados que no encuentran su lugar en la sociedad capitalista.

Podría ser risible tal entendimiento si no fuera que realmente piensan así. En consecuencia omiten por definición toda la responsabilidad de los delincuentes exigiendo que cualquier agente del Estado que intente cumplir con su deber realice, en fracción de segundo (y con un grado de precisión absoluto), el estudio socioambiental del escenario y a sus oponentes pericias balísticas sobre las armas, examen toxicológico, evaluación psiquiátrica, estudio sociológico que contemple necesidades básicas insatisfechas y, por supuesto, informarlos sobre su derecho a denunciar ante distintos organismos gubernamentales y no gubernamentales todo maltrato por parte de la policía.

Pero no termina ahí lo ridículo de la cosa, también se le exige al agente del orden tener una puntería infalible, estar naturalmente dotado con visión telescópica con sensor de temperatura para distinguir cuerpos en la oscuridad de la noche y dotes de adivinación para anticipar todo movimiento en el radio de alcance efectivo de sus disparos.

No reconocen que los policías son humanos y pretenden que sean Robocop. Aunque si lo fueran clamarían por desconectarlos...

SUFRIMIENTO INENARRABLE

Nadie puede ponerse en los zapatos de los padres de Thiago Correa. Ese sufrimiento no es susceptible de ser dimensionado por terceros. Tampoco lo es el reproche de conciencia que por el resto de sus días experimentará el policía por esa muerte que indudablemente no quiso. Ese sufrimiento tampoco puede ser dimensionado por terceros.

Lo que cabe añadir es que los delincuentes sobrevivientes de seguro no experimentarán ninguna culpa, porque no les importan las vidas de los demás. Salen a la calle en plan de caza, para servirse de la gente como si de ganado se tratara. Nos roban y nos matan porque encarnan una contracultura donde la violencia gratifica rápido y la culpa es inexistente.

Posiblemente sea yo uno de los críticos más severos de Patricia Bullrich como ministra de Seguridad (del ahora pomposa y erróneamente llamado Ministerio de Seguridad Nacional), ello no me impide reconocer sus aciertos o buenas intenciones. Aplaudo pues que la ministro Bullrich se haya manifestado claramente en defensa del policía anunciando: “Vamos a ir con todos los cuerpos legales a defender al policía que no fue a matar a Thiago”.

Comparto con ella la indignación por la acusación del fiscal ya que, tal como declara Bullrich: “El que sale a robar en banda es el responsable del homicidio de Thiago. El policía no salió a robar, salió con su madre camino a la Policía Montada”.

Desde que escribí la nota citada al inicio, año tras año la percepción social sobre fuerzas del orden y delincuencia ha evolucionado por obra de las diversas sensaciones de inseguridad y por el hartazgo frente a la pasividad surgida de políticas que demonizan a los uniformados. No son las mejores razones, porque la necesidad con su cara de hereje facilita la irracionalidad de la demagogia y debería ser por principios de civismo que la sociedad respalde la acción de sus policías.

Ahora bien, es imperioso diseñar y ejecutar una estrategia de concientización cívica partiendo de tener claro que el objetivo de la Seguridad Interior es alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional; para garantizar el estilo de vida que ella promueve. Con tal entendimiento cobran su mayor significación las palabras del Dr. Manuel Belgrano enseñando que "el modo de contener los delitos y fomentar las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente". En ese sentido, es preciso un plan para imponer escalonadamente desde la doctrina, la legislación y la jurisprudencia que quien inicia una acción delictiva es responsable por todas sus consecuencias, incluyendo su propia muerte.

Establecer este punto como una directiva de la política de Seguridad Interior, que requiere un trabajo constante y de largo plazo para no caer en las mágicas suposiciones del voluntarismo que se estampan contra la realidad, es el camino a la racionalidad republicana que a más de mejorar la seguridad permitirá empezar a saber contextualizar el error policial.

(De www.laprensa.com.ar)

lunes, 9 de junio de 2025

Octavio Paz opina acerca de los intelectuales de izquierda

Si bien el socialismo mostró su ineficacia en forma bastante evidente, muchos de sus adeptos mantienen su adhesión a pesar de sus fracasos, por lo que todavía sigue vigente en varios países. De ahí la necesidad de continuar con la difusión de sus debilidades como también la difusión, y posterior corrección, de las mentiras vertidas en contra de la postura liberal.

El intelectual de izquierda ha sido siempre el primer eslabón de una cadena de mentiras y violencia, sembrando en la sociedad una casi irreversible cuota de odio hacia la sociedad y la humanidad, promoviendo el mayor retroceso histórico respecto del proceso de adaptación cultural del ser humano respecto del orden natural.

Ante una pregunta de Sergio Marras, en una entrevista a Octavio Paz, éste responde: "Antes de tratar este tema, quiero referirme, así sea de paso, a la evolución de las actitudes de las clases intelectuales de América Latina. Entre 1930 y 1940, por causas bien conocidas, el descrédito de los regímenes democráticos provocó la aparición de varias corrientes autoritarias, casi todas inspiradas por un rabioso nacionalismo y un populismo vocinglero".

"Las ideas de algunos de estos grupos colindaban con las ideologías totalitarias en boga en aquellos años. No es difícil percibir ecos del fascismo italiano y del falangismo español en varios grupos intelectuales de Argentina, Nicaragua y otros países. (En Nicaragua cambiaron después de chaqueta y, con la honorable excepción del poeta Pablo Antonio Cuadra, saltaron del fascismo al castrismo). Otros adoptaron el mesianismo revolucionario, en la versión espuria del marxismo que ha circulado en nuestras tierras, hechas de retazos de leninismo, stalinismo y gaseoso tercermundismo".

"El movimiento de izquierda creció después de la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en la ideología dominante entre los intelectuales. Sólo hasta hace unos pocos años, vencido por los hechos ha perdido vigencia. La ha perdido relativamente: todavía quedan muchos obstinados. Hace poco un novelista, conocido nadador entre dos aguas, con el valor que no tiene para condenar el régimen totalitario de Castro, denunció en términos airados al «totalitarismo de mercado». Otro intelectual mexicano, antiguo rector de la Universidad, acaba de publicar un ensayo en el que afirma que Cuba representa la democracia del porvenir y compara a Castro con Montesquieu. Sería cómico si no fuese vergonzoso".

Alguna vez escribí que nuestros intelectuales de izquierda eran los herederos de los teólogos neotomistas del siglo XVI. Exageré: el neotomismo fue una filosofía compleja y sutil mientras que el marxismo hispanoamericano no es sino una suma de vulgaridades, simplezas y obcecaciones. Un verdadero obscurantismo: ninguno de nuestros marxistas ha tenido ni tiene la hondura y la originalidad de un Suárez o de un Vitoria. A pesar de todo esto, en algo se parecen a los neotomistas del siglo XVI: conciben su misión como una cruzada y durante años y años han sido incansables guerreros de una ideología".

