Por lo general, desde los sectores de la izquierda política, se trata de asimilar el capitalismo al fascismo, mientras que, por el contrario, socialismo y fascismo tienen muchos aspectos en común. Así, el lema de Mussolini era: "Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado", lo que contrasta con la tendencia capitalista de la propiedad privada y el Estado mínimo.
Es la postura marxista la que se acerca al "Todo en el Estado..." ya que propone eliminar la propiedad privada de los medios de producción y la propiedad privada en general. De ahí que tiene poco sentido decir que Hugo Chávez, por ejemplo, era "fascista" cuando ordenaba: "¡Exprópiese!", cuando en realidad era un exponente del socialismo marxista-leninista, que poco o nada tenía que ver con el capitalismo y mucho más con el fascismo.
En cuanto al fascismo, puede decirse que podría considerarse como una variante del socialismo, de la misma manera en que el cristianismo fue una variante del judaísmo, o una derivación del mismo.
A continuación es mencionan algunos párrafos escritos por Benito Mussolini:
"Entré como socialista en la vida política y como tal saldré de ella. Ya mi padre era un convencido socialista y yo me alimentaba de estas ideas cuando lo hacía también de leche materna y más tarde, al crecer, seguí cultivándolas y desarrollándolas en mi mente".
"Debo mucho a mi padre. Mi camino de socialista ya estaba trazado: no me hacía falta más que seguirlo, lo cual hice con profunda convicción. Muy joven llegué a ser miembro del partido socialista italiano, en el que se apoyaban las esperanzas de mucha gente, que de buena fe creía ya maduros los tiempos para la reforma social. También yo opinaba que el socialismo tenía el mágico «Ábrete, Sésamo», capaz de abrir las puertas a un nuevo orden social, a un nuevo periodo histórico, y dediqué todas mis energías a este fúlgido objetivo".
"Pronto me dí cuenta, empero, que la barca en que navegaba me llevaría a un seguro naufragio; los obreros, en los que de una manera particular se apoyaba el socialismo para lograr sus fines políticos y sociales, no estaban preparados para una conquista tan magna. Pensé, además, que un socialismo llevado a efecto según los conceptos de Marx no consentiría nunca liberar efectivamente a los obreros de su esclavitud social".
"A pesar de todo esto, dedicando a ello muchos de los años más bellos de mi vida, procuré con las palabras, con los escritos y con la acción llegar a la mejor realización de la idea socialista; sin embargo, repito, faltaba a los obreros la necesaria comprensión y especialmente les faltaba el espíritu combativo, sin el que es absolutamente imposible alcanzar una verdadera revolución social".
"Durante mi estancia en Suiza, como refugiado político, alterné por un cierto tiempo con el ambiente de Lenín y tuve en el acto la posibilidad de darme cuenta de que, a excepción del mismo Lenín, que era indudablemente un hombre de extraordinaria inteligencia, todos los demás no eran más que unos charlatanes e ineptos, y que algunos de ellos eran dignos de ser encerrados en un manicomio".
"Busqué, por lo tanto, un motivo para poderme alejar de este ambiente y recobrar mi libertad de movimiento. Supe más tarde que cuando me marché, Lenín dijo a sus compañeros: «¿Cómo han podido dejarse escapar a aquel hombre? Estoy seguro de que a causa de él y de las ideas que profesa, el marxismo será un día no lejano, vencido y definitamente arruinado». Mucho me alegré yo, en cambio, de haberme librado de la tiranía que Lenín ejercía sobre sus compañeros".
"Ahora ya estaba decididamente convencido de que para llevar a efecto el verdadero socialismo, era preciso plantar unas sólidas bases en la conciencia de los hombres; que la clase obrera, tal como estaba a la sazón, no conseguiría nunca constituir por sí sola la base del nuevo orden social".
"Si las ideas socialistas habían de llegar a ser realidad, todo el pueblo y no solamente una de sus clases, tendría que participar con plena convicción a la idea de la lucha de clases, y sentía madurar en mí mismo, de año en año, la certidumbre de que precisamente la idea de la lucha de clases estaba equivocada. Se derrumbaría en mi mente uno de los grandes pilares de mi pensamiento juvenil. Por ello alguien me acusó de apostasía; mis antiguos compañeros socialistas me llaman renegado porque hoy realizo lo que ayer condenaba y porque no he conservado lo que ellos llaman coherencia de pensamientos y acciones, es decir, aquella mezcla podrida de viejos métodos y de ideas desgraciadas, que ellos esperaban de mí".
"Afirmo que es ésta una acusación de las más estúpidas, ya que cuando un hombre camina sin detenerse hacia su meta, no tiene ninguna importancia el camino que recorre para alcanzarla. También la idea revolucionaria puede ser llevada a efecto con tal de que sepa uno ser tan elástico de mente como para poder adoptar unos métodos que por lo menos aparentemente sean rígidamente conservadores. Todo está en saberse adaptar a las mutables situaciones y a las exigencias del ambiente, de época, de educación; para seguir fieles a las premisas no es necesario atarse para siempre al método".
"Es mi opinión que uno de los principales errores del sistema marxista es el de querer considerar el socialismo especialmente como una cuestión puramente económica".
"Podemos ver ahora en la Unión Soviética el experimento más grandioso y significativo de la realización del marxismo puro. ¿Cuáles son son efectos prácticos? No un progreso social de la clase a la que el marxismo hubiera tenido que dar fuerza, decoro y prosperidad, sino la decadencia total de las masas, una decadencia moral y material de la peor especie. Y no me digan que se trata tan sólo de un momento pasajero [escrito en 1943], pues en este caso hay que decir que se trata en realidad de un momento que dura desde hace demasiado tiempo".
"Al fin y al cabo la aplicación integral del marxismo ya en su primera fase hubiera tenido que aligerar notablemente los pesos de las masas trabajadoras y mejorar sus condiciones sociales. Sin embargo, esto no se ha verificado, y entonces hay que deducir de ello que también en la Unión Soviética no se ha hecho otra cosa que prometer a los obreros desilusionados, aproximadamente tal como lo hace la Iglesia, un mejoramiento futuro, para encender de nuevo sus esperanzas; en efecto, desde hace casi treinta años el régimen marxista no ha realizado nada favorable a los trabajadores, excepto inmovilizarlos con la fuerza bruta y el empleo de la policía".
"Esto tendrían que admitirlo abiertamente los cabecillas de Moscú que han quitado a los hombres la alegría de vivir, permitiéndoles tan sólo vegetar en las peores condiciones económicas. Para llevar a efecto su absurda fórmula comunista han alejado a todas las personas verdaderamente productivas de cada categoría y profesión, ya que sólo de esta manera han podido imponer su voluntad a las masas. Así, la cuestión ha sido resuelta de una manera radical, matando a todos los que opinaban diferentemente" (De "Memorias"-Ediciones DP-Buenos Aires 1955).
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