El peronismo de los años 50 no fue tanto una dictadura que accedió al poder por medios democráticos sino que fue esencialmente un sistema totalitario, ya que avanzó hasta niveles personales y familiares llenando de odio a sus adeptos y de temor, repugnancia e indignación a la gente decente.
Los hechos más representativos y elocuentes de los efectos del totalitarismo peronista, se producen el 16 de junio de 1955, cuando aviones de la Armada bombardean la Casa Rosada con las intenciones de eliminar al nefasto líder. Fue un hecho fallido y criminal por cuanto murieron unas 300 personas que en esos momentos circulaban por la zona bombardeada.
Perón, enterado previamente del atentado que se estaba preparando, se va del lugar un tiempo antes, pero no hizo nada para advertir del peligro que iba a generar el atentado hacia las personas que ocasionalmente estaban en la zona. Su silencio implicó un mayor interés por el desprestigio de los militares rebeldes que por las vidas inocentes que habrían de caer.
Como respuesta al grave atentado, se organiza una quema y vandalismo peronista contra templos católicos. Perón, como líder de un sistema totalitario, ordenó la quema de templos, o bien ordenó la no participación de policías y bomberos para evitar el vandalismo. Así como Nerón culpó a los cristianos por el incendio de Roma, Perón culpó a los comunistas por ese hecho.
Se menciona un artículo al respecto:
LA QUEMA DE IGLESIAS DE 1955
Por Carlos Ialorenzi y Myriam Mitrece
La renombrada escritora Alicia Jurado, gran amiga de Jorge Luis Borges y frecuente colaboradora de este diario, siempre recordó entre sus anécdotas con el autor de El Aleph, el día que éste le pidió que lo acompañara a ver los estragos sufridos en las Iglesias atacadas por las turbas peronistas, el 16 de junio de 1955. Borges quiso compartir su indignación y su tristeza, como ocurrió a toda persona de bien fuese o no creyente.
Contaba que fue un momento de gran dolor y tristeza ver la cantidad de imágenes religiosas rotas o quemadas, las cuales parecían pilas de cadáveres después de una batalla. De pronto alcanzaron a ver entre los escombros una imagen de Santa Teresa de Ávila que sostenía un libro abierto. Borges que ya casi no veía le pidió que lo leyera y así reconocieron uno de los poemas de la Santa:
“Nada te turbe/nada te espante/
todo se acaba/Dios no se muda.
La paciencia/todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene/nada le falta.
Sólo Dios basta”.
LA “CORRECCIÓN POLÍTICA”
El 16 de junio de 1955 fue una jornada trágica de la historia argentina. De ese luctuoso día se ha sepultado uno de los hechos más aberrantes causados por la dictadura peronista: La quema de las iglesias.
Han pasado 70 años y entristece ver que los medios de comunicación y la “corrección política” todavía vigente, de ese día solamente mencionan la tragedia del bombardeo a la Casa de Gobierno. También duele que la Iglesia Católica Argentina ni siquiera mencione este gravísimo hecho.
LOS HECHOS
Ese día se profanaron, saquearon e incendiaron la Curia Metropolitana y doce Iglesias de nuestra Ciudad: Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio, La Merced, San Roque, la Catedral, San Miguel, La Piedad, Nuestra Señora de Las Victorias, Del Socorro, San Nicolás de Bari y San Juan Bautista. En la Iglesia de Las Victorias fue herido gravemente el Padre Jacobo Wagner quien falleció pocos días después.
Además del aberrante sacrilegio, entre las grandes y cuantiosas pérdidas sufridas cabe mencionar al Archivo histórico que contenía las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción que se remontaban hasta fines del siglo XVI. Se perdieron obras de arte antiguo, cerámicas, pinturas al óleo, tallas y gran cantidad de objetos de culto.
La Curia metropolitana poseía además de imágenes religiosas y obras de arte, un valioso archivo con más de 80.000 legajos que contenían la historia del Río de la Plata y varias bibliotecas con miles de volúmenes. Tres siglos y medio de historia de la vida colonial e independiente perdidos para siempre. La Catedral sufrió el saqueo y el incendio de su sacristía se llevó su riquísimo tesoro de arte e historia.
El libro “El llanto de las ruinas” editado por la librería Don Bosco en 1955 enumera detenidamente los destrozos producidos; sería muy extenso mencionar a cada una de las imágenes, objetos de arte y documentos coloniales que se han perdido.
PROCESIÓN DE CORPUS CHRISTI
Cinco días antes, el sábado 11 de junio, se realizó la celebración de Corpus Christi a la que asistió una masiva concurrencia. Se calcula que unas 200.000 personas se dieron cita en la Catedral, la Plaza de Mayo y en las calles adyacentes.
El gobierno culpó a la multitud de haber quemado una bandera nacional. Tiempo después se comprobó que este ultraje a la enseña patria fue ordenado desde el Ministerio del Interior y ejecutado por un policía.
LOS CABECILLAS
El recordado escritor e historiador Enrique Díaz Araujo hizo un pormenorizado relato sobre cómo se organizaron los atacantes. En la Escuela de Ciegos de la calle Bolivar 431 funcionó la central operativa. De allí partieron, las columnas de la Alianza Libertadora Nacionalista, la cegetista y los militantes peronistas provistos de bidones de nafta y lanzallamas, dirigidos por comisarios de la Policía Federal y de la División Bomberos, salieron a atacar la Curia Metropolitana y los templos antes mencionados. Al mediodía siguiente se reunieron en la sede de la calle Bolívar, para celebrar con un almuerzo lo que habían realizado.
El citado autor da cuenta de cómo se organizaron y da los nombres de los principales cabecillas. Menciona que en la Escuela de Ciegos instaló su comando el vicepresidente de la Nación Alberto Tessaire, en el Departamento Central de Policía se estableció el ministro del Interior Ángel Borlenghi y en el Ministerio de Salud estuvo el ministro de Salud Pública Conrado Bevacqua. También informa los nombres de varios de los responsables, entre los que se encuentran altos jefes de la Policía Federal y del cuerpo de bomberos.
Díaz Araujo hace mención de los ataques previos que venía sufriendo la Iglesia Católica por parte del gobierno peronista: la sanción del divorcio vincular, la prohibición de procesiones, la supresión de la enseñanza religiosa y de fiestas religiosas, entre otras disposiciones.
Pese a que la agresión se dio en un radio céntrico y que las Iglesias se encontraban a corta distancia unas de otras, la policía y los bomberos recién actuaron cuando ya todo había terminado.
Díaz Araujo cita a Winston Churchill: “Perón es el único militar que ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus templos”.
(De www.laprensa.com.ar)
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