"Fueron sacerdotes y evangelistas de una pseudoreligión sin dios pero con inquisidores y verdugos. Nuestros intelectuales de izquierda heredaron también la intolerancia jacobina y la creencia ingenua en un puñado de frases como llaves del universo y de la historia. Han prolongado así uno de los vicios tradicionales del pensamiento latinoamericano: la fe en las soluciones globales, la falta de respeto por la realidad".

Sergio Marras le pregunta a Octavio Paz: "Bueno, muchos de estos intelectuales marxistas hoy día son neoliberales...¿Hasta qué punto cree usted que el neoliberalismo hoy día se está tomando, en América Latina, igual que una teología, de modo semejante a cómo se tomó el marxismo en su oportunidad?".

Octavio Paz responde: "Desconfío de estas súbitas conversiones. Me temo que sea un nuevo cambio de piel. Se quitan una máscara para ponerse otra. Un nuevo acto, ahora chusco, en el carnaval sangriento que ha sido nuestra historia y en el que los intelectuales se disfrazan y los verdugos, los Pinochet, los Castro, ejecutan. ¿Porqué desconfío de ese repentino descubrimiento de la democracia? Lo he dicho ya muchas veces: porque el cambio no ha sido precedido por un examen público de conciencia y por una franca confesión de los errores cometidos".

"Esto es lo que hicieron, en su momento, Gide y Silone, Koestler y Camus, Semprún y Spender. Esto es lo que no han hecho, salvo unas cuantas excepciones, los intelectuales latinoamericanos. Si hay algo valioso en la tradición cristiana, algo que el intelectual debería continuar, es el examen de conciencia. Si nuestros intelectuales hubiesen hecho ese examen de conciencia, habrían explicado a sus lectores (y a sí mismos) por qué se engañaron y por qué los engañaron. Así se habrían economizado mucha tinta, mucha bilis...y mucha sangre. Pero los intelectuales han callado. Es grave pues no se trata sólo de errores intelectuales y políticos sino de faltas morales".

"El socialismo autoritario -o para llamarlo con su nombre verdadero: comunismo- no sólo fue un enorme fracaso político, económico y social. Fue también y sobre todo un régimen terrorista que oprimió a muchos pueblos, deportó a otros y que, en fin, asesinó a millones de hombres. Se recuerda los crímenes de Stalin, pero se olvida que el terror comenzó en 1918, con la fundación de la Cheka por Lenin. La institución de los campos de concentración duró hasta hace pocos años y aun subsiste en China y Cuba [respuesta en los años 90]".

"El stalinismo fue una exageración criminal, no una desviación. Si la conversión a la democracia de nuestros intelectuales de izquierda es realmente sincera, tiene que ir acompañada por una confesión: fueron cómplices -acepto que, en la mayoría de los casos, de manera involuntaria y de buena fe- de un crimen inmenso. No se trata de cuestiones ideológicas ni de opiniones políticas, sino de una responsabilidad moral. Lautréamont dijo, parodiando a Shakespeare: «toda el agua del mar no basta para borrar una mancha de sangre intelectual»".

"En cuanto a los escritores e intelectuales que hemos criticado no tanto al marxismo como al leninismo, y no tanto a este último como a los regímenes comunistas: cumplimos nuestro deber. Fue una tarea de higiese política, intelectual y moral. En mi caso -no tengo más remedio, frente a ciertas difamaciones que hablar de mí mismo- mi crítica a los regímenes comunistas estuvo siempre acompañada por mi oposición a las dictaduras militares de América Latina y de otras partes del mundo".

"También señalé con frecuencia las injusticias, las hipocresías, los excesos y las carencias de las democracias liberales capitalistas, Por último, apenas si es necesario mencionarlo, recuerdo mis críticas al régimen de partido hegemónico en México. No me arrepiento de lo que he dicho y escrito porque, a pesar de sus fallas enormes y sus injusticias, el sistema democrático es mejor que las dictaduras de izquierda y de derecha. Sin embargo, hoy, derrumbado el comunismo totalitario, podemos y debemos continuar con mayor empeño y rigor la crítica de las sociedades liberales capitalistas".

(De "América Latina marca registrada" de Sergio Marras-Grupo Editorial Zeta SA-Buenos Aires 1992)

domingo, 8 de junio de 2025

Psicología positiva vs. freudismo

La mayor parte de la psicología fue establecida por médicos y tuvo como principal finalidad conducir a las personas psíquicamente enfermas hacia la normalidad. En los últimos tiempos han surgido psicólogos que han intentado conducir a las personas normales hacia una mejora en su nivel de felicidad, lo que contrasta bastante con la anterior postura. Incluso puede decirse que las psicologías que apuntan a aumentar el nivel de felicidad llevan implícita la posibilidad de conducir a las personas enfermas hacia cierta normalidad.

No deben dejarse de lado las visiones paralelas de la ética bíblica y de la psicología social, las cuales promueven un cambio de actitud, o una mejora de actitud, que en definitiva conducirá a un aumento en el nivel de felicidad logrado. En cuanto a la psicología positiva, leemos: "En lugar de centrarse, como la psicología tradicional, en el estudio y tratamiento de la enfermedad mental, la Psicología Positiva pone el foco en las fortalezas humanas, las que nos permiten aprender, disfrutar, ser alegres, generosos, serenos, solidarios y optimistas" (De "La auténtica felicidad" de Martin E. P. Seligman-Ediciones B SA-Buenos Aires 2011).

Entre los obstáculos que advierte Martin E. P. Seligman para el cambio positivo de actitud, aparece el pecado original y también el freudismo. Al respecto escribió: "Si bien la teoría de que la felicidad no puede incrementarse de forma duradera supone un obstáculo para la investigación científica sobre el tema, existe otro impedimento más profundo: la creencia de que la felicidad -e incluso de forma más generalizada, toda motivación humana positiva- no es auténtica. Yo califico a esta idea dominante sobre la naturaleza humana, presente en muchas culturas, de dogma corrompido hasta la médula. Si hay una doctrina que esta obra tiene por objeto desterrar, es ésa".

"La doctrina del pecado original es la manifestación más antigua de esta clase de dogma, pero tal idea no ha desaparecido en nuestro estado democrático y secular. Freud arrastró esta doctrina hasta la psicología del siglo XX, al definir toda civilización -incluida la ética, la ciencia, la religión y el progreso tecnológico modernos- como una defensa compleja contra conflictos básicos relacionados con la sexualidad y la agresividad en la infancia".

"«Reprimimos» tales conflictos debido a la angusia insoportable que provocan, y esta angustia se transmuta en la energía que genera civilización. Así pues, el motivo por el que estoy sentado frente al ordenador escribiendo este prefacio en vez de salir a la calle a violar o matar, se debe a que estoy «compensado», y consigo defenderme de forma satisfactoria de los impulsos salvajes subyacentes".

