domingo, 29 de junio de 2025

Dogmas católicos vs. Religión natural

Si alguien, en forma independiente de toda formación religiosa, adopta la sana predisposición a compartir penas y alegrías ajenas como propias, cumple con el mandamiento cristiano del "Amarás al prójimo como a ti mismo", que ya aparece perdido en alguna parte del Antiguo Testamento. Cuando Cristo afirma que "no vine por los justos sino por los pecadores", tiene en cuenta la posibilidad de que existan justos fuera de toda influencia religiosa, por cuanto los justos han adoptado una accesible ética natural, que es justamente la ética bíblica.

Si la ética bíblica es esencialmente coincidente con lo que desde la psicología se denomina "empatía emocional", no parece necesario que un conocimiento tan accesible e inmediato requiera de una revelación por parte del Dios Creador, ya que la empatía emocional, fundamentada desde la neurociencia por las neuronas espejo, implica la existencia de una ley natural que rige el comportamiento humano. Esta empatía es, seguramente, la ley natural más importante para asegurar la supervivencia plena de todo individuo y de la humanidad, en vista a una adaptación al orden natural.

El orden natural impone a los seres humanos la necesidad de desarrollar todas nuestras habilidades mentales como un precio impuesto a cambio de nuestra supervivencia. Además, si para adaptarnos a dicho orden deberíamos aprender una serie de complicados planteos propuestos por teólogos y filósofos, tal como en la actualidad se estila, poco eficaz será tal proceso, y el caos moral será la consecuencia inmediata.

Este planteo es esencialmente la postura adoptada desde la religión natural, que busca fundamentar las prédicas cristianas para afianzar el proceso de adaptación mencionado. Sin embargo, algunos autores católicos, denigran a la religión natural bajo el nombre genérico de "naturalismo", por cuanto resulta evidente que interpretan el amor al prójimo como algo distinto a la empatía emocional. Así, Jean Ousset escribió: "El naturalismo, hijo de la herejía, es mucho más que una herejía; es el puro anticristianismo. La herejía niega uno o varios dogmas, el naturalismo niega que haya dogmas o que pueda haberlos. La herejía deforma más o menos las revelaciones divinas; el naturalismo niega que Dios sea revelador. La herejía arroja a Dios de tal o cual parte de su reino; el naturalismo lo elimina del mundo y de la creación. Por eso dice el Concilio, de este error odioso, que «contradice por completo a la religión cristiana»". "Naturalismo, pues: pecado fundamental" (De "Para que él reine"-Speiro-Madrid 1972)

Desde el catolicismo se considera al amor al prójimo como algo "sobrenatural", ya que tal actitud implica cierto desprecio por todo lo que implique "naturalismo". Incluso, al reemplazar el "amor al prójimo" por la palabra "caridad", tienden a alejar de todo individuo un principio tan importante para una efectiva mejora ética individual. La palabra "caridad" suena, muchas veces, como una acción de dar limosna al necesitado para que Dios vea tal acción y nos conceda la vida eterna. Leemos en la Enciclopedia Católica: "La caridad puede definirse popularmente como el hábito, deseo o acto de aliviar las necesidades físicas, mentales, morales o espirituales de sus semejantes".

En lugar de difundir los Evangelios, la Iglesia ha ido reemplazando el mensaje original mediante una serie de dogmas que opacan a la ética bíblica original. Así, en lugar de difundir lo que Cristo dijo a los hombres, intensifican lo que los hombres dicen sobre Cristo. Entre los dogmas católicos aparecen los destinados a la Virgen María, mientras que en los Evangelios la madre de Jesús casi no aparece. De ahí que cabe la siguiente simplificación:

Catolicismo = Evangelios + Dogmas

Si algunos ideólogos católicos observan a la religión natural con tanto desprecio, aun cuando la religión natural busque ser compatible con las leyes naturales existentes, que son esencialmente las leyes de Dios, predisponen a que surja desde la religión natural una actitud similar. Así, resulta evidente, y más aún en esta época en que muchos sectores católicos predican abiertamente el marxismo, que el catolicismo es un serio impedimento para la universalización de la ética natural, o ética bíblica. Además de impedir tal proceso, se oponen férreamente a que otros lo permitan.

Si se asocia a los dogmas católicos atributos similares a las leyes naturales invariantes, es decir, de validez independiente del tiempo y del espacio, se niega la posibilidad de cambio, por lo que la denominada Segunda Venida sería innecesaria. Si, además, existe una "infalibilidad papal", estaría demás un cambio futuro. Sin embargo, resulta evidente que los conflictos actuales requieren de una mejora ética generalizada, aunque para muchos parece que lo más importante no es la seguridad o la integridad personal de los seres humanos, sino la vigencia de ciertos dogmas surgidos de mentes y voluntades humanas.

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