lunes, 23 de junio de 2025

La destrucción y la autodestrucción de la civilización occidental

La civilización occidental forma parte de la cultura grecoromana-judeocristiana, como una respuesta a la adaptación cultural al orden natural. A partir de la ética bíblica se establecen sociedades democráticas con economías de mercado. Este tipo de cultura colectiva, o civilización, está siendo destruida desde países externos, como también desde los propios países occidentales, por motivos bastante diversos. Friedrich Hayek escribió al respecto: “Aquí no sólo se abandonan los principios de Adam Smith y de Hume, de Locke y de Milton. Aquí se abandonan las características más básicas de la civilización desarrollada por los griegos y los romanos y el Cristianismo, es decir, de la civilización occidental".

"Aquí no se renuncia sólo al liberalismo del siglo XVIII y del XIX, es decir, al liberalismo que completó dicha civilización. Aquí se renuncia al individualismo que gracias a Erasmo de Rotterdam, a Montaigne, a Cicerón, a Tácito, a Perícles, a Tucídides, heredó dicha civilización. El individualismo, el concepto de individualismo, que a través de las enseñanzas proporcionadas por los filósofos de la antigüedad clásica, del Cristianismo, del Renacimiento y de la Ilustración nos ha hecho tal y como somos. El socialismo se basa en el colectivismo. El colectivismo niega el individualismo. Y el que niega el individualismo niega la civilización occidental” (Citado en “La Fuerza de la Razón” de Oriana Fallaci-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2004).

Cuando se habla de "batalla cultural", se quiere significar que se trata de una lucha tanto ideológica como militar contra todo lo que sea considerado "occidental", y que proviene principalmente del marxismo y del islam. De ahí el vínculo existente entre la izquierda política y grupos islámicos. La guerra fría del siglo XX fue en realidad una lucha, a veces no tan “fría”, entre los EEUU, que trataba de mantener la vigencia de los valores occidentales (liberalismo político y económico, cristianismo) en oposición a la URSS, que trataba de suplantarlos por el totalitarismo marxista. Alexander Solyenitsin escribía al respecto: “Durante decenios, en los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta, toda la prensa soviética decía: «¡Capitalismo occidental, llegó tu fin! ¡Te aniquilaremos!» Pero los capitalistas hicieron oídos sordos: no podían entenderlo ni creerlo”.

“Pero, para desgracia de los comunistas, en 1945 esta línea directa tropezó con vuestra bomba atómica. Con la bomba atómica norteamericana. Y entonces los comunistas cambiaron de táctica. Entonces se convirtieron, de repente, en partidarios de la paz a cualquier precio. Empezaron a reunirse los Congresos de la Paz y se redactaron peticiones por la paz. Y el mundo occidental cayó en este engaño. Pero los propósitos y la ideología no cambiaron: aniquilar vuestro régimen, aniquilar el modo de vida occidental”.

“¡Y cuando se lleva a cabo el aflojamiento de la tensión, la convivencia pacifica y el comercio, insisten en que la guerra ideológica debe continuar! ¿Y qué es la guerra ideológica? Un cúmulo de odio, la repetición del juramento: el mundo occidental debe ser aniquilado. Como otrora en el Senado de Roma un famoso senador terminaba sus alocuciones con la sentencia «Cartago debe ser destruida», también hoy, en cada acto de comercio o de relajamiento de la tensión, la prensa comunista, las instrucciones reservadas y miles de conferenciantes repiten: ¡El capitalismo debe ser aniquilado!” (De “En la lucha por la libertad”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1976).

Incluso actividades como la ciencia experimental, ligada principalmente a Occidente, sufre continuos ataques, no tanto por sus resultados, sino por sus orígenes. Steven Weinberg escribió: “Sospecho que Gerald Holton está cerca de la verdad al ver el ataque radical a la ciencia como un síntoma de una hostilidad más amplia hacia la civilización occidental, una hostilidad que ha envenenado a los intelectuales occidentales desde Oswald Spengler en adelante. La ciencia moderna constituye un blanco obvio para esta hostilidad; el gran arte y la gran literatura han surgido de muchas de las civilizaciones del mundo pero, desde Galileo, la investigación científica ha estado abrumadoramente dominada por Occidente” (De “El sueño de una teoría final”-Crítica-Barcelona 1994).

Recientemente, el canciller de Alemania reconoció en Israel sus esfuerzos por mantener vigentes los valores occidentales, si bien su lucha armada responde esencialmente a una cuestión de supervivencia étnica y nacional. Se transcribe un artículo al respecto:

EL MUNDO CIVILIZADO DEBERÍA CUIDAR (Y AGRADECER) A ISRAEL

Por Marcelo Duclos

La aniquilación de la amenaza nuclear iraní no se limita al resguardo israelí. Es una garantía para los países medianamente civilizados.

Además de agradecer a Israel, el mundo debería contribuir con su defensa y, por estas horas, hacer todo lo posible para que caiga el régimen islámico iraní, que es una amenaza para todos.

Los argentinos conocemos bien hasta donde pueden llegar los tentáculos del régimen teocrático iraní. Es que el grupo terrorista que tiene base en Teherán desprecia la vida humana más allá de sus fronteras y puede atacar en cualquier lugar del mundo. Israel cuenta con una defensa notable, que puede reducir el impacto de las agresiones, como vimos tantas veces. Pero muchos países no tienen el mismo nivel de defensas e inteligencia y pueden ser víctimas fatales, como nos sucedió a nosotros con los atentados de 1992 y 1994 en Buenos Aires.

Ya la desarticulación de los “proxies” iraníes en Medio Oriente es una gran noticia para la región y el mundo, pero la eliminación del programa nuclear del ayatola Jameneí es algo que debería tranquilizar a más de medio planeta, Estados Unidos, inclusive. Claro que nadie cree la declaración emitida por Washington este jueves en la anoche sobre el ataque “unilateral”, cuya única línea relevante del comunicado fue la advertencia sobre la posibilidad de ataques a objetivos norteamericanos. Es claro que hay una coordinación entre los viejos aliados, que tendría que ser respaldada por todas las democracias del mundo.

Aunque la última advertencia de la junta de gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) llegó poco antes del ataque preventivo de Israel, es más que evidente que todo estaba planeado desde hace tiempo. Muestra de esto es que los drones no tuvieron que ingresar al espacio aéreo persa, puesto que ya se encontraban dentro del territorio, listos para hacer el trabajo. La puesta en funcionamiento de una nueva planta de enriquecimiento de uranio y la modernización de las máquinas centrifugadoras de sexta generación fueron solamente la gota que rebasó el vaso.

Para el que le sorprenda el hecho de que Israel haya podido construir y preparar los drones dentro de Irán, debería tomar conciencia de la enorme y paciente inversión que el país viene realizando dentro del territorio enemigo. En varias oportunidades, no solamente en Irán, muchas personas que han llegado a ostentar cargos dentro de los regímenes islámicos han terminado siendo espías al servicio de Israel, pudiendo infringir grandes daños al enemigo en su territorio.

La infiltración en los altos mandos ha dejado a la tiranía completamente paranoica. Vale recordar que el gobierno iraní está pasando por un momento muy complicado internamente y no son pocos los que se ilusionan con un cambio de régimen. Si ha habido un momento de inestabilidad ideal para evaluar una revolución desde la instauración de la teocracia islámica, sin dudas es este. Desde el exterior, el príncipe heredero de la corona persa en el exilio, Reza Pahlavi, ha defendido esta posibilidad, con la finalidad de instaurar un gobierno laico y democrático.

En las últimas horas, Pahlavi culpó al régimen teocrático, “por llevar al país a una guerra en su búsqueda de armamento nuclear”. Desde sus redes sociales, el hijo del Sha les manifestó a sus compatriotas que el país les pertenece a ellos y no al régimen que ya está “débil y dividido”:

“A la comunidad internacional: no desperdicien esta oportunidad para terminar con este régimen terrorista. Esto es lo que el pueblo iraní está pidiendo. Su mayor interés es la paz”.

El gobierno israelí consideró este ataque preventivo necesario para evitar lo que pudo haber sido un nuevo Holocausto. El mundo, con los altos mandos de Teherán vinculados al desarrollo nuclear eliminados, ya es más seguro. Es que se trata de algo que va más allá de un país civilizado, que enfrenta con precisos y quirúrgicos ataques certeros a los individuos que planean la aniquilación judía, para la que proceden con incalificables actividades terroristas sobre población civil. En términos de Sarmiento, es la discusión entre civilización y barbarie.

Además de agradecer a Israel, el mundo debería contribuir con su defensa y, por estas horas, hacer todo lo posible para que caiga el régimen islámico iraní, que es una amenaza para todos. Los primeros agradecidos serán los mismos ciudadanos iraníes, que en su gran mayoría no quieren saber nada de los delirantes que los gobiernan y los ponen en peligro.

(De panampost.com)

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