"La filosofía de Freud, por extraña que parezca cuando se expone de forma tan descarnada, influye en la práctica psicológica y psiquiátrica diaria, en la que los pacientes rebuscan en su pasado impulsos y sucesos negativos que han forjado su identidad. Así pues, la competitividad de Bill Gates es en realidad su deseo de superar a su padre, y la oposición de la princesa Diana a las minas terrestres no era más que el resultado de sublimar su odio asesino hacia el príncipe Carlos y el resto de los miembros de la familia real".

"Esta doctrina corrompida hasta la médula también domina la comprensión de la naturaleza humana en las artes y en las ciencias sociales. Un ejemplo entre mil es No ordinary time (Una época nada corriente), la apasionada historia de Franklin y Eleanor Roosevelt, escrita por Doris Kearns Goodwin, una de las grandes científicas políticas vivas. Al reflexionar sobre el motivo por el que Eleanor dedicó buena parte de su vida a ayudar a personas de raza negra, pobres y discapacitadas, Goodwin llega a la conclusión de que fue «para compensar el narcisismo de su madre y el alcoholismo de su padre». Las motivaciones como obrar con justicia o cumplir con el deber se descartan por ser demasiado básicas; debe existir algún motivo encubierto y negativo que sustenta la bondad si se desea que el análisis resulte académicamente respetable".

Este absurdo que domina gran parte de las creencias generalizadas, resulta similar al reemplazo que en el ámbito de la religión moral se establece mediante dogmas y misterios que opacan y distorsionan severamente la ética cristiana. El amor al prójimo, como actitud por la cual conviene a todos adoptar la predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, resulta de una necesidad de supervivencia plena que surge como el precio que nos impone el orden natural para lograrla. Así, la felicidad debe asociarse a una tarea diaria por la cual intentamos adaptarnos a lo que nos impone dicho orden, mientras que el sufrimiento es una medida de una falta de adaptación al mismo.

sábado, 7 de junio de 2025

Principios morales vs. Principios ideológicos

Entre los conflictos comunes que se observan en materia de ideas, aparece el que surge entre quienes priorizan los principios morales elementales y aquellos que priorizan alguna ideología cuyos líderes circunstanciales promueven comportamientos reñidos con la moral elemental. Estos conflictos se popularizaron en el siglo XX con los entredichos entre Albert Camus y Jean-Paul Sartre. Así, Camus rechaza el totalitarismo soviético en cuanto observa la catástrofe social provocada por el stalinismo, mientras que Sartre se mantiene fiel a la ideología marxista a pesar de los resultados negativos que produce.

Quienes promovían el socialismo, pero denuncian sus limitaciones y sus crímenes, pronto son considerados como herejes o traidores a los "elevados principios" de la ideología marxista-leninista. Enzo Traverso escribió: "Víctor Serge, que desde 1933, en una carta a uno de sus amigos franceses, publicado no por El Fígaro, sino por una revista confidencial, La Revolution prolétarienne, había denunciado el stalinismo como un «un Estado totalitario, castocrático, absoluto, ebrio de poder, para el cual el hombre carecía de valor». Al llegar a Francia en 1936, Serge continuará casi solo su batalla por la verdad ignorada por una izquierda que veía en él en el mejor de los casos, un hereje, y en el peor, un renegado..." (De "Espacios de crítica y producción"-Facultad de Filosofía y Letras-Universidad de Buenos Aires-Número 26 Año 2000).

Llama la atención que en la presentación de la Revista mencionada, Federico Finchelstein menciona como "crímenes masivos", representativos del siglo XX, a los cometidos en Auschwitz, Camboya, Argentina y Ruanda, poniendo en un mismo nivel los cerca de 8.000 de la Argentina, atribuidos a la dictadura del año 76, con los millones de asesinatos en las otras referencias. Además, se reserva de mencionar los ocurridos en su, seguramente, "madre patria" (la URSS) y también oculta la mayor tragedia de la historia, los asesinatos masivos en la China de Mao.

Puede decirse que en las personas equilibradas existe en control emocional respecto del razonamiento y un control racional respecto de sus emociones. Por el contrario, un razonamiento no limitado ni controlado por lo emocional, sino exaltado por emociones negativas, conduce a la promoción de violencia ilimitada.

Resulta inutil todo diálogo cuando uno de los interlocutores prioriza los principios morales y el otro sus "principios ideológicos". De ahí que sea casi imposible, mediante la razón y las evidencias, cambiar el pensamiento totalitario, por lo que toda prédica moral debe ser orientada hacia quienes todavía no fueron contaminados por el marxismo-leninismo.

Estos conflictos ideológicos se advierten en la actualidad en el caso de los admiradores de Vladimir Putin, quien, pareciera, pretende expandir las fronteras de Rusia hasta recuperar el antiguo territorio que abarcaba la Unión Soviética. De la misma manera en que tales admiradores repiten que los asesinatos masivos de Lenin y Stalin eran "necesarios" (para la expansión del socialismo), en la actualidad ven con buenos ojos un posible ataque nuclear ruso contra Ucrania.

La locura actual también se advierte en el caso de Israel cuando los fundamentalistas en el poder reclaman para su Estado las tierras "prometidas" por Dios que aparecen en el Antiguo Testamento, por lo que el conflicto actual se ampliaría mucho más aún. El expasionismo territorial también contamina la mente de otros líderes "desequilibrados", según el sentido dado antes a este término.

jueves, 5 de junio de 2025

Las limitaciones de un conocido economista

Ante las evidencias del fracaso del socialismo, abandonado entre otros países por China y Rusia, sus principales adherentes, resulta llamativo que algunos economistas destacados hayan creído que el socialismo podría haber funcionado con eficacia en alguna parte del planeta. En el caso de Paul Samuelson, llama todavía más la atención, por ser un promotor del uso de las matemáticas en economía (para afianzar la justeza de lo cuantitativo), ya que en las economías socialistas no existe la base necesaria de todo cálculo, por cuanto, al no existir un precio de mercado, por haberse previamente abolido el mercado, no tiene sentido cualquier cálculo o planificación económica posible.

Se menciona un artículo al respecto:

SAMUELSON O LA ECONOMÍA SIN ESENCIAS

Por Juan Ramón Rallo

Samuelson fue una conocida víctima de su desprecio por la esencia de los fenómenos cuando, en 1989, escribió: "La economía soviética es una prueba de que una economía socialista puede funcionar e incluso prosperar".

Paul Samuelson, uno de los economistas más importantes e influyentes del siglo XX, ha muerto este domingo a los 94 años de edad [escrito en 2009]. Su producción es demasiado amplia como para que pueda calificarla o descalificarla en su conjunto, máxime cuando no soy ningún experto en su obra.

Sin embargo, difícilmente puede uno haber obtenido la licenciatura en Economía sin haber sufrido su herencia metodológica –que va mucho más allá de haber popularizado la síntesis neoclásica de Keynes–, a saber, la generalización del lenguaje matemático como herramienta de comunicación entre economistas.

El problema no está tanto que las matemáticas se usen como método para pensar y exponer ciertas conclusiones, sino en que se hayan llegado a convertir de facto en el único método válido para pensar y exponer conclusiones en la ciencia económica moderna. Con esta revolución metodológica no sólo se ha llegado a despreciar por acientífico el trabajo esencial de numerosos economistas que prefirieron el lenguaje verbal y la lógica –algunos de los cuales fueron tutores de Samuelson, como Gottfried von Haberler o Joseph Schumpeter–, sino que sobre todo los economistas dejaron de preocuparse por comprender a fondo la realidad.

Así, con el abuso de las matemáticas se ha abandonado la esencia de los problemas para centrarse en su manifestación cuantitativa. Como ya se quejara Hayek en el discurso de su recepción del Nobel: "Se nos llega a pedir que formulemos nuestras teorías sólo en términos que se refieran a magnitudes mensurables. Difícilmente podrá negarse que esta demanda limita arbitrariamente el número de hechos que pueden admitirse como las causas de los problemas que suceden en el mundo real".

Samuelson, de hecho, pontificaba la importancia de las matemáticas por el hecho de que permitían a los economistas alejarse de los pseudoproblemas cualitativos y centrarse en los auténticos problemas cuantitativos. Pero como el gran Fritz Machlup le recordó a renglón seguido, ni todo puede expresarse en lenguaje matemático ni todo aquello que no pueda formularse con precisión en éste deviene irrelevante para las relaciones humanas y, por tanto, para la ciencia económica.

Es más, en la medida en que la Economía se desarrolla en torno al concepto de valor –el ser humano actúa para satisfacer sus fines más valiosos empleando los medios más útiles para ello–, debería resultar evidente que su auténtico objeto de estudio deberían ser las relaciones cualitativas entre los seres humanos y su entorno, dentro de las cuales ya se encuentran, pero no en solitario, las cuantitativas. Reducir la calidad a un simple problema de cantidad demuestra una escasa comprensión de cómo actúan los seres humanos y puede llevarnos a cometer muy graves errores que para más inri [para colmo] no podrán detectarse mediante el razonamiento matemático.

El propio Samuelson fue una conocida víctima del desprecio por la esencia de los fenómenos. Así, en la decimotercera edición de su popular manual universitario Economics, datada en 1989, Samuelson concluía que:

La economía soviética es una prueba de que, al contrario de lo que muchos escépticos piensan hoy, una economía socialista puede funcionar e incluso prosperar. Es decir, una sociedad en la que la mayoría de las decisiones económicas son adoptadas de manera administrativa, donde los beneficios no sean el motivo principal detrás de la producción, puede crecer durante largos períodos de tiempo.

Samuelson, por supuesto, sólo se fijaba en el crecimiento de las cantidades de bienes y servicios, sin plantearse cuáles eran las cualidades de esos bienes para satisfacer los fines de los individuos que eran obligados a fabricarlas. Tal vez la economía soviética "creciera más rápidamente durante más tiempo que la mayoría de economías de mercado", pero también nuestras economías occidentales crecieron durante la pasada burbuja, sin que ello indicara que estuvieran creando riqueza (más bien al contrario).

No muy riguroso puede ser aquel análisis económico que, como el de Samuelson, si bien constata que "el crecimiento soviético se ha producido en una atmósfera de sacrificios humanos, incluso de asesinatos y represión política", se plantea a continuación, como "uno de los más grandes dilemas de la sociedad humana", si "todo ese clima justifica las ganancias económicas logradas". No, no hay ganancias económicas sin libertad. De hecho, no hay economía propiamente dicha sin libertad.

No es que el uso de las matemáticas conduzca necesariamente a conclusiones tan absurdas –de hecho el marxismo es en su mayoría un movimiento no matematizado–, pero sin las pertinentes cautelas de que por sí mismas no son suficientes en la ciencia económica sí pueden abocarnos a ellas. Samuelson fue una clara prueba de ello.

(De www.libremercado.com)

Síntomas de la severa crisis moral

Cuando un país padece una prolongada decadencia, por lo general se supone que tal anormalidad se ha de solucionar desde la política o desde la economía. Si bien existen políticas y economías mejores y peores, aún cuando se apliquen las mejores de ellas, su alcance ha de ser limitado por el pobre nivel moral y cultural de la población.

Incluso los más optimistas, reconociendo que existe una estrecha relación entre moral y economía, o entre moral y política, aducen que la buena economía o la buena política tenderán a elevar el nivel moral de la sociedad. Por el contrario, otros suponen que una ética que venga desde fuera de la política y de la economía ha de ser el primer eslabón de una cadena virtuosa de causas y efectos.

Entre los muchos síntomas de la decadencia de la Argentina, puede mencionarse un artículo respecto de lo ocurrido en Rosario, provincia de Santa Fe, en el ámbito del fútbol; síntoma que nos sugiere preguntarnos si es posible revertir la decadencia nacional con una población sumergida en el odio, el egoísmo y la indiferencia, actitudes que parecen predominar en la sociedad.

INDIGNANTE IMBECILIDAD EN EL FÚTBOL ARGENTINO

Por Ariel Corbat

Ignacio Malcorra es un futbolista que integra el plantel profesional del club Rosario Central y padre de un niño que juega al fútbol en el Club Defensores. En un gesto que habla muy bien de él y que no puede más que aplaudirse por honrar el espíritu deportivo, posó para una foto junto a chicos de las infantiles del Club Atlético Newell's Old Boys que se enfrentaron al equipo de su hijo.

Cualquier persona con un cerebro normal y el mínimo de sentido común que hace a la decencia, diría que tal hecho no tiene nada de sorprendente, no siendo más que una simpática anécdota para chicos de 9 años que pueden guardar recuerdo del momento con un jugador de la liga profesional de fútbol.

Pero el fútbol argentino está plagado de imbecilidad. Una imbecilidad indignante que de muchas y reiteradas maneras quita al fútbol el espíritu deportivo. Entonces sucede lo inconcebible, que desde el Club Atlético Newell's Old Boys se haya tomado la decisión de sancionar a esos chicos de 9 años con "tres meses de inactividad y la quita de la beca que tenían". Sorprendentemente, y para demostrar que la idiotez está muy extendida, los padres de esos chicos habrían convalidado la sanción. ¡Madre mía! Así estamos.

Esta imbecilidad, este atropello a la razón propio de cerebros anormales, la produce el mismo Club Atlético Newell's Old Boys que en 2023, hace apenas dos años, sirvió de escenario para que su hinchada desplegara un enorme trapo declarando al mundo su relación con la banda narco criminal conocida como Los Monos. No recuerdo que el Club haya entonces sancionado a los responsables de tal gesto. Un gesto que, creo, supongo, intuyo, es un poquitín más grave que el de jugadores infantiles posando junto a un profesional de Rosario Central. Tampoco recuerdo hasta donde avanzó la justicia en la causa por aquel mensaje mafioso, porque eso era ese trapo, pero me pregunto si no constituye también un mensaje mafioso que un club sancione a nenes de 9 años por fotografiarse con un jugador rival.

