Una ética objetiva, como toda construcción cognitiva, admite una estructura similar a la de un edificio, es decir, presenta cimientos (fundamentos) sobre los cuales se ha de construir el resto. El resto, en el caso de la ética, ha de ser el conjunto de deducciones que se han de derivar de los fundamentos, verificadas una a una tomando como referencia la propia realidad.
Los fundamentos de la ética natural, u objetiva, son los siguientes:
1- Existencia de las neuronas espejo como base de la empatía emocional y cognitiva.
2- Carácter biológico y objetivo del lenguaje gestual.
3- Existencia de la actitud característica (desde la Psicología social).
Al considerar la existencia de cuatro componentes emocionales de la actitud característica (amor, odio, egoísmo e indiferencia) se obtiene la ética natural mencionada, ya que promueve lo que conduce al bien (amor al prójimo, o empatía emocional) mientras que también describe lo que conduce al mal (odio, egoísmo e indiferencia).
Como esta ética natural constituye un fundamento adicional de las religiones bíblicas, puede considerarse como una unificación de las ciencias humanas y sociales con la religión moral, interpretando al cristianismo, además, como una religión natural. También ha de ser un primer paso para la unificación de religiones.
Al advertirse el carácter esencialmente biológico, antes que cultural, de los fundamentos adoptados, puede decirse que la respuesta individual ante tal ética, resulta ser un requisito impuesto por el propio orden natural, por lo cual su aceptación generalizada provendrá de los deseos individuales de sentirse auténticos seres humanos al responder afirmativamente ante dicho orden.
En cuanto al aspecto cognitivo, asociado al proceso de “prueba y error”, es importante adoptar una referencia concreta para evaluar los posibles errores, o diferencias, entre las propuestas cognitivas realizadas y la referencia. De ahí surgen, como posibles referencias, la propia realidad, lo que uno piensa, lo que piensa otro ser humano o lo que piensa la mayoría. De esta forma será posible concientizar a todo individuo que será la propia realidad, con sus leyes naturales, la que resulta conveniente adoptar como referencia, lo que resulta ser un requisito importante para dejar de lado toda masificación posible y toda dependencia mental respecto de otros seres humanos.
De tener difusión y aceptación la presente propuesta, se advierte que ello conducirá a una eficaz mejora ante los evidentes problemas que afligen a importantes sectores de la sociedad. La vigencia del “Amarás al prójimo como a ti mismo” conducirá a la verdadera igualdad entre seres humanos. Al poder compartir penas y alegrías ajenas como propias, quedará reducido a niveles insignificantes el gobierno mental y material del hombre sobre el hombre, lo que conducirá a la verdadera libertad. Ello implica que se dejarán de lado los distintos gobiernos humanos, al menos como prioritarios, para aceptar el gobierno directo del orden natural a través de sus leyes, lo que no es algo distinto al Reino de Dios promovido desde la Biblia.
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