lunes, 3 de marzo de 2025

La masificación sectorial

Estando el hombre-masa caracterizado por carecer de opinión propia, adoptando como referencia lo que dice o piensa la mayoría, nos viene a la mente, al nombrarlo, la imagen de un conglomerado de seguidores de cierto líder político de tendencia totalitaria. Además, este hombre-masa es el que pretende ocupar puestos importantes en el Estado o en la sociedad, a pesar de sus limitaciones, constituyendo el fenómeno conocido como "la rebelión de las masas".

Podría denominarse como "masificación sectorial" a un proceso similar, aunque en pequeña escala, que se repite en toda agrupación social, como es el caso de clubes, iglesias, universidades, organismos sociales, partidos políticos, etc. En ellos vemos que existen ciertos principios tácitos, o creencias, respecto de los cuales resulta difícil rechazar, por cuanto quienes los rechazan habrán de ser considerados traidores y de ahí el temor a ser expulsados del grupo. Tales creencias comunes conducen a la idea de lo "políticamente correcto", en el caso de la política.

En cuanto los líderes de tales asociaciones cambian de opinión respecto de alguien ajeno al grupo, considerando como enemigo al que antes consideraban como amigo, en forma casi inmediata sus seguidores mostrarán un cambio similar, en adhesión al líder, ya que se tiene una predisposición permanente hacia lo que esté generalizado en el grupo. El líder determina, además, lo que es el bien y lo que es el mal, en total ignorancia de principios éticos generales.

La masificación se observa en sectores supuestamente "superiores", como es el caso de las universidades, proceso acentuado por cuanto la exclusión al que piensa en forma individual, o simplemente que piensa, constituye también la pérdida del trabajo, por lo que la presión a la obediencia mental tiende a "incorporar" a todos al proceso masificador.

Cuando las coincidencias de opinión se deben al proceso masificador, se trata de una falsa unanimidad, que no debe confundirse con la unanimidad científica por la cual todos aceptan el conocimiento logrado a través de verificaciones experimentales convincentes, aún dejando en claro posibles modificaciones posteriores.

Mientras que el científico auténtico se caracteriza por una actitud de duda permanente y también por una predisposición a cambiar de opinión en cuanto la realidad objetiva lo requiere, el hombre-masa tiene la predisposición a defender creencias arraigadas aunque la realidad concreta sea incompatible con ellas. De ahí la imposibilidad de esperar acuerdos entre grupos masificados, ya que en ellos no se toma como referencia la realidad, con sus leyes naturales, sino que la referencia es el conjunto de creencias generalizadas de sus integrantes.

Sería oportuno establecer ciertas condiciones para salir del proceso masificador, lo que no implica que el hombre-individual ha de dejar de pertenecer a algún grupo u organización social, ya que lo que ha de cambiar ha de ser su visión del mundo, o de la realidad. Esto implica, esencialmente, la adopción de la postura del científico (sin la obligación de descubrir alguna nueva ley de la naturaleza):

1- Sentirse un ciudadano del mundo, siendo la humanidad el único grupo del cual se ha de sentir como un integrante pleno.

2- Adoptar la realidad, con sus leyes naturales, como referencia para validar o calificar acciones, conocimientos o creencias, dejando de lado toda posible fe ciega en lo que dicen o escriben otros seres humanos.

Estas dos condiciones tenderán a limitar los conflictos humanos. Tales condiciones son cumplidas por los científicos auténticos, quienes buscan el conocimiento como una necesidad superior, o interés intelectual, sin importarles demasiado la aplicación tecnológica que sus descubrimientos puedan tener. Este fue el caso de Heinrich Hertz, quien, luego de verificar experimentalmente la existencia de las ondas electromagnéticas previstas en la teoría de James Clerk Maxwell, expresó: "No sé para qué pueden servir estas onditas". Luego de pocos años se inicia la telegrafía sin hilos, o radiotelegrafía, y la radiodifusión a través de los trabajos de Guglielmo Marconi y otros.

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