Tiempo atrás observé y cuestioné la estupidez de los clubes de fútbol que impiden en sus instalaciones que los socios vistan remeras de otros clubes, algo que tengo entendido era o es una disposición surgida desde la misma AFA. Nadie puede explicar la razón por la cual no se podría ser socio de un club e hincha de otro, pero parece estar normalizado que el fútbol es un ámbito de animales incapaces de convivir civilizadamente. Esa confusión de ver en cualquier otra camiseta a un enemigo es el origen del mal, es lo que justifica la violencia de las barras, las armas, los muertos, es la que resta deportividad al fútbol. Una de las razones por las cuales los partidos con público local y visitante pasaron a ser la excepción y no la regla.

Es también el dulce de la inmoralidad que alimenta el predominio delictivo de las tribunas, porque el fútbol en su marginalidad es un proveedor de todo lo que la criminalidad reclame, desde matones violentos hasta lavadores de dinero, pasando uno a uno por los escalones de las actividades y jerarquías delictivas. Por eso los narcos se enseñorean ruidosamente en las tribunas y silenciosamente en los pasillos.

Históricamente las políticas de seguridad subestiman la relación entre fútbol y criminalidad, tal vez porque la política está muy metida en casi todos los clubes y comparte los pactos de un mal entendido folclore que debe ser exterminado. La marginalidad del fútbol, como muchas otras cuestiones que hacen a la Seguridad Interior, necesita abordarse desde la comprensión cultural del fenómeno. Es en este terreno donde la expresión batalla cultural debe significar el esfuerzo por alcanzar el concreto imperio de la ley, y no por parches legislativos sino en el sentido más profundo del Derecho.

Entiéndase claramente, lo que Newell’s ha hecho es criminal: aleccionar a nenes de 9 años que el fútbol no es un deporte y que el rival es un enemigo despreciable.

(De www.laprensa.com.ar)

miércoles, 4 de junio de 2025

Construyendo una teoría ética

Entre las diversas éticas propuestas, surgen aquellas de individuos que suponen que es el ser humano quien debe diseñar una ética para ser aplicada al resto de los mortales. Esto es algo propio de los líderes totalitarios. Incluso otros se atribuyen la dignidad de ser enviados de Dios de manera de interpretar su voluntad para proponer una ética personal y subjetiva, como es el caso de Mahoma.

Una teoría ética ha de ser una descripción establecida respecto de la naturaleza humana y del comportamiento humano. Luego de observar tales atributos, se ha de proponer una síntesis constituida por una descripción de tipo axiomático para ser comunicada en forma accesible al entendimiento y para realizar deducciones posteriores. Esto implica esencialmente el proceso utilizado en la ciencia experimental en la mayoría de sus ramas.

De esta manera, "lo que debe ser" surge como una optimización de "lo que es". Así, si encontramos cuatro posibles componentes emocionales básicas de la actitud característica (lo que es), la elección de la actitud cooperativa, como lo es la empatía emocional, constituye la base ética de lo que debe ser. Se observa que, por este camino, no hay posibilidad de intromisión de cualquier variante de "diseño humano" ya que sólo se ha elegido una de las predisposiciones asociadas a nuestra esencia biológica, que ha de servir como orientación de nuestro proceso de adaptación cultural al orden natural.

Si tenemos en cuenta que el "Amarás al prójimo como a ti mismo" no es otra cosa que la evidente y familiar empatía emocional, no resulta difícil establecer que tal mandamiento surge del conocimiento previo de los seres humanos, por lo que no haría falta una "revelación" desde la deidad, como frecuentemente se supone. Incluso tal mandamiento aparece escondido en alguna parte del Antiguo Testamento, surgido de una forma similar.

En cuanto al método de la moral, Félicien Challaye escribió: "¿Cuál es el método que la razón debe aplicar para definir el ideal moral de tal manera que pueda ser válido para todos los hombres y ser aceptado por todos ellos? Sobre este punto se han producido grandes divergencias entre los filósofos. Los unos pretenden deducir la moral de una religión, de una metafísica, o de la ciencia. Los otros creen poder derivarla de un conocimiento directo o intuición. Otros tratan de aplicar el método experimental, induciendo las reglas morales ya de la observación de la vida corriente en general, ya de una experiencia original o específica, llamada experiencia moral" (De "Filosofía moral"-Editorial Labor SA-Barcelona 1936).

En cuanto a la empatía, Joachim Bauer escribió: “La empatía como «fundamento» de la moral: La investigación de los sistemas morales es relativamente reciente. Una de sus tareas consiste en estudiar científicamente las conductas humanas en situaciones moralmente relevantes, análogas a las de la vida cotidiana. Se pueden sacar también conclusiones interesantes reproduciendo los procesos de acompañamiento neurobiológicos cuando, por ejemplo, una persona tiene que tomar una decisión moralmente relevante”.

“Que la moral es una competencia humana natural con anclaje biológico es algo que ya vio Charles Darwin. Éste calificó de «instinto básico» la capacidad y propensión del hombre a empatizar con los demás. En su opinión, esta capacidad natural del hombre es el fundamento mismo («foundation-stone») de la moral. La moral y los sistemas morales no son, por tanto, la causa sino la consecuencia de la capacidad humana para colaborar y empatizar. Así pues, y por lo que a su origen se refiere, no son constructos ideados por intelectuales o religiosos fanáticos (aun cuando éstos abunden entre zelotes y apóstoles de la moral), sino un fundamento natural y por tanto perteneciente al mundo real”.

“Las personas que se proclaman explícitamente seguidoras de un sistema moral suelen tender a considerar la profesión de fe como una especie de «activo en su cuenta particular», como una especie de «licencia» para comportarse en lo sucesivo de manera inmoral”.

“Quien quiera que las personas tengan un comportamiento moralmente aceptable ha de procurar que tengan también pocas ocasiones de sentirse moralmente buenas. Paradójicamente, las personas que más parecen comportarse de manera moralmente aceptable suelen ser las que más tienen presente la miseria ética de la existencia” (De “La violencia cotidiana y global”-Plataforma Editorial-Barcelona 2013).

martes, 3 de junio de 2025

La causa madre de nuestros problemas: la frivolidad

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Se destaca el trabajo de Murray Rothbard para difundir los fundamentos de las sociedades libres no solo a través de sus libros, sino también mediante seminarios.

Según el diccionario un persona frívola "se dice del que no da a las cosas la importancia debida". En esta nota periodística me refiero a aquellos que piensan que la responsabilidad para que lo respeten en sus derechos descansa en otros y no en su persona. No se percatan que vivir en libertad no es algo automático sino que requiere esfuerzo cotidiano.

