miércoles, 18 de diciembre de 2024

Hannah Arendt y la peligrosidad del ideologizado hombre común

Luego de que Hannah Arendt publicara su informe sobre el Juicio a Adolf Eichmann, criminal nazi, celebrado en Jerusalén en los años 60, recibe respuestas descalificadoras y agraviantes por parte de muchos judíos que leen ese informe. Tales individuos esperaban que Arendt hubiese expresado que Eichmann era una especie de monstruo lleno de perversidad, mientras que la autora lo describe casi como una persona normal.

Como la existencia de personas perversas y monstruosas es muy limitada, no existiría tanto peligro para la sociedad como si la peligrosidad proviniera de las personas "normales", tal la idea expresada, como conclusión, por la filósofa judía. Hanna Arendt escribió: “Eichmann no odiaba a los judíos y eso lo hizo peor, por no tener sentimientos. Hacer aparecer a Eichmann como un monstruo lo vuelve menos peligroso de lo que era. Si uno mata a un monstruo puede irse a la cama y dormir, porque no hay muchos. Pero si Eichmann representara la normalidad, la situación es mucho más peligrosa”.

Algunos años más tarde, Stanley Milgram ideó un experimento en el cual se podía advertir que un gran porcentaje de personas comunes priorizaban la obediencia y el cumplimiento de un pacto por sobre un severo castigo infligido a otros seres humanos mediante descargas eléctricas de importantes voltajes. En realidad los gemidos provenían de un actor que simulaba sufrimiento ante las descargas eléctricas, pero quienes las ordenaban suponían que las exclamaciones de dolor eran reales, y así y todo continuaban con el proceso instigados por las órdenes de quien los había contratado para dicha experiencia.

Mediante tal experimento, y otros semejantes, se pudo advertir la posible veracidad de la opinión de Arendt respecto de Eichmann. Stanley Milgram dijo: “Diría, luego de haber observado a miles de personas, que si en EEUU se estableciera un sistema de campos de exterminio del tipo que vimos en la Alemania nazi, se encontraría suficiente personal para operarlos en cualquier pueblo mediano” (Citado en “Psicología social” de David G. Myers-McGraw-Hill Interamericana-México 2007).

Todos los procesos violentos, como revoluciones y terrorismo político o religioso, comienza con los ideólogos, que constituyen el primer eslabón de la secuencia de actos criminales. Cuando se habla de "ideologías", en estos casos, se entiende como conjunto de ideas incompatibles con la realidad, esto es, ideas falsas o perversas que se entrometen en los cerebros incautos desplazando de esos cerebros al mundo real, que es el que debería allí predominar.

El segundo eslabón de la violencia lo constituyen los individuos influenciables con limitada empatía emocional y una gran predisposición para ser dirigidos y ordenados mentalmente por otras personas. Una estimación subjetiva indica que las personas poco influenciables, que nunca caerían bajo los efectos de influencias violentas o perversas, rondaría el 10% de la población. Al menos este porcentaje podría determinarse con mayor precisión a partir de las experiencias de Milgram y otras semejantes.

No hay comentarios: