jueves, 19 de junio de 2025

Las ideologías y sus fundamentos

Las ideologías, como conjunto de ideas, pueden ubicarse en dos extremos; uno de ellos es el de la compatibilidad con las leyes naturales que rigen todo lo existente, mientras que el otro extremo es la incompatibilidad con dichas leyes, aceptando casos intermedios, es decir, los de las compatibilidades parciales.

Cuando una persona padece alguna enfermedad mental, el síntoma principal implica el alejamiento de la realidad cotidiana, de ahí que pueda considerarse a las ideologías alejadas o incompatibles con las leyes naturales como verdaderos caminos que conducen a una locura colectiva. Tal locura es calificada generalmente como una masiva irracionalidad.

Los ejemplos concretos de esta irracionalidad provienen de algunas religiones y de algunos movimientos filosóficos y políticos, como es el caso de los totalitarismos. En el caso de las religiones, el principal fundamento es el de la creencia en un Dios con atributos humanos que se comunica con la humanidad a través de enviados. Es a través de los enviados cuando expresa sus deseos o su voluntad. Como son varios los que se consideran enviados, o son así considerados por sectores importantes de la humanidad, se producen serios conflictos por cuanto difieren en sus mensajes, por lo general alejando a los seres humanos de toda posible adaptación a las leyes naturales.

Como todo lo existente está regido por leyes naturales, incluidos los seres humanos, la única posiblidad de unificación entre sectores, y de una finalización de los conflictos, radica en adoptar tales leyes como una referencia común y única para todos; lo que constituye esencialmente la religión natural. De ahí que pasaría a segundo plano la discusión acerca de las posibles intervenciones de Dios, o de su voluntad aparente, o si las leyes naturales son creadas o bien existen desde siempre. Lo concreto es la existencia de un orden natural al cual nos debemos adaptar, incluso en forma independiente si nos gusta o no dicho orden.

En cuanto a los totalitarismos, se aduce generalmente que sus fundamentos son "científicos", cuando en realidad se trata de fundamentos falsamente científicos, como es el caso del marxismo y su "ley de la lucha de clases". También el nazismo adopta fundamentos pseudocientíficos, como es el caso de las supuestas razas superiores e inferiores. Quizás no exista mayor error que el del nazismo al considerar la "inferioridad de los judíos" cuando puede advertirse fácilmente todo lo contrario, como es el caso de la larga lista de Premios Nobel en ciencias otorgados a integrantes de esa comunidad.

Respecto al fundamento de la ideología nazi, Diego Moldes escribió: "Las razas humanas no existen. Existen las etnias. La única raza o especie humana que sobrevive es el homo sapiens; todos los demás homínidos y sus predecesores han desaparecido (australopithecus africanus, afarensis, homo habilis, homo erectus, homo antecessor, neandertal...). Las personas no somos perros ni reptiles. Todos los seres humanos somos sapiens desde un punto de vista morfológico, pero biológicamente somos iguales: tenemos dos brazos, dos piernas, veinte dedos, una cabeza, dos ojos, dos orejas...Las diferencias de pigmentación, altura, complexión, rasgos faciales, tipo de cabellos y otras peculiaridades antropológicas son pequeñas distinciones étnicas, pero un pigmeo, un lapón y un chino son biológicamente idénticos".

"La justificación científica (pseudocientífica o falsamente científica) de la ideología nacionalsocialista germánica se llamó Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana), un esoterismo conspiranoico y racista disfrazado o barnizado de instituto científico. Una mentira descomunal en la que participaron personalidades alemanas -y otros filonazis europeos- tan malvadas como inteligentes" (Del prólogo de "Los científicos de Hitler" de Eric Frattini-Espasa Calpe-Buenos Aires 2001).

Desde el punto de vista de las adhesiones o rechazos a la diversa "oferta" de ideologías, no existe gran diferencia si son de origen religioso, filosófico o político. Son varios también los motivos por los cuales las personas pierden su libertad mental para someterse a esquemas ideológicos poco compatibles con la realidad y orientados muchas veces a un retroceso cultural y a un elevado nivel de sufrimientos, como ha sido el caso de los totalitarismos y de las diversas guerras que son motivadas casi siempre por la mala orientación de líderes mentalmente extraviados por alguna ideología perversa.

Así como en la religión se establecen conversiones desde el ateísmo a la fe, o a la inversa, el adepto a un partido político totalitario ingresa o se separa de la ideología política en cuestión en forma similar. Ralph Giordano escribió: “Da igual donde vida el fiel adepto, ya sea Moscú o París…Su estado de indefensión, de entrega, de marasmo y de disposición a la autonegación y al sometimiento, toda esa quiebra de la personalidad viene determinada por un temor que comienza a adoptar formas cada vez más obsesivas: dejar de pertenecer al Partido. Esta magia ferviente y anónima, llamada «amor al Partido», es la clave de todo el comportamiento, en ella confluyen todos los hilos: ¡no existe ninguna alternativa al Partido! Esto desemboca en un callejón sin salida íntimo, una entrega incondicional y convierte en lógico el sometimiento. Y al mismo tiempo, de todas las metamorfosis se desarrolla la peor: la transformación del amante en su propia comisión de control” (Citado en “Lealtad y traición” de Franziska Augstein-Tusquets Editores SA-Buenos Aires 2010).

El marxismo utiliza el término “alienación” en sus críticas al capitalismo. Sin embargo, las incoherencias lógicas en que se incurre bajo tal ideología promueven en sus seguidores un estado mental de alejamiento de la realidad poco distinguible de una anormalidad psíquica. En el mencionado texto se lee: “Los héroes de la Revolución de octubre se habían convertido en «traidores», los luchadores contra el nazismo en «agentes del imperialismo». Mientras Stalin y su camarilla definieron la realidad, muchos comunistas vivieron en un mundo en el que cualquier bloc de notas podía transformarse de pronto en un manuscrito y cualquier manuscrito en una prueba de actividades contrarrevolucionarias”.

“En los años treinta Heinrich Mann se entrevistó en su exilio parisino con Walter Ulbricht, futuro presidente del Consejo de Estado de la RDA [República Democrática Alemana]. El Partido Comunista de Alemania pretendía nombrar a Mann presidente de un Gobierno alemán en el exilio. Pero la conversación no dio frutos. Heinrich Mann dijo más tarde que no podía forjar planes con un hombre que afirmaba que la mesa a la que te sentabas era en realidad un estanque de patos”.

“El mundo del estalinismo estaba equivocado. Y muchas personas que lo poblaban sufrieron una metamorfosis demencial. Se transformaron en funcionarios sin alma y comenzaron a equivocarse consigo mismos porque la disciplina del Partido no encajaba en su propio criterio. Muchos se adaptaron a la carencia de perspectiva. Y muchos otros sepultaron las preguntas críticas y se concentraron en la tarea inmediata…”.

“Había dos verdades, una compleja y otra para el pueblo. Sin embargo a muchos camaradas españoles intelectuales no se les ocurría encuadrarse dentro de la casta dominante. Al contrario, cuando ocultaban sus opiniones creían ser humildes trabajadores al servicio del proletariado, de la Historia y de la verdad. Se adaptaron a una conciencia escindida. Aquí radica el sectarismo de la tendencia dogmática del estalinismo. Los camaradas resolvían dialécticamente las contradicciones entre sus propios pensamientos y las directrices del partido, entre el ideal y la realidad. Gracias a la dialéctica, la noche se podía convertir en día en un abrir y cerrar de ojos. Hasta en la oscuridad más impenetrable se destacaba la cercanía del amanecer. Junto a la fe religiosa y el amor, la dialéctica es un instrumento único de dominación. El partido que se sirve de ella puede denominarse infalible y estar seguro de la lealtad de sus adeptos”.

El hombre dispone de dos medios para desvincularse de la humanidad: el odio y la mentira. Tiene además un medio adicional para desvincularse del orden natural: el irracionalismo, entendido este último como el abandono de la coherencia lógica como criterio para validar el pensamiento cotidiano. La religión sin coherencia lógica conduce al paganismo, mientras que la filosofía o la política, sin esa coherencia, puede conducir al totalitarismo. Heinrich Heine escribió: “Los conceptos filosóficos alimentados en el silencio del estudio de un académico pueden destruir toda una civilización”.

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