Todos están interesados en que se los respete independientemente de a qué se dedican, sea a la música, la jardinería, el comercio, el arte, la filosofía, la economía, la medicina, la arquitectura o el derecho. Si no hay trabajo diario en estudiar los fundamentos de la sociedad libre y difundirlos, no hay solución frente a los problemas vinculados al atropello de los aparatos estatales o los grupos que los gobernantes toleran y alientan para que se inmiscuyan en las vidas y haciendas ajenas.

Y no se trata de criticar en la sobremesa o en las reuniones sociales, se trata de una faena que a todos compete. No es que todos deban abandonar sus quehaceres y dedicarse de lleno a lo dicho, se trata de dedicarle unos minutos en el transcurso de cada semana al efecto de contribuir a frenar la barbarie estatista que todo lo invade y destruye.

Este es el sentido de lo dicho por Thomas Jefferson: "El costo de la libertad es su eterna vigilancia". Y este es el sentido por el que entre nosotros Esteban Echevarría ha sentenciado que para ser libres "no nos basta el entusiasmo y la buena fe, necesitamos mucho estudio y reflexión, mucho trabajo y constancia".

Por su parte, Alexis de Tocqueville ha escrito que es común que en países de gran progreso moral y material la gente da eso por sentado, lo cual es el momento fatal pues otros ocupan los espacios vacantes.

Todas las tareas legítimas son bienvenidas y necesarias para la buena marcha de las cosas pero, reiteramos, para que nos respeten hay que proceder en consecuencia, no es cuestión de parlotear a la hora de engullir alimentos y luego cada cual se dedica a sus asuntos personales que, como decimos, si resultan bienhechores son indispensables para la vida de cada cual pero estas dedicaciones no prosperan si otros las invaden y no las respetan.

Manos a la obra

Los trabajos más fértiles para la comprensión de los valores de la libertad y el contraste con tradiciones de pensamiento que operan en sentido contrario son la cátedra, el libro, el ensayo, el artículo y las conferencias pero en modo alguno constituyen los únicos canales para lograr los antedichos objetivos.

Una de las maneras de estudiar y difundir los pilares filosóficos, jurídicos y económicos del respeto recíproco son los ateneos de lectura donde grupos reducidos de personas se reúnen para debatir un buen libro y por turno uno expone y otros analizan y critican desde muy diversos ángulos y al tiempo cada uno de los miembros inaugura otro grupo y así sucesivamente.

En estos casos no sólo se aprende lo estudiado sino que se generan efectos multiplicadores en las familias, los lugares de trabajo y demás manifestaciones sociales.

No hay escapatoria moral posible, todos tenemos esta obligación indelegable. Algunos actúan directamente y otros le hacen de imprescindible apoyo logístico pero no puede eludirse la misión primordial que es el sine qua non de todo lo demás. Por ejemplo, recuerdo la célebre dedicatoria en una de sus obras del multifacético Murray Rothbard que ha producido una cantidad y calidad notable de libros: To JoAnn the indispensable framework. Fui testigo del equipo de Rothbard y su mujer al presenciar las conversaciones y el trato mientras aquél nos dictaba su tan recordado seminario de seis sesiones de una vez por semana en su departamento de New York cuando fui becado a la Foundation for Economic Education.

En el libro en homenaje a este coloso del pensamiento titulado Man, Economy and Liberty: Essays in honor of Murray Rothbard, JoAnn escribe un ensayo muy emotivo sobre su marido a quien apoyó incondicionalmente para que pudiera producir, lo cual no hubiera podido hacer lo que hizo sin la otra parte del equipo que fue de un apoyo invalorable.

Pero quienes no hacen nada en la dirección indicada no tienen derecho a la queja y en verdad se merecen el maltrato del Leviatán y sus secuaces. Es la obligación moral de todo ser humano mayor de edad el contribuir para que pueda vivirse en paz. A todos nos gustaría dedicarnos a nuestros gustos personales y no tener que lidiar con las defensas de la sociedad pero esto no es posible. Divertirse –es decir divertir, separarse del tronco principal de nuestros deberes– es recomendable pero convertir eso en un hábito sin solución de continuidad nos aparta de nuestras obligaciones y la primordial es poner nuestro granito de arena para el respeto recíproco.

Tibieza

Si todos los que se dicen partidarios de la libertad fueran consistentes con lo que expresan son sus deseos, el mundo no estaría como está. Dante lo ha puesto de manifiesto con claridad y contundencia: "Los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que en tiempos de crisis moral se mantienen neutrales", y por su parte la Biblia condena enfáticamente a los que son tibios.

Es fácil y cómodo alegar que no se tienen las condiciones para lo dicho o que se está muy ocupado, pero nada de eso sirve como pretexto para incumplir con lo que a cada uno corresponde como ser humano.

Como ejemplos a seguir de extraordinarias contribuciones a los pilares de la sociedad libre, menciono a muy apreciadas personalidades con quienes he tenido la satisfacción de haber mantenido un mano a mano en recintos universitarios, centros culturales, programas televisivos o por Zoom (todos se encuentran en Youtube), y ellas son: Loris Zanatta, Antonio Escohotado, Santiago Kovadloff, Javier Milei, Gloria Alvarez, Carlos Alberto Montaner, Ricardo Lopez Murphy, Juan José Sebreli, Agustín Laje, Marcos Aguinis, Alvaro Vargas Llosa, Axel Kaiser, Cayetana Alvarez de Toledo, Luis Pazos, Carlos Rodríguez Braun, Alvaro de Lamadrid y Jorge Fernández Díaz.

La Prensa de Buenos Aires pone de manifiesto desde su fundación hace más de ciento cincuenta años la relevancia del periodismo independiente, lo cual es afortunadamente acompañado por periodistas de gran calado en diferentes medios que día a día defienden la libertad con argumentaciones sólidas, en abierto contraste con fantoches aliados al poder de turno.

Este artículo fue publicado originalmente en La Prensa (Argentina) el 11 de julio de 2021.

(De www.elcato.org)

lunes, 2 de junio de 2025

Apocalipsis y fundamentación adicional de la religión moral

Si pudiésemos encontrar una ética fundamentada en aspectos observables y accesibles a todo habitante del planeta, se presentaría la posibilidad de terminar con las discusiones entre creyentes y ateos, o entre religiosos y cientificistas, estableciéndose un vínculo evidente entre las ciencias sociales y la religión moral.

La crisis moral predominante requiere, para su solución, de una descripción del comportamiento humano que ayude a todo individuo a encontrar un sentido de la vida y lo reconduzca hacia la ética impuesta por el orden natural. El actual cristianismo, o al menos el que advierte el ciudadano común, lejos de promover tal objetivo, permite interpretar las profecías y visiones bíblicas como si provinieran de un mundo mágico, en el que poco o nada tienen vigencia las leyes naturales.

De la misma manera en que lo que Cristo dijo a los hombres fue reemplazado paulatinamente por lo que los hombres dicen sobre Cristo, la profecía por él establecida fue pasando a un lugar secundario respecto del libro del Apocalipsis (atribuido a Juan, el evangelista). De ahí que no debería perderse de vista que la profecía original propone un "juicio final", o una descripción del comportamiento humano que no hará necesaria una posterior revisión y que cumpla con eficacia la función de orientar a todo ser humano hacia su adaptación al orden natural, como precio que nos impone dicho orden y que hemos de pagar por nuestra supervivencia.

Mientras que las religiones paganas se basan en la creencia en que un dios, o varios dioses, intervienen en los acontecimientos humanos beneficiando o castigando según sea la adhesión a tal dios o dioses, la religión moral se basa en la creencia en que todo lo que le acontece a un ser humano depende principalmente de su comportamiento ético, siendo el Dios único quien ha establecido las "reglas del juego" a las cuales se debe adaptar.

El caso extremo es aquel en que se supone que la innovación cristiana implicó cambiar el destinatario de ruegos y ofrendas. Así, mientras los paganos las orientaban hacia dioses falsos, el cristiano las dirigiría al Dios verdadero, pero la actitud del oferente habría de ser esencialmente la misma. Luego, se interpreta que Cristo intentó establecer una especie de "culto a su personalidad" similar al que algunos líderes totalitarios establecieron durante el siglo XX.

La función que ha de cumplir el innovador religioso, ha de ser la de constituir una especie de "lazo de realimentación" por cuanto deberá observar la esencia de las leyes naturales (o leyes de Dios) para luego sugerir una conducta acorde a esas leyes, tratando de reducir la diferencia entre la respuesta dada por los seres humanos y el aparente objetivo impuesto por el orden natural. Tales leyes naturales tienen una existencia objetiva, ya que no dependen de los gustos, creencias o negaciones que puedan surgir al respecto.

El libro del Apocalipsis no se debe asociar a fenómenos astronómicos, como generalmente se supone, sino a fenómenos sociales y morales. Así, la caída de estrellas o simbologías similares, deben considerarse como catástrofes humanas producidas por los propios seres humanos. Si hubiese alguna intervención de Dios, habría de estar orientada a evitar tales males y no a castigos para aumentar el sufrimiento ya existente.

La Biblia es esencialmente un libro sobre moral. Mientras que las religiones paganas suponen que Dios, o los dioses, admiten comportamientos humanos, en el sentido de que responderán a nuestros pedidos y necesidades como respuesta a ciertos ritos, la religión moral supone la existencia de un Dios que espera de cada ser humano determinado comportamiento moral; comportamiento del cual dependerá el éxito o el fracaso de nuestra vida.

La profecía inicial acerca de la segunda venida de Cristo, proviene del propio Cristo. En su primera venida se advierte que sus prédicas están dirigidas a evitar el sufrimiento humano, motivado principalmente por los defectos morales de los integrantes de la sociedad. De ahí que el fin de los tiempos no implica una destrucción de la humanidad o algo semejante, sino el fin de una época de sufrimientos para dar inicio a una etapa mucho mejor; etapa simbolizada por la expresión del Apocalipsis: "No vi llanto ni clamor ni dolor....".

La religión moral podría incluirse en el marco general de la adaptación cultural de los seres humanos respecto del orden natural. El sufrimiento humano puede considerarse como una desadaptación a dicho orden, mientras que la felicidad estará asociada a una plena adaptación.

Según la actual visión científica del universo, todo lo existente, incluso la vida inteligente, está regido por leyes naturales invariantes, considerando que una ley natural es el vínculo entre estímulo y respuesta, o entre causa y efecto. Al conjunto de tales leyes lo conocemos como el orden natural.

Si todo está regido por leyes naturales invariantes, no harían falta ciertas interrupciones por parte de Dios, como es el caso de los milagros. El error advertido en este caso es que la mayor parte de la gente religiosa pide en muchas circunstancias que Dios interrumpa o cambie dichas leyes, lo que resulta opuesto a intentar adaptarse a las mismas. De ahí que la identificación del Dios Creador con el orden natural resulta ser un punto de partida bastante simple y efectivo.

Al considerar la existencia de un universo regido por leyes naturales invariantes, se advierte la posibilidad de encontrar una religión basada en evidencias en lugar de una religión basada en creencias. Además, las leyes naturales presentan la posibilidad de ser el único vínculo objetivo posible, común a todos los seres humanos, brindando la posibilidad de una futura y posible unión entre religiones y entre ciencia experimental y religión moral. Esta forma de religión es ya conocida como religión natural o deísmo.

Una simplificación adicional surge al tener en cuenta el principio estoico de ocuparnos principalmente de lo que resulta accesible a nuestras decisiones, dejando un tanto de lado lo que no depende de ellas. Recordemos que quien debe cambiar es el ser humano y no el Dios que imaginamos. De ahí la sugerencia de Anthony de Mello: "Milagro no implica que Dios cambie según los deseos humanos, sino que los hombres cambien según los deseos de Dios".

Mientras que las religiones bíblicas se ocupan de las acciones humanas sugiriendo una implícita adaptación al orden natural, desde las ciencias sociales ocurre algo similar. De ahí que la confluencia entre religión moral y ciencia social es posible, deseable e inevitable. Para ello contamos con la posibilidad que nos brinda el concepto de actitud característica, que proviene de la psicología social. El biólogo Julian Huxley advirtió acertadamente que una futura religión de carácter universal estaría asociada de alguna forma con la psicología social.

La ética natural surgida de la Psicología Social, o Psicología de las actitudes, ha de compatibilizarse con las dos tendencias básicas en el comportamiento individual, es decir, hacia la cooperación y hacia la competencia, acerca de las cuales tenemos la predisposición a seguir, muchas veces con preponderancia por una de ellas.

Los seres humanos presentamos, además, una actitud o respuesta característica por la cual respondemos de igual manera en similares circunstancias. Si así no fuera, sería imposible conocer a las demás personas y mucho menos prever posibles comportamientos. Esta respuesta, que es más o menos constante en una etapa de nuestra vida, es susceptible de cambios. La posibilidad de una mejora ética implica justamente un cambio desde una actitud competitiva, o bien indiferente, hacia una actitud de cooperación. Esta respuesta típica, que es la base de nuestra personalidad, puede definirse de la siguiente manera, al menos simbólicamente:

La Respuesta es igual a la Actitud característica multiplicada por el Estímulo

O bien:

La Actitud característica es igual a la Respuesta dividida por el Estímulo

Tanto la respuesta como el estímulo son considerados desde un punto de vista tanto emocional como cognitivo, que poco tienen que ver con las relaciones del tipo estímulo-respuesta que aparecen en muchos estudios psicológicos asociados a nuestros sentidos.

La actitud característica de todo individuo admite tanto componentes emocionales como cognitivas. Para las primeras, podemos considerar las posibles respuestas ante un accidente que ocurre en la vía pública. Si alguien queda herido, podemos compartir algo de ese sufrimiento, o bien podemos alegrarnos por ello, o desinteresarnos porque poco nos importa lo que le suceda a los demás, o bien podemos ser indiferentes a todo lo que le sucede a los demás por cuanto somos indiferentes incluso a lo que nos sucede a nosotros mismos.

Adviértase que hemos considerados todas las respuestas posibles ante determinado acontecimiento. Tales respuestas varían entre las distintas personas, tanto cualitativa como cuantitativamente, es decir, en la intensidad con que podemos responder con pena o alegría ante el hecho observado. De ahí podemos extraer las cuatro componentes emocionales básicas:

Amor: actitud por la cual se comparten penas y alegrías ajenas.
Odio: actitud por la cual una alegría ajena nos produce tristeza y una tristeza ajena una alegría propia.
Egoísmo: actitud por la cual sólo nos interesa lo que a nosotros nos sucede.
Indiferencia: actitud por la cual no nos interesamos por nadie ni por nosotros mismos.

Respecto a las componentes cognitivas, puede considerarse el método asociativo, o de "prueba y error", en el cual debemos adoptar una referencia, para establecer luego una comparación para interpretar todo nuevo conocimiento. También en este caso encontramos cuatro componentes básicas:

La realidad como referencia.
Lo que piensa uno mismo.
Lo que piensa otra persona.
Lo que piensa la mayoría.

Tanto la actitud característica como sus componentes emocionales y cognitivas, constituyen los "cimientos" a partir de los cuales se establece un nuevo punto de vista para obtener conclusiones seguras respecto de varios interrogantes acerca del ser humano y de la sociedad. Erwin Schrödinger escribió: “La cuestión no es tanto ver lo que nadie ha visto todavía, sino pensar lo que aún nadie ha pensado acerca de lo que todo el mundo ve”.

La visión que nos da la Biblia acerca de la historia de la humanidad, está asociada a una lucha entre el Bien y el Mal. En principio puede decirse que el bien es lo que nos agrada y nos produce felicidad, mientras que el mal es lo no deseado y lo que nos produce infelicidad. Como la Biblia es un libro esencialmente ético, resulta justificado asociar tanto el Bien como el Mal a las componentes emocionales de la actitud característica, según el siguiente esquema:

El Bien es el Amor

El Mal es el Odio, el Egoísmo y la Indiferencia

Para el definitivo triunfo del Bien sobre el Mal, podemos establecer la siguiente sugerencia:

Trata de compartir las penas y las alegrías ajenas como propias.

Adviértase que esta ética natural y objetiva implica la elección de una de las componentes emocionales de nuestra actitud característica, tratando en lo posible de evitar las restantes. Esta sugerencia coincide esencialmente con el mandamiento de Cristo: "Amarás al prójimo como a ti mismo".

El amor, definido de esta manera, no es otra cosa que la empatía emocional, que ha sido fundamentada por la neurociencia con el descubrimiento de las neuronas espejo. Puede considerarse a la empatía emocional como el principal proceso natural que permite nuestra supervivencia, ya que adoptando la actitud del amor tendremos la predisposición a favorecer a los demás y a no perjudicarlos, a la vez que nos beneficiamos cada uno de nosotros mismos.

La simplicidad de una sugerencia ética debe asociarse a que el propio orden natural debe permitir que el conocimiento básico que ha de asegurar nuestra supervivencia como especie, sea accesible a todo ser humano, en forma independiente de su intelectualidad y de su inteligencia.

Es oportuno mencionar la definición que Baruch de Spinoza establece del amor, escribiendo al respecto: “El que imagina aquello que ama afectado de alegría o tristeza, también será afectado de alegría o tristeza; y uno y otro de estos afectos será mayor o menor en el amante, según uno y otro sea mayor o menor en la cosa amada”. También define al odio: “El que imagina que aquello a que tiene odio está afectado de tristeza, se alegrará; si, por el contrario, lo imagina afectado de alegría, se entristecerá; y uno y otro afecto será mayor o menor según sea mayor o menor el afecto contrario en aquello a que tiene odio” (Del libro “Ética”).

Hay quienes sostienen que el mandamiento cristiano nos induce a amar a todos por igual, tanto a justos como a pecadores, incluso a los delincuentes. Con ello estaríamos en cierta forma promoviendo el Mal, oponiéndonos al objetivo propuesto por la Biblia. Por el contrario, si consideramos que el amor al prójimo es una predisposición favorable a compartir penas y alegrías ajenas como propias, esto se dará en forma natural siempre que los demás permitan que ello ocurra. Así, en el caso de un delincuente, resulta natural que despierte cierto rechazo por lo que impide que sus penas y alegrías sean compartidas por los demás.

Toda ética ha de describir tanto la manera de hacer el Bien como de rechazar el Mal. De ahí que debemos describir también las restantes componentes emocionales. Así, el egoísmo es la actitud que no produce el Bien en los demás, aunque tampoco el Mal; diríamos que es una actitud éticamente neutra, insuficiente para el triunfo del Bien sobre el Mal.

El odio es la actitud que favorece al Mal, por cuanto quien la padece siente alegría cuando algo malo le sucede a la persona odiada, manifestando a veces tal alegría en forma de burla. Cuando la persona odiada logra cierto éxito, el que odia sentirá desagrado o pena, lo que implica envidia.

La indiferencia es la actitud por la cual un individuo se despreocupa por los demás y también de sí mismo. El egoísta, como se dijo, se despreocupa de los demás, pero se interesa en sí mismo y en sus allegados, por lo que difiere en ese aspecto del indiferente; de ahí la conveniencia de diferenciarlos. Wolfgang Goethe escribió: "La negligencia y la disidencia producen en el mundo más males que el odio y la maldad".

No existen en los seres humanos, por lo general, los casos "puros", en los cuales predomina totalmente una de las actitudes básicas, ya que nuestra actitud característica está compuesta por todas ellas aunque en distintas proporciones. Como las emociones se van controlando con el razonamiento, es posible modificar tales proporciones hacia una actitud netamente cooperativa, radicando en ello la mejora ética individual.

Al poner en evidencia la existencia de las componentes emocionales de nuestra actitud característica, y al derivar de ellas una ética natural y objetiva, quedan sin efecto los planteos que proponen los difusores del relativismo moral, ya que en toda época y todo lugar el amor ha producido el Bien mientras que el odio, el egoísmo y la indiferencia lo han negado favoreciendo el predominio del Mal.

Puede decirse que una sociedad padece una crisis moral cuando en forma generalizada no se cumple con los mandamientos bíblicos, tanto por parte de ateos como de "creyentes". Así como resulta equivalente no saber leer a no leer nunca nada, también resulta equivalente no cumplir los mandamientos siendo "creyente".